SIN COLETAS
JULIO
ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Muchos de nosotros utilizamos en el
paso de nuestra adolescencia a la juventud ese rito de afirmación simbólica que
era dejarse bigote o barba sin que en la mayor parte de los casos, pasada esa
necesidad de afirmación, hayamos conservado esos apéndices barbudos.
El que nuestro denominado “Coletas”, Pablo
Iglesias, haya terminado cortándose las suyas al dejar todos sus cargos
políticos qué significado tiene. ¿ Es la expresión de que se ha hecho mayor, es
decir, adulto? Esto es ¿ ha sido un rito de paso? ¿ la expresión de que ya ha
alcanzado la madurez y comienza su verdadera vida adulta?. ¿ Que ha dejado a un
lado su rebeldía populista y ha pasado ya definitivamente a ser un miembro más
de la casta? ¿ Que se ha hecho mayor y después de jugar a la política comienza,
sin coletas, su verdadera vida adulta?
La verdad es que sus llamativos
giros vitales como su compra de un casoplón
de rico u otros de ese estilo que ha protagonizado nos parecían a muchos huellas de cierta inmadurez personal y
política y el que ha seguido en los
últimos tiempos parecen confirmar tal hipótesis. O no lo ha sido ¿forzar unas
elecciones para conseguir formar una coalición gubernamental de izquierdas y su
nombramiento como vicepresidente del Gobierno y sin llegar a cumplir ninguno de
sus objetivos políticos, como al niño que le da una rabieta, dar la callada por
respuesta y dejar con el culo al aire (con perdón) a todos los miles de
votantes que le elevaron a los altares del poder político.
Y si no era suficiente tamaña falta
de coherencia su última contribución a la democracia populista que nos prometió
ha querido ser aportar a la derrota de
la gran dama del trumpismo español, Isabel Ayuso, en la elecciones en Madrid y,
como si no hubiera pasado nada, unirse y convertirse en jefe de filas del
partido de Errejón al que desbancó de su liderazgo en Unidas Podemos. Lo cierto
es que la realidad le volvió a dar la espalda a nuestro “Coletas” y la derrota
sin paliativos en las elecciones madrileñas del bloque de izquierda le frustró
en sus expectativas y como su orgullo se sintió resentido y sin pensar en los
votantes a los que arrastró con su enésimo proyecto político, abandonó su
escaño madrileño.
Cómo él que había llegado a ser
vicepresidente de la primera coalición
de izquierdas que había alcanzado el poder en la etapa democrática iba a
mancharse sus manos en la lucha política contra una inculta neoliberal que
basaba su campaña electoral en cañas a gogo sin retoques de queda. Y, como en
la canción de Perales, se marchó a una tierra que se llamaba Libertad que no
era sino su chalet de Galapagar y como los toreros que lo dejan se cortó sus
coletas.
Y ante espectáculo tal muchos nos
seguimos preguntando cómo la izquierda de toda la vida, esa que comanda el
mamporrero de Garzón que, como al otro de infausto recuerdo, ni está ni se le
espera, sigue ayuntada con esa izquierda populista encastada que lideraba ese
inmaduro de las coletas.
(Publicado en las páginas de
opinión de La Nueva España, de Oviedo (Asturias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario