jueves, 16 de noviembre de 2017

        El ORIGEN  DE  LA DESISGUALDAD ACTUAL
                              Julio Antonio Vaquero iglesias








El editor Gonzalo Pontón acaba de ser galardonado con el Premio Nacional de Ensayo de este año. Y lo ha sido por su único y primer libro, La lucha por la desigualdad. Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII, una obra publicada por  su propia editorial, Pasado/Presente.
 Que una “opera prima” sea premiada con el Nacional de Ensayo puede parecer algo fuera de lo corriente, pero en este caso no lo es, dada la historia intelectual del autor. Pontón ha sido uno de los más brillantes editores que ha tenido este país, Trabajó como tal en la editorial Ariel, para pasar después a fundar en los setenta la editorial Crítica y ahora  Pasado/Presente, en las  que, con el apoyo del profundo saber histórico y bibliográfico de Josep Fontana, se publicaron y se están publicando  en nuestro país las más importantes obras historiográficas aparecidas en el mundo occidental. Por sus manos han pasado esos manuscritos proporcionándole una vasta e  importante cultura histórica, como prueba no sólo la erudición sino también el saber que exhibe en su único y primer libro: un ensayo denso, pero bien escrito y sin gran aparato crítico.
 En realidad, este es un libro pensado durante muchos años y escrito en los dos en que Pontón, después de dejar la editorial Crítica, no podía  fundar otra editorial. Estamos ante una verdadera visión global histórica ( económica, social, ideológica, política)  del mundo occidental en el siglo XVIII, pero con un objetivo de plena actualidad que es desentrañar la genealogía de la desigualdad del mundo  actual.  Porque es en ese siglo cuando se ponen, con la revolución industrial y con el emergente capitalismo industrial, las raíces de  esa profunda desigualdad que caracteriza nuestra sociedad contemporánea.
 Desde luego, como apuntábamos en nuestra recensión sobre este libro publicada en el suplemento cultural  de este periódico, estamos ante una explicación mucho más fundamentada de la desigualdad actual que la teoría ahistórica de la desigualdad que tanta difusión ha tenido del economista francés Piketty  en su El capital en el siglo XXI.
  Pontón deja claro en su libro con su análisis integral lo que muchos historiadores hemos pensado, frente a la “buena prensa historiográfica” que dominantemente ha tenido la Ilustración y su siglo de las luces, de cuanto tenía ésta de ideología, esto es, de justificación de esa nueva sociedad surgida en el mundo occidental en el siglo XVIII, basada en sus fundamentos en la desigualdad. Desigualdad que ha ido creciendo hasta hoy llegando a alcanzar unas dimensiones extraordinarias y tiene visos, si nadie lo remedia, de seguir creciendo.
  Uno ignora cuál va ser el destino de los libros que comenta y desde que leí el libro de nuestro flamante Premio Nacional de Ensayo, alguna vez he pensado que quizás,  por sus dimensiones y su densidad. su libro no iba tener desgraciadamente el reconocimiento que merecía. Pero mi pronóstico, gracias a sus bondades, resultó  gratamente equivocado.   

( Artículo publicado en la sección de Sociedad y Cultura de la La Nueva España, de Oviedo)  

lunes, 6 de noviembre de 2017

                                    ESPAÑA NO FUE RUSIA
                                                      Julio Antonio Vaquero iglesias





 El final del zarismo y la creación del régimen soviético en 1917 hay que contextualizarlos en el marco del conjunto de crisis sociales y políticas que se desarrollaron en Europa agudizadas por los negativos efectos de la Gran Guerra, y que no son sino un efecto de un proceso más amplio que es el paso de la sociedades elitistas del liberalismo oligárquico a las sociedades de masas y los sistemas liberales democráticos. Proceso que algunos historiadores conocen como “ la guerra civil europea”. España también sufrió las consecuencias de esa profunda crisis y aunque neutral respecto al conflicto mundial, padeció sus efectos económicos y sociales negativos. Y esa crisis se tradujo en nuestro país en un intento frustrado, en la conocida como crisis de 1917, de poner fin por sectores liberales avanzados, republicanos, partidos y sindicatos obreros al régimen oligárquico de la Restauración con el objetivo de sustituirlo por un régimen democrático. La coincidencia cronológica con las dos etapas de la revolución rusa (la de febrero/marzo que supuso el fin del zarismo y la de octubre/noviembre que inició el proceso de implantar la sociedad socialista) fueron dos acontecimientos que influyeron claramente en la crisis española de aquel año y tuvieron importantes consecuencias posteriores. Las noticias de la revolución rusa llegaron a España a través de las agencias de prensa internacionales, aunque con varios meses de retraso, pero el impacto fue muy intenso. El ABC, incluso, tuvo su propio corresponsal en Rusia, Fue la periodista coruñesa Sofía Casanova que tuvo primero, en la etapa de febrero, una actitud positiva hacia los revolucionarios, y, después, profundamente negativa ante la deriva revolucionaria socialista que terminó adoptando en el Octubre rojo. En 1917, en España, tras las crisis creadas por las peticiones corporativas de una sector del ejército, agrupado en las denominadas Juntas de Defensa y la peticiones del reforma del régimen oligárquico por la Asamblea de Parlamentarios dirigida por la Lliga Regionalista catalana, se proyectó y se intentó llevar a cabo en agosto por catalanistas, republicanos PSOE, UGT y CNT una huelga política revolucionaria con el objeto de poner fin al sistema de la Restauración y dar solución a la grave crisis social que la Gran Guerra había provocado en nuestro suelo. En ese contexto, la revolución rusa de febrero de ese año iniciada en Petrogrado, que condujo a la abdicación del zar y la constitución de un gobierno provisional con un doble poder( el de la Duma y el de los Soviets), fue un espejo para el movimiento antioligárquico español Los acontecimientos revolucionarios de febrero en Rusia se entendieron como la instauración, una vez derribada aquella centenaria autocracia, de un sistema liberal democrático que podía servir de modelo o inspiración para el movimiento antioligárquico español. Movimiento que culminó en la huelga revolucionaria política de agosto de 1917. Por todas las partes tenemos indicios de esa influencia positiva de la primera etapa de la revolución rusa en la crisis española. Basta como ejemplo referirnos a las intervenciones que se produjeron en el gran mitin aliadófilo que se celebró en la Plaza de Toros de Madrid, en mayo de 1917, en el que se hicieron referencias positivas a lo que había ocurrido en Rusia como modelo de lo que debía de hacerse en España, realizadas por algunos de los más destacados intervinientes , entre los que estaban intelectuales y políticos de la talla de Álvaro Albornoz, Lerroux, Melquiades Álvarez, Unamuno y fueron bien recibidas por un público entre el que encontraban políticos e intelectuales de la talla de Azaña, Araquistaín o Julián Besteiro, entre otros. La revista España había dedicado numerosas páginas positivas al revolución rusa de febrero y El Socialista publicó incluso un elogioso serial sobre la misma, Actitud que, con más reticencias, mantuvieron también los anarquistas Fracasado el movimiento insurreccional de agosto que fue seguido de una dura represión con graves consecuencias para la continuidad de la lucha contra la oligarquía restauracionista como fueron la división entre la UGT y la CNT y la conciencia por parte del obrerismo de que los partidos burgueses les habían traicionado en el movimiento de agosto, la revolución rusa de octubre no tuvo ya una recepción positiva tan unánime como la de febrero, Entre las partidos burgueses antioligárquicos, porque su deriva hacia revolución social era contraria a sus principios ideológicos y entre los partidos y sindicatos obreros las posiciones fueron en cierto modo diferentes. Los dirigentes socialistas manifestaron una actitud crítica con el Octubre rojo como recogen las páginas de El Socialista (excepto, las Juventudes Socialistas y algunas Agrupaciones socialistas, como la madrileña y la asturiana que lo valoraron positivamente). Los anarquistas, en cambio, mostraron gran simpatía inicialmente por aquél. De hecho la revolución bolchevique que repartió la tierra entre los campesinos fue el espejo de los importantes movimientos huelguísticos campesinos que se produjeron en Andalucía entre 1918- 1920 pidiendo el reparto de la tierra. Movimiento huelguístico que el notario e historiador andaluz Juan Díaz del Moral denominó haciendo referencia a su inspiración como el Trienio bolchevique Pero, sin duda, la principal y trascendental consecuencia que tuvo la revolución rusa de octubre fue la definitiva escisión del obrerismo español. En marzo de 1919 se creó la Internacional comunista en Moscú. Mientras la CNT se adhirió a la nueva organización de inmediato para salirse unos años después, en el PSOE, se produjo un largo parto que conllevó la reunión de tres Congresos extraordinarios para tomar la decisión de la adhesión o no a la organización internacional comunista. El rechazo definitivo vino tras el establecimiento de las ventiuna condiciones establecidas en julio de 1920 para el ingreso en la IC., Lo que suponía la aceptación de un rígido centralismo y la hegemonía del Partido comunista ruso dentro de la organización internacional. Esa negativa de los socialistas españoles, encabezada por su líder Pablo Iglesias se tomó en el congreso de abril de 1921 al aprobar la decisión de adherirse a la “Internacional dos y media” creada en Viena. Se consumó así la escisión del partido al formar los Terceristas el que sería el Partido Comunista Obrero español que pasaría a denominarse en su primer Congreso en marzo de 1922 Partido Comunista de España. España no fue, desde luego, Rusia, como ha escrito el historiador Francisco Javier Romero Salvadó. Pero, sin duda, la revolución rusa fue un importante espejo en positivo o negativo para la crisis española de 1917. Como lo seguiría siendo posteriormente en Octubre de 1934 o en la Guerra civil. Pero eso es, sin duda, otra historia. (Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)

lunes, 23 de octubre de 2017

 PRESENTACIÓN DE MARIA ROSA MADARIAGA  (28 DE NOVIEMBRE DE 2008. TRIBUNA CIUDADANA. AULA DE LNE)


Rpsa ,Madariaga






QUIERO COMENZAR MI INTERVENCIÓN  EXPRESANDO  UN DOBLE  AGRADEC EMIENTO Y UNA SATISFACIÓN.
AGRADECIMIENTO A TRIBUNA CIUDANA POR CONFIARME LA PRESENTACIÓN  DE UNA CONFERENCIANTE DE LA VALÍA DE MARIA ROSA  DE  MADARIAGA  Y, COMO SIEMPRE QUE HE COLABORADO CON ESTA INSTITUCIÓN, QUIERO MANIFESTAR TAMBIEN PUBLICAMENTE MI AGRACEDIMIENTO A ESTA INSTITUCIÓN  POR LA ENCOMIABLE LABOR QUE VIENE REALIZANDO EN LA DIFUSIÓN DE LA CULTURA EN OVIEDO Y ASTURIAS. LABOR QUE  TODOS AQUELOS QUE  NOS DEDICAMOS EN ESTA TIERRA KIIOA ESA TAREA  DEBEMOS RECONOCER Y AGRADECER. APROVECHO, POR ELLO, LA OCASIÓN PARA FELICITAR A JUAN BENITO POR LA  MEDALLA DE PLATA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS QUE SE LA HA CONCEDIDO. Y TAMBIÉN A SU MUJER LOLA LUCIA. PORQUE SI UNO ES EL ALMA PATER DE ESTA INSTITUCIÓN, ELLA BIEN CONSIDERARSE EL ALMA MATER
LA SATISFACCIÓN QUE QUIERO EXPRESAR, Y QUE ES UNA PRUEBA MÁS DE ESTO QUE ACABO DE DECIR, ES LA QIE  ME PRODUCE VER ENTRE EL AUDITORIO DE ESTE ACTO A MIS QUERIDOS ALUMNOS DE 2º D. DEL INSTITUTO “ALFONSO  II” QIE NO SÓLO ESTÁN AQUÍ PORQUE EL CONTENIDO DE ESTA CONFERENCIA ESTÁ EN RELACION CON EL TEMARIO QUE CURSAN, SINO PORQUE, POCO A POCO, VEO EN MIS CLASES QUE ESTÁN COGIENDO EL GUSTO POR LA HISTORIA.
EN REALIDAD MIS MÉRITOS PARA PRESENTAR  A  ROSA DE MADARIAGA SON ESCASOS. COMO SUELE OCURRIR CON FRECUENTCIA, CONOCÍ ANTES LA OBRA QUE LA PERSONA.  TUVE NOTICIAS DE SUS LIBROS SOBRE MARRUECOS  TRAVES DE LAS REFERENCIAS DE  DAVID RUIZ.  SU LECTURA  ME PUSO ANTE UNA HISTORIADORA MADURA. SOLVENTE, MINUCIOSA, QUE ME APORTABA UNA VISIÓN  DE  LA HISTORIA DEL COLONIALISMO ESPAÑOL EN MARRUECOS  FRESCA, RENOVADA,  QIE NO SÓLO NOS PROPORCIONABA  UNA VISIÓN DESDE EL LADO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA, COMO ERA LO HABITUAL, SINO TAMBIEN DESDE LA PERSPECTIVA DE MARRUECOS Y QUE IBA MÁS ALLA DE LA HISTORIA POLITICA Y MILITAR Y ABARCABA LA HISTORIA SOCIAL Y ECONÓMICA. Y  ENTRABA, ADEMÁS,  EN LOS ENTRESIJOS Y LOS PROBLEMAS CONTROVERTIDOS  DE LA OCUPACIÓN Y COLONIZACION ESPAÑOLA DE ESOS TERRITORIOS  QUE LA HISTORIA ANTERIOR  NOS HABÍAN OCULTADO (COMO LA RECONSTRUCCION DE LA FIGURA DE ABDELKRIM. LA  VISIÓN CRÍTICA DE  ANNUAL O LA  UTLIZACIÓN DE LOS GASES POR EL EJÉRCITO ESPAÑOL EN LA GUERRA COLONIAL).  PERO TAMBIÉN ASPECTOS QUE HABIAN SIDO TRATADOS INSUFICIENTEMENTE ( COMO LA FORMACIÓN DE LA MENTALIDAD MILITARISTA Y TRADICIONILASISTA DEL EJÉRCITO AFRICANISTA  QIE EXPLICA SU PAPEL DECISIVO EN EL GOLPE DE ESTADO DEL 18 DE JULIO, O  LA PARTICIPACIÓN DE LAS TROPÀS MARROQUIES EN ESE EJÉRCTO).  
HISTORIA  QUE ERA NECESARIO REHACER PORQUE. COMO TODOS SABEMOS, ES UNA PARTE ESENCIAL PARA PODER COMPRENDER NO SOLO LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE  ESPAÑA, SINO TAMBIÉN LA POCO CONOCIDA HISTORIA DEL COLONIALISMO ESPAÑOL EN AFRICA O  EL PRESENTE DE LAS RELACIONES HISPANOMARROQUIES
 POR TODO ELLO  ME PARECIO QUE ERA CONVENIENTE  QUE  EL PÚBLICO LECTOR ASTURIANO  CONOCIESE ESOS LIBROS Y, COMO CRÍTICO DEL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, REALICÉ LA OPORTUNAS RECENSIONES DE ALGUNAS DE SUS OBRAS   EN ESTE PERIÓDICO. TODO LO CUAL EXPLICA QUE CUANDO TRIBUNA CIUDADANA ME  PREGUNTÓ QUIÉN PODRIA DESARROLLAR EN ESTA TRIBUNA ESTE TEMA, NO DUDÉ UN INSTANTE EN  PROPONER PARA ELLO A MARIA ROSA.
FUE ESA RELACIÓN LA QUE ME  HA PERMITIDO CONOCER SU BIOGRAFÍA Y SU PERIPECIA PROFESIONAL.  DE LA PRIMERA, CREO QUE HAY QUE DESTACAR DOS DATOS QUE OS PUEDEN INTERESAR: SU ESTRECHA VINCULACIÓN CON ASTURIAS, CONCRETAMENTE CON TERVERGA, QUE ES EL LUGAR DE ORIGEN DE SU MADRE.  EN ESA LOCALIDAD CONOCIÓ AL QUE IBA SER SU MARIDO, QUE EJERCÍA DE INGENERIO DE MINAS EN  AQUELLAS EXPLOTACIONES PARA PASAR DESPUÉS A MADRID, DONDE FUE CATEDRÁTICO DE LA ESCUELA DE MINAS. ALLI NACIO MARIA ROSA, QUE ES, ADEMÁS, POR VÍA  PATERNA  SOBRINA  DEL INSIGNE LIBERAL ESPAÑOL DON SALVADOR  DE MADARIAGA. 

ACADEMICAMENTE Y PROFESIONALMENTE, ROSA HA TENIDO UNA FORMACIÓN FRANCESA. LICENCIADA POR LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE, SE DOCTORÓ CON PIERRE VILAR  EN  LA SORBONA CON UN ESTUDIO SOBRE EL TEMA DE  LA OCUPACIÓN ESPAÑOLA DE MARRUECOS QUE MARCÓ SU DEDICACIÓN POSTERIOR AL ESTUDIO DE LA HISTORIA Y LA CULTURA. DE ESTE PAÍS. FUE PROFESORA DE LA UNIVERSAIDD DE PARÍS  PARA PASAR DESPUES A LAUNIESCO DONDE DESARROLLÓ UN LARGA CARRERA  PROFEISONAL. VOY A TERMINAR LEYENDÓLES LOS DATOS CONCRETOS DE SU CURRÍCULO PROFESIONAL Y LOS TÍTULOS  DE SUS LIBROS Y  TRABAJOS Y AGRADECIÉNDOLE PERSONALMENTE A MARÍA ROSA HABER CEPTADO ESTA INVITACIÓN Y SU PRESENCIA HOY ENTRE NOSOSTROS, QUE SÉ QIE  LE HA HECHO UNA GRAN ILUSIÓN POR SU ESTRECHA  VINCULACIÓN CON NUESTRA TIERRA.  

miércoles, 18 de octubre de 2017

El Che Guevara de Juan José Benítez

                  EL CHE GUEVARA  DE JUAN JOSÉ BENÍTEZ
                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

Che  Guevara muerto



El conocido ufólogo y periodista J.J. Benítez acaba de publicar, al calor  editorial del  próximo cincuenta aniversario de la ejecución del Che Guevara en Bolivia,  un libro, Tenemos a papá, que podríamos clasificarlo en el género del periodismo de investigación y en el que narra  la última peripecia guerrillera de Che en las selvas del sureste de Bolivia, haciendo hincapié en sus últimos días, los de  su captura y ejecución  en La Higuera ( 9 de octubre de 1967).
 Sin duda, el Che es un personaje histórico y, como tal hay que verlo, y para ello bajarlo desde la nube del símbolo en que se ha convertido a la tierra  de la historia que pisó  y en la que intervino. Lo que, por cierto, ya han hecho ilustres biógrafos del revolucionario argentino, que el señor Benítez, parece desconocer como demuestra su valoración del personaje.
 En realidad, lo que ha hecho el autor de “El caballo de Troya” es precisamente caer en  lo que él mismo denuncia. Trata de desmitificar la figura del Che en su libro y lo que consigue no es sino ahondar en la mitificación derechista de su figura. Por favor  ¿ quién se puede creer que Che era un psicópata, un desequilibrado mental muy violento, casi un sádico, un errático, injusto y muy déspota?  ¿ Cómo se puede decir que  Che fue enviado a Bolivia por Fidel Castro en connivencia con la Unión soviética,  tras el discurso antisoviético de Che en Argel, con el fin de que lo mataran y concluir  que  aunque no hubo ninguna orden escrita sí fue Fidel  el autor intelectual de su muerte? ¿ No es contradictorio apuntar que  Che no tenía nada de idealista y a la vez decir que se marchó a Bolivia con el fin de expandir desde allí el comunismo a toda América Latina?  Y ¿dónde demuestra fehacientemente lo que él considera su gran aportación a la biografía de Che: que sus restos  no son los que están enterrados en Santa Cara?. Sin datos documentales fiables, las mismas posibilidades hay para decir esto que lo contrario.
Quizás lo único  cierto que  se apunta en el libro es la declaración de uno de los informantes del autor, compañero de guerrilla de Che, sobre lo que éste les contó  acerca de la autoría del asesinato de Kennedy. El  mítico guerrillero y revolucionario argentino  parece ser que en una conversación informal con sus compañeros de guerrilla atribuyó esa autoría  a los anticastristas. Pero esto sólo  parece una verdad  parcial.  Porque lo que cada vez parece más claro, contra la interpretación oficial, ratificada, incluso, con motivo del cincuenta aniversario del magnicidio, es que éste fue el resultado de una conspiración en la que los anticastristas solo fueron,  en realidad, un mero elemento instrumental de la conspiración y de su ejecución,  Todo parece indicar que la conspiración nació de más arriba y que en ella estuvieron complicados importantes sectores de las elites militares, económicas y políticas norteamericanas, amén de la Mafia.    
  Si lo que es condición necesaria, aunque no suficiente,   para valorar la bondad de cualquier escrito histórico   o del periodismo de investigación es la utilización de fuentes primarias de calidad, no sesgadas, incluyendo visiones contrapuestas, el escrito de Benítez  no sólo no la cumple, sino que en cierta medida trata de ocultar esa condición parcial de las que utiliza.
 Su visión y valoración de los últimos días de Che la realiza el autor, sobre todo, a partir de  dos informantes  cuya identidad oculta  con nombres supuestos con la justificación de su seguridad cuando, en realidad, esa identificación es fácilmente comprobable por cualquiera que conozca medianamente la biografía del revolucionario argentino o concretamente su episodio  guerrillero  en Bolivia. Lo que oculta, en realidad, es la condición de testigos parciales de esos  informantes para aquellos lectores que  no tengan apenas conocimientos sobre esos hechos. El tercer informante, Saturno, es el coronel del ejército boliviano que dirigió las operaciones para la captura de Che.
   El informante Roselló, el guerrillero cubano que participó en la guerrilla en Bolivia, no es otro que Daniel Alarcón Ramírez, alias Benigno, un guajiro analfabeto que se unió a los barbudos en Sierra Maestra y al que Che enseñó a leer y escribir y desde entonces se convirtió en su estrecho colaborador. Superviviente del enfrentamiento con el ejército boliviano, regresó a Cuba con todos los honores, pero terminó enfrentándose a Fidel acusándole de ser el responsable de la muerte de Che, pero manteniendo aún su respeto y valoración positiva de su mentor. Se exilió a Paris y  publicó,   entre otros libros,  Memorias de un soldado cubano, donde mantiene la referida tesis de la culpabilidad de Fidel en la muerte del guerrillero argentino. Sin embargo, esa actitud de respeto hacía Che dio un profundo giro en sus últimos años, pasando a otra más crítica hacia su obra y  persona, como demuestra este libro.       
La parcialidad del otro informante es todavía más evidente. Se trata del agente de la CIA presente en los sucesos de La Higuera, el llamado  Mendi  que no es sino  Félix Ismael Rodríguez, coronel de la CIA, que fue un personaje importante en el grupo anticastrista  de Artime, el MRR;  que entrenó  y pagó la Agencia y realizó desde Guatemala numerosas operaciones, contra la Cuba castrista, entre otras, la participación en el alevoso ataque en 1964 al buque español “Sierra Aránzazu”,  ametrallando sin advertencia previa  a la desarmada tripulación del barco español y causando la muerte del capitán y dos oficiales. Acción que el tal Rodríguez ha atribuido siempre a una confusión. Lo que hoy sabemos que no fue así.
     La parcialidad de los informantes  que  Benítez oculta bajo seudónimos es evidente: de ahí el relato distorsionado que nos ofrece  su libro. Esperemos que  sus  investigaciones sobre  los ovnis, las casas encantadas y las psicofonías respondan a criterios más fundamentados que la visión de Che que nos presenta en este libro.     
  (Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)  


viernes, 29 de septiembre de 2017

ROOSELVET FRENTE A FRANCO

                                  ROOSELVET  FRENTE A FRANCO
                                                               JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS









Las relaciones entre Estados Unidos y España
Durante la guerra civil y el primer franquismo
Misael Arturo López Zapico
Editorial Trea, Gijón, 2008
            En los últimos  años se han ido publicando un  conjunto de notables  estudios sobre las relaciones exteriores del franquismo durante la guerra civil y el denominado primer franquismo ( Moradiellos,. Viñas, Xavier Moreno Juliá, Rosa Pardo, Stanley  G. Payne…) que han dejado obsoleta  la tradicional y nominalista polémica historiográfica sobre si el franquismo tuvo o no una verdadera política exterior. Concretamente, el pasado año ha aparecido una importante obra, realizada con documentación inédita procedente, sobre todo, de archivos estadounidenses, que  nos ofrece  un meticuloso y novedoso análisis , con  aportación de nuevos y desconocidos datos hasta ahora, acerca  de uno de  los aspectos menos conocidos de las relaciones exteriores del franquismo como es el de las relaciones hispanonorteamericanas  durante esas dos etapas. Me refiero al libro del historiador catalán Joan Maria Thomas: Franco y Rooselvet ( Edhasa, 2007).
            La asturiana editorial Trea ha publicado este año una nueva aportación a este tema, Las relaciones entre Estados Unidos y España durante la guerra civil y el primer franquismo (Gijón, 2008). Procedente de una investigación académica realizada en el Área de Historia contemporánea  de la Universidad de Oviedo, su autor, Misael Arturo López Zapico, es un joven y prometedor investigador, profesor de nuestra Universidad, especialista en el tema de las relaciones hispanonorteamericanas en el siglo XX y autor ya de otros varios trabajos sobre este asunto.
Escrito anteriormente a la publicación de la obra de Thomas, pero publicado posteriormente, este libro de López Zapico, no ha integrado en sus páginas las aportaciones de la obra del historiador catalán, pero no por ello ha quedado superado por aquélla, sino todo lo contrario, por su diferente  concepción, se complementa perfectamente con ella  y en lo esencial sus interpretaciones son plenamente coincidentes.
López Zapico nos ofrece en este libro un  estado de la cuestión sobre las relaciones de España y Estados Unidos durante la guerra civil y el primer franquismo, con un previo estudio  de cómo fueron tales relaciones durante la Segunda República. El investigador asturiano realiza un completo y lúcido análisis de  la bibliografía que ha generado este tema, incluyendo en él  las obras de procedencia anglosajona todavía no traducidas al castellano y utiliza, además, np sólo a partir de  fuentes secundarias, sino también de las memorias y testimonios personales de los principales actores de esa historia. 
Para evitar los problemas derivados de la  enorme dispersión de tales fuentes y no perder el hilo del relato ha utilizado un eficaz procedimiento que, creo, ha convertido lo que podría ser un farragoso libro académico, en una obra de lectura  idónea para un lector generalista ( precisamente todo lo contrario de la citada obra de Thomas), Además el libro está, escritos, con un  aceptable estilo, como demuestran párrafos como éste con el que termina el libro: La España franquista nunca fue “una”, pues se mantuvo la brecha entre vencedores y vencidos, no fue” grande”, sino que, como una tortuga se encerró en su caparazón, y, sobre todo, nunca fue “libre”, pues su existencia estuvo fuertemente condicionada por los factores exteriores, y de modo singular, por la actitud de los Estados Unidos” /página 334)-
El procedimiento al que nos referimos consiste en un análisis dual, en un doble plano, de los contenidos de esa bibliografía. La primera aproximación  la   que nos permite seguir el hilo del relato, esto es,  una reconstrucción de los principales  hechos que tejen el tapiz de esas relaciones. La otra perspectiva es un análisis pormenorizado y crítico de las aportaciones bibliográficas, que le permite al autor detectar las lagunas, las contradicciones de las diferentes versiones e interpretaciones. Es decir, nos pone delante de  la bibliografía existente  y realiza una contrastada radiografía del estado de la cuestión historiográfica de las relaciones hispanonorteamericanas de esas etapas. E incluso,  nos proporciona una visión crítica de cómo han sido interpretadas por la historiografía revisionista  profranquista, como realiza en numerosas ocasiones con la  “bienintencionadas” explicaciones que de ellas da en sus obras el hagiógrafo del dictador y excelente  medievalista gijonés  Luis Suárez.
La obra de López Zapico nos muestra que el papel jugado por los Estados Unidos en la no intervención a favor del bando que ostentaba la legalidad democrática primero y el apoyo prestado al bando sublevado después en la primera etapa  del franquismo, fue realmente importante. A pesar de la mutua y personal  antipatía que se profesaron Rooselvet y Franco, amen de sus profundas diferencias ideológicas, y aún contando el bando republicano con  la simpatía y ayuda de la esposa del presidente demócrata, Elenore Rooselvelt, la “realpolítik” acabó imponiendo el rumbo de esas relaciones. Relaciones que se mantuvieron en la estela de la no intervención de las otras potencias democráticas europeas, pero sin que la potencia norteamericana formase parte  del Parco de No Intervención, y de su  posterior apoyo al primer y fascistizado Estado franquista..
En cuanto al ámbito de  la política interior estadounidense, la presencia de importantes sectores de opinión favorables a los franquistas, sobre todo, de la Iglesia católica norteamericana, pesó decisivamente para la toma de posición a de la Administración demócrata. Ésta, embarcada en una coyuntura electoral adoptó una posición  de no intervención.- el “embargo moral”, a  favor del bando republicano, como se le denominó- a pesar de que lo más granado de la intelectualidad norteamericana fuese prorrepublicana.
Respecto a los condicionamientos de la política exterior, el miedo a la internacionalización del conflicto civil español  y a una hipotética  revolución comunista en España, primero, y después, durante el conflicto mundial, el temor de que la adopción de no beligerancia de Franco, claramente favorable al bando nazi y fascista, terminase decantando la posición de España hacia la entrada en la guerra a favor del Eje, fueron los factores que guiaron las relaciones de  la Administración  Rooselvet con la España franquista.  La necesidad  de la neutralidad española  a partir de la creación del frente norteafricano en 1942 (la Operación Antorcha), que fue el origen de la famosa carta de Rooselvet a Franco, permitió, en cambio, el doble juego del dictador con uno y otro bando. Rooselvet, por su parte, intentó conseguir la neutralidad española con la “guerra económica”, pero fracasó por  el apoyo que Franco obtuvo de Churchill.
 En fin, un libro, que complementado con la lectura de   la obra Thomas, permite al lector conocer en detalle  todo lo que se sabe hasta hoy sobre las relaciones hispanonorteamericanas entre 1936-1945. No es poco.  

( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

lunes, 11 de septiembre de 2017



                                          ISLAMOFOBIA
                                                JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




Los atentados yihadistas en Cataluña han desatado una ola de islamofobia que recorre toda España y no sólo se manifiesta en ataques a las mezquitas y  agresiones a ciudadanos islámicos, sino que también impregna las páginas y los ecos de determinaos medios de comunicación e incluso las declaraciones de ciertos políticos e intelectuales  de la derecha y la ultraderecha ( basta recordar las odiosas declaraciones del líder del PP en Cataluña Xavier García Obiols)  haciendo extensibles a todos los musulmanes las responsabilidades  de los sangrientos atentados de Barcelona y Cambrils. Los ecos han llegado incluso hasta las páginas de algún periódico de nuestra  propia región, una región que se ha caracterizado siempre por una actitud abierta no sólo con los musulmanes, sino con todas las personas que habitan entre nosotros procedentes de otros países, culturas y religiones.
    Pero es cierto que  esas expresiones de odio y falta de humanidad  donde campan por sus respetos al amparo de la impunidad son, sobre todo, a través de las redes sociales que se han convertido en verdaderos vomitorios de odio y sinrazón que depositan su nauseabunda información en todos los dispositivos electrónicos y llegan, querámoslo o no, a nuestros artilugios receptores difundiendo entre algunos prejuicios y falsas informaciones que van calando lentamente  en sus cabezas creando una mentalidad de prejuicios y xenófoba que  ha servido siempre como caldo de cultivo inicial para difundir la mentalidad fascista.
  Sin embargo, hay que tener en cuenta que en España, como demuestran los observatorios estadísticos, esa islamofobia no tiene su origen en los recientes atentados, sino  que ya en 2016 se había experimentado un sustancial incremento de  ese racismo antiislámico. Dato especialmente significativo que demuestra que estamos  no ante un problema coyuntural, sino de fondo de profunda gravedad que es necesario atajar por todos los medios posibles.
 Y es también cierto que analizados a fondo esos prejuicios son fácilmente desechables y no tienen razón ni fundamento, además de  responder a un sistema de valores antidemocrático y totalmente contrario a los valores humanos en que se fundamentan todos los códigos políticos  que  sustenta nuestra manera de entender la vida y son la raíz de nuestras sociedades.
 Que los más castigados por la ola terrorista de los yihadistas son los propios musulmanes es tan evidente que sólo basta leer las estadísticas de sus víctimas en países musulmanes  para ser conscientes que los verdaderos sufrientes de sus acciones son los propios musulmanes. Que el Islam es hoy una religión de paz que difunde, como todos los matices que se quiera, como ocurre también con otras religiones, valores perfectamente compatibles  con las que rigen nuestras sociedades, es fácilmente comprobable con la adaptación y convivencia de su modo de vida en las sociedades occidentales, dejando a un lado, claro es, los valores rigoristas que algunas tendencias extremistas pretender defender (estando aún lejos de  los delirios de los yihadistas) ,aunque vayan contra los derechos humanos.
Que el terrorismo yihadista es alimentado por determinados emiratos con una finalidad puramente instrumental y material en relación con la explotación y los beneficios del petróleo, nos parece a muchos  incuestionable. Negar que los propios países occidentales han puesto las bases para el surgimiento de ese movimiento terrorista con sus políticas contradictorias, sus intervenciones  militares  interesadas en los países musulmanes, sus ventas de armas  a los países que  apoyan a los yihadistas, es analizar la situación desde la óptica ideológica del capitalismo neoliberal imperante y obtener a través de ella una visión distorsionada de la  realidad.
 Visión interesada y distorsionada  que, como está ocurriendo hoy tras los atentados en Cataluña, está llevando a los gobiernos a tratar de disponer únicamente medidas preventivas  para evitar los ataques terroristas, pero no para poner fin a las causas estructurales que están en su origen. De esas no se habla porque sería poner en peligro los intereses imperialistas ( sí, sí, lo digo bien, alto y claro) del mundo occidental en los países musulmanes. Esperemos que en España  al menos se les ocurra  también tratar de disponer medidas culturales para la población en general y en la escuela en particular para poner fin a esa ola de islamofobía que comienza ya a recorrer España y amenaza anegarla.

  (Artículo publicado en las páginas de Opinión de La Nueva España, de Oviedo)   

martes, 29 de agosto de 2017

LA CIA ASESINÓ A TRES MARINOS ESPAÑOELS EN CUBA

esclasificación de sus archivos aclara el atentado a un mercante en 1964
LA CIA ASESINÓ A TRES MARINOS ESPAÑOLES EN CUBA

                                           Tomás Vaquero Iglesias. Piloto de la Marina Mercante
                                           Julio Antonio Vaquero Iglesias Catedrático e historiador


     
jOESE VAQUERO IGLESIAS, OFICIAL DE MÁUINAS, ASESISINADO  POR LA CIA EN EL SIERRA ARÁNZAZU CON  OTROS EL CAPITÁN Y OTRO OFICIAL DE PUENTE 









Al novelista y miembro de  la Real Academia  de la Lengua Española, Luis Mateo Díez, que escribió en “Lunas del Caribe” una hermosa historia sobre estos hechos y nuestro hermano, con nuestro agradecimiento


  El 13 de septiembre de 1964, el buque mercante español “Sierra Aránzazu” con carga general, muñecas y alimentos, y destino a La Habana, fue atacado, sin previo aviso y salvajemente, cuando navegaba  cerca de las costa de Cuba por dos lanchas de asalto  que causaron la muerte de tres de sus tripulantes: el capitán y dos oficiales. Todavía hoy cuarenta y seis años después, la  finalidad y la autoría del atentado, atribuida a grupos de exiliados anticastristas, siguen sin ser desveladas
La reciente desclasificación de los archivos de la CIA nos  permite, sin embargo, tener numerosos indicios y algunas  pruebas documentales fehacientes de quiénes fueron sus autores y de la intervención de la CIA en el mismo como inductora y participante directa en aquel brutal atentado. Éste es el relato de aquellos hechos.
El contexto del atentado
            Tras la “crisis de los misiles” en 1963 y el acuerdo con la Unión Soviética, la política hacia Cuba del presidente Kennedy dio un giro estratégico. Éste prometió a Kruchev cejar en sus intentos de invadir la isla  y con ello vino el fin de la operación Mangosta, uno de cuyos múltiples objetivos era crear, a través de la subversión, un frente contrarrevolucionario dentro de Cuba. Pero no supuso el abandono del hostigamiento a la revolución cubana, sino la utilización para ello de otros métodos  como eran el aumento de la presión diplomática sobre el régimen de Castro, la guerra económica con la intensificación del bloqueo y la continuación de los planes subversivos,  a través del apoyo a los grupos de exiliados que estaban bajo el control de la CIA desde su estación en Miami,  JM/ WAVE, que continuó existiendo y actuando a pleno rendimiento.   
Controlado y financiado por la CIA, el principal de los grupos anticastristas que operaban en el Caribe, era el Movimiento de Recuperación Revolucionaria  (MRR),   dirigido por Manuel Artime Buesa, conocido como “el chico de oro” de la CIA, quien  había tenido un papel protagonista como dirigente en la  Brigada 2506 en la fracasada invasión de Bahía Cochinos. El MRR fue financiado generosamente por la CIA: 4.933.293 dólares entre junio de 1963 y junio de 1964 para costear  armas, gastos de mantenimiento de  barcos, y compra de una avioneta y pequeños botes y pagar la nómina de los 385 hombres con que contaba la organización terrorista en los campos de entrenamiento de Nicaragua y Costa Rica, adonde se había desplazado el MRR en 1963 para que sus operaciones se realizasen fuera del territorio  de Estados Unidos y  eximir así de responsabilidad al Gobierno norteamericano. .
Para gestionar la dirección de esa nueva política hacia Cuba y organizar  los planes contrarrevolucionarios contra la isla, se creó la Oficina de Coordinación de Asuntos Cubanos, cuyo coordinador asumía la responsabilidad tanto de las operaciones legales en relación con la isla como de las  acciones terroristas encubiertas. Entre éstas,  la de contactar con posibles disidentes dentro del ejército cubano para invadir Cuba y  derrocar a Castro.
 Tras el asesinado de Kennedy en noviembre de 1963, el nuevo presidente, L. B. Johnson. mantuvo, en líneas generales, la  política de su antecesor hacia Cuba, pero con ciertos matices, como eran los  de establecer un control más efectivo sobre los grupos anticastristas y acentuar aún más el bloqueo comercial sobre Cuba.  Sin duda, esa nueva situación era el caldo de cultivo idóneo  para que el MRR- deseoso de justificar la abundante financiación que recibía de la CIA que corría el peligro de suspenderse-,  y la  propia Agencia- con la intención de acabar de una vez con el comercio hispanocubano, que se había convertido en un balón de oxígeno para Castro- organizasen un sonado atentado contra alguno de los barcos españoles que llevaba mercancías a Cuba
Por parte española, la política de mantener relaciones comerciales con la Cuba revolucionaria fue una decisión personal de Franco. Decisión que vino determinada por el peculiar y contradictorio sentimiento “antinorteamericano” del dictador derivado de la derrota del ejército español en el 98; pero que  era también consecuencia de su pasión como gallego por todo lo referido a la isla caribeña, nacida de la estrecha vinculación entre  Galicia y Cuba a causa de la tradicional y numerosa colonia de esa región  en la isla. Por ello, ni el famoso incidente del embajador Lojendio con Castro ante las cámaras de la televisión cubana, ni el bloqueo norteamericano que produjo la “crisis de los misiles” cambiaron su decisión inicial  de seguir manteniendo relaciones comerciales y políticas con la Cuba de Castro. 
El ataque y sus repercusiones
Las medidas estrictas de bloqueo económico de Cuba de la Administración Kennedy a  partir del 25 de octubre de 1962 que establecieron la negativa a admitir en puertos norteamericanos a barcos que participasen en el tráfico cubano, llevaron a la Compañía  Trasatlántica Española a abandonar sus viajes a la isla. Con el permiso personal y directo de Franco, el comercio hispanocubano continuó con los barcos de Marítima del Norte y las mercancías de Cilasa, compañía que venía comerciando activamente con Cuba. Desde el inicio de ese nuevo tráfico, a base de mercancía general, no prohibida por el bloqueo, hasta el ataque al “Sierra Aránzazu”, se habían realizado veinte viajes a Cuba con plena normalidad, a pesar de la fuerte presión americana y las frecuentes protestas de los exiliados anticastristas.
El domingo, 13 de septiembre de 1964, el “Sierra Aránzazu” navegaba a 70 millas del extremo oriental de la costa cubana. A mediodía, un avión de reconocimiento norteamericano sobrevoló el barco, y sobre las 20 horas, después de que una lancha desconocida se acercase al mercante identificándolo, dos lanchas rápidas, una  por babor y otra por estribor, procedentes de un buque nodriza, sin previo aviso y ninguna identificación, abrieron fuego de ametralladora con balas perforadoras, incendiarias y explosivas, y disparos de cañón preferentemente sobre el puente, los alojamientos y la superestrusctura del barco, con claro ánimo de causar los mayores daños humanos y materiales. El resultado fue el incendio del buque y tres marinos gravemente heridos y otros siete de  distinta consideración. En el bote en el  que la tripulación abandonó el buque fallecieron el capitán, Pedro Ibargurengoitia (42 años, de Algorta –Vizcaya), el tercer oficial de máquinas, José Vaquero (23 años, de Villablino- León) y, más tarde, en el barco holandés- PG Thulin- que los recogió y evitó con ello una tragedia mayor, el segundo oficial de puente, Francisco Javier Cabello (30 años, de Vigo- Pontevedra).  
La noticia del atentado fue recogida  por la prensa de todo el mundo y en España levantó una ola de indignación que se expresó, incluso, con una manifestación ante la embajada americana en Madrid y algunos actos de protesta en otros puntos de España. Los féretros de los marinos asesinados fueron recibidos con  honores oficiales en el aeropuerto de Barajas y una conocida emisora de radio promovió una suscripción popular para  la concesión  de medallas a las víctimas y hasta  el Gobierno cubano envió una indemnización a las familias y descubrió una placa en La Habana en su recuerdo. Sin embargo, la verdadera y auténtica reparación quedó sin realizarse. La petición del  Gobierno español ante la Secretaria de Estado norteamericana para la identificación de los autores no obtuvo ningún resultado. El informe encargado al FBI no aclaró nada y el informe definitivo prometido por la Secretaria de Estado nunca vio la luz.  
La participación de la CIA y el Gobierno franquista
            Las hipótesis que se han venido manteniendo sobre la autoría y las razones del atentado quedan hoy invalidadas por los indicios y datos con que contamos procedentes de la documentación desclasificada de los archivos de la CIA y otras fuentes. La autoría fue obra  del MRR desde una de sus bases en Nicaragua y se llevó a cabo por un buque nodriza que alojaba dos lanchas rápidas de  asalto que fueron las que realizaron el ataque. El ejecutor del mismo fue el grupo anticastrista MRR dirigido por Artime  Constatar;  que el autor del atentando fue el MRR es lo mismo que decir que fue obra de la CIA, dado el total control financiero y operativo que la Agencia tenía sobre este grupo anticastrista. Pero es que, además, hay indicios documentales de la participación en el mismo de miembros de la Agencia. Queda fuera de toda duda, por otra parte, que la acusación  de que los autores habían sido los cubanos no fue sino una intoxicación procedente de la Oficina de Coordinación de Asuntos Cubanos y de la CIA.
            En cuanto a la finalidad del atentado, tampoco puede aceptarse la hipótesis muy  difundida de que el ataque fue una especie de venganza de los anticastristas contra el barco español, porque en su viaje anterior  se había descubierto un polizón cubano a bordo y el capitán lo había devuelto a la isla, entregándolo a las autoridades castristas. La falsedad de esa interpretación ha sido rebatida por la propia Naviera Marítima del Norte y no existe ninguna prueba documental contrastada de haberse producido ese hecho, que hay que interpretarlo también como un rumor propalado con una función interesada y  justificadora procedente de los medios del exilio cubano.
               Cuando las protestas del Gobierno español arreciaron y ya era evidente la intervención del MRR, Artime y la CIA difundieron la interpretación de que el atentando no había sido un plan premeditado sino el resultado de un error fatal. El barco del MRR se habría encontrado por “casualidad” con el “Sierra Aránzazu”, confundiéndolo con una de sus presas más apetecidas, el buque cubano “Sierra Maestra”. Además de ser inaceptable tal “confusión” como demuestra el relato de los hechos, hemos encontrado entre la documentación desclasificada un cable de un agente de la CIA dirigido a la Central  que nos demuestra sin ningún tipo de dudas que el ataque  fue previa y cuidadosamente organizado. A la vez que su contenido nos permite constatar otra vez la participación en el mismo del MRR y la sorprendente revelación de que la policía  española había averiguado su carácter premeditado y, consecuentemente, que el Gobierno franquista tuvo ya en aquellos días conocimiento de ello.
En el mencionado cable, el agente informa a la CIA de una reunión que había tenido con un tal Blanco, en la que éste le comenta  su intención de viajar a París para llevar a cabo determinados planes para el asesinato de Fidel Castro, y le informa que en la capital francesa mantendrá un contacto con “la persona que organizó  el ataque al “Sierra Aránzazu” mediante el pago al radio operador que envió  la posición a las naves atacantes”, y que ese radio operador “había contado todo a la policía española”.
  El citado Blanco no era sino el cubano Alberto Blanco Romariz, uno de los más estrechos colaboradores del oficial de alta graduación del ejército cubano Rolando Cubela Secades,  que era cabeza de un grupo disidente  del ejército castrista colaborador con la CIA en un plan para asesinar y derrocar  a Castro en connivencia con Manuel Artime y el MRR. Es plausible suponer que la mencionada cita de Blanco en París era con algún miembro del MRR para la organización del “gran plan” de matar al presidente cubano.
Durante cuarenta y seis años este vandálico acto de terrorismo de Estado  se ha mantenido oculto- con la connivencia del Gobierno español de aquel tiempo- tras un espeso e interesado manto de silencio.  Pero las revelaciones que muestra por vez primera esta revista permiten establecer la verdad histórica acerca de aquel atentado. Sólo falta obtener una suerte de justicia moral en memoria de los tres marinos españoles asesinados y el resto de la tripulación masacrada.


(PUBLICADO EN LA REVISTA ATLÁNTICA XXII)

lunes, 7 de agosto de 2017




               RÉQUIEM POR  UNA LIBRERÍA
                            Julio Antonio Vaquero Iglesias     





Me  escribe  Julio  Rojo, el actual propietario de la centenaria Librería Ojanguren, anunciándome su cierre definitivo en Septiembre y la noticia me produce la angustia que me generan las noticias sobre la frecuente desaparición de librerías de cierta tradición que la crisis económica  y los nuevos modos de venta  de libros por internet está originando al avizorar con ello el próximo final de lo que algunos de aquellos establecimientos significaron para los que éramos asiduos clientes  de ellos. Una verdadera  librería era para nosotros,  como lo fue Ojanguren, no sólo un “comercio” de venta y compra de libros, sino un lugar de culto dada su función de transmisión de cultura  en el  que se podían seguir las novedades editoriales que exhibían sus anaqueles, mientras aquello fue posible, hojear los libros y diseñar nuestro programa de lecturas mensual o trimestral.
Pero  era también, como en algunas de aquellas  librerías de antaño,  un lugar de sociabilidad, de encuentro, de intercambio cultural y hasta de mentidero donde uno podía enterarse de sabrosas noticias y toda clase rumores sobre el mundo cultural, profesional y político. Fue, sin duda, también nuestra librería una verdadera institución cultural  por  su atención a las demandas de libros de la Universidad ovetense, sobre todo, de obras y libros de texto de Derecho, Lengua e Historia de la Literatura y Ciencias Sociales  Y de obras y libros de texto para los institutos de enseñanza secundaria de nuestra ciudad. Y lo fue también con su provisión de libros  para las bibliotecas  públicas, las facultades universitarias y los institutos. Así como la especial  atención que  siempre dedicó a los libros de origen o temática asturiana.  
         Esa  angustia que me produce la noticia de ese cierre  como principio del fin de esa clase de librerías como lo fue  Ojanguren se desdobla también en una profunda nostalgia de lo que significó para mi vida como para  las de otros muchos de nosotros ese establecimiento. La visita semanal constituía un elemento esencial del ritual de nuestra vida, como lo podían ser la asistencia al cine o al teatro o a cualquier otra actividad cultural. Repaso  las estanterías de mi biblioteca personal y los alrededor de 2500/3000 libros que la componen  y calculo que al menos un 60/70%  tienen su procedencia de la librería ovetense. Lo que significa que gran parte de mi bagaje cultural ha tenido su origen en libros adquiridos en esa librería.
 En ella, he hecho amigos o he encontrado a otros cuyo contacto creía ya haber perdido; en ella se han vendido  mis libros o he logrado encontrar gracias a la eficacia de su personal otros que eran de difícil localización o tenían procedencia extranjera. En ella, he constatado cómo la confianza que la librería que depositaba en sus clientes era plena como ocurría con el servicio que te permitía llevarte a tu domicilio los libros en examen para saber si te interesaban o no. En ella, en fin, he sentido esa inefable sensación, que sólo pueden entender los que amamos a los libros, de encontrar y acariciar el libro que buscábamos o la que produce el hallazgo inesperado del libro desconocido que descubrimos por azar curioseando por las estanterías.    
    Y qué decir de los profesionales que atendían la librería. Eran, en general, además de eficientes, personas de gran amabilidad y buen trato. No ha habido consulta sobre publicaciones, títulos y pistas  de libros sobre cualquier tema que  no te resolviese José María, una de las personas que he conocido que más saben de libros y del mundo editorial. La relación con los trabajadores se convertía en muchas ocasiones en amistad y uno recuerda, por citar sólo algunos de los últimos años, y aunque sea por ello injusto con otros muchos, a Begoña, uno de los puntales de la casa. O a Cristina y  Lilián, dos grandes profesionales del mundo de los libros, además de personas entrañables y amigas ya para siempre. Porque con ellas se cumple la tradición de que las relaciones de  amistad que se hacen  en torno a los libros son eternas.
       Puede estar seguro el señor Rojo que su librería, en su etapa y a lo largo de toda su historia, cumplió con creces esa labor de institución difusora de cultura, que está muy por encima de su función como mero negocio de venta libros y, por ello, forma ya parte ineludible de la historia cultural de Oviedo. Y que su positivo recuerdo es ya parte de la memoria de varias generaciones de lectores ovetenses y asturianos.

(PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)   

lunes, 31 de julio de 2017

                      INDECENCIA
                                 JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS






El pasado jueves en una reunión de ministros del    Interior de la Unión Europea en Tallin (Estonia) nuestro ministro del ramo, Juan Ignacio Zoido realizó una declaraciones que han levantado una oleada de estupor e indignación  entre las ONG que se dedican a a la ayuda en el Mediterráneo a los inmigrantes que tratan de huir de la miseria y la muerte que los amenaza en Asia y África en muchos casos producidas por las injerencias e intereses de los países que ahora les niegan la entrada y los expulsan del espacio europeo a pesar de las leyes internaciones del derecho de asilo que la Unión Europea tiene reconocidas.
Zoido, ministro de un partido integrado en el Grupo del Partido Popular Europeo, de inspiración “democristiana”, ha declarado sin ninguna clase de rubor, que la actuación de esas ONG que, sin más ayuda que la que les proporciona la sociedad civil, salvan miles de vidas de esos migrantes (en lo que llevamos de año han sido ya más de dos mil los migrantes recatados), no son sino un efecto llamada para esos inmigrantes irregulares y potenciadora de las mafias de traficantes de carne humana. Y que, en consecuencia, deben tomar conciencia de ese “efecto negativo” que está teniendo su labor en el Mediterráneo y que deben aceptar el “código de conducta” que Italia trata de imponerles en su acción humanitaria.
 |Es posible que este señor pueda creerse de verdad que si las ONG dejaran de actuar remitiría el flujo de migrantes! Está claro que todo un ministro del Interior debería saber que la guerra y la miseria  son el verdadero “efecto llamada” que produce ese éxodo que ya tiene caracteres de bíblico y no la ayuda desinteresada y humanitaria  que les proporcionan las ONG, que es siempre además insuficiente y parcial por la falta de apoyo de las instituciones europeas.
 Ayuda que  por razones de ética y humanidad  y derechos humanos que están reconocidos y amparados por numerosos tratados internacionales suscritos por la Unión Europea e incluso, como en el caso de España, en su propia Constitución,  deberían de prestar los propios Gobiernos europeos. El argumento que apunta el ministro, que no es sino el que hemos oído muchas veces a su propio presidente, el señor Rajoy, es el de que la ayuda hay que prestarla en los países de origen emisores de los migrantes. Y el  señor Zoido (me imagino que su conciencia no, porque si no habría que considerarle “idiota”, en el sentido etimológico del término, esto es, sin ideas y lo que es peor, sin sentimientos) se queda tan tranquilo. Porque todos sabemos menos él y tampoco su presidente que ha abundado también en ese argumento, que el monto dedicado por el PP  a la ayuda al desarrollo  está en sus mínimos históricos  y que la mayor parte de ella la dedican a reforzar la frontera sur colocando concertinas y aumentando su vigilancia (que, desde luego, tampoco tienen éxito en su “disuasoria” intención de limitar los flujos migratorios). Quizás, el señor Zoido, flamante ministro del Interior, podría hacer en cambio algo más positivo que sus desgraciadas declaraciones para atajar una de las principales  causas del éxodo en los países de origen procurando que el comercio de armas de España con algunos de los países emisores estuviese más controlado.
   De todas las maneras todos sabemos, que el problema no es de Zoido, sino de la política migratoria del PP que se alinea en este aspecto más con los  Gobiernos de los países de la Unión  más xenófobos como Polonia y Hungría que con los que lo son – o  al menos lo parecen- menos como es el de la señora Merkel, sin entrar en el análisis  las razones de fondo que tiene para ello.       
      ( Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)

martes, 11 de julio de 2017

Una historia ideaalista de los Derechos humanos

    UNA HISTORIA IDEALISTA DE LOS DERECHOS HUMANOS

                                                      JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS







 En este libro, “La invención de los Derechos Humanos” (Tusquets Editores, 2009), la historiadora y profesora  norteamericana, especialista en la historia de la Revolución francesa, Lynn Hunt  pretende, infructuosamente a mi entender, explicar la génesis de los derechos humanos y, en coherencia con esa explicación, trazar su historia hasta hoy.
Las menciones a los “derechos humanos” o  “derechos del hombre” comienzan a ser frecuentes en la segunda mitad del siglo XVIII en los medios intelectuales ilustrados, aunque  sin especificar en principio los derechos concretos a los que aluden. Va a ser en las primeras declaraciones de los derechos humanos que se proclaman en el siglo ilustrado cuando aparezcan expresamente mencionados cuáles son esos derechos: la Declaración de Derechos de Virginia (1776), la Declaración de Independencia de Estados Unidos (1776) y la Declaración francesa de los Derechos del Hombre y el  Ciudadano (1789).
 En todas esas menciones y en las tres Declaraciones, los derechos humanos se consideran como naturales (inherentes a todos los hombres), iguales (los mismos para todos) y universales (validos en todas las partes). Como también se  entienden esos derechos como “evidentes”, esto es, que no necesitan explicación (“Sostenemos como evidentes estas  verdades…”, escribió Jeffeson en la Declaración norteamericana).
  En esa “evidencia” está, según Lynn Hunt, la clave del origen de los derechos humanos. Con raíces en los siglos anteriores, cristaliza ahora en la segunda mitad del siglo XVIII,  una nueva mentalidad .y sensibilidad. Éstas se basan, por una parte, en  un creciente reconocimiento de la autonomía personal  que implica tanto un avance de la individualización, como una nueva actitud ante el cuerpo. Y, por otra, en un sentimiento de empatía que presupone la convicción de que los demás piensan y sienten como nosotros. Así, pues, las prácticas culturales que se derivaron de esa nueva mentalidad terminaron finalmente convirtiéndose en  “evidentes” y reconociéndose  como derechos del hombre o derechos humanos, cuya salvaguarda alcanzó su dimensión política cuando aparecieron  en las Declaraciones de derechos.
Tal y como lo plantea la historiadora norteamericana la genealogía de los derechos humanos no es sino exclusivamente -o prioritariamente- un cambio de mentalidad, un cambio en las mentes individuales. Pero- según mi entender- esa explicación supone un salto en el vacío, pues el origen de ese cambio lo deja en la oscuridad. Aunque sí concede una gran importancia a la difusión de esa nueva clase de mentalidad y de las prácticas culturales inherentes a ella. Sobre todo, a través de la lectura de las crónicas de torturas y de las novelas epistolares que desarrollan en los lectores  los sentimientos  de empatía o de la integridad del cuerpo que a su vez se van a transformar en los nuevos conceptos políticos y sociales de los derechos humanos. Estamos, pues, en el polo opuesto  de la crítica marxiana de los derechos humanos como ideología de la burguesía. Esto es, ante un reduccionismo  psicologista  de clara  inspiración idealista.
    La autora  debe hacer verdaderos equilibrios para que su explicación de la evolución histórica de los derechos humanos  sea coherente con la interpretación que da  de su origen. Así las explicaciones que nos propone  para resolver la contradicción entre su creciente violación desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, y el indudable y simultáneo aumento de la mentalidad pro derechos humanos, son confusas y poco convincentes.  
 Sin embargo, desde una interpretación no idealista de la génesis de los  derechos humanos, ésa y otras no serían sino falsas contradicciones. Y, desde luego, podríamos prop(PBoner medidas más adecuadas para conseguir avanzar en su cumplimiento.   

(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE “LA NUEVA ESPAÑA” DE  OVIEDO

miércoles, 28 de junio de 2017



HISTORIA Y MEMORIA DE LA REPRESION               FRANQUSTA DE LOS  COMUNISTAS

                                                JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS






         








 Una de las características que ha  definido  la historia escrita por el profesor universitario e historiador asturiano Francisco Erice ha sido, sin duda, su impecable fundamentación teórica. Y, cómo no, ese rasgo también está presente en el planteamiento  de este su último libro: Militancia clandestina y represión. La dictadura franquista contra la subversión comunista (1956-1963).
  Erice desarrolló en 2009 en un excelente libro que desgraciadamente no ha tenido gran difusión por circunstancias editoriales, Guerras de la memoria y fantasmas del pasado. Usos y abusos de la memoria colectiva, una sólida y aceptable teoría sobre el correcto uso  público de la memoria histórica en la lucha ideológica, basada en el principio  de que el uso social de aquélla sólo era pertinente sí tiene un sólido fundamento histórico. .
 Este libro sobre la represión franquista de la militancia comunista responde en cierta medida a ese planteamiento teórico: es un reconocimiento de su sacrificio por las duras condiciones de represión que tuvieron que sufrir aquellos militantes comunistas  por su lucha  para intentar  traer  la democracia  y el socialismo a nuestro país. Pero, además y para ello,  el contenido del libro es sobre todo una descripción y un riguroso análisis histórico de los contextos y las formas  de esa política represora.
 Esto es: el contexto de la política interior e internacional del franquismo en la etapa tratada basado en el intento de apertura a Europa que le obligó a guardar las formas en sus prácticas represoras. Pero también el del cambio  de planteamiento del PCE con su giro hacia la Política de Reconciliación Nacional y su objetivo de convertirse en un partido de masas.  Contextos desde los cuales  el historiador asturiano analiza y explica las múltiples formas, contables y no contables, de la represión franquista y de la sociología de sus  víctimas. Entre las que, por cierto, ocupan el primer lugar los comunistas asturianos cuyos testimonios aparecen frecuentemente mencionados en sus páginas. Pero también esa descripción y análisis  abarca el  de  la influencia que aquella represión tuvo en la organización del partido y en su discurso ideológico y actitudes. Y establece finalmente el balance de su eficacia y su auténtico significado. Todo ello documentado con cientos de menciones, de testimonios y casos concretos de víctimas  que cumplen además  bien con ese otro objetivo del libro que es el de recordarlas y  rendir a sus víctimas  un bien merecido homenaje.
      El núcleo del libro es, pues, un minucioso y documentado repaso de las múltiples formas de represión franquista contra los militantes comunistas. Desde la caída y las detenciones que incluye las formas en que la Brigada Político- Social y la Guardia Civil actuaban, hasta un excelente análisis de la cárceles como centros de represión, pero también como espacios de resistencia y lucha, pasando por el de los interrogatorios, torturas y malos tratos, la actuación de los jueces militares  franquistas ante la represión y de los procesos como rituales de poder que expresaban simbólicamente la omnipotencia de la dictadura e, incluso, de  las  formas no cuantificables de represión 
   Quizás algunos  de mis  (improbables)  lectores se pregunten   por qué ha limitado el autor su análisis de la represión franquista  exclusivamente a los militantes comunistas, lo que  podría (mal) entenderse como  un indicio de sectarismo  y por qué además lo ha limitado a ese periodo tan concreto de 1956 a 1963 que podría hacer sospechar la aplicación de un criterio estrictamente  documental. Sin embargo, la justificación  que realiza  Erice de ese doble aspecto me parece coherente.
  Me explico. Tras la etapa de los años de plomo, esto es, de  los años de posguerra en que  la represión fue de gran intensidad y dureza y abarcó a todos los participantes en el bando republicano, de una u otra ideología, la situación represiva a partir de 1956 cambió.  Poe una parte, el  reconocimiento  de las potencias occidentales de la dictadura española como bastión de Occidente frente al comunismo que conllevó su integración en los organismos internacionales forzó, en cierta medida, a otras prácticas represivas. Y por otra, con la desestalinización y la aplicación del giro táctico del PCE hacia el objetivo de la reconciliación nacional y la lucha por alcanzar pacíficamente la democracia en su camino hacia el socialismo, el Partido (así se le denominaba) se convirtió en hegemónico en la lucha contra el Franquismo y, en consecuencia, fue el objetivo principal de la represión franquista.  En 1963, con la creación del Tribunal de Orden Público y el final de las competencias de la  Jurisdicción militar de los “delitos” políticos y  otros cambios en la composición y actuación de la oposición antifranquista, se iniciaba otra etapa distinta de la represión. 
  La conclusión de ese doble análisis  de las formas y dimensiones de la represión, por una parte, y de su impacto sobre los propios represaliados, por otra, es la dimensión ambivalente de la  represión en esta etapa. Esto es: una represión calculada, ajustada y limitada por las nuevas condiciones del intento de “normalización” del régimen en el contexto internacional. El aparato represivo no pudo permitirse seguir con las formas de dureza, crueldad y saña  de la etapa anterior. Aunque aún y así, esa represión calculada tuvo, sin duda,  efectos disuasorios sobre los opositores comunistas. Pero a la vez y en cierta medida  fue  también no sólo  un factor movilizador e incentivo de la solidaridad entre los opositores, sino además obligó a la dictadura en ciertos casos a cambiar la legislación represiva. Todo lo cual echa por tierra la visión simplista e interesada difundida por ciertos historiadores conservadores de que sólo hubo un franquismo duro, el de los años de plomo de la posguerra.     
   En fin, un libro excelente que debe ocupar un lugar destacado en esa nutrida historiografía sobre la represión franquista que ha venido apareciendo en los últimos años.
( PUBLICADO  EN EL SUPLEMENTO   CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO