INSURRECCIONES
REPUBLICANAS EN ASTURIAS
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
El republicanismo toma cuerpo en
España en el XIX en la etapa liberal y se
define, frente a los regímenes oligárquicos moderado isabelino y conservador
restauracionista, como una ideología que propugna una forma de Estado que se sustenta sobre
unos principios democráticos, la reforma social y un sistema laico. Sus bases
sociales de apoyo son sectores de las clases populares y la clase
media. Dada la condición oligárquica y autoritaria de esos regímenes que
pretendían derribar, el movimiento republicano español alternó la vía política
con la insurreccional a lo largo del XIX.
De modo que la represión que provocaron
esas acciones violentas obligó a sus partidarios a moverse en la
clandestinidad, esto es, en el mundo de las sociedades secretas, de las logias
masónicas, de los círculos de sociabilidad privados y, consecuentemente, muchos
de ellos sufrieron la prisión y el exilio por defender su avanzado ideario.
El estudio de ese republicanismo decimonónico
ha sido durante mucho tiempo un tema relegado en la historiografía española,
sobre todo en el aspecto de las acciones insurreccionales. Sin embargo, en la
última década ha habido un notable avance en su conocimiento, sobre todo en cuanto a su organización y acción
política, y en menor medida, en el aspecto de su actividad insurreccional. En
el caso asturiano también ha sido un asunto apenas tratado por la
historiografía regional tanto en su doble dimensión política e insurreccional.
Sin embargo, ese vacío ha comenzado a ser subsanado estos últimos años como
demuestran los diversos trabajos sobre el republicanismo asturiano decimonónico
de Sergio Sánchez Collantes. Este joven y prometedor historiador es, además,
autor de una tesis doctoral recientemente leída y aprobada con sobresaliente en
la Universidad de Oviedo sobre el movimiento republicano decimonónico en
Asturias realizada bajo la dirección del profesor del Área de Historia
contemporánea Francisco Erice. Su último
libro, Sediciosos y románticos (Zahorí Ediciones, 2011) trata sobre
los movimientos insurreccionales republicanos
decimonónicos en Asturias y de la activa y destacada participación
de asturianos en esos movimientos
sediciosos en otras partes de España.
Hasta los años cincuenta del siglo XIX
no hubo en Asturias un movimiento político organizado republicano. A
finales de esa década ya están documentados algunos focos demorrepublicanos organizados y conocemos sus
principales líderes ovetenses como José
Gonzáles Alegre Álvarez y Manuel Pedregal.
Pero ese republicanismo político cuando definitivamente alcanzó cierta
entidad fue en los años sesenta, en los
que ya se puede hablar de una verdadera cultura republicana en Asturias cuyos principales focos se localizaron en Oviedo y Gijón Así en 1869, había ya
veinte comités republicano-federales y numerosos Círculos Republicanos
distribuidos por todo el territorio asturiano.
Esa lenta cristalización del
republicanismo en Asturias es lo que explica que hasta finales de los sesenta
la región no fuera escenario importante en ninguna de las asonadas que contra
el régimen isabelino protagonizaron en otras partes de España los republicanos.
Pero sí hubo algunos asturianos de esa
ideología que tuvieron un importante papel en las insurrecciones republicanas
que se desarrollaron fuera de la región. Personajes que Sánchez Collantes
rescata del olvido, demostrando cuánto hay de verdad en el aserto de que la historia la escriben los
vencedores y en ella los vencidos o son vilipendiados u olvidados. Entre ellos
es preciso mencionar al ovetense Pedro Méndez Vigo y al tinitense Rafael del
Riego, sobrino del héroe del Trienio, que participaron en varias asonadas organizadas desde Francia o Portugal contra el absolutismo fernandino y el régimen isabelino respectivamente. Y
asimismo tenemos dentro de Asturias algunos ejemplos individuales de evidente
filiación demorrepublicana que protestaron
contra la monarquía isabelina como el del zapatero librepensador de
Avilés que menciona Armando Palacio Valdés, Mamerto, el cual se dedicaba a
cantar por las tabernas el Himno a
Garibaldi y daba gritos subversivos como “ ¡Qué muera Pio IX y viva la
libertad”, o el del médico noreñés, Dionisio Cuesta Olay, que regaló a sus
amigos unos trajes garibaldino, gesto simbólico de protesta que le costó la
cárcel.
Pero sólo fue a partir de 1868 cuando se desarrollaron en Asturias verdaderos episodios insurreccionales con
importante participación republicana como ocurrió en la revolución de 1868 o de
exclusiva inspiración republicana como en 1869, 1870 y 1880.
Aunque en Asturias se formaron comités revolucionarios progresistas y
republicanos para apoyar la revolución del 68 contra Isabel II, parece ser que
tales comités se mantuvieron a la expectativa de lo que ocurriese con el
movimiento revolucionario en el resto de España y sólo después de la derrota
isabelina en el puente de Alcolea, se sumaron a la victoriosa revolución. Así y
todo, la situación provocó un notoria asonada en Asturias que ha pasado en
cierta medida desapercibida por los historiadores asturianos. Se pude decir que
Asturias también tuvo su Alcolea, aunque en sentido contrario porque aquí los
insurrectos fueron vencidos. Se organizó
una columna en Oviedo al mando del ex capitán Fontela con alrededor de 150
ovetenses. Entre sus miembros estaban algunos republicanos conspicuos como
Bernardo Coterón y José María Celleruelo
y los escritores Manuel Gonzáles Llana y Evaristo Escalera. Su aspecto no debía
de ser muy marcial según la versión de
Víctor Polledo (“por zapatos de guarnición llevaban botines apretadísimos de
charol (…) y por capote y prendas militares vestían chaquetas, americanas,
chaqués, algunos levitas sin faltar hasta los sombreros de copa en las
cabezas”). La partida levantó una barricada en el puente de Cornellana.
Pero sus miembros se dispersaron sin llegar a entrar en combate
ante la llegada de las fuerzas monárquicas. .
En
su
Juan Ruiz Leopoldo Alas con 16 años expresó con ironía su
frustración por el mantenimiento de la
forma monárquica tras la revolución gloriosa del 68: Topete tu a la dinastía/ supiste darle un cachete/ Y hoy con mucha
sangre fría/ esperas la monarquía/ Ya no me gustas, Topete. Era, sin duda, la frustración de la
mayoría de los republicanos asturianos Y
tal sentimiento acentuó la inclinación del republicanismo federal por la vía
insurreccional hasta tal punto que el movimiento terminó dividiéndose entre
“benévolos” e “intransigentes” o “vaites” o templados y “vitis” o rojos De hecho, el Partido Republicano Federal
firmó una serie de pactos interregionales, entre los que estaba el Pacto
Galaico-Asturiano, en el que ya se hablaba de combatir “a sus encarnizados
enemigos por medios legales primero, y
después por todos cuantos las circunstancias hagan precisos”.
No
tardaron los republicanos asturianos en hacer efectiva la segunda parte de
aquel pacto, sumándose al levantamiento
llevado a cabo por varias provincias en octubre de 1869 al suspender las Cortes
las garantías constitucionales. En los territorios del Pacto Galaico-Asturiano
el levantamiento lo iba a dirigir el diputado republicano federal por León,
Manuel Álvarez Acevedo, el cual fue
detenido. A pesar de ello hubo disturbios en Gijón y una partida formada por
trabajadores de la Fábrica de armas de
Trubia y mineros con armamento sustraído de la instalación fabril trubieca y
encabezada por Bernardo Coterón y Antonio Rodil, se levantó en armas y fue
derrotada en Barros, refugiándose parte de sus miembros en Sama, donde fueron
definitivamente dispersados.
En 1870, ante la votación en el Parlamento de Amadeo como rey, los republicanos asturianos a través de sus
periódicos se opusieron a la candidatura amadeísta. Y se sumaron a la
conspiración que preparaba una sublevación en toda España. Asturias era uno de
los focos del levantamiento y para prepararla se desplazaron a Oviedo E. Rodríguez Solís, Bernardo Coterón y Felipe
Fernández, un contumaz republicano de origen asturiano, llamado “el carbonerín”
por dedicarse a ese oficio en Madrid, donde ya había participado en otras asonadas
republicanas y al que menciona Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales. Sin
embargo, el asesinato de Prim y otras fortuitas circunstancias abortaron la
planeada sublevación.
Finalmente, durante la Restauración ante la ilegalización de las
organizaciones y los periódicos antimonárquicos, los republicanos siguieron
practicando (alternándola con subterfugios con la legal) la vía insurrecional a
base de levantamientos de pequeñas partidas como la que se formó en el concejo de Lena en 1880. El promotor del alzamiento fue
el lenense Valeriano Díaz Vigil, apodado Valeriano Argull, quien levantó una
pequeña partida que trató de obtener el apoyo de los trabajadores del
ferrocarril y que después de una semana terminó disolviéndose.
El balance de la vía insurrecional republicana fue, pues, el de un
completo fracaso, pero - como bien dice
Sergio Sánchez Collantes en este necesario libro que cubre un importante
vacío en la historiografía asturiana-
sirvió, sin duda (junto con la
acción política), para fomentar la notable tradición republicana posterior
asturiana.
( Publicado en el suplemento cultural de LA
NUEVA ESPAÑA, de OVIEDO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario