jueves, 30 de agosto de 2018


                 







        NUESTRA DEUDA CON JOSEP FONTANA
                                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
 A los 86 años un cáncer se nos  ha llevado al que ha sido desde los años cincuenta uno de los más destacados historiadores españoles y europeos Josep Fontana Lázaro. En cierta medida, todos los historiadores y estudiantes de Historia españoles somos deudores de la importante y polifacética obra historiográfica desarrollada por Fontana.
 Discípulo de los grandes  historiadores catalanes Ferrán Soldevila, Vicens Vives y del historiador marxista francés Pierre Vilar, Fontana ha llevado a cabo una impresionante labor como investigador, divulgador y difusor en España  como editor de las obras historiográficas más modernas y valiosas  que se publicaban  en Europa y América.
 Catedrático de Historia Económica sucesivamente de las universidades de Valencia y Autónoma de Barcelona, su especialidad como investigador fueron sus brillantes y sólidos   análisis de la transición del Antiguo Régimen al capitalismo liberal en España desde el punto de vista económico y político ( ése fue el objeto de su tesis doctoral que después ( 1970) se publicó en la editorial Ariel como  La quiebra de la Monarquía absoluta,1814-1820). Libro que se convirtió en un clásico de la historia contemporánea de España. Estudio al que siguieron otras muchas y valiosas obras sobre la formación del mercado peninsular, las revoluciones de   1820 y 1868 en España y las relaciones entre las finanzas públicas y el desarrollo económico español.
 Pero los centros de interés de sus investigaciones históricas fueron a lo largo de su carrera profesional más variados. Fontana fue un profundo conocedor de la evolución de las teorías historiográficas más novedosas  en el mundo y su difusor en nuestro país. A través de sus obras sobre  ese tema los historiadores y profesores de historia pudimos conocer las más modernas y progresistas corrientes historiográficas además de los autores que las representaban y difundían. A través de sis análisis conocimos  la obra de los marxistas británicos (Hosbawm, Thompson, Rudé…) y los fundamentos e implicaciones de las corrientes historiográficas más actuales. La historia después del fin de Historia. Reflexiones y elementos para una guía de las corrientes actuales (1992) es en ese sentido una de sus obras más significativa y valiosa.
   De la misma manera, Fontana nos ha dejado importantes reflexiones sobre su manera de entender la ciencia histórica. Como buen discípulo de Pierre Vilar mantuvo siempre una concepción de la historia como ciencia social basada en el aparato conceptual marxiano, Ciencia   que debía servirnos para entender el presente y contribuir a proporcionarnos los instrumentos para transformarlo en beneficio de toda la Humanidad.  Esto es; todo lo contrario del positivismo ramplón que todavía se resistía a desaparecer en la historia española de la segunda mitad del siglo XX. Esa concepción explica en gran manera su manera concreta de escribir la historia: análisis fundamentados en una gran masa de documentación de la que extraía interpretaciones sugerentes que expresaba con una gran claridad y brillantez y profundamente fundamentados teórica y bibliográficamente.
  Pero su producción fue todavía más allá. En su última etapa  Fontana publicó unos  profundos análisis  de la historia mundial y europea que tuvieron por su gran calidad una gran difusión dentro y fuera de España y le convirtieron en uno de los historiadores más apreciados y conocidos a nivel mundial. Basta recordar su penúltima gran obra   Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 (2011) un brillante fresco, por documentadísimo y por la  profundidad de su análisis, de la historia mundial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. O la última, El siglo de la revolución, un libro en el que hace un brillante y significativo  análisis del acontecer mundial y las implicaciones que en él tuvo la revolución soviética de 1917.
  Por si todo lo anterior no fuera suficiente, en el haber de la obra de Fontana hay que mencionar, sin duda, su labor de difusión de las obras historiográficas más importantes publicadas en el mundo para el mercado español  a través de su labor como editor, primero, en Ariel y después en Crítica. Sus conocimientos bibliográficos eran apabullantes. Era hijo de un librero de viejo y leía todo lo que se publicaba en el mundo sobre historiografía. Su biblioteca llegó a contar con decenas de miles de libros y al contrario de lo que habitualmente sucede los había leído todos  Además fue también importante su  labor como divulgador del conocimiento histórico a través de su labor didáctica entre los profesores de Historia de instituto y entre el público en general. Siempre consideró la divulgación histórica como una labor importante propia del historiador, lo que estaba, sin duda, en consonancia con su concepción de la utilidad social del saber histórico,
    Antifranquista y nacionalista catalán convencido, adscripciones que para él nunca fueron incompatibles, Fontana fue expulsado de la Universidad por Franco por su participación en la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes de Barcelona en la conocida como “capuchinada” de Sarriá. Militó en el PSUC pero siempre mantuvo una posición partidaria crítica y propia.
   Tras su muerte, comienza, sin duda, una etapa de análisis crítico y en profundidad de una obra de la que, sin duda, somos deudores todos los historiadores españoles.

(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)
       

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