sábado, 24 de enero de 2015

¡ES LA ECONOMÍA, INDIGNADOS1

 ¡ES LA ECONOMÍA, INDIGNADOS!

                                                     Julio Antonio Vaquero Iglesias


Stephane Hessel
Cada día que pasa se le hace más difícil a este capitalismo financiero que sufrimos mantener la cohesión social y contener las protestas. Y cada vez  más frecuentemente se tiene que recurrir a la represión para acallarlas. Basta recordar la dureza empleada por el Gobierno conservador de Cameron en la represión de los autores de los últimos sucesos traumáticos ocurridos en  Londres y otras ciudades inglesas o la violencia con que comienzan emplearse aquí en España las fuerzas de seguridad contra los manifestantes del 15 M. Sin duda, el rey comienza a ser visto desnudo cada día  por mayor número de ciudadanos sufrientes. Sin embargo,  el discurso hegemónico (en el sentido gramsciano) que ha legitimado durante estas últimas décadas este capitalismo senil sigue todavía vigente y los defensores de la teocracia de los mercados continúan utilizándolo como instrumento de justificación del sistema neoliberal. Se trata de salir de la crisis económica aplicando medidas propias del capitalismo neoliberal, esto es, algo así como si se tratase de salvar a un  moribundo envenenado, aumentando las dosis de veneno que le ha llevado a esa situación fatal. Y eso exige, claro está, reforzar aún más la teoría neoliberal que sustenta  tales prácticas La razón no está desde luego en un error de diagnóstico, sino en tratar de mantener hasta el final - o. incluso, aumentar- a través de las prácticas especulativas los desproporcionados beneficios que este capitalismo salvaje da a una minoría, haciendo que las consecuencias de la crisis las paguen los sectores más débiles de la sociedad, precisamente aquellos que ni se han beneficiado ni son responsables de su origen.
            Que todavía ese discurso legitimador sigue en pie y es dominante lo demuestran varios hechos. Las medidas anticrisis nacen y se justifican desde el pensamiento y la teoría neoliberal; y las críticas y remedios que proponen los sectores que comienzan a no aceptar esta situación y  protestan contra ella, no van directamente ni radicalmente  al núcleo del problema que son los fundamentos del sistema neoliberal. Basta para demostrar lo primero las reformas  que proponen los gobiernos y los organismos económicos multilaterales para tratar de salir de la crisis (la última, en España, la del proyecto de reforma constitucional para controlar el déficit). De lo segundo es prueba palpable las críticas y medidas que proponen los “indignados” del  15- M.  Enfatizan estos últimos (“le llaman democracia y no lo es”) más las reformas políticas de la democracia demediada que vivimos en España y la justa necesidad de una verdadera democracia participativa, que los cambios estructurales del sistema o el remedio a las disfunciones básicas  del capitalismo neoliberal.
         Manifiesto de economistas aterrados (Editorial Pasos Perdidos/Ediciones Barataria, 2010) que expone de manera pedagógica diez falsas evidencias (y las correspondientes medidas correctas que, según ellos deberían adoptarse)  con las  que el discurso económico neoliberal trata de justificar las medidas anticrisis que nos proponen. Sus  autores son cuatro economistas franceses“aterrados” por la situación económica actual y su contenido ha tenido ya la adhesión de unos 3000 economistas y profesionales.

 No es extraño que entre los textos de cabecera de los “indignados” esté en primer lugar el valiente y ético  panfleto de Stéfane Hessel y otros de la misma naturaleza surgidos de autores españoles. Sin embargo, ha quedado en segundo plano, aunque también haya tenido cierta difusión y aparezca ya en las  listas de los libros más vendidos, otro como
            La crisis financiera y económica ha demostrado, según ellos, que ni los mercados financieros son eficientes para el funcionamiento de la economía ni para la asignación de capital, sino que, al contrario,  se han convertido en fuente continúa  de inestabilidad. No sólo no favorecen el crecimiento económico, como asegura la teoría neoliberal, sino que realmente lo obstaculizan y son el origen de los grandes desequilibrios que estamos padeciendo. Las empresas financiadas por esos mercados buscan como objetivo casi exclusivo el obtener desproporcionados e insostenibles beneficios  para los accionistas y también para los directivos de las empresas que han dejado de ser verdaderos asalariados. Lo que, a la larga, es un obstáculo para  un crecimiento económico regular y saneado. Como tampoco, al contrario de lo que defienden los que sostienen su eficiencia, los mercados  financieros son buenos jueces de la solvencia de los Estados. Las agencias de calificación financiera no son realmente objetivas ni neutrales, sino que proporcionan a los mercados una valoración subjetiva e interesada que contribuye a determinar los tipos de interés de la deuda pública favorables para los operadores y busca alimentar la inestabilidad como fuente de enormes beneficios especulativos
             Asimismo el origen del alza excesiva de la deuda pública no está, como tratan de hacernos creer los políticos y economistas neoliberales, en los gastos indiscriminados por encima de sus posibilidades de los gobiernos en sus “ineficientes” Estados de bienestar, sino en la caída de los ingresos públicos originada como consecuencia de la debilidad del crecimiento económico y de la contrarrevolución fiscal  (bajada sustancial de los impuestos) que los gobiernos han llevado a cabo desde el final del siglo pasado basándose en la aplicación de los principios neoliberales.
Tampoco es cierto, como se apunta en el Manifiesto, que sea un hecho evidente que la única medida para  reducir la deuda pública consista en limitar  los gastos del Estado con un ajuste brutal que suponga desmantelar el Estado de bienestar. No sólo por la  injusticia social que esto supone y  los problemas de cohesión social que originaría, como estamos viendo que esta ocurriendo en el Reino Unido tras los recortes brutales llevados a cabo por el Gobierno conservador de Cameron  (por cierto, el modelo a seguir por Rajoy en España de llegar al poder, según sus propias declaraciones), sino porque esas medidas antisociales no traerían además la solución al problema: la deuda pública  podría seguir creciendo si no se produce el crecimiento económico y el ajuste brutal para reducir esa deuda lo va a obstaculizar. Porque el crecimiento económico  no es independiente de los gastos públicos estables en educación, sanidad, investigación, infraestructuras, esto es, en el mantenimiento y hasta reforzamiento del Estado de bienestar. Es fácil suponer que de llevarse a cabo esos recortes de manera masiva y simultánea en toda la Unión Europea, esa política no sólo no contribuiría a sacarnos de la crisis, sino que nos conduciría de cabeza  hacia  esa recesión que ya aparece amenazante en el horizonte. Y, como en un círculo vicioso, ésta traería aparejada, sin duda,  un incremento de la deuda pública.
            Desde luego que los autores de  este Manifiesto  no han pretendido ofrecer un programa económico cerrado como base para una política económica progresista, sino solamente  exponer a los economistas y. sobre todo, iluminar a sus conciudadanos con las críticas de algunas de las falsas evidencias con que nos bombardean hoy los gobiernos y los “expertos” que se alinean con las políticas neoliberales. En realidad, esas críticas y soluciones lo que dejan entrever es una enmienda a la totalidad de ese capitalismo senil que es disfuncional por injusto y  que cada día que pasa deja más clara  constancia de su inviabilidad para satisfacer las necesidades de la mayoría de las poblaciones. Ésa es la lección que el Movimiento del 15 M debería sacar de la lectura de este Manifiesto. Las medidas y reformas que propongan deberían estar en función de programa máximo enfocado a solucionar el núcleo del problema: buscar y  tratar de implantar  un sistema económico alternativo al neoliberal.  
 (Publicado en Ciltura, suplemento cultural de la La Nueva España, de Oviedo)
 .  

No hay comentarios:

Publicar un comentario