ALTAMIRA
Y EL AMERICANISMO DE LA UNIVERSIDAD DE
OVIEDO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Mi viaje a América
Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Oviedo, 2008
358
páginas
El programa del primer
americanismo español a través del viaje de Altamira a América
En el marco de la conmemoración del cuarto
centenario de la fundación de la Universidad ovetense, se ha presentado estos días pasados en sede universitaria este
libro de Rafael Altamira, Mi viaje a América, que recoge la
historia del viaje que llevó a cabo, durante diez meses entre 1909 y 1910, el
insigne catedrático institucionista como
delegado del alma máter asturiana a cinco países de Hispanoamérica y a Estados
Unidos. Los principales objetivos de
aquella misión eran promover el intercambio de profesores universitarios entre las universidades de aquellos países y
la asturiana y estrechar las relaciones intelectuales con ellos para reavivar
el tronco común de la civilización hispánica.
.Mi viaje a América es un libro de documentos que recoge las circulares, comunicaciones, conferencias y
otros documentos que generó aquel viaje con explicaciones intercaladas del
autor. A través de toda esa masa
documental se puede reconstruir con todo detalle, como ya hiciera de manera
brillantemente nuestro siempre recordado Santiago Melón, el significado y
contenido de aquel viaje triunfal que
supuso no sólo uno de los episodios más brillantes de la historia de nuestra Universidad, sino
también, y sobre todo, el origen del americanismos español. Esto es, un
movimiento cultural de aproximación y
estrechamiento de relaciones con aquel conjunto de países que surgieron
del proceso de la independencia colonial.
Pero el intercambio de profesores y
alumnos, no era sino un aspecto concreto del
objetivo más amplio y ambicioso que pretendía alcanzar ese viaje y que
era el de iniciar el
americanismo español y relanzar las
tibias relaciones que se mantenían con los nuevos estados hispánicos
después de su independencia, precisamente cuando se cumplía el primer
centenario aquellos acontecimientos.
Altamira se le debe considerar, pues,
como uno de los padres fundadores de nuestro americanismo.
El sentido último de ese americanismo, hay que vincularlo al
regeneracionismo de cuño institucionista que ponía el énfasis en la educación y
el desarrollo intelectual como medio para regenerar la nación, sumidas sus
clases dirigentes, como le gustaba decir
a Altamira, en el pesimismo patriótico tras, no la pérdida, sino el
despojo del resto de nuestras colonias por el imperialismo norteamericano. Y en
ese sentido el origen intelectual de ese viaje hay que colocarlo en el famoso
discurso de inauguración del curso universitario 1898-1899 en Oviedo titulado
El patriotismo en la Universidad
en el que Altamira desarrolló el programa del regeneracionismo institucionista y diseñó
cómo debía de contribuir la Universidad al mismo. Aunque fuese después en 1908,
con motivo de la celebración por nuestra Universidad de su tercer centenario y del primer
centenario de la independencia hispanoamericana, cuando tomó cuerpo el proyecto
del viaje americano de Altamira al extender a
cinco países hispanoamericanos(Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México),
además de una corta estancia en Estados Unidos, el intercambio de profesores que en un principio
se pensó realizar sólo con Cuba, a instancia del rector de la Universidad de La
Habana, doctor Dihigo, una de las muchas autoridades universitarias invitadas a
la celebración de aquellos eventos de 1908 en la Universidad de Oviedo.
En aquel mencionado discurso, el
regeneracionismo que inspiraba el nacionalismo
liberal de Altamira proponía, en el campo del americanismo, una
restauración del crédito de la historia de nuestra colonización americana Pero
también una difusión ante los nuevos países americanos de los valores
intelectuales renacidos de aquella otra España que emergía por debajo de la
costra oligárquica del régimen de la Restauración, y de los que la Universidad
de Oviedo, en plena renovación por los
institucionistas del Grupo de Oviedo, se entendía portadora. El objetivo final
no era sino revitalizar el tronco de la
civilización común hispánica frente al poder avasallador de las civilizaciones
anglosajona y germánica. Por tanto, estamos ante un americanismo intelectual,
no económico, que predicaba una relación entre España y los países
hispanoamericanos, en términos de igualdad y solidaridad, y no una relación
espuria nacida intereses y objetivos económicos que pretendiese buscar el
dominio o la hegemonía española sobre la comunidad hispánica. .
A
exponer ese programa americanista Rafael
Altamira dedica la última parte de su libro. El conjunto de medidas
proyectado suponía, sin duda, un
reflexionado y coherente programa
americanista. Pero, a pesar del éxito del viaje- recibimiento en loor de
multitud de Altamira, entrevista y apoyo del propio monarca- sólo hubo una
aplicación puntual de algunas de las medidas propuestas. Del mismo modo que en
la Universidad de Oviedo, que debería haberse convertido en su centro y foco
dinamizador, pasado el brillante capítulo del Grupo de Oviedo, tal programa fue dejado a un lado y se
convirtió con el tiempo en solo un recuerdo de una etapa en la que los ecos
del nombre de la institución universitaria asturiana y de sus renovados
planteamientos académicos resonaron por
toda América con la oratoria brillante y sabia
de Altamira.
ORGANIZACIÓN
Y BALANCE DEL VIAJE
J. A. V. I
Altamira fue elegido por el
claustro ovetense para llevar a cabo el viaje a América por sus trabajos y vocación americanista,
pero también porque era el miembro de la escuela de Oviedo que tenía mayor
prestigio académico e intelectual fuera de España. Asombra leer la
impresionante labor que desarrolló durante el mismo. Pronunció decenas de
conferencias, cursos, discursos, visitas, dictámenes, informes, entrevistas con
los principales responsables educativos de los países que visitó- especialmente
en Argentina, México y Cuba que fueron los países en los que su estancia fue de
mayor duración-. A algunas de sus intervenciones asistieron hasta los
presidentes de las repúblicas visitadas. Pero todavía asombra más saber
que el viaje no tuvo ninguna
financiación oficial. La cabeza organizadora del mismo fue el rector don Fermín
Canella..
Además de las actividades
propiamente universitarias, Altamira realizó una extensa labor formativa, de
apoyo y contacto con los profesores de los diferentes niveles
educativos, visitó escuelas e institutos y dio conferencias en los centros de
formación del profesorado sobre cuestiones pedagógicas y la experiencia de la
Extensión universitaria ovetense. Pero también se reunió y dio charlas y
conferencias a los alumnos universitarios con los que logró un alto grado de
identificación. Asimismo fueron extensas
e intensas las relaciones de confraternización que mantuvo con las asociaciones
de emigrantes españoles. Para todos ellos arbitró medidas en su programa
americanista.