PEPÍN
VAQUERO Y LA TRAGEDIA DEL “SIERRA DE ARÁNZAZU”
Tomás Vaquero Iglesias
Julio Antonio Vaquero Iglesias
El 13 de setiembre, de 1964, nuestro
valle y sus gentes fueron golpeadas por
una tragedia, sorpresiva, extraña, diferente a las que sucedían en la mina, que acabó con la vida de nuestro
hermano, el lacianiego Pepín Vaquero,
asesinado sobre las cálidas y lejanas aguas del
Mar Caribe, como consecuencia de un ataque pirata y terrorista, realizado contra el buque español
“Sierra Aránzazu”, que rumbo a La Habana (Cuba), con carga general, navegaba ajeno a las
terribles consecuencias e implicaciones
que, determinadas acciones político-diplomáticas y paramilitares, inmersas en
la denominada “crisis de los misiles” y el “bloqueo” de la isla de Cuba, iban a
llevarlo a las primeras páginas de la prensa nacional e internacional.
Aquellos días, los que mediaron entre
el 14, día en que se conoció el ataque, y el 20 de setiembre, fecha del
entierro, fueron de consternación,
incertidumbre y profunda emoción en el valle. La prensa, los escasos receptores
de televisión existentes, en blanco y negro, cuya señal aún no hacía un año que se captaba en nuestra
zona, los obligatorios “partes” informativos de Radio Nacional,
difundidos por Radio Villablino, a los
que se añadían las noticias que se recibían en nuestro domicilio,
procedentes de la naviera o de las autoridades,
eran las fuentes de información, unas
veces contradictorias, otras imprecisas, de las que se disponía.
A medida que transcurrían los días, y
las noticias iban siendo más fidedignas, la desolación y la emoción general iba
creciendo y se debatía entre el más hondo pesar, la más enérgica repulsa e indignación, y como contraposición, el cariño y apoyo moral
que ofrecieron a nuestros padres todos los
amigos, vecinos y gentes de las comarcas próximas, que culminó con la
gran manifestación de duelo en que se convirtió el sepelio, envuelto en un
denso y profundo silencio, con
asistencia de las principales
autoridades provinciales y locales.
Con posterioridad, y por suscripción
popular promovida por la emisora de
Radio Villablino, se realizó una cuestación popular con la que se costeó el
panteón donde descansan los restos mortales de nuestro hermano, en el
cementerio de Las Rozas.
Antes de comenzar el relato de los
hechos y sus implicaciones, queremos tener un recuerdo para nuestros padres, y
un agradecimiento muy cariñoso para todos los amigos y lacianiegos, cuyo apoyo
y consuelo los acompañó
hasta sus últimos días.
Quién
era Pepin Vaquero y cuáles fueron aquello hechos
dramáticos que conmovieron al Valle de Laciana?
¿QUIÉN ERA PEPIN VAQUERO?
José Vaquero Iglesias era el
segundo hijo del matrimonio formado por
José Manuel Vaquero Marqués y Nemesia Iglesias Corrales que regentaban un
modesto negocio comercial (tienda-kiosko) en Villablino, situado en la antigua
plaza del pueblo y conocido por casi
todos los lacianiegos por ostentar la corresponsalía de prensa desde
donde se vendían y distribuían los periódicos a gran parte del Valle.
Desde su más
tierna infancia Pepín, como era conocido por todos, demostró ser un estudiante
sobresaliente con una gran personalidad y madera de líder entre su grupo de
amigos y compañeros. Estudió el bachillerato en la Academia “Virgen de
Carrasconte” que era un colegio libre patrocinado por el Ayuntamiento para
aquellos que deseaban optar a estudios universitarios. Sus alumnos tenían que
examinarse como alumnos libres en el Instituto Gil y Carrasco de Ponferrada en
unas maratonianas jornadas de exámenes para unos estudiantes que debían conocer al dedillo todo el
programa de cada asignatura si querían salir con bien de aquellas duras
pruebas. En esas difíciles circunstancias, Pepín consiguió un brillante
expediente académico no habitual entre los alumnos libres que rendían sus
exámenes en el centro berciano. Sin duda, a ello coadyuvó su elevado nivel
cultural inusual en aquellos años en que las facilidades para la adquisición de
cultura eran escasas, adquirido, sobre todo, a partir insaciable voracidad por
la lectura. Uno de los componentes de
aquel entrañable grupo de amigos y
compañeros de bachillerato, el novelista y académico de la Lengua lacianiego
Luis Mateo Díez hizo un bella y sentida
semblanza del Pepín de aquellos años en
un libro dedicado a su amigo después de su trágica muerte ( Lunas
del Caribe, Anaya 2000):
“Opal (Pepín) era un niño de una inteligencia desmesurada,
el más listo de todos nosotros , el más listo de todo la escuela, el más listo
del colegio donde, todavía sin haber ido del Valle iniciamos el bachillerato
los amigos del Desván. La inteligencia se compagina a veces precariamente con la listeza (…) Opal era listo e inteligente,
tenía la viveza de quien observa con conocimiento de causa, de quien entiende
las cosas a la primera de cambio y las digiere contrastándolas, ese don de la
facilidad y la complejidad que además se adorna con una prodigiosa memoria
(…). Pero
es verdad es verdad que Opal sabía más que nadie y también es cierto que
aquellas lecturas contribuyeron a fraguar su vocación que no fue de aventurero
sino de viajero, de hombre del mar, exactamente de marino mercante (…),
Así fue. Después de
estudiar el curso preuniversitario en León en el Colegio de los Hermanos
Maristas con la intención de realizar después estudios de medicina, finalmente
esa profunda vocación marina le llevó a
cambiar de opinión e inició en Madrid la carrera de naútica. Estudió en
Madrid, en la Academia Elcano, y el título de Alumno de Máquinas, lo obtuvo
en la Escuela Oficial de Naútica de Bilbao. Las prácticas de navegación, las
realizó en el buque de vapor “Benisanet”, de la Naviera de Exportación Agrícola,
que efectuaba viajes por el Mediterráneo, fundamentalmente entre Oriente
Próximo y Barcelona. Los días de prácticas de motor, los realizó en el
infortunado B/T “Bonifaz”, un petrolero
de la Naviera de Castilla, que hacía
línea entre Ras Tanura, en el Golfo Pérsico, y la refinería de Escombreras, en Cartagena.
Este buque se hundió más tarde, debido
a un trágico abordaje en la Costa de la
Muerte, que segó la vida de varios tripulantes y alguno de los familiares
acompañantes que iban a bordo.
Finalizadas las prácticas obtuvo el
título de Maquinista, en la Escuela
Oficial de Náutica de La Coruña, y su primer embarque, como segundo Oficial de
Máquinas, le llevó por segunda vez sobre
la cubierta del “Benisanet”. Más tarde
se enroló, también como segundo Oficial
de máquinas, a bordo de la M/N “María Luisa Velasco”, haciendo línea trasatlántica entre España y la
costa occidental de los EE.UU.
Después de unos días de vacaciones en nuestro pueblo, se
embarcó en Santander, en el “Sierra Aránzazu”, propiedad de la naviera Marítima
del Norte que, finalizada su
construcción, iba a realizar sus pruebas
de mar.
EL ATAQUE AL” SIERRA
ARÁNZAZU”
El 31 de agosto de 1964, avituallado y con el buque a son de
mar, zarpaba sobre la medianoche, desde el puerto de Ceuta, con destino a La
Habana (Cuba), el buque de bandera española “Sierra Aránzazu”. Era éste un
buque mercante, pequeño, nuevo y moderno, propiedad de la naviera Marítima del
Norte, que llevaba solamente cinco meses
de servicio desde que había iniciado las pruebas de mar, en Santander, dónde
había sido construido.
Iniciaban su segundo viaje a Cuba. En sus bodegas transportaban carga
general: alimentos, repuestos de maquinaria, aperos agrícolas y juguetes, que
habían cargado en los puertos de Alicante, Cádiz y Algeciras.
Con el Cabo Espartel, por el través de babor, a la
salida del Estrecho de Gibraltar, el “Sierra Aránzazu”, arrumbó hacía las islas
Ábaco. Le quedaban por la proa trece días de navegación, hasta el primer punto
de recalada, desde dónde cambiarían el rumbo, para dirigirse hacia el sur y
arribar a La Habana. Era ésta la ruta habitual que seguían, salvo imprevistos.
Los días de navegación transcurrían
monótonos, sometidos a la regularidad de
los turnos de guardia y con buen
tiempo. A mediodía se fijaba la posición
del barco, mediante la observación del Sol, y ésta era transmitida todas las noches a la naviera.
El capitán, don Pedro Ibargurengoitia, estaba preocupado por
la evolución de los huracanes en el Golfo de Méjico, ya que se encontraban en
mitad de la estación de generación de los ciclones tropicales. Diariamente
recibían los partes meteorológicos que
les anunciaban la evolución de los huracanes que en aquellos momentos barrían
el Caribe o se dirigían hacia él. Por
este motivo y ante la trayectoria que seguían los ciclones Dora y Ethel, que
eran los que, en ese momento, estaban activos sobre el Golfo, el Capitán se vio obligado, al noveno día de navegación, a modificar el rumbo y cambiar la ruta para
entrar en el Caribe, poniendo proa al
Pasaje de Caicos, en Bahamas, y
una vez en él, arrumbar al puerto de La
Habana navegando por el norte de la costa de Cuba a través del Viejo Canal de
Bahamas.
A mediodía del día 13 de setiembre,
domingo, un avión de reconocimiento americano sobrevoló el buque dándole varias pasadas a baja
altura. Algún tripulante salió a cubierta, alertado por el ruido de las hélices
del avión de reconocimiento, para observarlo.
Eran las 19:45, hora local. La noche
había caído rápida sobre el “Sierra Aranzazu” envolviéndolo en la oscuridad. En
el puente estaba de guardia el primer oficial, don Santiago Ibáñez, que oyó un
ruido potente de motores; pudo distinguir una lancha rápida que se acercó por
la popa, encendió un reflector que iluminó el nombre del barco y su lugar de
matrícula. Después apagó el reflector,
viró en redondo y se alejó.
En ese momento, el Capitán había
subido al puente, para iniciar su guardia y relevar al Primer Oficial. Se
comunicaron las novedades y salieron al alerón de estribor, dónde don Santiago
Ibáñez estaba comentando al Capitán el extraño proceder de la lancha que se
había aproximado momentos antes, cuando aparecieron dos lanchas rápidas, por la
aleta, situándose una por cada banda del
buque, a unos cien metros. El crepúsculo
había desaparecido, dando paso a una noche oscura, sin luna, pero con buen
tiempo. La situación del buque, en ese momento, era unas veinte millas al SW de Hogsty Reef. De pronto, sin
previo aviso y de la forma más sorpresiva abrieron fuego con ametralladoras de
20 y 40 mm, de modo alternativo, con balas trazadoras, perforadoras y
explosivas, contra el puente, del
“Sierra Aránzazu”, el hábitat de la
tripulación y la obra muerta. Los disparos,
impactaron sobre el tanque diario
de combustible incendiándolo, derramándose el gas-oíl sobre la Sala de
Máquinas. El incendio se propagó rápidamente y un humo denso e irrespirable
envolvió el buque.
El Capitán fue herido en una pierna, al inicio del ataque,
cuando se encontraba en el alerón. Ayudado se dirigió hacia su camarote, en
medio de aquel infierno, a la vez que ordenaba el abandono del buque y al
Radiotelegrafista que emitiera una llamada de socorro. No fue posible porque la
sala de radio, próxima al Cuarto de Derrota, estaba inservible y ardiendo. Tampoco
pudieron recoger la radio de emergencia. En este momento una nueva ráfaga de
ametralladora le hirió gravemente en el pecho.
Hacia la Sala de Máquinas se dirigió, en medio del tiroteo, don Ramón Ugarte, el Primero de
Máquinas, que paró el motor principal, por lo que se quedaron
momentáneamente a oscuras. El incendio iba a más y después de arrancar un motor
auxiliar, con lo que recuperaron la luz, ordenó a todos que abandonaran la Sala
de Máquinas. Cuando salía fue herido en una pierna y en la nariz.
El bote de estribor, estaba
seriamente dañado y era ése costado el que recibía mayor intensidad de disparos,
por lo que decidieron, aprovechando un momento en que la lancha rápida de babor
fue a reunirse con la otra y cesó de disparar,
arriar el bote de esa banda y abandonar el barco.
Al reunirse en la cubierta de botes
comprobaron que varios de ellos estaban
heridos, tres de ellos muy
graves. Toda la tripulación abandonó el
barco en ese bote, tratando de alejarse lo más rápidamente del costado en previsión
de una explosión, porque el “Sierra Aránzazu” era una hoguera en la oscuridad
de la noche.
Una vez en el agua, comenzaron a organizarse y el Capitán, muy
malherido, ordenó al Primer Oficial dirigirse hacia el Norte. El bote estaba
agujereado por los impactos y embarcaba agua, por lo que una de las principales
tareas era achicarla con el bombillo, hasta que se rompió y tuvieron que
utilizar las cajas de galletas que iban consumiendo, e incluso con los zapatos.
Con los cartones de las cajas trataron de
taponar los agujeros del bote y
así impedir o mermar la entrada del agua.
Otra de las tareas, fue atender a los
heridos más graves. Al Capitán lo situaron a proa y le hicieron, con un cinturón, un torniquete
en la pierna, nada podían hacer con los
balazos en el pecho. Murió a las nueve de la noche.
Nuestro hermano, Pepín Vaquero, había
recibido el impacto en el vientre de una bala explosiva y su estado era muy
grave, lo situaron en un costado. Tampoco podían hacer nada por él, con los
escasos medios del botiquín de urgencias que llevaba el bote, ante heridas tan
serias. Murió a las tres de la mañana.
` Don Francisco
Javier Cabello, el Segundo Oficial de Puente, había recibido el impacto de un
cañonazo que le había dañado seriamente el brazo, a la altura del hombro. Le
hicieron un torniquete para evitar que se desangrara.
La noche fue muy larga , la tensión,
el miedo a ser descubiertos y rematados,
la esperanza de ser rescatados… . Al amanecer del día 14 un avión del Coast
Guard los divisó y marcándolos con botes fumígeros, dirigió hacia ellos al
OBO holandés “P.G. Thulin” que los izó a
bordo e informó que había recogido del mar a los veinte tripulantes del “Sierra
Aránzazu”, con el resultado de dos muertos, un herido muy grave, tres heridos
graves y el resto con heridas leves o ilesos. Al poco tiempo de ser izados a
bordo falleció el Segundo Oficial.
El buque holandés llevó
los náufragos a Mathew Town (Great Inagua) dónde fueron
desembarcados a última hora de la tarde. Desde allí los cadáveres y los tripulantes heridos de mayor gravedad fueron trasladados a la Base Naval de
Guantánamo, dónde los heridos fueron atendidos médicamente.
Al día siguiente los trece
supervivientes, ilesos y con heridas de menor gravedad, fueron llevados hasta
San Juan de Puerto Rico en un avión de la Navy. Allí aterrizaron más tarde,
transportados también en otro avión de la Marina americana, los heridos más
graves, los arcones fúnebres con los cadáveres de los
tres marinos asesinados y el Radiotelegrafista, que iba al frente de este
grupo.
Desde San Juan, se hicieron dos expediciones para Madrid; una
que llegó, el jueves 17, con los trece tripulantes ilesos o heridos de
menor importancia, y el sábado 19
llegaron los tres féretros y los tres heridos más graves, junto con el
Agregado como jefe de la expedición.
En Barajas fueron recibidos por el
Ministro de Comercio, una representación
de altos cargos de la Armada, la Marina
Mercante, la Administración,
responsables de la naviera, así como una
nutridísima representación de la prensa.
Los arcones fúnebres, cubiertos por la bandera nacional, fueron transportados por oficiales de la
Armada y de la Marina Mercante hasta la Sala VIPS del aeropuerto, dónde se rezó
un responso y desde allí fueron trasladados sus restos a los respectivos lugares de residencia. Don Pedro Ibargurengoitia a Algorta y don Francisco Javier Cabello a Vigo.
El furgón que transportaba el féretro
de Pepín Vaquero, llegó al final de la tarde a Villablino. En las inmediaciones
de nuestro domicilio muchos vecinos y
amigos esperaban, en medio de un profundo silencio, su llegada. El domingo, día 20, el entierro, con asistencia de las
autoridades provinciales y locales, se convirtió en una gran manifestación de
duelo. El arcón fue transportado a hombros de sus amigos, vecinos y la
Guardia Civil, hasta la Iglesia donde se
ofició un funeral, y posteriormente sus restos mortales fueron trasladados
hasta el cementerio de Las Rozas, donde recibieron sepultura.
¿QUIÉNES FUERON LOS
AUTORES DEL ATAQUE AL “SIERRA ARÁNZAZU”?
Durante cuarenta y seis años, la
autoría del ataque al “Sierra Aránzazu” ha permanecido en la oscuridad y los
asesinos de Pepín Vaquero y sus dos compañeros continúan en la impunidad. Hoy,
tras la desclasificación de parte de la documentación de los archivos de la
CIA, tenemos numerosos indicios de quiénes
planearon y cometieron aquel brutal atentado y del contexto
internacional en que se llevó a cabo.
En 1963,
tras la “crisis de los misiles” y el acuerdo de Kennedy con la Unión Soviética
de no invadir la Isla, la política de la Administración norteamericana cambió
de estrategia hacia Cuba, pero sin tratar de dejar de presionar a la revolución
castrista a través de otros medios: la presión terrorista y el bloqueo
económico de la Isla. Concretamente, en enero de ese año Robert Kennedy ya había
creado los denominados “grupos autónomos” cuyos objetivos era hostigar a los
revolucionarios cubanos e impedir la
llegada de determinadas mercancías a la
Isla para lograr la asfixia de la Revolución y conseguir el levantamiento
interno de los contrarrevolucionarios cubanos. Esos “grupos
autónomos”,controlados y financiados por la CIA, tenían su emplazamiento fuera
del territorio norteamericano-República Dominicana, Nicaragua y Costa Rica
(sólo existía uno dentro de Estados Unidos que era el de Nueva Orleáns)- con el
objeto de eliminar las responsabilidades del Gobierno norteamericano. Pero los
objetivos eran establecidos y acordados con las responsables correspondientes
de la Administración norteamericana y contaban con el apoyo de la CIA desde la
conocida base de la Agencia en Miami, JM/ Wave que continuó existiendo y
actuando a pleno rendimiento (2).
El atentado
al “Sierra Aránzau” partió de uno de esos grupos, del que tenía su base en Nicaragua
y dirigía uno de los líderes anticastristas más destacados, relacionado con los
hermanos Kennedy, Manuel Artime Buesa, cuya
organización, el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR),
estaba controlada y financiada por la
CIA. Manuel Artime, cubano y médico, era
conocido como “el chico de oro de la CIA” y había tenido un papel relevante
como dirigente de la Brigada 2506, unidad operativa integrada por exiliados
cubanos anticastristas con la que se
había tratado llevar a cabo la fracasada invasión de Bahía Cochinos. Según un
informe procedente de los documentos desclasificados de la CIA que obra en
nuestro poder, entre junio de 1963 y junio de 1964, el MRR había sido
financiado generosamente por la Agencia norteamericana con 4.933.293 de dólares
para pagar el mantenimiento de barcos y otros elementos de transporte y costear
la nómina de 385 hombres con que contaba la citada organización anticastrista
en sus campos de entrenamiento de Nicaragua y Costa Rica.
Tras el
asesinato de Kennedy en noviembre de 1963, el nuevo presidente L. B. Johnson
mantuvo la política de su antecesor hacia Cuba, pero con ciertos matices. Los
“grupos autónomos” continuaron existiendo. Pero, dada su escasa efectividad y
el elevado coste que suponían, Johnson quería tener un control más efectivo
sobre ellos para que aumentasen su presión
y hacer así más eficaz el bloqueo
económico de la Isla. No es casualidad que en ese tiempo la Secretaria de
Estado norteamericana tratase de presionar sobre el Gobierno español para que
se suspendiese el tráfico de mercancías
permitidas (alimentos, sobre todo) que desde
España llegaban a Cuba a través de los barcos de la Compañía Marítima
del Norte, a la que pertenecía el “Sierra Aránzazu”. Lo que no consiguieron
dada la personal influencia y permiso del propio Franco para el comercio
español con la Isla continuase.
Las circunstancias eran, pues, las idóneas,
por una parte, para llevar a cabo un escarmiento con los barcos españoles que
comerciaban con Cuba y, por otra, ante los recelos que la nueva Administración
norteamericana mostraba con los grupos anticastristas que patrocinaba, éstos
estaban necesitados de un acto terrorista que tuviese resonancia internacional
y pusiese fin al comercio español con la Cuba castrista. Lo que explica, a su vez, la sanguinaria
actitud con la que lo llevaron a cabo.
La noticia del atentado fue difundida
por la prensa de todo el mundo y en España levantó una ola de indignación que
se expresó, incluso, con una manifestación ante la embajada norteamericana en
Madrid y manifestaciones en algunas ciudades españolas. Sin embargo, las
peticiones por las autoridades españoles ante la Secretaría de Estado
norteamericano para que se identificase y se juzgase a los culpables del
atentado no obtuvieron ningún resultado. El informe del atentado realizado por
el FBI nunca vio la luz y el atentado quedo oficialmente sin aclarar.
Las distintas hipótesis que se han
venido manteniendo a lo largo de estos años sobre las razones y la autoría del
ataque han quedado invalidadas hoy por el contenido de los documentos
desclasificados de los archivos de la CIA y por los datos aportados por otros
investigadores. Todos esos datos e
indicios conducen a considerar al grupo autónomo de Manuel Artime Buesa, el
MRR, como la organización anticastrista que planeó y ejecutó el ataque desde su
base de Nicaragua. Lo que es lo mismo que decir que fue la CIA quien lo planeó
y lo organizó y que, por la misma razón, nos encontramos ante un evidente acto
de terrorismo de Estado.
Los diferentes
rumores que se propalaron sobre su autoría y los motivos del atentado no fueron
sino rumores difundidos para ocultar sus
auténticas intenciones y sus verdaderos autores. No fueron los cubanos,
como Manuel Artime difundió, los autores del ataque. Ni las razones del mismo
fueron castigar al “ Sierra Aránzazu” y a su capitán porque en un anterior
viaje había descubierto a unos polizones cubanos anticastristas y los
había devuelto a la Isla, donde habrían sido ajusticiados, como todavía se ha
escrito recientemente por algún investigador que ha tratado el tema. No existe
ninguna prueba documental de ese hecho. Ni siquiera el capitán del barco era ya
el mismo de anterior viaje. Y la propia naviera ha negado terminantemente esa
posibilidad. En cambio, sí ha sido reconocido recientemente, por un miembro de la tripulación (que reside
hoy impune en Salamanca acogido a la hospitalidad del Estado español) del barco
nodriza del que salieron las lanchas que ametrallaron sin piedad a los
tripulantes del “Sierra Aránzu”, que el atentado lo cometió el grupo del MRR. Eso
sí aduciendo en su descargo lo que ya también anteriormente había difundido Manuel Artime cuando la intervención de esa organización en
el mismo era evidente e imposible de
negar: que el ataque había sido un error, que el “Sierra Aránzazu” había sido
confundido con el barco cubano “Sierra Madre”, de características y dimensiones
sensiblemente diferentes al buque español.
Sin embargo, tal
confusión es inaceptable no sólo por las diferentes características de ambos
buques y por otros indicios como el hecho de que el “Sierra Madre” navegaba
hacia Cuba en aquellos días por el Pacífico o el que el “Sierra Aránzau” había
aparecido ya, según una revista francesa, en una lista negra de los exiliados anticastristas
sobre los barcos posibles para un acto
terrorista, sino también porque así se deduce de un cable que hemos encontrado
entre la documentación desclasificada de la CIA en que se menciona
explícitamente la preparación del atentado por parte de los exiliados
anticastristas.
Ese
cable enviado por el agente de la
Compañía con nombre de Withheld al Director de la CIA con fecha del 6/10/1964,
esto es, alrededor de un mes después del atentado. Y dentro de un contexto que
nada tenía que ver con el tema del “Sierra Aránzazu”, lo que descarta una
posible intoxicación que, por otra parte, no tenía el menor sentido dado el
esfuerzo que Artime y su organización habían desplegado para ocultar su
participación en el mismo. Era en realidad un cable que hacia referencia al
viaje a París de un cubano captado por la CIA y que estaba implicado en el
intento de asesinato de Fidel Castro en una trama dirigida por la CIA y en la
que participaban Rolando Cubela, una alto oficial del régimen de Castro y el
MRR de Artime que tenía una de sus principales bases en Madrid donde actuaban
con pleno consentimiento de la policía española.
Ese
cable decía:
(3.
DIJO (
el agente cubano
captado por la CIA) QUE PLANEABA REUNIRSE EN PARIS CON LA
PERSONA QUE “ARREGLÓ” EL ATAQUE AL “SIERRA ARÁNZAZU” MEDIANTE EL PAGO AL RADIO
OPERADOR QUE ENVIÓ LA POSICIÓN A LA NAVE ATACANTE. DIJO QUE R/O (¿RADIO
OPERADOR?) HABÍA CONTADO TODA LA HISTORIA A LA POLICÍA ESPAÑOLA.
(3. SAID PLANS MEET PARIS WITH PERSON WHO
"ARRANGED” SIERRAARANZAZU ATTACK BY PAYING OFF RADIO OPERATOR TO SEND
POSITION TO ATTACKING CRAFT. SAID R/O HAS TOLD WHOLE STORY TO SPANISH POLICE.)
Sin
duda, el contenido del cable deja fuera de lugar la interpretación del
encuentro casual y su referencia al conocimiento por la policía española pone
sobre el tapete otras inquietantes interrogaciones que seguimos investigando.
Aunque sólo sea por conseguir para
nuestro hermano y su otros dos compañeros una suerte de justicia moral
arrojando luz sobre quién fueron sus asesinos.
( Publicado en El Mixto . Revista
Trimestal del Valle de Laciana nº 34. Invierno de 2011)