MÁS ALLÁ DE LA CRISIS
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Hace algo más de un año, Josep Fontana, uno de los pocos maestros de historiadores vivo de su generación e intelectual íntegro y comprometido con su tiempo, nos ofrecía una monumental historia del mundo tras la segunda guerra mundial que ha sido, como él mismo ha reconocido, el origen de este reciente y sugerente y oportuno ensayo historiográfico, El futuro es un país extraño (Pasado&Presente). La propia persistencia y gravedad de la crisis económica actual que todavía en su fase incipiente analizaba en su obra anterior, así como su compromiso como historiador e intelectual con su tiempo, le han llevado a ahondar y buscar en esta obra el verdadero significado de la grave situación social y económica actual. Y ello porque solo desde un diagnóstico certero de lo que está ocurriendo, se podrá poner remedio radical a esta grave situación social y económica que padecemos. Y sólo desde la luz que arroja para un historiador la evolución histórica de los dos últimos siglos, se demuestra la obsolescencia de una visión del pasado nacido de la Ilustración que presuponía (falsamente) que la flecha directriz del mismo era el progreso continuo y ascendente.
El futuro, como demuestra de manera evidente y clara lo ocurrido desde
los últimos decenios del siglo anterior y ha continuado sucediendo con el
estallido de la crisis financiera de 2008 y su transformación en la Gran
Recesión que estamos atravesando, es desde el presente - como enuncia en el
título de su libro- un país extraño,
sometido a la amenaza sombría de la desigualdad, la pobreza de los más, la destrucción
ecológica y la limitación fáctica de los
derechos civiles, políticos y sociales ciudadanos. Futuro este que nos
conduciría (no irremediablemente) a un
mundo dominado por esta fase del
capitalismo salvaje neoliberal que estamos viviendo en el presente Y que ha puesto a la humanidad ante una
situación crucial cuyo remedio solo puede venir
de la toma de conciencia de
nuestra realidad y de la oposición y lucha consecuentes que la mayoría de los hombres de hoy hagamos
para enderezar el rumbo injusto y antidemocrático que una minoría trata de
imponernos.
Porque para Fontana, la actual crisis económica que padecemos es algo más que otra crisis más del capitalismo, esto es, una crisis surgida puntualmente en 2008 bajo la forma de una crisis financiera que finalmente se ha convertido en una profunda crisis económica. Más bien estamos ante una verdadera crisis social de origen político efecto de un proceso iniciado hace cuarenta años y consecuencia de un proyecto perfectamente calculado y llevado a la práctica, primero en Estados Unidos y Gran Bretaña y después en Europa, por determinadas elites empresariales y financieras para poner fin al capitalismo de rostro humano que se había instalado tras la segunda guerra mundial.
La crisis de 2008 hay que
inscribirla, pues, en una etapa regresiva del capitalismo que demuestra
fehacientemente que el progreso indefinido en que se creía no era sino un
espejismo, pero también que el capitalismo domesticado implantado tras la
segunda guerra mundial no había sido
concedido gratuitamente, sino
arrancado al capital a través del miedo al bloque soviético y a la lucha
de las clases no propietarias. Pero en
los setenta ese miedo se esfumó
tras el proceso imparable de decadencia de la Unión Soviética. La consecuencia,
en el mundo anglosajón, fue que la clase capitalista dio un verdadero golpe de
estado. Y a través de un proceso de
privatización de la política (control de las elecciones, imposición de leyes
económicas desreguladoras, rebajas fiscales para las empresas y los más ricos,
privación y limitación de derechos civiles, políticos y sociales,,,) y de la
privatización del Estado (desmantelamiento del Estado de bienestar convirtiendo
en negocio privado sus funciones) abrió las puertas a esta fase de capitalismo
de casino que estamos viviendo, cuyas consecuencias, además de la crisis
financiera y económica, han sido la desigualdad social, la pobreza para la
clase media y trabajadora, además del vaciamiento de la democracia formal penetrada por los
poderes económicos, aderezado todo ello
por las limitaciones de numerosos derechos políticos, civiles y sociales que tanto tiempo y tantas luchas
había costado conseguir.
Fontana demuestra, además, con
profusas referencias documentales, cómo
en Estados Unidos y Gran Bretaña la respuesta que se sigue intentando
dar a la crisis financiera y
económica es una solución sesgada desde los principios de esa política
neoliberal que no sólo está sirviendo para ahondar más la crisis social, sino
que, en realidad, sul objetivo último tiene como objetivo profundizar más en
ese modelo neoliberal y en el beneficio del capital empresarial financiero. Es
el mismo proceso (especulación, crisis, rescate de la banca, empobrecimiento de
los trabajadores y las capas de medias, justificado todo ello por la fábula
que atribuye la crisis al exceso
de gasto público) que, con algo más de retraso, debido al mayor calado del
Estado del bienestar que existía en nuestro continente, se ha producido también
en Europa al estallar la crisis financiera. Con el agravante de que aquí se ha
ido todavía más allá en el control de la política por la banca y en el
empobrecimiento de los ciudadanos de la Europa del Sur.
A escala global, la Gran Recesión
está teniendo también unas consecuencias profundamente negativas de pobreza y
conflicto a cuyo análisis dedica nuestro historiador un excelente capítulo de su libro que nos
proporciona en unas pocas páginas una reveladora radiografía de la actual
situación mundial. Del mismo modo, la crisis social en marcha ha originado un
conjunto de nuevos movimientos de resistencia y de protesta contra sus perversas consecuencias
con cuyo estudio cierra Fontana su obra. Algunos de esos movimientos como los de los Indignados, Occupy Wall Street
son más conocidos por desarrollarse en el centro del sistema y otros
menos por hacerlo en la periferia como los de
de los estudiantes chilenos y Vía Campesina. Quizás, porque el de los
Indignados es mejor conocido entre nosotros, Fontana pone el énfasis, sobre todo, en el análisis
de Occupy, del que hace un detallado análisis de su desarrollo,
significado, limitaciones y
posibilidades
En fin, no es extraño que este libro ocupe ya
un lugar preferente en muchas de las
listas de libros más leídos. Es el justo reconocimiento no sólo de la sabiduría
historiográfica de su autor, sino
también, sobre todo, de algo que hoy echamos tanto de de menos, su coherencia ideológica y honestidad intelectual.
( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)