REPÚBLICAS SIN CIUDADANOS
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Sin duda, las conmemoraciones de los grandes acontecimientos históricos suelen aportar un ambivalente fruto historiográfico. Siempre están imbuidas de un presentismo legitimador de la realidad política presente que deforma la historia, pero también, frecuentemente, suelen ser la ocasión idónea para cierto revisionismo historiográfico positivo que permite avanzar en el conocimiento histórico.
La conmemoración del bicentenario de la independencia de la América
hispana que estamos festejando este año es una buena prueba de ello. Por una
parte, los ecos de los tópicos que las
historias nacionales de los estados hispanoamericanos acuñaron desde la segunda
mitad del siglo XIX siguen resonando en los discursos de las celebraciones. Pero también, a su vez, la
mencionada conmemoración está propiciando la aparición de trabajos históricos
que contribuyen a desmitificar, desde diferentes perspectivas teóricas e ideológicas, los
relatos que nos contaron aquellas historias nacionales. Es el caso de este ensayo de Rafael Rojas, Las
repúblicas del aire. Utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica (Taurus, 2010), merecedor del Primer Premio
Internacional de Ensayo Isabel Polanco.
Rojas reconstruye en este ensayo la historia
intelectual del primer republicanismo hispanoamericano, esto es, el que abarca la segunda y tercera década del siglo
XIX y se solapa con el propio proceso de emancipación, pues, la guerra de independencia
hispanoamericana no fue sólo un
conflicto bélico, sino un proceso de gran complejidad que implicó también un
cambio político ( de imperio a república), además de una rebelión popular (la de las clases subalternas
contra los realistas, pero también, en ocasiones, la de aquéllas contra los
propios criollos).
Ese primer republicanismo
hispanoamericano poco o nada tuvo que
ver con el del liberalismo romántico y nacionalista posterior que construyó los
estados nacionales en la región. Este último daba por supuesto que la nación
(la nación cultural, claro es) ya existía antes del proceso emancipador y la “inventó”
como el sujeto agente del nacimiento y encarnamiento
republicanos en la América Hispana. Pero Rojas demuestra en su libro, con cierta solvencia, que esto no
fue así.
A través del análisis de la vida y
las ideas de ocho destacados intelectuales y políticos que, tras la
emancipación, participaron en la
construcción y gobierno de de las
repúblicas nacientes (los caraqueños Simón Bolívar y Andrés Bello ,los
mexicanos fray Servando Teresa de Mier y Lorenzo de Zavala, los cubanos Félix
Varela y José María Heredia, el peruano Manuel Lorenzo de Vidaurre y el
guayaquileño Vicente Rocafuerte)-, el historiador cubano reconstruye en su ensayo las fuentes doctrinales en que se basó aquel primer republicanismo y prueba fehacientemente
que los políticos e intelectuales que le dieron vida intelectual y política,
nunca le atribuyeron un fundamento nacional étnico y cultural. Lo pensaron
siempre como una forma americana de republicanismo cívico de clara inspiración
clásica e ilustrada. E, incluso, cayeron en la falsa utopía de considerar
aquellas repúblicas (que deberían unirse en una confederación hispanoamericana)
como un probable instrumento regenerador de una ciudadanía manifiestamente
mejorable, cuando en la realidad, tal ciudadanía no existía. Esto es, trataron
de hacer realidad lo imposible:
construir repúblicas sin ciudadanos
A la altura de 1830, las guerras civiles, las desigualdades sociales, las
luchas locales, las tropelías de los caudillos que asolaban la región ya habían
conseguido que aquel primer republicanismo comenzase a renegar de sus utopías, y
sus actores intelectuales y políticos despertasen bruscamente de sus sueños. De ahí el desencanto y el
pesimismo que los inundó y traslucen
expresiones tales como la de
“repúblicas de aire” (Simón Bolivar )
con que ha titulado Rojas su libro, o la de
“naciones de veletas” que
escribió fray Servando Teresa de Mier refiriéndose a la
inestabilidad política endémica que padecieron aquellas repúblicas; de ahí, también, la deriva cesarista del
último Bolívar al pretender para sí,
renunciando a su ideales republicanos, una ilimitada concentración de poder personal.
Sin duda, esta historia
intelectual acerca del primer republicanismo hispanoamericano es
manifiestamente superior a los relatos de próceres y gestas, de buenos y malos,
que nos ha contado (y nos seguirán, sin
duda, contando, con un barniz renovado,
durante esta conmemoración bicentenaria)
las historias nacionales. Aunque también
tenga sus limitaciones y no dé respuesta a algunas preguntas fundamentales que sólo puede contestar (en mi humilde opinión) la historia social.
(PUBLICADO EN CULTURA, SUPLEMENTO CULTURAL DE lA NUEVA ESPAÑA DE OVIEDO)
(PUBLICADO EN CULTURA, SUPLEMENTO CULTURAL DE lA NUEVA ESPAÑA DE OVIEDO)
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