NUESTRA
DEUDA CON JOSEP FONTANA
JULIO
ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
A los 86 años un cáncer se nos ha llevado al que ha sido desde los años
cincuenta uno de los más destacados historiadores españoles y europeos Josep
Fontana Lázaro. En cierta medida, todos los historiadores y estudiantes de
Historia españoles somos deudores de la importante y polifacética obra
historiográfica desarrollada por Fontana.
Discípulo de los grandes historiadores catalanes Ferrán Soldevila, Vicens
Vives y del historiador marxista francés Pierre Vilar, Fontana ha llevado a
cabo una impresionante labor como investigador, divulgador y difusor en
España como editor de las obras
historiográficas más modernas y valiosas que se publicaban en Europa y América.
Catedrático de Historia Económica
sucesivamente de las universidades de Valencia y Autónoma de Barcelona, su
especialidad como investigador fueron sus brillantes y sólidos análisis de la transición del Antiguo Régimen
al capitalismo liberal en España desde el punto de vista económico y político (
ése fue el objeto de su tesis doctoral que después ( 1970) se publicó en la
editorial Ariel como La quiebra de la Monarquía
absoluta,1814-1820). Libro que se convirtió en un clásico de la historia
contemporánea de España. Estudio al que siguieron otras muchas y valiosas obras
sobre la formación del mercado peninsular, las revoluciones de 1820 y 1868 en España y las relaciones entre
las finanzas públicas y el desarrollo económico español.
Pero los centros de interés de sus
investigaciones históricas fueron a lo largo de su carrera profesional más variados.
Fontana fue un profundo conocedor de la evolución de las teorías
historiográficas más novedosas en el
mundo y su difusor en nuestro país. A
través de sus obras sobre ese tema
los historiadores y profesores de historia pudimos conocer las más modernas y
progresistas corrientes historiográficas además de los autores que las
representaban y difundían. A través de sis análisis conocimos la obra de los marxistas británicos (Hosbawm,
Thompson, Rudé…) y los fundamentos e implicaciones de las corrientes
historiográficas más actuales. La
historia después del fin de Historia. Reflexiones y elementos para una guía de
las corrientes actuales (1992) es en ese sentido una de sus obras más
significativa y valiosa.
De la misma manera, Fontana nos ha dejado importantes reflexiones sobre
su manera de entender la ciencia histórica. Como buen discípulo de Pierre Vilar
mantuvo siempre una concepción de la historia como ciencia social basada en el
aparato conceptual marxiano, Ciencia que debía servirnos para entender el presente
y contribuir a proporcionarnos los instrumentos para transformarlo en beneficio
de toda la Humanidad. Esto es; todo lo
contrario del positivismo ramplón que todavía se resistía a desaparecer en la
historia española de la segunda mitad del siglo XX. Esa concepción explica en
gran manera su manera concreta de escribir la historia: análisis fundamentados
en una gran masa de documentación de la que extraía interpretaciones sugerentes
que expresaba con una gran claridad y brillantez y profundamente fundamentados
teórica y bibliográficamente.
Pero su producción fue todavía más allá. En su última etapa Fontana publicó unos profundos análisis de la historia mundial y europea que tuvieron
por su gran calidad una gran difusión dentro y fuera de España y le
convirtieron en uno de los historiadores más apreciados y conocidos a nivel
mundial. Basta recordar su penúltima gran obra Por el
bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 (2011) un brillante
fresco, por documentadísimo y por la profundidad de su análisis, de la historia
mundial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. O la última, El siglo de la revolución, un libro en
el que hace un brillante y significativo
análisis del acontecer mundial y las implicaciones que en él tuvo la
revolución soviética de 1917.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, en el haber de la obra de
Fontana hay que mencionar, sin duda, su labor de difusión de las obras
historiográficas más importantes publicadas en el mundo para el mercado
español a través de su labor como
editor, primero, en Ariel y después en Crítica. Sus conocimientos
bibliográficos eran apabullantes. Era hijo de un librero de viejo y leía todo
lo que se publicaba en el mundo sobre historiografía. Su biblioteca llegó a
contar con decenas de miles de libros y al contrario de lo que habitualmente
sucede los había leído todos Además fue
también importante su labor como
divulgador del conocimiento histórico a través de su labor didáctica entre los
profesores de Historia de instituto y entre el público en general. Siempre
consideró la divulgación histórica como una labor importante propia del
historiador, lo que estaba, sin duda, en consonancia con su concepción de la
utilidad social del saber histórico,
Antifranquista y nacionalista catalán convencido, adscripciones que para
él nunca fueron incompatibles, Fontana fue expulsado de la Universidad por
Franco por su participación en la creación del Sindicato Democrático de
Estudiantes de Barcelona en la conocida como “capuchinada” de Sarriá. Militó en
el PSUC pero siempre mantuvo una posición partidaria crítica y propia.
Tras su muerte, comienza, sin duda, una etapa de análisis crítico y en
profundidad de una obra de la que, sin duda, somos deudores todos los
historiadores españoles.
(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)