lunes, 17 de enero de 2022

 





GARZÓN Y LA GANADERIA INTENSIVA

                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

Se ha dicho, y no sin cierta razón pero con  maldad, que cuando Garzón hace alguna declaración sube el pan. La última es la que ha realizado a finales del pasado año  al periódico  inglés de centro izquierda The Guardian sobre los efectos nocivos que para el medio ambiente y la calidad de la carne produce la ganadería intensiva. Y de ahí la necesidad limitar ese tipo de explotaciones y  de potenciar en cambio la ganadería extensiva que permite una producción ganadera equilibrada y en plena armonía con el medio natural y con la población rural.

   Que las apreciaciones vertidas en esas declaraciones responden a una crítica razonada y razonable de los despropósitos de esa ganadería industrializada, son, sin duda, tan objetivas como evidentes hasta tal punto  que hasta han merecido las críticas del propio Partido Popular que ahora no reconocen, e, incluso, la adopción de  algunas medidas limitativas de ésta en algunas de las Autonomías gobernadas por su partido.

Pero el actual momento político  con las elecciones de Castilla y León y las andaluzas en el horizonte parece haber sido el verdadero  motivo por el que  nuestra derecha  las ha manipulado y, practicando un deliberado ejercicio trumpista de fake news, ha difundido la falacia de que nuestro ministro de Consumo ha atacado con ellas, y nada menos en  un medio extranjero y además de izquierda los intereses de la ganadería española en general. Lo que con el contenido de  las declaraciones realizadas por el ministro a la vista no es de ninguna de las maneras defendible.

 La cuestión se ha complicado aún más con la tímida defensa que el otro socio de la coalición gobernante, encabezada por el propio jefe de Gobierno, ha realizado sin dejar claro en honor a la verdad las falacias de tal ataque como el  apoyo a su propio ministro, al que bien se puede decir que han dejado a los pies de los caballos. Lo que algunos  han tratado de explicar por oscuras e interesadas tácticas partidarias y electorales.

 Dicho todo lo anterior también es preciso señalar que la ingenuidad de Garzón al publicar tales declaraciones, dadas sus negativas experiencias anteriores, ha sido evidente: un clamoroso fallo de su política de comunicación. Dado el manejo habilidoso que la derecha y, sobre todo, la extrema derecha, sabe hacer de las fake news, debía de estar preparado para una manipulación y deformación informativa del calibre que se ha hecho de sus declaraciones.

¿ No hubiera sido mejor unas declaraciones públicas sobre esa realidad incuestionable de los perjuicios que está causando esa ganadería industrial en todos sus aspectos ecológicos, poblacionales e incluso en la competencia desleal que supone para la ganadería extensiva?

 ¿No hubieran sido más oportunas unas declaraciones oficiales en conjunto con el Ministerio de Agricultura y los demás ministerios implicados para denunciar esa grave situación y proponer las medidas legales oportunas para poner fin a esa situación?

 Garzón con sus declaraciones aisladas en un periódico no español y además de izquierdas se lo ha puesto a punto de caramelo a sus opositores para poder instrumentalizarlas. No  sólo a la derecha, sino también a  la extrema derecha cara a los objetivos políticos y electorales de ambas. Pero también, sin duda, a los intereses empresariales y económicos que se benefician de tales explotaciones.    

  La verdad es que Garzón parece haber  pecado de ingenuo, sobre todo, dados sus antecedentes. Como dijo el Juan de Mairena de Machado, la verdad es la verdad dígala Agamenon o su porquero. En este caso Garzón la ha denunciado con razón  en sus declaraciones y los porqueros no la aceptan y la han  manipulado para defender sus intereses electorales y económicos.  

(PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE LA NUEV A ESPAÑA, DE OVIEDO)








lunes, 10 de enero de 2022


                





      UN ALCALDE SECTARIO

                        JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

Que Madrid tenía un alcalde sectario ya lo sabíamos desde aquella iniciativa suya de retirar la lápida  en honor del poeta cabrero Miguel Hernández que había dispuesto el Ayuntamiento de Carmena. Pero no sabíamos que además era muñidor de acuerdos municipales en contra de sus propias e incoherentes actitudes en relación con el fallecimiento de Almudena Grandes. Negarse a conceder a una conocida novelista cualquier reconocimiento y ni siquiera asistir a sus funerales ni sepelio.

 Un alcalde debe, sin duda, dejar a un lado su ideología si no quiere caer en el sectarismo más atroz y presentar sus respetos a una escritora que estamos seguros que un elevado porcentaje de madrileños habrán leído sus libros y la habrán admirado como escritora, aunque, incluso, no comulgasen con su ideología. Un alcalde lo debe ser de todos sus ciudadanos no sólo de los de su cuerda ideológica (Esto mismo podría decirse  desde luego de la Presidenta (¿) de la Comunidad madrileña). No distinguir entre una y otra cosa es indicio de un sectarismo imperdonable en un servidor público.

 Uno siempre recuerda a aquel ministro de Felipe González no precisamente muy respetuoso con los que opinaban críticamente de su gestión, pero que  al comentar ácidamente las opiniones negativas  hacía su gestión de un renombrado columnista, reconoció por delante su calidad literaria, que “escribía-dijo- como los ángeles”. Lo de nuestro alcalde no llega ni siquiera a eso. Pero, su incongruencia y su escasa talla moral han llegado a cimas inmarcesibles cuando para sacar adelante sus presupuestos municipales ha llegado al acuerdo con cuatro concejales tránsfugas para que le concedan sus votos a cabio de aceptar  nombrar a Almudena como hija predilecta de la ciudad de Madrid.

  La desfachatez y la miseria moral de esa actitud lo invalidan como persona honesta y lo elevan a político de pacotilla. ¿Cómo es posible que con personajes así los ciudadanos no terminen considerando a los políticos como servidores públicos que sólo llegan a la actividad pública para servirse de ella y no servir a los ciudadanos? Desde luego que sería injusto extender esa consideración a todos ellos y que también los hay honestos y verdaderos servidores de la cosa pública. Uno no puede menos que preguntarse ante actitudes como esas si un personaje tal, que, además, para más inri es el portavoz del partido de la derecha española,  sería vuelto a reelegir si hubiese un sistema electoral de listas abiertas. Porque hay que reconocer que nuestro sistema electoral es más congruente con una partitocracia que con una verdadera democracia.

  Es fácil pensar que Almudena Grandes rechazaría escandalizada ese mercadeo de votos para concederle ese título honorífico y no lo aceptaría. Sin duda, pensaría que en muchos aspectos nuestra derecha sigue igual que siempre. Como también ocurre, todo hay que decirlo, con un parte de  nuestra izquierda.

( Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo