¨ LA
HUELGA DEL SILENCIO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
La furia y el silencio.
Asturias, primavera de 1962
Jorge M. Reverte
282 páginas
Espasa, 2008
Jorge Reverte relata con rigor y amenidad el importante movimiento huelguístico de 1962 en
Asturias
La huelga de Asturias de 1962 fue, sin duda, el punto de inflexión en el movimiento de oposición al franquismo. Significó, por una parte, la cristalización de la nueva oposición que había emergido en la década anterior al socaire de los cambios que aportaron los primeros y tímidos ensayos de liberalización económica; y, por otra, supuso el despegue definitivo de una nueva y fortalecida oposición al franquismo en el contexto del profundo cambio económico y social que experimentó nuestro país con el desarrollismo que trajeron los tecnócratas y el final de la autarquía..
Los historiadores hemos reconstruido ese movimiento
huelguístico con pelos y señales con
motivo de su correspondiente
aniversario. Ahora Jorge Reverte ( La furia y el silencio. Planeta,
2008) da una nueva vuelta de tuerca a
aquellos episodios que desencadenaron
los siete mineros del pozo Nicolasa de Mieres que perdieron e hicieron
perder el miedo a la dictadura no sólo a los mineros asturianos, sino a casi
toda la clase obrera española como
demuestra el impresionante movimiento huelguístico que desencadenó en
Asturias y terminó difundiéndose por toda España. Además de tener un gran
eco internacional. Tanto que fue uno de los motivos de la negativa a la
petición por el régimen franquista del ingreso de España en el
Mercado Común.
El libro de Reverte no añade nada
nuevo a lo que ya sabíamos sobre aquel importante episodio, sino que su
cualidad específica y relevante es, como ya se ha dicho, cómo lo cuenta. El
escritor madrileño ha puesto a punto en sus libros sobre la guerra civil
española una peculiar y efectiva manera
de contar la historia que está a medio camino entre el relato del novelista, el
reportaje periodístico y la reconstrucción histórica para lo cual utiliza las
fuentes primarias como base de sus relatos. Ésta es también la fórmula que
utiliza Reverte en este caso para contarnos aquellos tres meses que desde
Asturias iluminaron España, como cantaban los versos de Goytisolo
En su papel de historiador, Reverte
reconstruye minuciosamente los hechos, a base, sobre todo, de los informes de
la Brigada de Investigación Social y la Guardia Civil. Como periodista recurre
a la información significativa
y de interés humano que ha extraído de las entrevistas realizadas con los actores de ambos frentes de la
huelga, tanto de represores como de
huelguistas Entrevistas efectuadas por él mismo o que proceden de los trabajos
de historia oral llevados a cabo por los historiadores. Sin que falten, casi a
modo de un reportaje informativo y de divulgación, las aclaraciones y
referencias para los lectores no
versados en la mina todos aquellos aspectos y peculiaridades que presenta el
trabajo minero.
Como novelista, ensambla magistralmente
toda esa compleja y variada
información dándole forma de un relato ágil, de fácil lectura, que adopta en determinados pasajes un profundo tono
literario que trasluce el gran amor que Reverte siente por Asturias. A la vez que todo él está teñido de un profundo
tono épico que refleja el gran impacto
que el imaginario de aquella generación de jóvenes opositores a la dictadura
tuvieron los “ incidentes del Norte”, como eufemísticamente les denominó el
dictador en alguno de sus discursos. Incidentes que llegaron- como decía
nuestro siempre recordado Vázquez Montalbán (¡cuánto te echamos de menos,
Manolo!), a convertir el “Asturias,
patria querida” en un canto revolucionario.
Reverte
ha sabido leer con la perspicacia del novelista y el periodista los informes
policiales y detectar cómo traslucen el asombro y desconcierto de las
autoridades franquistas ante una huelga que no sólo fue, contrariamente a la
tradición bronca y revolucionaria
(1917,1934,1936) de los mineros asturianos, tan pacífica que se la ha
llegado a calificar como “la huelga del silencio”. Los mineros huelguistas y sus mujeres (las cuales fueron
uno de los actores fundamentales de la huelga) crearon, incluso, códigos
simbólicos como las siembras de maíz en las entradas de las minas por parte de
éstas o el gesto de no recoger las lámparas o no bajar las perchas de la ropa
de trabajo, sin tener que recurrir a las
asambleas para tratar de evitar las represalias. Actitud pacífica que no evitó
la violencia de la represión por parte de del régimen que fue realmente duro
con los huelguistas con detenciones, deportaciones, torturas, además de la
utilización de otros medios de presión por parte de las empresas como el cierre
de los economatos o la pérdida de la antigüedad de los mineros huelguistas.
El tratamiento que realiza Reverte de la participación de los obreros católicos de
la JOC y la HOAC y sus consiliarios en la huelga nos parece bastante correcto,
aunque hemos detectado algunos datos erróneos que se derivan de haberlos
trasladado sin corregir al libro
desde los informes policiales y
de la guardia civil. Del mismo modo
que el silencio sobre ellos de
las fuentes que ha utilizado, le han llevado a no mencionar a algunos actores
importantes de aquella huelga, como es el caso de uno de los principales
líderes de los obreros católicos, el empleado Rodolfo Alonso Astoreca, del lado
de los huelguistas; y de parte de los represores, al arzobispo- coadjutor de
Oviedo Segundo García de Sierra quien
adoptó una postura represora extremadamente
beligerantemente contra los sacerdotes que habían participado en el movimiento
huelguístico en consonancia con su acendrado nacionalcatolicismo.
Pero todo
esto no es óbice para que Reverte haya
logrado relatarnos con éxito en 300 páginas de
manera rigurosa y a la vez amena
y asequible, lo que los historiadores hemos contado en miles de páginas. En
muchos casos, con prosa plúmbea, de difícil digestión.
(
Publicado en Cultura, suplemento
cultural de La N