sábado, 25 de junio de 2016

CLÁSICOS ASTURIANOS  DEL PENSAMIENTO POLÍTICO
                                                                     Julio Antonio Vaquero Iglesias
           


Con la publicación de su número 15 se pone fin a la colección Clásicos Asturianos del Pensamiento Político editada por la Junta General del Principado de Asturias(1). Este último número recoge una selección de los discursos parlamentarios del Conde de Toreno e incluye un amplio y documentado Estudio Preliminar. Su preparación y el estudio introductorio han corrido a cargo del catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo,  Joaquín Varela Suanzes,. La colección inició su andadura ya hace unos  diez años con el objeto de llevar a cabo una recuperación institucional de los mejores pensadores políticos que ha dado Asturias, más allá de cualquier patrimonialización ideológica, como apuntó en la presentación inicial de la colección, la entonces la Presidenta de la Junta, Laura González Álvarez.
La colección la componen  15 volúmenes que recogen los escritos políticos  de 12 pensadores políticos asturianos: Jovellanos, Martínez Marina ( dos tomos), Campillo, Campomanes ( dos tomos, uno de ellos con inéditos políticos), Flórez Estrada, Agustín Argüelles ( dos tomos), Adolfo Posada, Posada Herrera, Vázquez de Mella, Indalecio Prieto, Melquíades Álvarez y el Conde de Toreno. Todos ellos incluyen un estudio preliminar en el que se analiza la biografía política de cada pensador y el contenido de la obra.
 Los encargados de cada edición, y a la vez autores de los estudios preliminares, han sido elegidos entre los profesores universitarios considerados como los  más destacados especialistas y conocedores de la obra  de cada uno de pensadores políticos seleccionados. Citados en el mismo orden en que se han mencionado más arriba las obras, son: José Miguel Caso; Joaquín Varela Suanzes y José Antonio Escudero; Mª Dolores Mateo;  Santos M. Coronas doble editor y autor de estudio preliminar de las dos obras sobre Campomanes; Manuel Jesús González; Francisco Tomás y Valiente; Francisco Rubio Llorente; José Antonio Escudero; Francisco Sosa Wagner: Julio Aróstegui: Miguel Artola Ricardo Miralles; José Antonio Girón; y  de la obra que cierra la colección sobre Toreno, de nuevo, Joaquín Varela Suances.
                        El Consejo de Dirección de la Colección estuvo compuesto inicialmente
por José Miguel Caso González, Francisco Tuero Bertrand, Joaquín Varela Suanzes, José Luis Pérez de Castro y Alberto Arce Janáriz. Los dos primeros, como es sabido, ya  fallecidos. Asimismo ya no está entre nosotros. víctima del terrorismo, Tomás y Valiente, editor e introductor de uno de los volúmenes dedicado a Agustín Argüelles.
                        En el Aula Parlamentaria se presentaron, con toda solemnidad académica, 6 de los volúmenes de la Colección  con participación de cada uno de los autores respectivos y la intervención, en cada una de esas sesiones, de una personalidad de la política o de la cultura españolas como los Presidentes de las Cortes y en la presentación de este último, Carmen Iglesias, Directora del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, historiadora, académica de la Academia de la Historia y de la Academia Española  y catedrática de Historia de la Universidades Complutense y  Rey Juan Carlos de Madrid.  
“Clásicos asturianos del pensamiento político”, no “clásicos del pensamiento político asturiano” , como agudamente distinguió Francisco Tomás y Valiente en la presentación del que corrió a su cargo sobre Argüelles, se ha titulado justamente la colección. No se ha tratado tanto de recuperar aquellos  que han pensado políticamente Asturias como los que han pensado políticamente España, desde Asturias o desde su origen asturiano.
“Clásicos”, porque forman parte ya de ese acervo de escritores políticos españoles imprescindible para conocer la historia del pensamiento político español. Pero también para conocer su praxis, porque, denominador común del pensamiento de todos estos escritores políticos asturianos, ha sido desarrollar un pensamiento no tanto abstracto y teórico como práctico, dedicado a plantear problemas concretos y darles soluciones y, en mayor o menor medida, tratando de aplicarlas en la realidad en su ejercicio como políticos o altos magistrados del Estado.                                                                        
             Tomados en su conjunto, la trayectoria ideológica que sugieren estos textos de los pensadores políticos asturianos seleccionados es la de una evolución progresiva coherente. Desde el pensamiento  ilustrado, con  figuras de la primera oleada ilustrada española como el ministro Campillo o punteras de la etapa de plenitud en el reinado de Carlos III  como Campomanes y Jovellanos, hasta el socialismo democrático de Indalecio Prieto pasando por el liberalismo de Flórez Estrada, Martínez Marina, Argüelles, Toreno, Posada Herrera y el republicanismo democrático reformista representado por Melquíades Álvarez y Adolfo Posada y la muestra  también del pensamiento político de la reacción representada por el tradicionalismo de Vázquez de  Mella. Y dentro del liberalismo, tras el giro ideológico de Argüelles y Toreno, una vez consumada la frustrada experiencia de Cádiz, el predomino del liberalismo moderado frente al liberalismo radical de Flórez Estrada. Este último podría ser considerado como el extremo del cabo cuya otra punta terminaría en el socialismo liberal de Indalecio Prieto y del que formaría parte, sin duda, como uno de sus nudos intermedios, el republicanismo reformista y democrático de Melquíades Álvarez  y de Adolfo Posada.
          Sin duda, la idea de editar esta colección es encomiable como la selección de sus componentes ha sido acertada y el balance global puede considerarse excelente. Y, desde el humilde criterio del que esto escribe, sería deseable y aconsejable su continuidad en una segunda etapa. No sólo  se podría completar así con los escritos políticos de otros pensadores políticos asturianos pertenecientes a esas mismas corrientes y de los que suponen variaciones y matices dentro de ellas que se dieron también a nivel nacional, como, por ejemplo, Pérez-Villamil como paradigma del pensamiento político involucionista hacía el que tendió a partir de la guerra de Independencia cierto sector de los ilustrados españoles o Alejando Pidal y Mon como ilustración de la adaptación de cierto sector del catolicismo tradicional al sistema político liberal de la Restauración. Sino, además, incluir algunos de los destacados representantes asturianos de otras tendencias del pensamiento político que permitieran presentar un cuadro algo más complejo como podrían ser, entre otros y por citar alguno a modo de ilustración, del absolutismo, el cardenal Inguanzo y del anarcosindicalismo, Eleuterio Quintanilla. Como también alguno de los más significativos pensadores del regionalismo asturiano.
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LAS LIMITACIONES DEL PENSAMIENTO LIBERAL ESPAÑOL
                                                                    J. A. V. I. 
                    Como bien apunta el profesor Varela Suanzes en su estudio preliminar  a los Discursos Parlamentarios del Conde de Toreno, los discursos del prócer asturiano expresan bien claramente las limitaciones de liberalismo español. Una vez  superada su etapa revolucionaria de Cádiz, la mayor parte de nuestros liberales, más entre los moderados que  entre los progresistas, pasaron del liberalismo revolucionario a la contención y el conservadurismo, respondiendo así a los intereses, miedos y expectativas de las capas sociales que representaban. Evolución que se cumplió, incluso, en el caso de algunos - como ocurrió en los de Toreno y Argüelles- a lo largo de su propia  vida política.
En el caso de Toreno, esa  evolución política, cuya inflexión comienza con el Trienio, lleva al político asturiano a recalar finalmente en las filas del moderantismo isabelino y asumir su ideario como puede apreciarse en sus intervenciones en las Cortes del Trienio y después en las desarrolladas durante la vigencia del Estatuto Real y de la Constitución de 1837. Ninguna mejor para demostrarlo en este caso que sus intervenciones  sobre la ley electoral en el Parlamento del Estatuto Real que recoge Varela entre sus discursos parlamentarios y  en las que ataca al sufragio universal y niega el voto a “las capacidades” ( profesiones liberales y funcionarios). Expresa con ello el miedo  de los sectores sociales que representa el moderantismo tanto al pueblo urbano como al campesinado como sujetos potenciales de la revolución democrática ( las referencias a los excesos de la Convención francesa son frecuentes) y de la contrarrevolución absolutista dada la fuerza pujante que el carlismo tenía en España.
            “ (...) El sufragio universal- dice Toreno en su discurso de 1836 sobre la Ley Electoral- lejos de pertenecer a los principios más liberales y francos, quizá pertenece a los contrarios: el comerciante, el fabricante, etc., que tiene a sus dependientes; el propietario que tiene sus colonos y arrendadores, deben y pueden contar con el voto de ellos: y así, por este medio, que se considera tan democrático, se erige para las elecciones una verdadera aristocracia,  poniéndola en manos de los más pudientes del Estado. No así cuando se llama a las clases acomodadas, que naturalmente son las más independientes (...)”
        

DEMÓCRATA RADICAL

                                                                         J.A.V.I
En esos términos, que implican una connotación peyorativa para quien los dijo al clasificar al socialista asturiano como representante del pensamiento político pequeñoburgués, definió el dirigente comunista italiano, Palmiro Togliati a Indalecio Prieto. Sin duda, como dice Ricardo Miralles, en su estudio introductorio de los Textos Escogidos del socialista ovetense, esa definición hubiese sido un elogio para él. Menos doctrinario que pragmático- esto es: en la misma línea que hemos visto mantuvieron los otros pensadores políticos ilustrados y liberales asturianos-; más liberal que socialista y menos o nada-como le acusaba Largo Caballero- socialista marxista, Prieto se autodefinió como “socialista a fuer de liberal”. Concibió la acción política como instrumento para la transformación social, pero no revolucionaria sino reformista y sus  fuentes ideológicas de  pensamiento político fueron el liberalismo, la democracia, el socialismo y el regeneracionismo.
 “Yo he de decir- expuso en ese sentido en 1921 en su famosa conferencia de la asociación “El Sitio” de Bilbao- que soy socialista a fuer de liberal. Es decir, que yo no soy socialista más que por entender que el socialismo es la eficacia misma del liberalismo en su grado máximo y el sostén más eficaz que la libertad puede tener. Soy socialista, fundamentalmente, porque entiendo que sin la plenitud de la libertad económica es imposible que en la vida real se de la plenitud de la liberta política, y porque entiendo que por encima de aquellas objeciones, un tanto superficiales, que se hacen al régimen de reglamentación antiliberal y que será convertir  a la sociedad en un inmenso cuartel, sometidos todos los humanos a disciplinas verdaderamente arbitrarias, entiendo que, lejos de eso, el socialismo es la perfectibilidad liberal, que la libertad no puede ser posible de una manera plena sin que la consagración de la libertad política esté sustentada sobre la total libertad  económica de los habitantes del mundo (....)”
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            (1) Agradezco a doña Josefina Velasco, jefa del servicio de Biblioteca, Documentación y Archivo de la Junta General del Principado de Asturias, todas las atenciones y facilidades que me ha prestado para poder realizar esta reseña.

 ( PUBLICADO EN LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

                                                                                         
EUROPA ANTE LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS
                                               Julio  Antonio Vaquero Iglesias






Como cada año este 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado y, sin duda, esta vez esa conmemoración tiene una connotación especial tras todo lo ocurrido en el año anterior con el intento masivo, de cientos de miles de refugiados,  que intentaron entrar en la Unión Europea a través de las islas griegas, en un viaje que significaba arrostrar graves peligros e innumerables sufrimientos. Huian la mayoría de la guerra sin cuartel, con bombardeos y asedios causantes de  numerosas víctimas civiles, que se está desarrollando en Siria. Y otros de  las consecuencias de los conflictos que están padeciendo en algunos países de la zona  como Irak, Afganistán y Pakistán.
La grave situación creada en la Unión Europea por ese incesante, voluminoso e imparable flujo migratorio, en el que se mezclan y se confunden los refugiados con los migrantes económicos, se ha convertido  en uno de sus más graves problemas hasta tal punto  que está poniendo en peligro no sólo el mantenimiento de algunos de sus pilares básicos fundacionales  como el derecho de asilo o la libre circulación de las personas por el espacio europeo ( Tratado de Schengen), sino también los derechos básicos de las personas migrantes, además de estar abriendo una profunda e inquietante  brecha entre los estados  del Oeste y del Este de la UE, la aparición de graves e importantes movimientos xenófobos en numerosos de sus países miembros y creando, en fin, el caldo de cultivo propicio para la expansión de los partidos ultraderechistas.
         Ante esa crisis migratoria en este pasado año hemos visto cómo el sistema de asilo político de la UE (desarrollado en la Convención de Dublín), que no establecía límites en el número de asilados políticos que podían ser reconocidos y determinaba que era el país de entrada el que debía registrarlos y asentarlos, saltaba por los aires ante la avalancha de los cientos de miles que presionaban sobre sus fronteras para conseguir ese estatuto: 779.000 solicitudes de asilo en los  en los primeros 9 meses de 2015. Llegaban desde Turquía a las islas griegas para, a través de los Balcanes, tratar de dirigirse  a los países de la UE que les ofrecían las mejores condiciones de asilo como era el caso de Alemania.
         Fue un  éxodo de caracteres bíblicos que recordaba los grandes y trágicos movimientos de población que padeció Europa tras las Segunda Guerra Mundial. Además de los muertos en la travesía por mar hacia  Grecia que ya se cuentan por miles, las condiciones del viaje de esa legión de migrantes, compuesta en gran parte de niños y mujeres, de frontera en frontera, de campo en campo, de muro en muro, explotados por las mafias de traficantes de carne humana y escarnecidos por policías y paisanos xenófobos como si de alimañas se tratara, golpearon cada día nuestras conciencias poniendo en marcha iniciativas loables de la sociedad civil que veía y leía cada día aquel horror en la televisión y en la prensa y asistía atónita a la lentitud, pasividad y división de las autoridades de la UE ante aquel dramático espectáculo.
El impacto sobre la opinión pública del cadáver del niño Aylan en una playa griega produjo, es cierto, una ola de solidaridad en toda Europa con los refugiados, pero  pronto en algunos de los países del Oeste de la UE, ciertos partidos políticos (y no todos necesariamente de ultraderecha) y sectores importantes de las poblaciones amedrentadas por los “posibles” efectos negativos de la crisis migratoria para su modo de vida, comenzaron a oponerse y pedir a sus políticos que pusieran limites a ese éxodo ingente. Pero, fue, sobre todo, en los países del Este (Hungría, República Checa, Eslovaquia y Rumania), por razones de identidad nacional, pero también étnicas y religiosas, donde esa actitud contraria al éxodo migratorio tomó verdadero cuerpo político, oponiéndose sus Gobiernos a la política de “puertas abiertas” para los refugiados que Ángela Merkel, con el  apoyo de la Comisión Junckers y saltándose las normas vigentes del derecho de asilo político de la UE, había tratado de poner en  práctica.      
        Pero la política de Merkel nunca buscó una verdadera solución integral, a nivel de conjunto de la UE, de la crisis de los refugiados, una solución que tratase de conseguir el cambio del sistema de asilo político vigente, el establecimiento de cuotas de refugiados permanentes y proporcionales a la población de cada estado para que todos se sumaran a una recepción equitativa de los refugiados. Ni se planteó la implementación de programas para su integración, ni de medidas para la salvaguarda de sus derechos humanos.
         Ante esa doble oposición, esa política inmigratoria de corto vuelo de la líder alemana (cuyo mayor éxito fue imponer a los estados miembros la aceptación del asentamiento de 120.000 refugiados por el sistema de cuotas), dio marcha atrás  y se plegó,  en cierta medida, a las pretensiones de los Gobiernos del Este que sólo proponían y aceptaban medidas restrictivas como restablecer las fronteras internas, reforzar las exteriores y “comprar” el asentamiento de los refugiados en países próximos a la frontera europea para que hagan de tapón y contengan el flujo de  los migrantes asentándolos en campos de  refugiados , sin conseguir verdaderas garantías para que no se vulneren sus derechos. Ese es el sentido del vergonzoso acuerdo con Turquía para el asentamiento de ese flujo de refugiados. Un vergonzoso tapón que, además, no  logra siquiera cerrar del todo el grifo del flujo migratorio. Porque una parte de esos migrantes se une a los que, procedentes del África subsahariana, pretenden entrar en la Europa comunitaria a través de Libia.        
         Ante esa situación,  el Día Mundial del Refugiado de este año debería de tratar no sólo hacer conscientes a los ciudadanos  europeos de esa trágica situación, pedir que se sumen y apoyen a las asociaciones de la sociedad civil que palían o buscan soluciones justas a la crisis de los refugiados, sino también que denuncien por todos los medios a su alcance la falta de una verdadera política integral de las instituciones europeas para la solución de esa crisis  desde los valores fundacionales de la UE y las normas  del derecho internacional humanitario.   
  ( Articulo publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)  

viernes, 17 de junio de 2016


LA MARCHA DE LA DIGNIDAD


                                                    JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




He nacido en la cuenca minera de Villablino, en mi familia ha habido mineros, la pequeña tienda de mis padres tenía como principales clientes a las familias  mineras y mis compañeros y más queridos amigos de la infancia y escuela han sido hijos de mineros. Y en mi memoria  siempre estará presente la dureza de su vida y la dignidad con que la han afrontado. Del mismo modo que en mi experiencia de vida siempre estarán grabadas  con imágenes indelebles cómo muchos de ellos tuvieron que marcharse a la emigración tras el Plan de Estabilización de 1959, dejando muchos de ellos, con lágrimas  en los ojos, a sus hijos en manos de su familia o allegados, cómo se echaron a la calle sus mujeres en la huelga del 62 en la lucha para conseguir mejores condiciones de vida y a la vez luchar contra la dictadura. Y  siempre recordaré aquellos paternalistas festejos de Santa Bárbara en que la empresa de la zona siempre parca en salarios y escasa en medidas de seguridad, cumplimentaba a sus trabajadores con un triste y humilde refrigerio, en los soportales de la iglesia parroquial.

En aquel valle leonés- como en tantos otros de las cuencas  de Asturias, de  Palencia, de Aragón, de Andalucía- vivía y sigue viviendo del trabajo de los mineros la mayoría de  los que allí nacimos y no fuimos a la mina, pero que hemos  logrado subsistir y salir adelante gracias al trabajo de aquellos hombres y mujeres fuertes y honrados, siempre en peligro de no volver con vida de su trabajo diario. Nunca he respirado después en mi vida, como lo hice entre ellos  en mi infancia y adolescencia, la atmósfera  de solidaridad humana que inhalé allí entre aquellos trabajadores, duros, callados y nobles a carta cabal. Y siempre he considerado  como uno de los aspectos más valiosos y educativos de mi vida  haber tenido el privilegio tanto de haber nacido y vivido entre ellos como el de haber contado con su amistad.

     Ahora el Partido Popular incumpliendo lo pactado y firmado con la patronal y los sindicatos  mineros  y por el ahorro de  unos  pocos cientos de millones de euros  quiere cerrar definitiva y bruscamente las minas ( a qué conduce, si no, la supresión del 60 % de las subvenciones pactadas) llevando al paro no sólo a los  trabajadores mineros, sino también a la ruina a todos  los otros habitantes de esas comarcas y su  desertización, mientras socializa las pérdidas de la banca, la más directa responsable de la crisis, con miles de millones de euros  Y lo hace sin dar tiempo siquiera  a sustituir la actividad minera por otro tejido industrial u otra actividad económica que palie la amenaza de paro y la ruina que se cierne sobre ellas de insistir en esa antisocial política. O, alternativamente, plantear la viabilidad  de un sector estratégico del carbón – como han hecho otros países europeos- tratando de avanzar, incluso,  en el apoyo a las tecnologías  que puedan conducir a la reducción sustancial de la contaminación derivada del consumo del carbón.

             No es en este caso otra mentira e incumplimiento más del programa del partido conservador que constatamos día tras día, sino lo que es peor: la ruptura de un  pacto previo firmado sin que aquí  puedan utilizar la excusa habitual para justificar toda su política de recortes, porque en este caso la supresión de las subvenciones  no está condicionada por ninguna clase de imposición comunitaria. Todo ello nos hace pensar que han sido más bien  razones ideológicas que económicas las que están en la base de esa política del PP como lo demuestran su negativa a una verdadera negociación y la campaña de criminalización que han lanzado  contra los trabajadores por sus protestas. Desde luego, en las antípodas de esa actitud política está cualquier clase de consideración social hacia esos trabajadores y demás población de  las comarcas en que se insertan. En realidad, como en todos los planes de ajuste que está imponiendo con el rodillo de su mayoría absoluta el partido gobernante, también en éste las consecuencias más negativas (de no dar marcha atrás y sentarse negociar sinceramente con sus representantes)  las pagarán los más débiles: los trabajadores mineros  y las clases medias de las cuencas.

            Los mineros asturianos, leoneses y turolenses avanzan animosos y llenos de esperanza hacia Madrid a presentar sus peticiones, porque saben que están cargados de razón y porque están luchando por su supervivencia y  hasta quizás lleguen a convertirse en la punta de lanza de una generalizada protesta contra las injustas reformas que el Gobierno está cargando sobre las espaldas de los más débiles. Nadie les ha dado nunca nada gratuitamente. Todo lo que han conseguido a lo largo de su historia  lo han hecho con su lucha, con su sudor y su sangre. Que sepan que en esa “marcha de la dignidad” que han emprendido caminamos  a su lado simbólicamente  muchos otros.

       ( Artículo de opinión publicado en La Nueva España, de Oviedo)                                            
EL  ROJO DE LLAMAZARES
                                                 JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS



 Es claro que la crisis económica no es sino la crisis del capitalismo financiero neoliberal y que el desarrollo y hegemonía de éste han llevado, como condición necesaria, al desmantelamiento de la democracia realmente existente, de modo que el resultado final  ha sido una profunda asimetría entre el poder económico  y mediático que lo legitima  y el poder político que no sólo ha perdido su capacidad de regularlo, sino que ha terminado transformándose en un mero poder delegado de aquél. Asimetría  esta que se ha hecho todavía más evidente con la explosión y el desarrollo  de la crisis financiera que ha dejado ver claramente las miserias de la política  frente al poder económico. Así que es posible mantener que, en cierto modo, la crisis tiene también un origen o componente político de primer orden.
Si a esa evidente asimetría que estamos  sufriendo los ciudadanos en estos tiempos en Europa y en nuestro país y es el origen de fondo  de la desafección política galopante que padecemos, le añadimos que la explosión y el imparable avance de la crisis han traído a su vez paradójicamente una profunda crisis orgánica de la izquierda, estamos ante un escenario nuevo que implica la necesidad de una recomposición de la izquierda realmente existente, si se pretende que ésta pueda de alguna manera enfrentarse con éxito al rampante capitalismo neoliberal y tratar de impedir que éste , como pretende,  salga de su propia crisis profundizando todavía aún más en su  desarrollo  a costa de los derechos sociales de la gran mayoría de la población, como estamos viendo que está ocurriendo en nuestro país con las políticas  que  trata de imponer la derecha en el poder.
Estos son los supuestos de los que parte Gaspar Llamazares en  este libro que se inicia  con prólogo de  Baltasar Garzón y  se cierra con una entrevista a su autor  por parte de J. F. Mendi: El libro Rojo de Gaspar Llamazares (1.001 Ediciones). A partir de esos fundamentos y, tras analizar, en clave española,  la dimensión política de la crisis, sus aspectos sociales y la contestación que ha tenido en la calle, sobre todo, la espontánea del movimiento del 15- M , nuestro político argumenta que no sólo es necesario reivindicar la política frente al poder de la economía que ha implantado el desarrollo del capitalismo neoliberal, sino también llevar a cabo otra clase de política a través de otra forma de partido  por parte de la izquierda organizada que está más allá de los planteamientos del PSOE. Es necesaria una política que rebase claramente el politicismo, pero también una nueva de forma de partido que supere  el modelo clásico  dominante hasta ahora en nuestra izquierda organizada, esto es, Izquierda Unida.  Pues el politicismo  la condena-.aunque el autor no lo diga explícitamente- a ser solo un mero apéndice del PSOE. Y una organización estrictamente partidaria, a tener un escaso potencial transformador en esta crítica coyuntura que atravesamos.
 Para Llamazares, es necesario crear un frente unido de todos aquellos que están siendo expoliados por las políticas neoliberales con las que se está tratando de salir de la crisis por la derecha dominante en Europa y en España. Y esto exige crear una organización flexible que trate de recoger las demandas de la calle, de los viejos y nuevos movimientos sociales y de las personas particulares  sin que ello implique que sus miembros  tengan que estar necesariamente ligados orgánicamente al partido, esto es, ser afiliados de carnet.  Y el instrumento decisivo para poder llevar a cabo esta implicación de todos los descontentos con lo que nos están imponiendo debe ser la Red que posee la virtualidad de poder dar voz a todos los ciudadanos y avanzar así hacia una verdadera democracia participativa.
Se trata, pues, de rebasar la forma tradicional de partido, abriéndose a las personas, y de reformular conjuntamente con la ciudadanía progresista una  nueva respuesta  a los problemas que nos pretende imponer la derecha económica, política e institucional. Respuesta que, sin duda, como el autor desarrolla en el texto, debe de ir más allá de meras reformas del sistema capitalista, sino  que tiene que pretende avanzar en el camino de una  sociedad socialista en la que se dé solución a los problemas que nos plantea la sociedad actual  no sólo en el campo de la producción económica y el reparto de los bienes, sino también en los  de la tecnología, la cultura, el derecho y la política.
Tales son los planteamientos que han llevado a Llamazares a crear un nuevo partido, Izquierda Abierta, que coherentemente con el criterio de unidad de la izquierda- la organizada y la de la calle- en que se basa su  idea de de recomposición de la izquierda, se ha integrado en Izquierda Unida, pero con una clara vocación de conexión  con la ciudadanía crítica  y de apertura hacia la calle.    .
 ( Publicado en  el suplemento cultural de La >Nueva España, de Oviedo)

              

viernes, 10 de junio de 2016

            EL TTIP  Y LOS PROGRAMAS ELECTORALES
                                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


El Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones que se está negociando desde 2013  entre la Unión Europea y EE UU (TTIP en sus siglas en inglés) en un ambiente de secretismo y opacidad sería, de aprobarse, un auténtico golpe de estado de las grandes corporaciones multinacionales  contra la soberanía de los Estados y el final de la concepción de la democracia liberal con la que se ha construido la UE y  de lo que se ha llamado el capitalismo renano, un capitalismo de rostro humano, suavizado por medio del Estado del Bienestar. Capitalismo que sería definitivamente sustituido por el norteamericano en su versión más dura e implacable neoliberal, en cuya dirección, por cierto, ya ha dado importantes pasos la UE liderada en los últimos tiempos por los grupos políticos conservadores  y liberales.
    La armonización, más bien diríamos unificación a la baja, de legislaciones que implica la puesta a punto del tratado  supondría, de aprobarse,  una grave agresión a los derechos sociales, medioambientales y laborales de que gozan los consumidores y ciudadanos europeos al eliminarse las trabas y protecciones  que éstos tienen  en la legislación europea para el control de alimentos (transgénicos, hormonas, eliminación de las denominaciones de origen…); medicamentos (más caros y menos seguros…);protección y conservación del medioambiente (vía libre al fracking, anulación de la vigencia de convenios sobre el control del clima y la protección de la naturaleza firmados por la UE, pero no por EEUU …); privatizaciones de los servicios públicos (sanidad, educación, agua, transportes) con imposibilidad de una posible vuelta atrás; eliminación o duras restricciones del salario mínimo y limitaciones de otros derechos laborales como los de sindicación y de huelga ( son numerosos los acuerdos de la OIT sobre esos aspectos no aceptados por la potencia norteamericana)… .
         Por si no fuera bastante todo lo anterior, otra parte del tratado  está dedicado a establecer un mecanismo (IESDS) para la protección de las inversiones de las empresas frente a los Estados a través de un Tribunal de Arbitraje privado. De modo que aquéllas podrían demandar a los Estados si se lesionan sus  probables beneficios, pero no a la inversa, limitando con ello la  soberanía de los Parlamentos nacionales, pero también en el caso de España, por ejemplo, la de los autonómicos y de los Ayuntamientos que no podrían legislar a favor del interés general de sus ciudadanos si éste choca con los de las empresas. Lo que es, sin duda, la expresión más evidente de que este tratado supone  una vuelta de tuerca más para la extensión del modelo capitalista neoliberal y de un recorte sustancial  de la soberanía parlamentaria.
         Es cierto que la filtración de las secretas  negociaciones  entre la Comisión europea y el  Ministerio de Comercio estadounidense realizada en mayo por la organización holandesa de  Greenpeace ha forzado a dar marcha atrás a la negociadores de la Comisión y proponer reformas de ese antidemocrático Tribunal, pero sin que, dada la opacidad con que funciona, realmente sepamos sus verdaderas implicaciones.
         Desde el punto de vista geoestratégico, es plausible pensar que  el TTIP, de aprobarse, no haría sino exacerbar las tensiones comerciales y no comerciales entre el mundo occidental y los países emergentes.
          No estamos, pues, ante un mero tratado comercial internacional, sino también ante un posible conjunto de medidas sociales, económicas, medioambientales y políticas que pueden suponer un profundo  cambio en sentido negativo para las condiciones de vida de los 800 millones de personas que engloban los estados afectados. De ahí que el TTIP sea una cuestión que debe de estar presente en nuestras próximas elecciones legislativas para que los ciudadanos conozcamos  las posturas que los diferentes partidos políticos mantienen ante el mismo.
         En el Parlamento europeo han predominado las posiciones favorables al TTIP, incluida la del grupo Socialista y Demócrata, del que forma parte el PSOE, grupo que ha mantenido una actitud ambigua con aceptación del tratado, pero con reformas de parte de su contenido (sobre todo, después de las mencionadas filtraciones de mayo por Greenpeace). Sólo el grupo parlamentario de Izquierda Unitaria Europea y los Verdes han estado decididamente en contra.
         En España, la lectura de los programas de los principales partidos para las próximas elecciones nos proporciona una situación similar. No existen menciones al TTIP entre las medidas programáticas por parte del PP ni parece que vaya a haberlas entre las de Ciudadanos, silencio a voces que nos habla de su aceptación. Solo en el de Unidos Podemos se recoge una denuncia amplia y radical  contra del mismo. Tampoco aparece ninguna referencia expresa al respecto en el programa del PSOE, aunque haya habido por su parte declaraciones en otros foros de su aceptación con limitaciones.
         Sin duda, dado lo que nos jugamos, los españoles deberíamos tener presentes tales posiciones ante el TTIP a la hora de depositar el 26-J nuestro voto en las urnas.  

          ( ARTÍCULO PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

el feminismo asturiano en la Transición

EL FEMINISMO ASTURIANO  EN EL TARDOFRANQUISMO Y LA TRANSICIÓN

                                            JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS



La historia de las mujeres y del feminismo en Asturias es una historia sectorial que está todavía en un estado embrionario de desarrollo. Pero como puede constatarse por este  libro de la historiadora y feminista Carmen Suárez Suárez (Ciudadanía (des)igualitaria. El feminismo asturiano entre el Franquismo y la Transición con prólogo de Amelia Valcárcel  Bernaldo de Quirós) comenzamos  ya a conocer en profundidad  alguna de sus etapas fundamentales. El germen de este libro es precisamente otra obra anterior de la autora, Feministas asturianas en la Transición (2003). Y el origen de ambos son sus tesis de Licenciatura y de Doctorado respectivamente.
   Si en aquel primer libro sobre la Asociación Feminista Asturiana (AFA) se analizaba el origen, programas y prácticas de la que fue la primera asociación unitaria de las feministas asturianas creada al inicio de la Transición  (1976), en este segundo se realiza un sólido y riguroso examen  de movimiento anterior de las feministas asturianas durante la crisis del Franquismo y se amplía el análisis del de la etapa correspondiente al  desarrollo de la  Transición en Asturias (1975- 1982) que ya había esbozado la autora  en su anterior estudio sobre la AFA. El objetivo  es obtener una visión de conjunto de la contribución del feminismo a la historia de Asturias en esos dos períodos críticos de la historia contemporánea española.   
        ¿Existió una verdadera cultura políticamente feminista en el movimiento de las mujeres asturianas o en su lucha contra el franquismo y en la Transición, o  sólo fueron una fuerza más, subordinada  a  los partidos y fuerzas políticas sociales de izquierda impregnados por los valores patriarcales? La respuesta por parte de nuestra historiadora feminista  es clara. Las feministas asturianas tanto en su lucha contra el Franquismo como en su actuación en la Transición desarrollaron una auténtica cultura   (como concepción y como práctica) política  feminista en la línea de la tradición del pensamiento feminista  de tres siglos de historia. Lo que implicaba, en definitiva, una apuesta por una democracia verdaderamente igualitaria en la que la dominación patriarcal fuese realmente eliminada. 
La verificación de esa conclusión la obtiene la autora no sólo   con    el análisis por extenso de la evolución organizativa del movimiento feminista asturiano: sus prácticas en el mundo del trabajo, en el vecinal y en la educación, sus  programas y demandas concretas para conseguir la igualdad real con los hombres, sino, también y sobre todo ( le dedica casi  la mitad del contenido del libro), con el estudio del desarrollo de la construcción de esa  cultura política feminista a través del análisis de la militancia de las mujeres asturianas, de sus s lecturas y discurso político, de  sus  procesos de conciencia individuales y colectivos, de sus prácticas políticas, del control social ejercido por los hombres y de su  actitud de vanguardia en los partidos de izquierda frente la hegemonía de los varones.
Pero también con la reconstrucción de los testimonios de cuál era su concepción del feminismo y cómo vivieron su práctica feminista algunas de las principales protagonistas del movimiento  En la etapa de la crisis del franquismo se recogen los de Anita Sirgo Suárez, Aida Fuentes Concheso, Purificación  Tomás Vega, desde la militancia comunista, el compromiso cristiano y feminista y el socialismo, respectivamente. Y  en la  de la Transición, los de  Oliva Blanco Corujo, Paloma Uría Ríos y Amelia Valcárcel Bernaldo de Quirós   
 Otra aportación de gran interés de este libro es, sin duda, el desarrollo del estado de la cuestión sobre la historia de las mujeres y del feminismo. Sin duda, esa historiografía surgió como respuesta a los retos planteados por el feminismo en los años sesenta y setenta del siglo XX. En España, comenzó  a desarrollarse con un decenio de retraso con respecto a la de los grandes países europeos. Pero hoy ya cuenta con un destacado grupo de historiadoras (sobre todo) , que la practican y un notable bagaje de investigaciones, como nos muestra Carmen Suárez a través de un  detallado  análisis bibliográfico de la historia de las mujeres producida en España, aunque su balance sea todavía muy desigual según las diferentes Comunidades Autónomas.
En el caso de Asturias, donde, como hemos visto, el movimiento feminista tuvo cierta entidad, existen algunos importantes grupos dedicados a la producción, edición y difusión de la historia y la cultura feminista. Como, por ejemplo, el Grupo Deméter, maternidad género y familia, y Deméter. Asociación asturiana de Historia de las Mujeres vinculados con la Universidad de Oviedo y en cuyo marco se ha realizado este libro. Pero, sin duda, la labor que queda por realizar  en este campo es todavía inmensa.

      ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTRUAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO) 

sábado, 4 de junio de 2016

Los obreros gijoneses frente Franco

          LOS OBREROS GIJONESES CONTRA FRANCO Y FRENTE  LA CRISIS  INDUSTRIAL

                                                               Julio Antonio Vaquero Iglesias
       
LAS TRABAJADORAS DE LA FABRICA DE TABACO DE GIJÓN

     La historia del movimiento obrero que, desde finales de los años 60, irrumpió con gran fuerza en  la historiografía española, y de la que la asturiana fue una de las  pioneras con la obra y los trabajos de David Ruiz y el grupo de jóvenes historiadores que comenzó formarse en su entorno, experimentó en los 80 un profundo giro de carácter temático y metodológico, convirtiéndose en una historia social obrera en la que el análisis del movimiento obrero en sí había dejado de ser su objeto exclusivo y central. Pero, finalmente, en los 90, dentro de ese enfoque,  son de nuevo numerosas las aportaciones en las que  otra vez  el análisis del movimiento obrero como sujeto colectivo vuelve a tener una gran relevancia.     
     Desde ese nuevo paradigma, han sido realizadas algunas de las más recientes e importantes aportaciones a la historia del movimiento y la clase obrera asturiana como han sido, entre otras, los estudios sobre los mineros asturianos de Ramón García Piñeiro, la clase obrera asturiana durante el franquismo de Carmen Benito, o la historia de los comunistas en Asturias, obra colectiva coordinada por Francisco Erice. Y es, pues, dentro de ese contexto historiográfico desde el que se deben analizar y valorar estas dos  recientes aportaciones que sobre  la historia del movimiento obrero en Asturias presentamos aquí. Se trata de sendos libros de Rubén Vega/ Begoña Serrano y Rubén Vega  que tratan respectivamente de la historia del movimiento obrero gijonés durante la primera etapa del franquismo y de  la que se corresponde con la crisis industrial de la ciudad y va de 1975 a 1995.
     El primero, Clandestinidad, represión y lucha política. El movimiento obrero en Gijón bajo el franquismo (1937-1962) (Ayuntamiento de Gijón, 1998) de R. Vega/ B. Serrano, tiene como objeto la reconstrucción de la historia de las organizaciones obreras y sus luchas en Gijón entre 1937, en que la ciudad fue ocupada por los “nacionales” y 1962, año en que se produjo el importante movimiento huelguístico de la minería asturiana  que marcó un antes y un después en la oposición a la dictadura franquista. A través del análisis de las  organizaciones obreras locales y de las acciones reivindicativas que protagonizaron, en la clandestinidad y en medio de  una dura represión, los obreros gijoneses, los autores trazan los rasgos específicos, locales, que, en su lenta reconstrucción, manifestó el movimiento obrero gijonés en el marco del asturiano y establecen diferencias claras con el de preguerra. Junto con el relevo generacional y el marcado carácter laboral de las reivindicaciones, se produce en esta etapa, según los autores, la sustitución de la tradicional hegemonía que los anarcosindicalistas habían  tenido en Gijón por el papel más activo de los comunistas  en relación con su estrategia de lucha desde el interior contra la dictadura y el retraimiento en ese sentido de los socialistas y los cenetistas. A la vez que aparecen todavía en esta etapa como emergentes los grupos de oposición procedentes de medios confesionales como la HOAC y la JOC.
      Sin embargo, ni esa renovación ni la aparición en el medio local de determinados focos de vanguardia obrera (como es el caso de Mina de La Camocha, cuya formación y características peculiares se tratan en el libro, a la vez que se da una ponderada interpretación, es decir menos “mítica” y más histórica, de su contribución al nacimiento de CC. OO. ) dan lugar a la superación de la debilidad estructural del movimiento obrero gijonés en esta etapa. A pesar de lo cual, junto con el descontento social producido por la represión de la huelga de 1958 y el descenso del nivel de vida traído por el ajuste derivado del Plan de Estabilización,  explicaría, según los autores, por una parte, la participación generalizada de los obreros gijoneses  en el movimiento huelguístico de 1962. Lo que no ocurrió ni  en Avilés ni en Oviedo. Y, por otra, el que esa participación se produjese con retraso con relación a su foco de nacimiento en las cuencas mineras, y, además, que  su origen en Gijón, más que como efecto de una acción planificada por las organizaciones obreras locales, tuviese un componente grande de espontaneísmo  y de comportamiento inducido por el ejemplo de los mineros de las cuencas y alimentado por el caldo de cultivo del descontento social mencionado.
     Estamos, pues, ante una obra, como los propios autores reconocen en el prólogo, que se mueve en su temática en la onda de la  historia clásica del movimiento obrero, es decir, está centrada exclusivamente en el análisis de las organizaciones y de las luchas obreras. Pero, dentro de esa línea, es de justicia reconocer que es una obra sólida, con una clara orientación científica y no hagiográfica o épica,  en la que los autores utilizan alguno de los nuevos elementos metodológicos como las fuentes orales y demuestran saber contrastarlas adecuadamente con las informaciones procedentes de las tradicionales fuentes documentales. Además, por otra parte, como dice el alcalde Vicente Álvarez Areces en la presentación introductoria del libro, éste cumple otra función inexcusable, que es la de recuperar y difundir una parte de la memoria colectiva de la historia de la ciudad, la de  los hechos secuestrados y la voz enmudecida de  aquellos obreros gijoneses que lucharon por una vida más digna y una España en libertad, la cual muchos ayudaron a traer y no lograron alcanzar a ver.
     El  otro libro mencionado, Crisis industrial y conflicto social. Gijón 1975-1995 ( Ediciones Trea, 1998) de Rubén Vega presenta otro carácter y es, sin duda, una obra de mayor enjundia que la anterior  y se puede incluir ya de manera clara dentro de esa nueva corriente en que se mueve hoy la historiografía del movimiento obrero. Es una obra de factura académica, que constituye el texto de la tesis doctoral del autor y en la que se plantea como objetivo no sólo reconstruir los rasgos específicos  de la relación entre  la crisis industrial y la movilización social gijonesa dentro del marco regional, dada la personalidad y peculiaridades que Gijón presenta desde el siglo XIX como ciudad industrial. Además, ha tratado de verificar a través del microanálisis gijonés determinadas hipótesis de la relación entre conflictividad  y regiones en declive industrial a partir de las cuales se puedan establecer conclusiones más generales para esta  y otras clases de conflictividad obrera.
    Para ello, el autor desplaza el punto de mira de la clásica historia del movimiento obrero sobre las cúpulas de las organizaciones sindicales y políticas obreras  hacia el análisis de las actitudes y comportamientos de los obreros gijoneses ante la crisis industrial y trata de explicarlos desde una perspectiva más global e interdisciplinar.
    Dentro de ese conjunto de factores que el autor analiza como elementos explicativos de la aguda conflictividad obrera y la importante movilización social que la crisis industrial produjo en Gijón en los años 80, están la tradición de resistencia y de lucha obrera de la clase obrera gijonesa, en ascenso, además, en la ciudad desde la etapa final del franquismo. Y también la configuración sociopolítica (incluidos partidos y organizaciones no obreras como la patronal) de la ciudad, caracterizada por una rica actividad asociacionista y por la existencia de una  amplia pluralidad de tendencias políticas y sindicales. Un medio, pues, adecuado para que surgiera, primero como tendencia dentro de CC. OO y después como sindicato, la Corriente Sindical de Izquierdas,  que sería la organización sindical que lideraría la contestación radical a la crisis. El propio tamaño de la ciudad sería otro factor a tener en cuenta. Al ser éste, en el caso de Gijón,  el de una ciudad media permite una clara relación y un vínculo directo entre los sectores obreros afectados por la crisis y el resto de la población, propiciando, como así sucedió, el desarrollo de una fuerte movilización social a su favor. La influencia en la conflictividad social de la naturaleza de los sectores industriales afectados y de los lugares de residencia en que viven los obreros se tradujo en Gijón en la activa participación en las acciones reivindicativas, con una clara estrategia radical y de presión política, del sector de los trabajadores del sector naval que fueron los que protagonizaron principalmente la reacción obrera contra la reconversión industrial en la ciudad. Los obreros de este sector trabajan en talleres donde su tamaño y la organización del trabajo evitan el aislamiento y promueven la convivencia  obrera y residen en barrios  donde ésta se continúa y activa, cuyos habitantes fueron la base de la fuerte movilización social que se desarrolló apoyando los agudos episodios de conflictividad social que se produjeron.      
   Lástima que investigaciones de esta clase no se hayan  realizado todavía para otras comarcas españolas similares, afectadas también por la reconversión industrial como Vigo, El Ferrol, Sagunto, Cádiz o la margen izquierda del Nervión Pues el análisis comparativo podría haber permitido contrastar las conclusiones de este importante y novedoso trabajo. 
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)   








 

¿Tien futuro la socialdemocracia?

                      ¿TIENE FUTURO LA SOCIALDEMOCRACIA?
                                                      JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

        


  Este pequeño gran libro (doscientas páginas más o menos) es la última obra (Algo va mal ,Taurus, 2010)   del historiador británico  Tony Judt. La escribió durante el desarrollo de la enfermedad  ( ELA, una variante de esclerosis lateral amiotrófica) que le fue dejando progresivamente paralizado a lo largo de dos años y le llevó finalmente  a la  muerte este pasado  verano. Por esa circunstancia y su contenido estamos ante algo así como su testamento político. Intelectual de firmes convicciones socialdemócratas que defendió en la vida pública tanto frente al socialismo revolucionario como el capitalismo neoliberal, Judt se  plantea en sus páginas si tras la debacle del comunismo realmente existente y el fracaso del capitalismo globalizado,  es aún posible la vuelta a los sistemas socialdemócratas que agonizan en Europa Occidental hace tres décadas por el impacto de las política neoliberales. Sistemas socialdemócratas que, tras varios decenios de generar un  gran crecimiento económico después de la Segunda Guerra Mundial, construyeron además los Estados de bienestar que estamos viendo desmantelar ante nuestros ojos en la era del neoliberalismo y están hoy en inminente peligro de extinción (si no reaccionamos adecuadamente) a causa  de la grave  crisis financiera y económica actual.   
            Para responder a esa pregunta, nuestro historiador  hace una documentada descripción de las consecuencias que han traído estos treinta años de neoliberalismo: desigualdad  y falta de equidad entre y dentro de los estados nacionales actuales  con la patología social derivada de ello como el aumento de la pobreza  y del desempleo de los jóvenes y las clases populares  e, incluso con la vuelta al crecimiento del diferencial  de la esperanza de vida entre clases y, a nivel global, los efectos potencialmente explosivos  del cambio climático, amén de otra lista innumerable de temores ( fundados) que lidera el que produce el terrorismo internacional. Y realiza además  un denso y matizado repaso de la historia de esa anterior etapa socialdemócrata destacando sus logros, pero también sus errores. Para Judt, las causas de su declive están no sólo en la desafección de las clases medias por el elevado costo del Estado del bienestar (clases medias que fueron durante su vigencia uno de los sectores sociales que también se benefició de los servicios públicos que aquellos regímenes establecieron), sino también por  los  propios excesos y errores que los políticos socialdemócratas cometieron. Pero, fundamentalmente, el autor de Postguerra  considera que el factor decisivo de ese hundimiento de la socialdemocracia  está en el propio  declive  que el Estado-nación ha sufrido con la globalización capitalista que ha traído consigo la pérdida de su autonomía y de su control de la economía.       
              Sin embargo, la consecuencia más grave para Judt de esa expansión globalizada del capitalismo neoliberal (y, por tanto, uno de los flancos  que habría que atacar para reimplantar una nueva realidad socialdemócrata) es la hegemonía ideológica  que ha conseguido implantar el neoliberalismo (eso que refiriéndose a la cultura formalizada se conoce como postmodernismo) y ha supuesto la difusión de una mentalidad ( sobre todo en nuestros jóvenes) pragmática, falta de valores o, por mejor decir, llena de valores que no responden a ningún ideal de transformación, sino que están afectados por el “síndrome de la Escuela de Negocios”, o sea,  simplemente situarse en la vida con un  empleo estable de elevado sueldo. Todo lo más algunos sectores de las nuevas generaciones se mueven por los valores autorreferenciales del postmodernismo como el feminismo, los derechos de los gays y las políticas de identidad.   
¿Tiene futuro en el contexto actual la socialdemocracia? Judt responde afirmativamente a ese interrogante. Como buen  historiador piensa que todo presente hunde sus raíces en el pasado y desde él debe de explicarse,  y  que, a su vez, el futuro tiene también que  construirse siempre  teniendo en cuenta las experiencias de ese pasado.  Por tanto, si queremos que la socialdemocracia vuelva a tener un futuro debemos basarnos y volver la mirada hacia las  políticas socialdemócratas con Estado de bienestar que Europa occidental (y hasta Estados Unidos en cierta medida) vivió tras la segunda conflagración mundial  Eso sí. Siempre y cuando sepamos evitar los errores cometidos en aquella etapa  como la falta de racionalización de que adolecieron esas políticas en algunos momentos y ciertos países, o la excesiva cerrazón con que vivió cada uno de aquellos Estados-nación su experiencia socialdemócrata. Del mismo modo (como ya hemos dicho) que para ello también sería condición necesaria revertir ese vacío de valores e ideales que nos ha traído el neoliberalismo, colmándolo con los valores de la igualdad, la equidad y, en suma, la justicia social. De ninguna manera se puede aceptar  “la teología” neoliberal que nos quiere hacer creer que la globalización es una tendencia natural, irreversible y, por ende, indomesticable, que se escapa a la voluntad de los hombres. Como tampoco que esa globalización necesariamente vaya a hacer desaparecer  el que fue y debe seguir siendo el agente del Estado de bienestar, el Estado-nación. Para Judt, al contrario que para muchos teóricos del socialismo, no existe, pues, ninguna  contradicción interna  entre  la economía capitalista que los socialdemócratas aceptan y las limitaciones de la libertad de mercado e intervención en la  producción que la construcción del Estado de bienestar exige y con las que las políticas socialdemócratas tratan de embridar al capitalismo.
Por si esta recensión no hubiese podido convencer a mis improbables lectores del interés de este libro ( sobre todo para las nuevas generaciones) que nos ilumina en gran medida sobre el malestar de nuestro tiempo, puedo aportar otro dato que quizás sea más efectivo que mis pobres palabras: su primera edición se agotó (al menos en Asturias) en la primera semana de su publicación. De hecho, este comentario crítico ha tenido que esperar a la segunda  para poder realizarse. Lo que, desde luego, no es  habitual y mucho menos en estos tiempos de dificultades económicas para (casi) todos.     
  (PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTIRAÑ DE LA NUEVVA ESPAÑA , DE OVIEDO)