UNA VISIÓN
ORTEGUIANA DE ESPAÑA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Este ensayo, El “alma de España”. Cien años de
inseguridad (Ediciones Nobel 2013,
2ª edición) podríamos clasificarlo, sin
duda, como una obra más de ese
subgénero, el ensayismo identitario, que tanto éxito tuvo en las letras
españolas a partir de las dudas e interrogantes que surgieron sobre la
identidad española con el “Desastre” del 1898 en relación con la necesidad de
cambio y regeneración ante el incierto y
poco prometedor futuro que parecía esperarle a España en el nuevo siglo que se
desplegaba en el horizonte. Y digo esto porque en efecto en sus páginas no sólo
se trata de explicar la visión de España que desarrollaron los componentes de la Generación del 98, sino que
además el autor lleva a cabo un
recorrido por la historia intelectual de
nuestro siglo XX analizada desde ese punto de vista: la identidad de la nación española. Para terminar ofreciéndonos
su personal visión de esa
identidad en la actualidad y los problemas que ha padecido la nación española
en esos cien años y los que padece en el momento actual. Visión toda ella
profundamente enraizada en los planteamientos y las categorías del pensamiento de Ortega y Gasset.
Este
libro, editado ya en la Colección Jovellanos de Ensayo en 1997, se reedita
ahora de nuevo con motivo de la concesión
del Premio Internacional Menéndez Pelayo 2013 a su autor, Ciriaco Morón
Arroyo, catedrático emérito de la Universidad de Cornell (EE. UU.), cuyo campo
de investigación ha sido – y sigue siendo- la historia intelectual española y
la epistemología de las humanidades, temáticas sobre la que ha publicado varios
libros como, por ejemplo, El sistema de Ortega
y Gasset ( 1968) y Las humanidades en
la era tecnológica (1997), además de numerosos trabajos y estudios.
El núcleo del ensayo, y lo más aprovechable de él, en mi opinión, es, sin
duda, la parte dedicada (abarca los
cuatro primeros capítulos del libro) al análisis de la visión de España que desarrollaron los escritores e intelectuales de la
Generación del 98. La tesis central que defiende
el autor es que, a pesar de los diferentes enfoques con que aquéllos abordaron esa identidad
y las diversas características
que le atribuyeron, todos ellos nos presentan España como un sujeto colectivo
con unos caracteres comunes que constituyen su “espíritu”, “genio”, “carácter”,
su “psicología colectiva” esto es, lo que denominan el “alma nacional”. Fueron más allá del
esencialismo patrio, buscando en la nueva ciencia de la psicología colectiva,
como aprendices del positivismo que eran, los caracteres que definían lo
español. Los fundamentos que utilizaron, pues,
para descubrir y conocer ese “alma nacional” fueron, según nuestro
autor, los principios que en aquellos momentos estaban poniendo al descubierto
la etnopsicología. Y la base teórica a partir de la cual desarrollaron su
discurso del “alma de España”, la tomaron de los estudios y trabajos de la revista
alemana Revista de etnopsicología y
lingüística, fundada en 1860. Ese fue el marco teórico con el que los
escritores del 98 explicaron y justificaron
su noción del “alma colectiva” de España.
Morón considera, desde su perspectiva orteguiana, que esa visión de
España que, dentro del marco teórico de
la psicología colectiva, propusieron los hombres del 98 es falsa (de ahí el entrecomillado con que remarca el sintagma
alma de España en el título del libro). La nación española existe pero sólo se
puede explicar desde la “razón histórica”. Esto es, “desde la presencia de la
historia compartida del pasado, no como
tradicionalismo ciego, sino como estudio científico en vista de
proyectos de vida presente y futura y desde
la conciencia de lo que esa historia nos brinda como aceptable y nos impone
como obligación” ( página XVII del prólogo de esta segunda edición).
La base de su planteamiento está, pues, en el dictum orteguiano de que “el hombre no es naturaleza, sino
historia” (principio que, por cierto, el filósofo no desarrolló al tratar en su
España invertebrada de la identidad
colectiva de los españoles, identidad que explica en esa obra más bien desde la óptica del naturalismo
organicista con su teoría de que el “problema de España” derivaba de la carencia o debilidad del feudalismo implantado
por los godos, quienes no eran sino un
“pueblo decadente”, “alcoholizado de
romanismo”).
Así, pues, Morón desecha para su análisis de la nación tanto los
planteamientos esencialistas puros como los provenientes de la psicología
étnica que habían fundado la visión de España de los escritores del 98. Pero
también le parecen inaceptables los de la actual escuela modernista que
consideran al nacionalismo como una construcción artificial, una invención,
pero una invención interesada funcional
consecuencia de un profundo cambio histórico cultural que se
produce con la Modernidad. Aunque
el autor sólo hace referencia entre estos
autores a Benedict Anderson y su teoría de la “comunidades imaginadas”, que
descalifica por nominalista.
En relación con su visión de los
problemas de la nación española, los
históricos y los actuales, el análisis
que realiza en su libro escrito antes del
desencadenamiento de la actual crisis ha
quedado, en cierto modo, desfasado. El problema territorial que consideraba
superado vuelve a surgir ahora con inusitada fuerza con el intento de
independencia de Cataluña como también ha reaparecido el económico- social con tintes de profunda gravedad como consecuencia de la crisis económica,
de modo que en su prólogo a esta segunda
edición, arremete con denuedo y argumentos contra tal intento, manteniendo,
como diría Ortega, que Cataluña no sólo
es España, sino que es su célula originaria, como núcleo inicial que fue de
Hispania.
En fin, a un lector como el que escribe estas líneas al que la
perspectiva orteguiana que impregna estas páginas no le parece sino un “idealismo”
alambicado y le convencen mucho más las teorías del origen artificial de las
naciones, los planteamientos de este ensayo identitario le suenan en cierto
modo a música celestial. Aunque estoy seguro que su lectura será de interés y satisfacción para otros muchos lectores como parece indicar la
necesidad de su reedición.
(Publicado en Cultura, suplemento cultural de La Nueva España, 24 de enero 2014)