martes, 21 de agosto de 2018






SIN PERDÓN
                    Julio Antonio  Vaquero  Iglesias
Las declaraciones del ex portavoz del PP,  Rafael Hernando en una reciente entrevista con motivo de su relevo como portavoz  de su  Grupo parlamentario reconociendo algunos de sus errores durante sus intervenciones como tal ( una de las más insolentes e injustas la de acusar a las víctimas de la dictadura franquista  de tratar de recuperar sus restos por razones venales ) nos plantea la cuestión de si en el ejercicio de la actividad parlamentaria  vale todo para los políticos: la mentira, el insulto, la grosería, las amenazas e, incluso, el llegar a las manos como incurrió el tal Hernando con el líder del partido socialista Rubalcaba. 
A pesar de lo que pasa en otros Parlamentos como el británico que siempre se pone de contraejemplo, no es de recibo en ningún caso tal   actitud. Se pueden mantener las posturas más duras y firmes con las formas debidas sin perder por eso ninguna clase de fuerza oratoria ni capacidad de denuncia. Y es que, como ocurre en el  caso de la Monarquía parlamentaria cuya función principal es ser símbolo del Estado y por tanto una de sus funciones esenciales es  el comportamiento social y privado correcto de sus miembros, el Parlamento debe de ser también  un lugar simbólico que exprese la esencia de la democracia :  la lucha a brazo partido entre los partidos por defender y sacar adelante sus  propuestas e intereses partidistas, pero renunciando a la violencia fáctica,  incluso, sin que ésta llegue a manifestarse ni siquiera en el plano  dialéctico
  Por eso nombrar como hizo el PP anterior a un  ¿político? como el que pide hoy perdón por algunas de sus despreciables apreciaciones y ataques ad hominem, qué casualidad ahora precisamente cuando es relevado de sus cargo por el cambio político en su partido, es la expresión del escaso talante democrático que tuvo el PP de Rajoy y de su concepción de la política como mero espectáculo que no tiene nada que ver en la realidad con los verdadero intereses que se mueven detrás del escenario.
Pero también  esa  actitud del  mencionado portavoz pepero es muestra del talante  grosero, de mala baba, con la amenaza y el insulto  en la boca como argumento  que adoptó durante su portavocía.  ¿Se puede fingir tanto si realmente no se es así por naturaleza, a pesar de su actitud condescendiente, de doble cara, en su supuesto y aparente  papel de doctor Jenkin y mister Hyde, duro en la tribuna oratoria, pero amigable en el plano personal con los parlamentarios de los otros partidos como se dice de la actitud que mantenía el que hoy pide perdón como, pelillos a la mar, si no hubiera pasado nada?
La demostración más clara de que ese es su talante natural son sus últimas declaraciones, que, por cierto nos han provocado a muchos vómitos, cuando el susodicho ya no es portavoz parlamentario, de que el destino de esa última expedición del “Aquarius” debía de ser un puerto de Libia, esto es, devolver al horror y  la miseria y  los abusos a esos160 refugiados (no inmigrantes) que buscan su salvación en Europa. Evidentemente, esa declaración ya  no era parte de su papel de portavoz, sino que salía de sus propias entrañas.
 No es extraño que muchos entre los que me encuentro ( ya sé que a él le importará tres pepinos)  no aceptemos sus excusas y no le concedamos el perdón que solicita de los familiares de las víctimas de la dictadura franquista, aquellas que, según él, sólo les movían para pedir la recuperación de los restos de  sus desaparecidos sus intereses crematísticos. ¡Menudo personaje!.
( Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)


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