jueves, 27 de mayo de 2021

 

 

 


  GRACIAS, LUNA

            JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

  Entre las  impactantes imágenes que nos ha aportado la  crisis migratoria de la playa del Tarajal con esos miles de migrantes, la mayor parte de ellos jóvenes y niños, tratando entrar en España en busca de un futuro y una  vida mejor, la de esa voluntaria de la Cruz Roja, Luna  Reyes se ha convertido en todo un símbolo.

 Sin duda, esta crisis político-migratoria ha sido símbolo de muchos hechos, unos positivos y otros negativos. Símbolo en primer lugar  de la tragedia humanitaria que supone la migración irregular que no es sino una consecuencia  más de la pobreza y la desigualdad de un continente que explotamos con su colonización a través de la esclavitud y del expolio de las materias primas y cuyos habitantes sumidos en la pobreza y el hambre tratan de   buscar en Europa una vida mejor.

Pero símbolo también de humanidad y de lo mejor de nosotros en el gesto de esa joven  voluntaria de la Cruz Roja, Luna Reyes, que abrazó y dio calor y compasión  a un joven subsahariano envuelto en miedo y llanto por su peligrosa travesía y por la vista de  su compañero que yacía a su lado con una parada cardíaca atendido por otros voluntarios.

Su gesto ha puesto delante de nuestros ojos   los auténticos valores de dignidad, universalidad y humanidad que  nos reconcilian  con los derechos  de  igualdad que deben ser reconocidos y respetados en toda persona que forma parte de la humanidad. Su gesto nos demuestra que todavía hay en algunos de nosotros esos valores de los que todos hablan, pero que los hechos en estos tiempos parecen en contrario demostrar que sólo son palabras huecas que realmente no significan nada para los que en los tiempos que corren dirigen nuestro mundo.

  Pero también esas trágicas imágenes y las reacciones que han provocado son símbolos negativos  de la manipulación de las personas y la instrumentalización , de niños y de jóvenes, para fines políticos tanto por parte de los estados no democráticos como es el caso de Marruecos, como por parte de la oposición española  que no ha resistido la tentación de utilizar esta crisis humanitaria y diplomática  para atacar al Gobierno tratando de sacar rentabilidad política de esos hechos  como lo está haciendo también con la pandemia. Basta acordarse de la respuesta de la anterior crisis migratoria en el Tarajal gestionada por el PP con numerosas víctimas causadas por las pelotas de goma de las fuerzas de seguridad españolas y la diferencias de comportamiento de las fuerzas de seguridad, la Guardia civil y el Ejército que se han comportado en esta ocasión no con actitudes represivas como en aquella ocasión, sino con humanidad y actitud plenamente democrática.

 Símbolo negativo también llevado al extremo por parte de esa inhumana respuesta de la ultraderecha española de Vox que además de denigrar y menospreciar con asquerosas mentiras cargadas de odio la actitud humana de Luna, está poniendo todas las dificultades posibles en Andalucía para  la distribución, según establecen las leyes internacionales, de los niños migrantes, entre las Comunidades Autónomas.

 Sin duda, son muchas las lecciones que debemos de extraer de estos desgraciados acontecimientos: algunas para rechazarlas tajantemente y otras para alabarlas y mantenerlas como directrices en el futuro.

(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)

jueves, 20 de mayo de 2021

 

 

 

LA VIOLENCIA POLÍTICA EN EL SIGLO XX EUROPEO

           Julio Antonio Vaquero iglesias

 Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de  la Universidad de Zaragoza,  es uno de los historiadores españoles de mayor prestigio en el ámbito internacional. Su extensa obra ha tratado variados temas de la historia contemporánea española y europea como la historia de anarquismo español, la historia de la Iglesia española, la guerra civil española, las dos guerras mundiales, la revolución soviética de 1917… (la mayor parte de ellas traducidas al inglés y otros idiomas). En la mayor parte de ellas Casanova siempre ha prestado especial atención al tema de la violencia en sus diversas facetas como sus formas, causas y  sujetos concretos que la han padecido.

 De ahí que no sea extraño que  su último libro (Una violencia indómita. El siglo XX europeo) sea un lúcido y novedoso análisis  de las diferentes formas de violencia que se han sucedido a lo largo del siglo XX europeo (no sólo las que tuvieron como escenario  la Europa Occidental, sino  también la Europa Central y del Este y la Europa mediterránea). Su análisis comienza con  un análisis de  asesinato de la emperatriz Isabel de Baviera que estuvo en el origen de la Gran Guerra y finaliza con el relato de las violaciones de mujeres musulmanas en  la ciudad bosnia de Foca en 1992, pasando por las innumerables asesinatos de masas perpetrados contra grupos definidos por la clase, la raza, la religión o la nación ocurridos a la largo de ese sangriento siglo XX europeo.

 El objetivo de su libro es descubrir y conceptualizar, a través del análisis histórico de esos episodios de violencia continuos que asolaron el pasado siglo europeo, de sus  similitudes y diferencias, su lógica  inherente. Análisis que le lleva a constatar que sus hilos conductores fueron  o las ideologías de la raza y la nación o  los momentos de crisis generados por las guerras o revoluciones o los proyectos de utopías totalizadoras. Y aunque los episodios de genocidios y limpiezas étnicas presenten formas y finalidades comunes, también es cierto que cada uno de ellos tuvo sus propios rasgos específicos: la cámara de gas de los nazis, la tortura por el comunismo y la violencia sistemática contra las mujeres por los nacionalistas serbios en Bosnia- Herzegovina.     

 El análisis de esa sistemática violencia secular lleva a nuestro historiador a establecer una nueva periodización del siglo XX.  No hay, como apuntaba  Hobsbawm,  un siglo XIX largo que alcanza hasta la Gran Guerra, caracterizado por la ausencia de grandes conflictos,  y un siglo XX corto, con dos etapas: la de la violencia de la Segunda Guerra Mundial y sus secuelas,  y la de la prosperidad y estabilidad desde 1945 hasta la caída del Imperio soviético. La violencia estaba ya instalada antes de 1914 a través del proceso de colonización cuyas contradicciones y rivalidades entre las potencias colonizadoras condujeron al primer conflicto bélico mundial.

 El siglo XX estuvo jalonado por oleadas de limpiezas étnicas, genocidios y episodios generalizados de  violencia contra las mujeres que presentan  características diferentes de los ocurridos en otras etapas de la historia de la humanidad tanto por su magnitud como por sus motivaciones políticas e ideológicas.

  La primera de esas fases de violencia secular se desarrolló, según nuestro autor,  en 1912 durante la guerra de los Balcanes en la que se  llevó a cabo el genocidio de los cristianos armenios. Las otras tres oleadas de violencia política que jalonaron la anterior centuria fueron la del despliegue de la hegemonía nazi que promovió el Holocausto y la desarrollada en la Unión Soviética bajo el régimen de terror de Stalin que supuso la persecución y el encierro en el Gulag de los campesinos propietarios (los kulaks). A ésta le siguió la ocurrida al terminar la Segunda Guerra Mundial y los años posteriores. Y la última tuvo lugar en  la antigua Yugoeslavia en los años 90 contra los bosnios musulmanes cuando ya se creía que la limpieza étnica y el genocidio eran  hechos superados.

 Lo que caracteriza a todos esos episodios es su extrema violencia y el que ocurrieron durante procesos bélicos, lo que hizo habitual y aceptable sus crímenes. Y también la determinación de sus  perpetradores no sólo de acabar físicamente con sus perseguidos, sino además el de borrar las huellas de su memoria y cultura. Y el componente de género, violencia sexual (violación, mutilación, prostitución, rapado de pelo, matrimonios forzados…) que todas esas limpiezas étnicas y genocidios desarrollaron y cuyo análisis Casanova considera que  “ilumina una mejor comprensión de los motivos, dinámica y consecuencias de esos crímenes masivos “(pág. 164).

  La recepción de este libro está siendo excelente (va ya por la 5ª edición) y desde luego la merece no sólo por su original y documentado contenido, sino también por su excelente factura que es una de las características habituales de  las obras del autor.      

(Publicado en el suplemento cultural de “La Nueva España”, de Oviedo)

miércoles, 19 de mayo de 2021

 





   





 SIN COLETAS

            JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

Muchos de nosotros utilizamos en el paso de nuestra adolescencia a la juventud ese rito de afirmación simbólica que era dejarse bigote o barba sin que en la mayor parte de los casos, pasada esa necesidad de afirmación, hayamos conservado esos apéndices barbudos.

 El que nuestro denominado “Coletas”, Pablo Iglesias, haya terminado cortándose las suyas al dejar todos sus cargos políticos qué significado tiene. ¿ Es la expresión de que se ha hecho mayor, es decir, adulto? Esto es ¿ ha sido un rito de paso? ¿ la expresión de que ya ha alcanzado la madurez y comienza su verdadera vida adulta?. ¿ Que ha dejado a un lado su rebeldía populista y ha pasado ya definitivamente a ser un miembro más de la casta? ¿ Que se ha hecho mayor y después de jugar a la política comienza, sin coletas, su verdadera vida adulta?

La verdad es que sus llamativos giros vitales como su compra de un casoplón  de rico u otros de ese estilo que ha protagonizado  nos parecían a muchos  huellas de cierta inmadurez personal y política y el  que ha seguido en los últimos tiempos parecen confirmar tal hipótesis. O no lo ha sido ¿forzar unas elecciones para conseguir formar una coalición gubernamental de izquierdas y su nombramiento como vicepresidente del Gobierno y sin llegar a cumplir ninguno de sus objetivos políticos, como al niño que le da una rabieta, dar la callada por respuesta y dejar con el culo al aire (con perdón) a todos los miles de votantes que le elevaron a los altares del poder político.

Y si no era suficiente tamaña falta de coherencia su última contribución a la democracia populista que nos prometió ha querido ser aportar  a la derrota de la gran dama del trumpismo español, Isabel Ayuso, en la elecciones en Madrid y, como si no hubiera pasado nada, unirse y convertirse en jefe de filas del partido de Errejón al que desbancó de su liderazgo en Unidas Podemos. Lo cierto es que la realidad le volvió a dar la espalda a nuestro “Coletas” y la derrota sin paliativos en las elecciones madrileñas del bloque de izquierda le frustró en sus expectativas y como su orgullo se sintió resentido y sin pensar en los votantes a los que arrastró con su enésimo proyecto político, abandonó su escaño madrileño.

Cómo él que había llegado a ser vicepresidente  de la primera coalición de izquierdas que había alcanzado el poder en la etapa democrática iba a mancharse sus manos en la lucha política contra una inculta neoliberal que basaba su campaña electoral en cañas a gogo sin retoques de queda. Y, como en la canción de Perales, se marchó a una tierra que se llamaba Libertad que no era sino su chalet de Galapagar y como los toreros que lo dejan se cortó sus coletas.

Y ante espectáculo tal muchos nos seguimos preguntando cómo la izquierda de toda la vida, esa que comanda el mamporrero de Garzón que, como al otro de infausto recuerdo, ni está ni se le espera, sigue ayuntada con esa izquierda populista encastada que lideraba ese inmaduro de las coletas.

(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo (Asturias)