POBREZA Y DESIGUALDAD EN LA ESPAÑA DE HOY
JULIO
ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
“España debería de
verse de cerca en el espejo y actuar. Lo que verá no es lo que desearía la
mayoría de los españoles, ni lo que muchos responsables de formular políticas
tenía planeado: una pobreza generalizada y un alto nivel de desempleo, una
crisis de vivienda de proporciones inquietantes, un sistema de protección
social completamente inadecuado que arrastra deliberadamente a un gran número
de personas a la pobreza, un sistema educativo segregado y cada vez más
anacrónico, un sistema fiscal que brinda mucho más beneficios a los ricos que a
los pobres y una gestión burocrática
profundamente arraigada en muchas
partes del gobierno que valora los
procedimientos formalistas por encima del bienestar de las personas”
Este es el desolador panorama que retrata en
sus primeras conclusiones (las definitivas las presentará en junio en la sede
del Consejo de Derechos humanos de las Naciones Unidas), el informe del relator de la ONU el australiano Philip Alston
sobre la pobreza en España y la consiguiente desigualdad social en un país que está en el quinto puesto del nivel de riqueza de Europa. El 26 % de la población
está en riesgo de pobreza o exclusión social; la mitad tiene problemas para
llegar a final de mes; el 14% de la población activa está en paro; cerca de 7
millones de personas padecen pobreza
energética; los elevados alquileres suponen un porcentaje muy alto de los
ingresos familiares y son la causa del elevado número de desahucios…
Los colectivos sociales que sufren
más agudamente esa pobreza son la población inmigrante, las mujeres, las
personas con discapacidad, las trabajadoras domésticas, la población gitana y la
población infantil.
España es el segundo país de la Unión Europea con
mayores tasas de pobreza infantil, tasas que alcanzan sus mayores cotas en
familias encabezadas por abuelos, por adultos de origen inmigrante y por madres
solas. No es éste un problema marginal: son 2,1 millones de menores que la sufren y la mitad de ellos de manera
severa y no de manera temporal, puesto que el 8 por ciento de los niños que
nacen en esta situación están condenados a padecerla de por vida. La razón es
doble. Por una parte, los bajos niveles
de inversión en familia e infancia, que son netamente inferiores a la
media europea: España invierte un 1,4 por ciento de su presupuesto en estos
asuntos mientras que la media europea es de 2,4 por ciento. Y por otra, un
sistema educativo que no favorece en
gran medida la igualdad de oportunidades y con ella la movilidad social, de tal manera que la escuela ha perdido en gran medida la función de ascensor social que debería de
ejercer.
De esa situación de pobreza se deriva, como apunta el informe de nuestro
relator de Naciones Unidas, la profunda desigualad que sufre hoy la población
española, una de las más elevadas de la Unión Europea, de tal modo que casi
podríamos hablar de dos Españas, la pobre y la rica, cuyo origen radica en gran medida en el modo
y las políticas selectivas con
que se trató de salir de la Gran Recesión a base de cargar los sacrificios de
la misma sobre las clases trabajadora y media baja, mientras que la clase media
alta y la gran burguesía han quedado al margen de esa pobreza generalizada que
padece el resto de la sociedad española.
Las soluciones para remediar esta penosa
situación son, entre otras, según apunta el informe del relator de las Naciones
Unidas, mejorar cualitativamente el sistema de protección social principalmente aumentando su dotación
presupuestaria y mejorando su eficacia administrativa, realizar mejoras
sustanciales en el sistema educativo dándole prioridad a la educación pública para
hacer realidad el principio de la igualdad de
oportunidades y evitar así su actual función de segregación; remediar
el gravísimo problema de la vivienda:
limitando el elevado costo de los alquileres en las grandes ciudades,
incrementando la vivienda social y
parando los desahucios.
(PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE
OPINIÓN DE “LA NUEVA ESPAÑA”, DE OVIEDO)