viernes, 2 de enero de 2015

REPÚBLICAS SIN CIUDADANOS

                REPÚBLICAS SIN CIUDADANOS      
                                                JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

Sin duda, las conmemoraciones de los grandes acontecimientos históricos suelen aportar  un ambivalente fruto historiográfico. Siempre están imbuidas de un presentismo legitimador de la realidad política presente que deforma la  historia, pero también, frecuentemente, suelen ser la ocasión idónea para  cierto revisionismo historiográfico positivo que permite avanzar en el conocimiento histórico.
La conmemoración del bicentenario de la independencia de la América hispana que estamos festejando  este  año es una buena prueba de ello. Por una parte, los ecos de los  tópicos que las historias nacionales de los estados hispanoamericanos acuñaron desde la segunda mitad del siglo XIX siguen resonando en los discursos de  las celebraciones. Pero también, a su vez, la mencionada conmemoración está propiciando la aparición de trabajos históricos que contribuyen a desmitificar, desde diferentes  perspectivas teóricas e ideológicas, los relatos que nos contaron aquellas historias nacionales. Es el caso de  este ensayo de Rafael Rojas, Las repúblicas del aire. Utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica  (Taurus, 2010), merecedor del Primer Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco.
      Rojas reconstruye en este ensayo la historia intelectual del primer republicanismo hispanoamericano, esto es, el que  abarca la segunda y tercera década del siglo XIX y se solapa con el propio proceso de emancipación, pues, la guerra de independencia  hispanoamericana no fue sólo un conflicto bélico, sino un proceso de gran complejidad que implicó también un cambio político ( de imperio a república), además de  una rebelión popular (la de las clases subalternas contra los realistas, pero también, en ocasiones, la de aquéllas  contra los  propios criollos).

            Ese primer republicanismo hispanoamericano poco o nada  tuvo que ver con el del liberalismo romántico y nacionalista posterior que construyó los estados nacionales en la región. Este último daba por supuesto que la nación (la nación cultural, claro es) ya existía antes del proceso emancipador y la “inventó”  como el  sujeto agente del nacimiento y encarnamiento republicanos en la América Hispana. Pero Rojas demuestra  en su libro, con cierta solvencia, que esto no fue así.
 A través del análisis de la vida y las ideas de ocho destacados intelectuales y políticos que, tras la emancipación, participaron  en la construcción  y gobierno de de las repúblicas nacientes (los caraqueños Simón Bolívar y Andrés Bello ,los mexicanos fray Servando Teresa de Mier y Lorenzo de Zavala, los cubanos Félix Varela y José María Heredia, el peruano Manuel Lorenzo de Vidaurre y el guayaquileño Vicente Rocafuerte)-, el historiador cubano  reconstruye en su ensayo  las  fuentes doctrinales en que se basó aquel  primer republicanismo y prueba fehacientemente que los políticos e intelectuales que le dieron vida intelectual y política, nunca le atribuyeron un fundamento nacional étnico y cultural. Lo pensaron siempre como una forma americana de republicanismo cívico de clara inspiración clásica e ilustrada. E, incluso, cayeron en la falsa utopía de considerar aquellas repúblicas (que deberían unirse en una confederación hispanoamericana) como un probable instrumento regenerador de una ciudadanía manifiestamente mejorable, cuando en la realidad, tal ciudadanía no existía. Esto es, trataron de  hacer realidad lo imposible: construir repúblicas sin ciudadanos
A la altura de 1830, las guerras civiles, las desigualdades sociales, las luchas locales, las tropelías de los caudillos que asolaban la región ya habían conseguido  que aquel  primer republicanismo comenzase a  renegar de sus  utopías, y  sus actores intelectuales y políticos despertasen bruscamente  de sus sueños. De ahí el desencanto y el pesimismo que los inundó y traslucen  expresiones tales  como la de “repúblicas de aire”  (Simón Bolivar ) con que ha titulado Rojas su libro, o la de  “naciones de veletas” que  escribió   fray  Servando Teresa de Mier refiriéndose a la inestabilidad política endémica que padecieron aquellas repúblicas;  de ahí, también, la deriva cesarista del último  Bolívar al pretender para sí, renunciando a su ideales republicanos, una ilimitada concentración de poder  personal.

 Sin duda, esta historia intelectual acerca del primer republicanismo hispanoamericano es manifiestamente superior a los relatos de próceres y gestas, de buenos y malos, que nos ha contado  (y nos seguirán, sin duda, contando, con un barniz  renovado, durante esta  conmemoración bicentenaria) las historias nacionales. Aunque  también tenga sus limitaciones y no dé respuesta a algunas  preguntas fundamentales que sólo  puede contestar (en mi humilde opinión)  la historia social.
(PUBLICADO EN CULTURA, SUPLEMENTO CULTURAL DE  lA NUEVA ESPAÑA DE OVIEDO)  

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