viernes, 31 de diciembre de 2021

 

 

          





   GALARDÓN MERECIDO DEL MINISTERIO DE CULTURA PARA LA SEMANA NEGRA DE GIJÓN

                                 Julio Antonio Vaquero Iglesias

Merecidamente, el Ministerio de Cultura ha concedido el Premio de Bellas Artes a la Semana Negra, de Gijón. Su creación hace ya alrededor de treinta años por Paco Ignacio Taibo II y la brillante gestión de Ángel de la Calle dio lugar a una fórmula cultural sugestiva  y de gran interés en la que se combinan en torno a la presentación de novelas negras y sus autores en un principio - posteriormente de otros géneros también- combinadas con un conjunto de actividades lúdicas. Lo que ha supuesto un éxito tan rotundo que ha servido de modelo para su recreación en otras ciudades, aunque no hayan logrado alcanzar la difusión y la resistencia  de la Semana negra gijonesa.

 Sin duda, hay que felicitar también a las instituciones gijonesas como el Ayuntamiento de la ciudad que han apoyado con sus subvenciones a esta cita cultural ya tradicional en la temporada estival de la ciudad asturiana  y que ha servido para atraer con sus actividades a numerosos visitantes por su prestigio y su alto nivel cultural.

  Creo que uno de los factores que ha contribuido al éxito de esa cita cultural ha sido la actitud abierta de sus promotores que han sabido elegir siempre a los mejores autores del año y promover unos coloquios abiertos en los que cualquier persona del público podía intervenir con sus dudas, sus críticas sin restricción alguna. Además de tratar de promocionar los valores democráticos y dar a conocer y criticar las situaciones de injusticia y falta de libertad de personas y grupos sociales.

 Pero, además, entre los valores que están sin duda en el haber de su éxito ha sido, sin duda, su carácter abierto a toda clase de interesados en participar, fueran o no de los seleccionados previamente por los organizadores para participar en ella.

  El que esto escribe es un testigo privilegiado de esa actitud abierta de sus organizadores. Autor de una biografía del revolucionario cubano Julio Antonio Mella sólo tuve que contactar con Paco Ignacio Taibo Ii y Ángel de la Calle para ser aceptada mi participación sin ninguna clase de relación  especial o de influencia en las actividades de la Semana Negra de aquel año. A la vez que tuve el honor de estar acompañado en la mesa de presentación de mi libro por los mismo Paco Ignacio y Ángel de la Calle que me apoyaron e intervinieron activamente en la presentación de mi libro con gran interés dedicándome especial atención.

   Sin duda, este galardón es totalmente merecido y con él se hace justicia a esta brillante cita cultural anual gijonesa.

 (Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo ( Opinión en sección de Gijón)

lunes, 27 de diciembre de 2021

 





     LA BRECHA DIGITAL Y EL PASAPORTE COVID

                           Julio Antonio Vaquero Iglesias

La implantación del denominado “pasaporte covid” en Asturias cuya presentación será obligatoria  desde el martes que viene en nuestra autonomía y será exigible para poder llevar  cabo diversas actividades ciudadanas plantea de manera más acuciante, si cabe,  un problema que ya venía estado presente en diversas actividades en la relación de los usuarios con la Administración y al que ésta no está dando ninguna clase de solución.

  Me refiero a los problemas que le  está planteando a un sector de  ciudadanos que desconocen y no tienen medios para acceder al lenguaje digital la falta de canales claros y adecuados para poder llevar a cabo las exigencias que les plantea una Administración que actúa como si todos los ciudadanos tuvieron los conocimientos necesarios para utilizar el lenguaje digital y los medios para acceder al mismo causándoles dificultades y problemas añadidos, situación que amenaza con convertirlos  en ciudadanos de segunda clase.

 Está claro que en sociedades con poblaciones envejecidas con problemas de manejo a los medios digitales y escasa capacidad de recursos para acceder a ellos, esta situación los convierte en miembros de una  especie de apartheid que les crea numerosos problemas y les aleja del resto de la sociedad.

¿Cómo es posible que nuestra Administración Pública sea incapaz de no ver tal problema y actúe como si todos los ciudadanos conocieran y manejaran el lenguaje digital o tuvieran capacidad y recursos para acceder al mismo? ¿ Cómo lo es  que ninguno de nuestros partidos políticos no sea consciente  de tal problema y reclame lo que debería ser correcto y además necesario, esto es, atender y facilitar el que puedan cumplir con todos los requisitos administrativos  todos sus  ciudadanos, esto es los analógicos y los digitales?

¿Es tan difícil para evitar esa injusta dualidad ciudadana que se está produciendo establecer en todos esos procedimientos y exigencias administrativas dos vías, la analógica y la digital, y hacer que la primera sea clara y fácil y no un camino lleno de dificultades, como a veces ocurre, para poder realizar sin obstáculos y dificultades, los trámites y requisitos  que la Administración nos exige a todos los ciudadanos?

 ¿No es vergonzoso y hasta tercermundista ver y escuchar a algunos  ciudadanos asturianos que no se mueven en el mundo digital estos días preguntar y tratar de resolver su acceso al denominado “pasaporte covid” para  poder seguir realizando su vida cotidiana sin restricciones, y no escuchar de los altos funcionarios de la Administración asturiana ni una sola palabra de cómo tienen que obtenerlo aquellos que no tienen acceso a los medios digitales?

 ¿Tan difícil sería establecer hasta que la brecha digital desaparezca unos canales administrativos claros y sencillos para aquellos ciudadanos que todavía se mueven sólo en el mundo analógico?

  Desde luego, si nuestros políticos no quieren crear una brecha de ciudadanos de primera y de segunda clase, deberían tomar las medidas oportunas para evitar esa injusta situación.

(Publicado en las páginas de opinión de la La Nueva España, de Oviedo)

martes, 21 de diciembre de 2021

 

LA GRAN  DIMISIÓN

              Julio Antonio Vaquero Iglesias

  Con esa expresión es como se viene conociendo por economistas, sociólogos y otros teóricos sociales un fenómeno inédito que está ocurriendo- por lo menos hasta ahora- en EE UU y Reino Unido. Se trata del abandono voluntario del trabajo de un elevado número de empleados que renuncian a sus empleos sin una motivación objetiva o, al menos concreta, para hacerlo. Son, en el caso de los EE UU, un porcentaje elevado: cada año desde que se ha extendido la pandemia  abandonan voluntariamente el trabajo en torno a cuatro millones  de empleados.

 Las razones que dan los interesados presentan una gran ambigüedad. Se encuentran descontentos con sus empleos  porque no le proporcionan ninguna satisfacción personal, porque sus retribuciones son miserables y tienen que trabajar en más de uno para obtener unas retribuciones que les permitan cubrir sus necesidades más perentorias... . Pero en realidad no hay motivaciones concretas, claras y comunes que puedan  explicar por qué ahora y en estas circunstancias tan adversas se está  produciendo esa Gran Dimisión y esta ambigüedad trae de cabeza a sociólogos, economistas y otros estudiosos que no acaban de comprender ni pueden explicar a qué se debe en realidad ese fenómeno. Ni si es permanente o transitorio y si se extenderá o no  a otros países  desarrollados capitalistas.

  Las tentativas de explicación van desde las más totalizadoras a las más pragmáticas y concretas.

 Entre las primeras está la de que  quizás los trastornos sociales, mentales y económicos causados por la  tempestad pandémica estén en la base de esas conductas y no son sino una carga de profundidad contra el propio sistema capitalista que se está desarrollando en dos de los centros del hipercapitalismo más duro como es el de cuño anglosajón que es claramente diferente del renano europeo que se ha desarrollado tras la Segunda Guerra Mundial suavizado por el Estado de Bienestar.

E, incluso, algunos teóricos van  más allá y creen encontrar la genealogía  de  las conductas de esos trabajadores en las reacciones que se produjeron entre algunos teóricos del anticapitalismo de la primera Revolución industrial que elogiaron, frente al trabajo “esclavo” que implantó aquélla, la virtualidad y el elogio de la “pereza”.

  Sin embargo, como decíamos, hay otros teóricos que tratan de explicar este fenómeno basándolo en una causa más  pedestre y pragmática.  Son las ayudas económicas  que la Administración Bíden ha distribuido entre los ciudadanos las que están permitiendo esa actitud dimisionaria de un significativo número de trabajadores norteamericanos. Sin embargo,  esa explicación parece que no podría servir en la misma medida para el caso británico.

  Lo que sí es cierto es que esa “masiva dimisión” sí parece indicar  la expresión colectiva, o al menos de un importante sector de trabajadores, de unas actitudes críticas y de rechazo de un sistema de trabajo que no sólo implica una explotación económica, sino también una ausencia de satisfacción  personal del trabajador.

 Y esto sí es una gran novedad en un país como EE UU en el que la ideología del trabajo siempre se ha basado en el supuesto de  que éste es el factor fundamental de la vida y de la realización personal de los trabajadores.