lunes, 26 de mayo de 2014

 CONTRA EL CANON FRANQUISTA
         JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
            

Cuando se cumple  el aniversario de los 75 años del final de la Guerra Civil, todavía, como demuestra el historiador Ángel Viñas en este libro, muchos de los tópicos  que el canon  interpretativo franquista difundió durante los casi cuarenta años de  dictadura , se mantienen, a pesar de  los avances que la historiografía sobre el conflicto ha venido realizando, sobre todo, después del final del régimen franquista. Y ello es debido, en gran medida, al hecho de  que durante la etapa democrática ha surgido, con evidentes funciones presentistas, un neorevisisionismo historiográfico que ha venido reformulando aquellas interpretaciones con otros argumentos y justificaciones    
            Difundir las aportaciones que ha realizado uno de  los más destacados historiadores de la Guerra Civil como  Ángel Viñas,  quien se ha destacado, además,   por su beligerancia  contra los mitos que ese mencionado neorevisionismo trata de mantener, es el objetivo de este libro (75 sños después. Las calves de la Guerra civil española, Ediciones B, 2014 ) que congruentemente con esa finalidad adopta  la forma de unas conversaciones con nuestro historiador que ha llevado a cabo con maestría y un buen conocimiento del tema y de la obra Viñas, Mario Amorós (autor, por cierto, de una reciente y excelente biografía sobre Allende).
            Viñas, economista de formación, llegó de la mano de Enrique Fuentes Quintana al tema de la historia de la Guerra Civil cuando éste le encargó un trabajo sobre la participación en la sublevación militar de la Alemania nazi y posteriormente le dirigió  su tesis de doctorado sobre La Alemania nazi y el 18 de julio, en la que Viñas  demostraba que el III Reich no había participado en el golpe militar de los sublevados y explicaba cuáles habían sido las razones de Hitler para el apoyo posterior al bando franquista. Desde entonces hasta hoy- con períodos de mayor o menor intensidad- sus aportaciones al tema de nuestra Guerra Civil han sido continuas. Sobre todo, a partir del comienzo de siglo con la publicación de su tetralogía sobre la República en guerra, donde con una abrumadora documentación procedente de numerosos archivos españoles y extranjeros, nos ha proporcionado la visión más sólida que tememos sobre el desarrollo de la Guerra Civil.
Del fruto de esa ingente labor historiográfica Amorós conversa con Viñas, dejando en claro y desmontando las innumerables falacias que contiene  el canon interpretativo franquista.  Desde la del “oro de Moscú”, esto es, la interpretación difundida por el franquismo de que la salida del oro español hacia Moscú fue un expolio facilitado por Negrín y no el pago a precio de mercado de la ayuda militar soviética  hasta la de  la justa reivindicación de la figura de éste, a quien Viñas destaca como un gran estadista y no un títere de Stalin y los comunistas. Mito que no sólo han alimentado las fuertes franquistas, sino que también contribuyeron  a difundir en  el exilio  determinados socialistas como Largo Caballero y Prieto , pasando por la negación del mito de la inevitabilidad de la Guerra Civil  o de la revolución de Octubre como la causa inmediata del conflicto; o la supuesta  voluntad oculta  de los comunistas de transformar la democracia republicana en un régimen comunista, interpretación difundido por los franquistas en el favorable caldo de cultivo de la guerra fría  como una  de sus  principales  justificaciones para legitimar su sublevación militar
Viñas deja  claro también la importancia que tuvo la trama civil en el golpe de Estado, al realizar ésta  una importante labor a favor de los sublevados en los medios diplomáticos de los países democráticos, sobre todo, en el caso de Inglaterra. Lo que unido a los  intereses geopolíticos e ideológicos de  este país (cuyo Gobierno conocía de antemano la inminencia del golpe de Estado y no se lo comunicó al republicano)   explica el decisivo papel que ejerció en la implementación  de  la política de no intervención que fue una de las principales causas de la derrota de la República. Además de la inhibición de Inglaterra, esa trama civil concretó la ayuda militar de la Italia fascista De hecho, en un reciente trabajo nuestro historiador descubrió los cuatro  contratos que a principio de julio de 1936 los conspiradores firmaron con la Italia fascista para  adquirir 47  aviones modernos además de otras armas ligeras y municiones. Lo que demuestra hasta qué punto los conspiradores preveían que el golpe militar iba a terminar en una guerra civil. Desmonta así la falacia que difundió la historiografía franquista y siguen defendiendo todavía hoy muchos historiadores profranquistas de que fue el desorden público que culminó en el asesinato de Calvo Sotelo la causa determinante del inicio de la rebelión militar.
 El historiador madrileño ha aportado además en un difundido libro reveladores datos sobre el papel de Franco en la conspiración. Considera con abundante documentación y sólidos argumentos que Franco, en ese momento comandante militar de Canarias con base en Tenerife,  fue el responsable  de la muerte del general Balmes, gobernador militar de Las Palmas, contrario al golpe de Estado, como condición necesaria para poder sublevar Canarias y trasladarse él a Marruecos y  ponerse  al frente del ejército de África.  
Uno tras otro, todos los temas polémicos y controvertidos  de la Guerra Civil ( Paracuellos, Gernika, el asesinato de Andreu Nin, el golpe de Casado, las relaciones de Franco con Hitler y Mussolini o las del PCE con Stalin…) se tocan en esta conversación y, sobre todos, tiene Viñas un visión original y bien fundamentada en la copiosa documentación que ha analizado, visión que contradice sustancialmente la versión profranquista del conflicto que todavía se pretende mantener con una finalidad ideológica presentista. No es extraño, pues, que, como prueba este oportuno libro, nuestro historiador sea uno de los más activos combatiente en favor de la .  desmitificación de la visión franquista  de la Guerra Civil.
(Publicado en  Cultura  de La Nueva España de Oviedo el 15 de mayo de 2014)    
           


martes, 20 de mayo de 2014

Franco el asesinato del geneeral Balmes

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Franco y el asesinato del general Balmes 

Las indagaciones de Ángel Viñas sobre los preliminares del golpe que provocó la Guerra Civil


JULIO  ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




Franco y el asesinato del general Balmes
Franco y el asesinato del general Balmes  
 MULTIMEDIA
 ¿Cuál fue la participación de Franco en la conspiración que llevó al golpe de Estado de julio de 1936? Ángel Viñas, aprovechando la circunstancia del 75.º aniversario del inicio de la Guerra Civil y siguiendo con su tarea de desmitificar diversos aspectos sobre el conflicto a base de la utilización de nueva y no explotada documentación, nos proporciona en este libro, La conspiración del General Franco (Crítica, 2011), una nueva versión de la participación del dictador en el origen del golpe desde su destino de comandante militar de Canarias, donde el Gobierno de la República le había destinado para alejarlo de la Península como uno de los probables implicados en la conspiración militar.

La respuesta que da Viñas a esa pregunta sobre la participación de Franco en la preparación del golpe militar es demoledora e implica una nueva lectura del origen de la sublevación. Para poder garantizar su éxito en Canarias y trasladarse desde allí a Marruecos para ponerse al frente del ejército colonial español, según el papel que le había asignado «el Director», el general Mola, en el golpe de Estado, Franco ordenó el asesinato del general Amado Balmes, que tenía bajo su mando directo las fuerzas de Gran Canaria. Éste, a pesar de lo que ha venido defendiendo hasta ahora la historiografía profranquista, no era proclive, como demuestra Viñas con datos y deducciones bien fundamentadas, a sumarse al golpe de Estado. Entre las deducciones, apunta Viñas la negativa posterior del dictador a la petición de su viuda durante la guerra para que se le declarase muerto en acto de servicio para así conseguir una pensión mayor. E, incluso, hace referencia a una entrevista secreta entre ambos, de la que deduce que Franco no debió salir muy satisfecho en sus pretensiones de contar con el general zaragozano para la sublevación.

El general Balmes, según la versión de la historia oficial de la guerra de los vencedores, renovada hoy por los pseudohistoriadores revisionistas, habría fallecido a causa de un desgraciado accidente dos días antes de iniciarse la sublevación en Canarias, al disparársele una pistola cuando hacía prácticas de tiro y trató de desencasquillar su pistola apoyándola sobre su estómago. La causa accidental de su muerte ya había sido puesto en duda por algunos historiadores e incluso personajes de la época (el propio Francisco Franco Salgado-Araujo, primo y ayudante de Franco, duda en sus memorias de ese «accidente» y se inclina por un suicidio y hasta por un probable asesinato). Pero es Viñas en este libro el que, en un excelente ejercicio entre historiográfico y detectivesco, no sólo echa abajo con gran fundamento la hipótesis del «accidente», sino que defiende la tesis de que la muerte de Balmes fue un asesinato dentro de un complot maquinado por Franco para garantizar el triunfo de la sublevación en Las Palmas. No habría sido, pues, circunstancial la llegada desde Tenerife el 17 de julio a Las Palmas de Franco para asistir al sepelio del general fallecido. Lo que le dio, así, la oportunidad de apoyar la preparación de la sublevación en Las Palmas y de viajar a Tetuán para ponerse al mando del Ejército sublevado de Marruecos en el «Dragon Rapide», el cual, según su voluntad, había aterrizado y le esperaba en el aeródromo de Gando.

El presunto asesinato del general Balmes el día 16 de julio habría sido, de ser cierta la interpretación de Viñas, el acto germinal de la sublevación militar, y Franco, el primer sublevado. Y echaría abajo, además, la interpretación muy extendida de que el general gallego habría decidido sólo en el último momento su incorporación a la sublevación. Aunque estuviera lejos del centro donde se tejían los hilos de la conspiración, lo cierto es que Franco mantuvo permanente comunicación con Mola y los otros conspiradores y fue él mismo el que decidió cuándo y dónde debía recogerlo el avión que la trama civil de la conspiración había alquilado en Inglaterra para su traslado a Marruecos. Ambas circunstancias, fecha y lugar, estarían, así, estrechamente vinculadas con el plan de la «eliminación» del general Balmes.

Viñas fundamenta su tesis a través de un abrumador y sólido análisis documental y especulativo-deductivo tanto de las circunstancias, contradicciones y sospechosas lagunas (las diligencias judiciales del caso, así como el resultado de la autopsia, han desaparecido) del «accidente» del general Balmes como de todo lo relativo a la organización y vicisitudes del vuelo del «Dragon Rapide» hasta Canarias. Sus pesquisas sobre el asesinato le llevan incluso a deducir quién fue el probable ejecutor material del mismo, aunque no explicite su identidad por falta de pruebas materiales Respecto al vuelo del «Dragon Rapide», rectifica la versión propagandística y sesgada que sobre el mismo había dado uno de sus organizadores y pasajero, el corresponsal de ABC Luis Antonio Bolín, versión que hasta ahora todos los historiadores daban como válida. Y esa nueva versión del vuelo le permite al autor extraer importantes conclusiones para sus tesis.

La sombra de esta primera parte del libro acerca el presunto asesinato del general Balmes ordenado por Franco es, sin duda, alargada y puede dejar en la penumbra a sus otras dos partes, que son, sin embargo, tan interesantes por su calidad y por su contenido como la primera. Una, de corte propiamente historiográfico, con utilización de nuevas y desconocidas fuentes que matizan en gran medida la literatura que existe acerca el tema, sobre las razones de la actitud de Inglaterra contra la República y el decisivo papel que en esa actitud jugó la embajada británica en Madrid bajo la dirección de sir George Grahame. La última parte del libro -y no por ello menos importante- es de carácter ensayístico, se titula «La batalla por la verdad» y desarrolla un conjunto de bien fundamentadas reflexiones -muy apropiadas en relación con el aniversario que se conmemora del inicio del estallido de la sublevación militar de 1936- acerca de las mistificaciones pasadas y actuales de la literatura sobre la Guerra Civil y su explicación histórica e ideológica y cuál debería ser el modo científico con que los historiadores tendrían que abordar su historia. Son las reflexiones de un historiador maduro que aborda esta importante cuestión no sólo con objetividad, sino hasta con una cierta beligerancia que a algunos lectores puede parecerles excesiva, pero que a otros, como el que escribe estas líneas, nos satisface plenamente.

martes, 13 de mayo de 2014

La ideología de la nueva reforma educativa

Las medidas del ministro Wert están cargadas de neoliberalismo y neoconservadurismo 









La ideología de la nueva reforma educativa  
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS Ya lo dijo Karl Mannheim en su conocida obra sobre la ideología. No hay discurso más ideológico que aquel que se presenta como no ideológico. Y una vez más este aserto se cumple con el anteproyecto de la ley orgánica para la mejora de la calidad educativa con el que se pretende contrarreformar nuestro sistema educativo. El señor ministro de Educación, Cultura y Deporte, señor Wert, lo ha presentado negando explícitamente su condición de ideológico y alabando su naturaleza de ley aséptica y exclusivamente funcional y práctica. No es sólo que esa declaración cause cierta hilaridad (sobre todo proviniendo de alguien que es sociólogo de formación) al atribuirlo a una materia especialmente ideológica como la educación, sino que un análisis de las medidas que desarrolla tal anteproyecto legislativo muestra precisamente todo lo contrario: remiten claramente a las dos fuentes ideológicas que lo han inspirado: el neoliberalismo y el neoconservadurismo.

El neoliberalismo educativo considera la educación como un negocio y, como tal, la gestión de la educación pública debe responder a criterios mercantiles introduciendo la competitividad y los procedimientos de gestión privada en los centros educativos. Del mismo modo que el sistema educativo público, más que tener como finalidad la formación integral de los alumnos, busca para esa ideología prioritariamente como objetivo último su formación para el mercado de trabajo, que en el capitalismo actual debe ser la formación una mano de obra barata y flexible, apta para adaptarse a cualquier clase de tarea o trabajo. Basta simplemente echar una ojeada al contenido del anteproyecto presentado por el ministro Wert para percibir el tufo neoliberal que desprende todo su texto. Mencionemos algunos. El currículo escolar se centra y da prioridad a las disciplinas instrumentales básicas en la formación de la mano de obra flexible y barata que requiere el nuevo capitalismo. Las disciplinas de carácter humanístico quedan minusvaloradas en el currículo oficial propuesto; el adelantamiento al tercer curso de la opción de elección entre Formación Profesional o Bachillerato busca la desviación hacia esta última de una gran parte del alumnado como fuente de formación de mano de obra flexible y barata. Por otro lado, los centros educativos tendrán una autonomía que les permita alcanzar un perfil singular buscando que se establezca la competitividad entre ellos...

La otra fuente ideológica de la que se nutre la propuesta reforma educativa es el neoconservadurismo. Esta ideología considera la escuela pública gratuita como una red subsidiaria de la red de colegios concertados y privados. Esto es, la existencia de una doble red. Una red pública para la formación de las clases populares y medias, bajas, y la red privada para las élites y las clases altas. A la red pública se le atribuye la doble función de cubrir las necesidades de formación de mano de obra de escasa cualificación y la de contribuir a reproducir los valores y la cultura conservadores que permitan mantener la hegemonía ideológica neoconservadora sobre el conjunto de la sociedad. Concibe, además, el sistema educativo público como un filtro o un sistema selectivo que trata que la mayoría, los de abajo, sólo recorra los peldaños inferiores del sistema público y sólo las minorías, miembros de las clases altas, cubran, en el sistema privado preferentemente, todas sus etapas y alcancen así los títulos más elevados y hasta los niveles de excelencia académica.

La lectura del texto del anteproyecto muestra también por doquier la influencia de la ideología neoconservadora. Entre otras, el filtro que van a suponer las tres pruebas nacionales de reválida tras cada una de las etapas del sistema educativo. La creación de una Formación Profesional Básica estigmatizadora para aquellos alumnos que no superen la Educación Secundaria Obligatoria. Las evaluaciones concebidas, contra toda la literatura didáctica, como criterios meramente evaluativos y no correctores. La ausencia de menciones concretas en el texto a las ratios de profesor-alumno va a promover la realidad de clases sobrecargadas de alumnos y convertirse así en obstáculo (casi) insalvable para cualquier intento de educación personalizada. La gran desconfianza que emana todo el texto hacia la labor de los profesores y la desvalorización de su actividad profesional que van a suponer medidas como la que establece que éstos puedan impartir asignaturas afines e incluso ser trasladados de etapa educativa y de centro. Y en el terreno del adoctrinamiento en los valores conservadores, un mayor control del currículo por el Gobierno central y la sustitución de la Educación para Ciudadanía por otra disciplina, Educación Cívica y Constitucional, cuyos contenidos van a estar, sin duda, más en consonancia con los valores tradicionales conservadores...

No sé si el señor Wert es o no -dicen- el peor ministro de Educación de la democracia española, aunque deméritos para ello no le faltan. Pero sí es claro que ha sido un excelente gestor en la implantación de esas ideologías neoliberal y neoconservadora que impregnan su «wertgonzosa» contrarreforma.
  (Articulo publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Asturias el 30/92012

martes, 6 de mayo de 2014

 BELÉN ESTEBAN COMO PRETEXTO
                                                   JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

    Portada
    Ocurre en algunas ocasiones. Los libros nos llegan como si de eslabones de una cadena se tratara. Así me ha pasado una vez más con este de Miguel Roig, Belén Esteban y la fábrica de porcelana (Península 2010). Apenas había oído hablar de Kate Moss y leí el sugestivo libro de Christian Salmon acerca de la modelo, porque me había interesado mucho su Storytelling. Ahora mi interés por este libro sobre Belén Esteban no proviene del interés televisivo que haya despertado en mí el personaje (apenas veo la televisión, ni siquiera los documentales de la 2 y sí, en cambio, soy un entusiasta de la buena radio) sino por el posible paralelismo que pudiera haber en la interpretación sociológica de los personajes de Kate  Moss y  Belén  Esteban.
            Del mismo modo que apunta  Crhistian  Salmon en el prólogo de este libro,   a mí sólo me interesa la literatura en cuanto que analiza la realidad. Y, desde luego, el éxito mediático de Belén Esteban  que  la ha elevado en un tiempo récord a las portadas del papel couché (“Ni que yo fuera Bin Laden”), forma parte, sin duda, de la realidad de de nuestros días y su  fuerza es tal que es difícil aceptar que baste su interpretación como una simple y esquemática expresión de la mercantilización de los gustos  horteras y morbosos de un amplio sector (como demuestran las mediciones de audiencia) del público televidente.
            Roig desarrolla en su ensayo una interpretación sociológica del fenómeno mediático de Belén Esteban  (refrendada a su vez por Salmón en su prólogo) en clave  posmoderna.  El capitalismo tardío ha entrado en  su  “fase líquida” (de la que nos habla Bauman) y ha acabado (como  dice el culturalismo posmoderno) con  el sujeto centrado, autónomo de la modernidad. No somos otra cosa que un conjunto de roles (sucesivos y simultáneos) adaptados, a través de innumerables conexiones y desconexiones (otra vez Bauman), para producir la máxima empatía, del mismo modo que nos comportamos  como consumidores dúctiles  o como trabajadores flexibles en el terreno del consumo y la producción. Belén Esteban encaja a la perfección, según esto, en esa  interpretación. Es como una matrioska  que se interpreta a sí misma a través de los numerosos roles que desempeña en “Sálvame” y en los cuales se ven representados sus televidentes: de madre coraje amantísima (“yo por mi hija ma-to”, “Andreita, cómete el pollo”) a  vecina modélica pasando por aplicada alumna de baile o ciudadana desencantada de la política y los políticos y… todos cuantos sean necesarios para convertir el programa en una incesante noria que gira sin cesar sin ninguna clase de argumento  y sin decir nada   en realidad, sino emitir una oleada de  sentimientos que la identifican con su público como si de una   terapia colectiva se tratara.
   Un personaje posmoderno, pues, dentro de un formato de programa también posmoderno: un reality show  en el que no hay argumento ni guión, sino que es un bucle que no tiene fin, y que es el  correlato del presente continuo, sin futuro que defiende la ideología posmoderna. Un reality show que ya  no tiene  nada que ver con el culebrón o telenovela con  argumento y guión enraizados en alguno de los grandes relatos que ya no tienen sentido para el posmodernismo. Un reality show que despliega un hiperrealismo que oculta la realidad pretendiendo mostrarla a través no sólo de la Esteban contándose a si misma, sino también de una fauna (con perdón) de participantes (comenzando por el propio presentador del programa) que produce grima en la sensibilidad y la racionalidad de todo aquel que siga (aún) las pautas de la modernidad.
       En realidad, del mismo modo que lo hizo Salmón con Kate Moss, Roig nos proporciona una interpretación de Belén Esteban contaminada por la  propia ideología posmoderna: solamente  como un personaje especular de la  posmodernidad. Pero lo que no han visto ni uno ni otro es que  esa ideología más que  reflejar el mundo del capitalismo avanzado lo que hace es legitimarlo. Ni la Esteban representa a esas capas populares y medias a las que la demediada democracia realmente existente silencia e ignora y únicamente utiliza como potenciales votantes (recuerden los políticos de toda laya que han pasado por “Sálvame”) ni es, como ella y el programa pretenden, la voz del pueblo (“la Princesa del pueblo” la denominan;“Belen Esteban. Nuestra Evita Perón”, decía un rótulo de “Sálvame”). Al contrario, nuestro personaje con su populismo fascistoide (como lo ha calificado acertadamente Josep Ramoneda), lo que hace es en, realidad, silenciar la voz de quienes dice representar ocultando las causas de la situación  política y social que esas clases populares y sectores de las medias padecen. En fin, después de todo esto, entenderán ustedes por qué uno, anclado aún en la modernidad  (y los dioses quieran que sea  por mucho tiempo), rechaza la televisión y  sigue escuchando exclusivamente la radio.       

   ( Publicado en La Nueva España (Asturias) en  enero de 2011)