LA
VIOLENCIA POLÍTICA EN EL SIGLO XX EUROPEO
Julio Antonio Vaquero iglesias
Julián Casanova, catedrático de Historia
Contemporánea de la Universidad de
Zaragoza, es uno de los historiadores
españoles de mayor prestigio en el ámbito internacional. Su extensa obra ha
tratado variados temas de la historia contemporánea española y europea como la
historia de anarquismo español, la historia de la Iglesia española, la guerra
civil española, las dos guerras mundiales, la revolución soviética de 1917… (la
mayor parte de ellas traducidas al inglés y otros idiomas). En la mayor parte
de ellas Casanova siempre ha prestado especial atención al tema de la violencia
en sus diversas facetas como sus formas, causas y sujetos concretos que la han padecido.
De ahí que no sea extraño que su último libro (Una violencia indómita. El siglo XX europeo) sea un lúcido y
novedoso análisis de las diferentes
formas de violencia que se han sucedido a lo largo del siglo XX europeo (no
sólo las que tuvieron como escenario la
Europa Occidental, sino también la
Europa Central y del Este y la Europa mediterránea). Su análisis comienza
con un análisis de asesinato de la emperatriz Isabel de Baviera
que estuvo en el origen de la Gran Guerra y finaliza con el relato de las
violaciones de mujeres musulmanas en la
ciudad bosnia de Foca en 1992, pasando por las innumerables asesinatos de masas
perpetrados contra grupos definidos por la clase, la raza, la religión o la
nación ocurridos a la largo de ese sangriento siglo XX europeo.
El objetivo de su libro es descubrir y
conceptualizar, a través del análisis histórico de esos episodios de violencia
continuos que asolaron el pasado siglo europeo, de sus similitudes y diferencias, su lógica inherente. Análisis que le lleva a constatar
que sus hilos conductores fueron o las
ideologías de la raza y la nación o los momentos
de crisis generados por las guerras o revoluciones o los proyectos de utopías
totalizadoras. Y aunque los episodios de genocidios y limpiezas étnicas
presenten formas y finalidades comunes, también es cierto que cada uno de ellos
tuvo sus propios rasgos específicos: la cámara de gas de los nazis, la tortura
por el comunismo y la violencia sistemática contra las mujeres por los
nacionalistas serbios en Bosnia- Herzegovina.
El análisis de esa sistemática violencia
secular lleva a nuestro historiador a establecer una nueva periodización del
siglo XX. No hay, como apuntaba Hobsbawm,
un siglo XIX largo que alcanza hasta la Gran Guerra, caracterizado por
la ausencia de grandes conflictos, y un
siglo XX corto, con dos etapas: la de la violencia de la Segunda Guerra Mundial
y sus secuelas, y la de la prosperidad y
estabilidad desde 1945 hasta la caída del Imperio soviético. La violencia
estaba ya instalada antes de 1914 a través del proceso de colonización cuyas
contradicciones y rivalidades entre las potencias colonizadoras condujeron al
primer conflicto bélico mundial.
El siglo XX estuvo jalonado por oleadas de
limpiezas étnicas, genocidios y episodios generalizados de violencia contra las mujeres que
presentan características diferentes de
los ocurridos en otras etapas de la historia de la humanidad tanto por su
magnitud como por sus motivaciones políticas e ideológicas.
La primera de esas fases de violencia secular se desarrolló, según
nuestro autor, en 1912 durante la guerra
de los Balcanes en la que se llevó a
cabo el genocidio de los cristianos armenios. Las otras tres oleadas de
violencia política que jalonaron la anterior centuria fueron la del despliegue
de la hegemonía nazi que promovió el Holocausto y la desarrollada en la Unión
Soviética bajo el régimen de terror de Stalin que supuso la persecución y el
encierro en el Gulag de los campesinos propietarios (los kulaks). A ésta le
siguió la ocurrida al terminar la Segunda Guerra Mundial y los años
posteriores. Y la última tuvo lugar en
la antigua Yugoeslavia en los años 90 contra los bosnios musulmanes
cuando ya se creía que la limpieza étnica y el genocidio eran hechos superados.
Lo que caracteriza a todos esos episodios es
su extrema violencia y el que ocurrieron durante procesos bélicos, lo que hizo
habitual y aceptable sus crímenes. Y también la determinación de sus perpetradores no sólo de acabar físicamente
con sus perseguidos, sino además el de borrar las huellas de su memoria y
cultura. Y el componente de género, violencia sexual (violación, mutilación,
prostitución, rapado de pelo, matrimonios forzados…) que todas esas limpiezas
étnicas y genocidios desarrollaron y cuyo análisis Casanova considera que “ilumina una mejor comprensión de los motivos,
dinámica y consecuencias de esos crímenes masivos “(pág. 164).
La recepción de este libro está siendo excelente (va ya por la 5ª
edición) y desde luego la merece no sólo por su original y documentado contenido,
sino también por su excelente factura que es una de las características
habituales de las obras del autor.
(Publicado en el suplemento
cultural de “La Nueva España”, de Oviedo)
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