viernes, 28 de diciembre de 2018


UNA HISTORIA COMPARADA DE LOS INDEPENDENTISMOS  CATALÁN Y ESCOCÉS                                
                                      Julio Antonio Vaquero iglesias
  Los acontecimientos ocurridos en Cataluña estos dos  últimos años han abierto un grave proceso al tratar los nacionalistas catalanes  de conseguir su independencia de España. De aquellos tres problemas a los que trató de dar solución sin éxito la II República: el militar, el religioso y el territorial, y la etapa democrática logró hacerlo con los dos primeros y puso las vías, con el Estado de las Autonomías, para conseguirlo con el tercero, el territorial, éste ha sido un fracaso como demuestran los últimos acontecimientos.  Porque  ha resurgido  ahora de nuevo poniendo en peligro nuestra integridad territorial constituyéndose, como ha podido comprobarse con las recientes elecciones andaluzas, en un grave  factor de inestabilidad para nuestro país.
  No es extraño, pues, dada la enjundia del tema y lo que nos jugamos con su desenlace que el independentismo catalán   haya  generado la publicación de   un sinnúmero de libros sobre estos graves hechos desde las distintas perspectivas desde las que se puede analizar: política, económica, histórica, jurídica, testimonial…. Y ahora con este libro, Catalanes y escoceses. Unión y Discordia (Madrid, Taurus, 2018).publicado en el último trimestre de este año,  desde una orientación histórica peculiar, la historia comparada.
Estamos, sin duda, ante un libro destacable no sólo por su brillante contenido, sino también por la valía como historiador de su autor. John H. Elliott, hispanista, Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y profundo conocedor y pionero en el estudio  del inicio de la historia de catalanismo con aquella obra magistral que publicó en los años 60 y con la que comenzó su destacada obra de hispanista:   La rebelión de los catalanes ( 1963).
 Tras un minucioso y excelente análisis histórico de los dos movimientos independentistas  escocés y catalán, que le acredita como un consumado maestro en el marco  de la que es una de las notas distintivas de la historiografía británica, la historia comparada, Elliott nos muestra cómo ambos procesos, que siguieron caminos diferentes en contextos completamente distintos, resurgieron con gran virulencia e intensidad en las décadas de 1970 y 1980. Décadas en las que en ambos casos  surgió  un fuerte sentimiento de identidad de una parte importante de sus poblaciones, originando en uno y otro caso, movimientos separatistas más duraderos y persistentes que los que les habían precedido hasta tal punto que la posibilidad de su éxito, según nuestro hispanista, ha alcanzado ahora, como nunca había ocurrido en el proceso histórico anterior, visos de hacerse realidad.
 Tanto en uno como en otro caso, en Cataluña, primero, y en Escocia, después el nacionalismo radical se intensificó con la crisis del sistema bipartidista y la incapacidad de los gobernantes para solucionar los problemas de la globalización y la desigualdad social causada por la Gran Recesión. La independencia  les permitiría “de nuevo” ser los dueños de su casa, según su fantaseado  relato de “comunidades imaginadas”  y oprimidas.
     Sin duda, será interesante saber cuál es la recepción de este valioso libro en el mundo independentista catalán y escocés.   
       
 John  H Ellliott,Catalanes y Escoceses. Unión y Dicsordia. Taurus, 2018











John  H. Ellliott, Escoceses y catalanes. Unión y Discordia.  Taurus, 3018


viernes, 21 de diciembre de 2018









LA IDEOLOGIA DE VOX
                          Julio Antonio Vaquero Iglesias
Tras la eclosión de análisis de articulistas y  polítólogos ( como pomposamente se les denomina ahora a los comentaristas políticos) de  la ideología de Vox originados por su éxito electoral en las elecciones andaluzas seguimos sin saber, a mi entender, muy bien cuál es el contenido nuclear ideológico de sus propuestas y cuál es la razón que tras cinco años de existencia haya alcanzado ahora precisamente ese cierto ascenso electoral. Uno tiene la impresión tras la lectura de esos análisis que la mayoría de ellos adolece de una falta de referencia al núcleo esencial de donde nacen las propuestas programáticas del partido de la ultraderecha, núcleo que radica, sin duda, en  sus contenidos de política económica.
 Todos- o casi todos., por precisar- han puesto el énfasis en los aspectos que se refieren a sus propuestas en el terreno de lo simbólico: su xenofobia con los migrantes de origen musulmán o africano y asiático, su rechazo a las políticas de género (lo que ellos denominan como también los hacen con su secular tono misógino algunos de los sectores reaccionarios de nuestra jerarquía eclesiástica “la ideología de género”) o las peticiones o demandas del colectivo LGTBI. Además de su oposición a todo aquello que se refiere a la memoria histórica y, sobre todo, lo que algunos de nuestros politólogos han considerado como el factor decisivo para su expansión, su enemiga  al movimiento independentista catalán. Lo que ha sido, esto último, para algunos el verdadero desencadenante en este momento de su éxito en las elecciones andaluzas.
  Si nos fijamos bien son todos ellos factores que se refieren al rechazo de  las  demandas de la izquierda  en el campo de lo simbólico (que nadie piense que el que esto escribe  nos la crea necesarias y oportunas) esto es, rechazo a  la igualdad  de género, de sexo, o manifestaciones de xenofobia hacia minorías étnicas procedentes de las migraciones o su oposición sin tregua  de las actitudes independentistas en nombre de un centralismo caduco que es incompatible con cualquier modelo de descentralización. Esto es: la modernidad del Vox, que no es sino una escisión del PP, está en su reaccionarismo frente a las demandas que son hoy la base del catálogo de peticiones  de la izquierda posmoderna que, desgraciadamente, ha olvidado o ha puesto al mismo nivel la luchas simbólicas con la explotación económica y las luchas de clases consiguiente, sin tener en cuenta que la explotación económica que ha traído la desigualdad y pobreza de amplias capas de la población española es la raíz y el fundamento de todas esas otras discriminaciones.
 Creo que en los análisis de nuestros politólogos han fallado al no poner en jerarquía los factores que han originado la aparición y el despegue de Vox. Jerarquía cuya primacía no sería otra que la del factor económico, esto es,  la situación de explotación económica de grandes capas de la población con sus secuelas de desigualdad y pobreza que originó la salida selectiva y discriminatoria  que el PP propuso y dio a la Gran Recesión. Basta analizar con detenimiento las propuestas económicas del programa de Vox para darse cuenta de ello y de la naturaleza ideológica de aquéllas que es la de ser claramente reaccionarias e ir en contra de  los propios  intereses del sector de clases medias y populares que podían caer en la tentación de votarles. Un programa económico cuya medida principal es la rebaja sustancial de impuestos que proponen. Rebajas que en realidad a quien beneficiarían, sobre todo, sería a los ricos y cuyo efecto último no sería otro que tener que adelgazar aún más el Estado de bienestar en el que esas capas masacradas por la crisis necesitan  apoyarse  con mayor necesidad  hoy  para soportar mejor su depauperado estado actual  e intentar salir de la  penosa situación en que se encuentran.
( Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)       


miércoles, 21 de noviembre de 2018






      
MANIPULACIÓN HISTÓRICA EN LA CONMMEMORACIÓN DEL FINAL DE LA 1ª GUERRA MUNDIAL
                                          Julio Antonio Vaquero iglesias
Este pasado  11 de  noviembre   se conmemoró en Paris  el  centenario del  fin de la Primera Guerra Mundial a través de un gran despliegue ceremonial en el que estaban presentes los jefes de Estado y/o  Gobierno de 60 países y el Secretario General de las Naciones Unidas, amén de otras importantes personalidades mundiales. Ceremonia en  que fue notoria, pero muy significativa  la ausencia de dos países como Reino Unido y Hungría.
 Tanto el anfitrión, el presidente  Macron, como algunos de los otros líderes  políticos, hicieron alusión en sus discursos a la similitud que, según ellos, existe entre el período convulso que abrió ese final bélico en el mundo con la crisis del liberalismo, el desarrollo del fascismo y el nazismo, la Gran Depresión y el nacimiento de un nacionalismo de cuño identitario racista y agresivo. Factores todos ellos que condujeron finalmente al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial.
Macron defendió en su discurso la necesidad del multilateralismo como instrumento para salir de la actual crisis política y social y contrapuso el nacionalismo insolidario que sostienen hoy algunos países y  fuerzas políticas al “verdadero” patriotismo. Y, como también desarrollaron en sus  intervenciones algunos de los otros  líderes presentes en la ceremonia, el líder francés hizo alusión además al paralelismo que existe entre la Gran Guerra y el período  de entreguerras que le siguió y la crisis política y social del mundo actual.
Para esos líderes, aquella etapa que  se abrió al final de la Gran Guerra y finalizó  con otro conflicto mundial, por su paralelismo con el mundo de hoy, debería de ser  entendida por los políticos y los ciudadanos como contraejemplo de la crisis política y social actual, dada  su similitud, según ellos,  con las tendencias que hoy siguen algunos estados, partidos y movimientos sociales   ante la crisis en la que estamos inmersos  La conciencia de aquellos acontecimientos históricos podría servir como vacuna  contra el populismo de ultraderecha que se desarrolla hoy en nuestras sociedades,  comienza a ocupar significativos  espacios en nuestros parlamentos y defiende un nacionalismo xenófobo que busca en los migrantes el chivo expiatorio de todos los males y desconfía de la democracia liberal.  Debería de servir también, según ellos, de advertencia histórica contra la actitud contraria de esos estados, partidos y movimientos  sociales hacia  los acuerdos y decisiones de los organismos  multilaterales en el marco de los cuales  se trata hoy  de resolver las amenazas que se ciernen sobre nuestro mundo globalizado actual.
 Pero lo cierto es que,  como escribió Marx, la historia no se repite ( y si lo hace es como farsa) y la situación de la etapa de entreguerras que abrió la Gran Guerra  presenta diferencias de fondo con la actual y si es cierto que  existe  alguna coincidencia entre aquel tiempo y el actual, ésta no se da en los aspectos sustanciales. El actual populismo de extrema derecha con su racismo hacia  los migrantes  y su crítica de la democracia liberal difícilmente se puede equipar con la radical oposición  ideológica contra el liberalismo  del fascismo y el nazismo y hasta ahora esa clase de populismo se mueve en la aceptación crítica de las democracias liberales. Del mismo modo que su nacionalismo, aunque tenga un fuerte componente identitarío como lo tenían aquellos movimientos del periodo de entreguerras, no parece ser  en cambio como entonces un nacionalismo expansivo y depredador que busca extenderse dominando el mundo.
  Además el avance de la  pobreza y desigualdad que ha dejado la Gran Recesión en nuestro tiempo, lo  ha sido en el marco de unas sociedades, las desarrolladas, en las que el estado de bienestar que se impuso después de la Segunda Guerra Mundial había logrado  unos niveles de vida elevados  que paliaron en cierta medida los efectos negativos de la crisis. Niveles  que no tenían que ver con los  que padecían  grandes masas de la población tras el final de la Gran Guerra y fueron el fermento del descontento y violencia que estuvo en el origen de la Segunda  Guerra Mundial.     
  Parece claro que el intento de algunos de los principales  líderes políticos presentes en la conmemoración en París del final de la Gran Guerra de buscar en la historia de aquel tiempo convulso la explicación  de los problemas del nuestro es, además de un profundo desconocimiento de la historia,  una burda instrumentalización más de ésta. Manipulación de  la historia que trata de dejar a salvo la responsabilidad de  nuestras  élites políticas y económicas actuales en la grave situación social y política que atraviesa nuestro mundo.

martes, 6 de noviembre de 2018


 ALMUDENA GRANDES Y LA FUNDACIÓN SIERRA PAMBLEY
EDIFICIO DE LA FUNDACIÓN SIERRA PAMBLEY EN VILLABLINO






         ALMUDENA GRANDES Y LA FUNDACIÓN SIERRA           PAMBLEY
                                JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Almudena Grandes acaba de ganar merecidamente el Premio Nacional de Narrativa por su última novela  Los pacientes del doctor García, cuarta novela de su serie "Episodios de una guerra interminable". Ficciona en ella, con la excelente documentación con que construye sus novelas, los años negros del franquismo tras la derrota republicana en el conflicto español. Son, sin duda, personajes procedentes de la ficción, pero que perfectamente podrían haber salido de la negra realidad de aquellos años de miedo y represión. El doctor García podría sin duda haber existido en la realidad y  la trama de los nazis que el franquismo ocultó y dio cobertura  para salir de España  a través de la organización de una persona real, Clara Stauffer, nazi y falangista, se fundamenta en hechos reales  y demuestra la profunda relación que existió y tuvo el régimen franquista con el nazi protegiendo y amparando en España a muchos de los militares y dirigentes nazis que lograron escapar de la persecución de las autoridades aliadas que derribaron a Hitler.
Como siempre y sobre todo en su trilogía sobre la guerra civil  Almudena traza un cuadro  sombrío pero real del primer franquismo que hace que sus novelas sean una combinación de ficción y realidad con una base de profunda realidad histórica y que nos recuerdan continuamente  que la memoria histórica sigue siendo una asignatura que nuestra democracia no ha logrado superar todavía.
  Pero quizás para muchos de los lectores de esta novela haya pasado desapercibido el homenaje que desarrolla en sus páginas a una institución educativa que  fundada por don Paco Sierra ( Francisco Fernández Blanco y Sierra Pambley) en Villablino (Laciana) que inspirada en los  principios educativos de la Institución Libre de Enseñanza  convirtió aquel valle y las comarcas próximas en una verdadera excepción en cuanto al nivel educativo de toda la provincia y de las adyacentes a través de aquella institución filantrópica creada para dar educación a los que no tenían recursos y en la que supo unir una enseñanza práctica profesional mercantil y ganadera  con una formación humana integral  de los alumnos que se convirtió en una de las iniciativas educativas más queridas por los institucionistas y en cuya fundación, puesta a punto y desarrollo colaboraron intensamente los catedráticos y puntales de la ILE don  Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío y Gumersindo de Azcárate. Los frutos de aquella institución que comenzó a andar en 1886 y derramó instrucción y educación sobre los habitantes de aquellas comarcas hasta  que con el triunfo del franquismo en la guerra civil terminó incautada y desmantelado su primigenio espíritu.
  Almudena debió de conocer, deduzco, aquella institución y su magna obra educativa  a través del recientemente fallecido Eduardo Arroyo, el gran pintor e intelectual español, cuyo origen familiar procede de aquella comarca y del que ella como su marido fueron grandes amigos. Y esa admiración se trasluce en uno de los personajes de ficción(Manuel Arroyo Benítez, nacido en Robles de Laciana) más interesantes de su novela  formado en aquella institución y  de origen humilde que acaba convirtiéndose en un importante elemento de los cuadros de los  destacados intelectuales que apoyaron la II República como diplomático y que en la trama de la novela  trata de introducirse en la red de la Stauffen y  documentar y denunciar a la altas autoridades internacionales la existencia de aquélla para salvaguardar y pasarlos, dándoles cobertura legal, a  América latina a algunos de los nazis huidos y protegidos por Franco en España. Denuncia aquella que desgraciadamente no interesó a las autoridades internacionales porque en aquellos años, como bien apunta Almudena, la realpolitik trató de convertir a Franco y el franquismo en un bastión frente al miedo al  avance de la Unión Soviética.   
  En fin, un justo y merecido homenaje el que tributa Almudena Grandes  en las páginas de su novela a través del mencionado personaje a aquella benéfica institución que cambió la faz del valle de Laciana y sus vecinas comarcas.
( Publicado en las páginas de opinión de LA NUEVA ESPAÑA, de Oviedo)

viernes, 2 de noviembre de 2018











LIBERALISMO Y SISTEMA EDUCATIVO EN ESPAÑA
                                                          Julio  Antonio Vaquero Iglesias

¿Cuál fue el proceso legislativo que condujo  desde las referencias al sistema educativo de la Constitución de Cádiz en 1812 hasta  la Ley de Instrucción pública de Claudio Moyano en 1857 que supuso la implantación definitiva  en España de un sistema educativo basado en los principios liberales, ley  cuyo contenido fundamental, con supresiones y modificaciones y añadidos, llegaría hasta la Ley General de Educación de 1970 que supuso su derogación definitiva?
  Es el análisis de ese proceso el que se desarrolla en  el contenido de este libro (Génesis del sistema educativo liberal en España, KRK Ediciones, 2018) de la profesora titular de Historia contemporánea de la Universidad de Oviedo, Carmen García, que es una de la más profundas conocedoras del origen y desarrollo de la génesis de la  revolución liberal en Asturias y España. Esta obra es la parte introductoria de su tesis doctoral presentada en la Universidad de Oviedo con el título de El papel de la Historia  en el sistema educativo española durante el siglo XIX. El lento afianzamiento de las disciplinas históricas como saberes académicos.
Sin duda, como demuestra este libro, la implantación del sistema educativo liberal fue un proceso lento y gradual que finalmente terminó bastante alejado del modelo que había establecido la Constitución gaditana en su  título IX en el que se recogían los principios básicos  que debían de informar el sistema educativo liberal: igualdad, universalidad, uniformidad y libertad. Principios que debían de  fundamentar el desarrollo de una futura ley general de la enseñanza cuya preparación debía de realizar una Junta de Instrucción Pública. Ese fue el conocido como Informe Quintana que no pasó de la fase de proyecto, porque la reacción absolutista fernandina echó abajo ese primer  intento de crear un verdadero sistema educativo liberal, aunque, como dice la autora, ese proyecto tuvo su influencia en los posteriores como marco de referencia en la complicada historia legislativa posterior.
 Lo cierto es que, como va desgranando en su análisis Carmen García, en gran medida los principios que emanaron del texto constitucional gaditano, no llegaron a plasmarse en la realidad del sistema educativo liberal. No solo los de gratuidad y universalidad por razones propiamente materiales, pero también, sin duda, político-ideológicas (la reacción absolutista, primero y después, aunque no presentara grandes diferencias con el Progresista,  el predominio del Partido Moderado en esa primera fase del proceso revolucionario liberal, la gran influencia de los neocatólicos contrarios a todo cambio que oliese al proceso revolucionario francés en marcha y, sobre todo, la negativa de la Iglesia católica a perder en lo  más mínimo el control que venía ejerciendo sobre el sistema educativo de la etapa absolutista…). Como tampoco el principio de la libertad,  dado que, a pesar de las limitaciones que se establecieron en ciertos aspectos a la injerencia de la Iglesia en la enseñanza, la Ley Moyano, por ejemplo, frente al tono más secularizador del plan   Pidal de 1845 del Partido Moderado  y el proyecto progresista  de Alonso Martínez de 1855, mantuvo el derecho de inspección de la Iglesia  limitando la libertad de  cátedra. Lo que explica la polémica de los “textos vivos”, esto es, la crítica a los profesores que defendían en sus cátedras ideas y doctrinas “heterodoxas”. Crítica que culminó  en la denominada “primera cuestión universitaria” que terminó con la expulsión de algunos profesores demócratas y krausistas de la Universidad de Madrid como fueron los casos de Castelar y Sanz del Río.
Si bien es cierto que el nuevo sistema educativo que terminó estableciendo  la ley  Moyano supuso una nueva estructura que ha llegado hasta hoy con  la división del mismo en los tres niveles;  educción primaria, secundaria y universitaria, además de un profundo cambio en el nivel universitario, al menos teóricamente, en cuanto a disciplinas y contenidos curriculares en relación con los que se desarrollaban en la  universidad de Antiguo Régimen. Pero quizás lo más novedoso fue la introducción del segundo nivel claramente destinado a la instrucción de las nuevas clases medias, de tamaño e importancia reducida en nuestro país, que  originaron la aparición de una nuevo tipo  de centro donde impartirla como los institutos y una nueva clase de profesorado para llevarla a cabo. Como también lo es que los principios de uniformidad y centralismo del nuevo sistema educativo, siguiendo el modelo del sistema educativo francés, se establecieron, por lo menos sobre el papel de la ley, con gran rigor y meticulosidad. Algunos de los casos que analiza nuestra profesora de esa regulación minuciosa tanto de las actividades de los profesores y alumnos son verdaderamente llamativos.
  Sin duda, a pesar del tiempo trascurrido desde la presentación de este texto en nuestra universidad como estudio introductorio de la correspondiente tesis doctoral y la abundante bibliografía posterior sobre el asunto, el contenido de este libro sigue teniendo vigencia e  interés y sólo podemos lamentar que no  haya visto la luz antes. Y a la vez nos demuestra que las  tesis doctorales de circunstancias y baja calidad, como esa en la que usted está pensando, “aunque haber, haylas”, no son la “mercancía” habitual en nuestra universidad.    

( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA Nuevas ESPAÑA, DE OVIIEDO)               


domingo, 28 de octubre de 2018




                             CASADO Y LA HISPANIDAD
                       Julio Antonio Vaquero Iglesias
Lo cierto y verdad es que me había prometido que no volvería a escribir ningún artículo más criticando a los  dirigentes políticos del PP. Pero me lo están poniendo muy difícil. Las declaraciones de Pablo Casado el pasado domingo al iniciar la campaña de las elecciones andaluzas están tan fuera de lugar y suponen un desconocimiento tan profundo de la Historia y llevan una carga ideológica tan burda que uno no puede dejar de  hacer referencia a ellas ya no para comentarlas, sino para tratar de comprenderlas y saber a cuento de qué vienen tales barbaridades, es decir, a  qué parroquia electoral van dirigidas o a quién  quiere atraer con ellas.
Porque me parece imposible que, a pesar de los caminos tortuosos por los cuales  el presidente del PP aprobó sus másteres y consiguió la convalidación masiva de sus asignaturas, haya dicho las barbaridades que ha soltado creyéndoselas él mismo  o dejándoselas endosar por el negro que le escriba sus intervenciones. Sería aceptar que este señor no tiene la talla cultural mínima que se le supone que debe de tener alguien que puede llegar a ser presidente de nuestro país.
  ¿Se trata de una estrategia para uncir a su carro electoral a ese sector de la ultraderecha que comienza a tomar cuerpo y que predica un nacionalismo patriotero acrítico que considera, como Rajoy que la nación española es la más antigua de Europa o  que la entienden como una realidad metafísica, eterna, como una unidad de destino en lo universal a la que el descubrimiento y colonización de la América hispana le correspondió como misión divina para sacar a los indios de su paganismo?  Si es así uno lo puede entender, pero, desde luego, no aceptar, porque sería, por decirlo suavemente, alimentar ideas y valores de los que no se participa por razones únicamente instrumentales y difundir ideas e interpretaciones que no se sostienen y que difícilmente, creo, los sectores ilustrados y conscientes del PP podrán aceptar.
  Desde luego, la otra alternativa es mucho peor. Si realmente se cree Casado de verdad las afirmaciones que ha difundido en su intervención demuestra una ignorancia y una falta de madurez intelectual tal  que clama al cielo. Ni siquiera, creo, algunos de los historiadores de la  ultraderecha podrían validarlas (aunque me temo que muchos sí). Que el hecho más importante de la historia universal sea el de la Hispanidad, como ha dicho, no sólo es un despropósito histórico, sino que es una afirmación que lleva implícita una valoración y una carga ideológica que la invalida como un hecho histórico objetivo. Quizás sólo en las más laudatorias alabanzas de la Hispanidad en la etapa del franquismo no como afirmación histórica, sino como elemento de propaganda, se  haya llegado a decir tal cosa.
       Lo que, en realidad, podría esperarse en este último caso, esto es, si las afirmaciones de Casado no son meramente instrumentales, esto es, utilizadas como gancho electoral para atraer a su redil político esa extrema derecha que aparece en  el horizonte, y se las cree de verdad, es que, al menos, fuera coherente con la propia ideología liberal que dice seguir. Porque lo coherente con tal ideología sería su adhesión a un nacionalismo democrático que no deja de ser una ideología respetable y de gran tradición en el liberalismo español de la primera mitad del siglo XX, para el que la acción colonial española en América, lo que Casado nombra con el término cargado de ideología franquista de Hispanidad, siempre fue valorada con un saldo positivo reconociendo las sombras que también se proyectaron en esa labor colonizadora. Le recomiendo al líder del PP que lea a Rafael Altamira que fue el intelectual liberal institucionista que mejor desarrolló esa visión de la acción española en América.
 En fin, el colofón de sus declaraciones haciendo referencia  a la intervención de la iniciativa privada en la empresa americana no es sino un anacronismo fuera de lugar para hacer mención, deduzco, de los  prestamistas a los que acudió la reina Isabel para financiar el viaje colombino, que sus buenos dineros sacarían con sus préstamos siempre al nivel de la usura. O a los contratos de la Corona con los conquistadores
  La verdad es que parece difícil decir tantas barbaridades en tan pocas palabras. Le recomiendo al líder del PP  que para no caer en tales simplezas, cualquiera que sea su finalidad, se matricule en un máster  sobre la Historia de la América hispana. Eso sí, procurando elegir con sumo cuidado la institución académica que lo imparta.   
(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)

lunes, 24 de septiembre de 2018


                  










     LAS NEGACIONES DE AZNAR
                                                    JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
¿Alguien  podría pensar conociendo al personaje  que el señor Aznar iba a pedir perdón en la Comisión de investigación sobre su posible responsabilidad en  la trama de corrupción de su partido que la verdad judicial ha establecido como cierta y que se inició  bajo su presidencia? La trayectoria política del ex presidente del Gobierno español era la mejor prueba de que lo habitual de este señor es lo de “sostenella y no enmendalla”. Incluso hoy, con los culpables enjuiciados y en la cárcel, parece que sigue manteniendo lo que en su día no fue más que un intento de seguir en el gobierno ante las inminentes elecciones que iban realizarse después del terrorífico atentando de Atocha: que la autoría del mismo, defendía, había sido obra de  ETA y bajo la cual latía incluso por algunos de sus acólitos la insinuación de que con la colaboración, aunque sólo fuese pasiva e indirecta, de algunos sectores policiales afectos al PSOE.
La otra negación, y ésta sí que la continúa manteniendo abiertamente hasta hoy a pesar de los hechos y de que los otros responsables de aquel desaguisado militar ya lo han admitido y pedido el perdón consecuente. es la de su responsabilidad en la invasión de Irak. Todavía uno recuerda , cuando  la patraña de las amas de destrucción masiva ya era evidente y la opinión pública española se pronunciaba en las calles contra aquella guerra imperialista y él aparecía como un gran estadista, aunque no era sino  un  mero comparsa ( por no utilizar otro término más duro) de Bush y Blair, su aparición en las pantallas de la televisión estatal dirigiéndose a los españoles e insistía en mantener  lo que ya era inaceptable: que  Saddan Hussein escondía “armas de destrucción masiva” que podían poner en peligro la supervivencia de Oriente Medio y hasta del mundo.  
   Dados esos dos antecedentes lo esperable era, como así ocurrió, que  esta ocasión fuera la de  su gran tercera negación. Él no sabía nada de tal corrupción ni de la doble contabilidad de su partido ni de los sobresueldos y que  en realidad los casos de corrupción en su mandato eran limitados a dos municipios de Madrid y obra de unos golfos  desaprensivos de su partido. Que no se habían puesto, dijo, como establece  la sentencia, durante su mandato las bases de una corrupción sistémica que en  cierta medida, esto lo digo yo, ponen en cuarentena la limpieza  y la validez de las elecciones ganadas por el PP hasta hoy.  Desde luego, como apuntó con perspicacia el representante del PNV en la mencionada comisión, Aznar ha sido un verdadero maestro avant la lettre en el manejo de la posverdad, ese cáncer que corroe hoy la opinión publica de las democracias y que tan bien maneja otro político tan histriónico como él que es el señor Trump.
Por lo demás, sus contestaciones a los  miembros de la Comisión no fueron otra cosa que poner a circular el ventilador para atacar a los diputados interrogadores y a sus respectivos partidos y hablar de lo divino y de lo humano y de sus opiniones políticas como demostración – para él y los suyos, claro-  de su “gran talla de estadista”. Todo ello envuelto en el lenguaje oral y corporal agresivo, petulante y agrio al que el señor Aznar ya nos tiene acostumbrados.
   Si conociendo al personaje y su trayectoria ya sabíamos cuál  iba a ser su actitud y respuesta y habiendo como había ya una verdad judicial establecida, ¿tenía sentido esta Comisión? Creo que para muchos ciudadanos, entre los que me encuentro, si fue oportuna y hasta necesaria y clarificadora. Muchos de nosotros, ante el lodazal  de la corrupción sin fin que anegaba nuestro país, también la procedente de las filas del PSOE y otros partidos, también, pero  sobre todo, la del partido en el poder por el  carácter sistémico que presentaba y que la citada sentencia judicial establece, siempre hemos creído que los gobiernos del señor Aznar y él como máximo responsable se estaban librando del peso de su responsabilidad en esa corrupción cuando realmente había sido él y los suyos  los auténticos fautores de ese sistema. El señor Aznar y los suyos se estaban yendo de rositas dejando toda la mierda (nunca como en este caso ha habido mejor identificación  entre  metáfora y realidad), para Rajoy y su equipo cuando realmente  éstos  habían sido sus continuadores, pero no sus  verdaderos constructores.
 Aunque sólo fuera  en honor de la justicia y la verdad  era necesario dejar claro ese origen. Pero, además,  el  resultado de la citada Comisión ha sido clarificador en otro sentido. El apoyo entusiástico del señor Casado y los suyos a la intervención del señor Aznar en la misma nos abre aún más los ojos sobre la orientación política de la nueva dirección del PP, si es que alguien todavía los tenía vendados a pesar de hechos como la posición que han mantenido en la Unión Europea acerca de la condena de  la actitud ultraderechista del dirigente húngaro Orbán, amén de otras muchas declaraciones y actuaciones que Casado y los suyos defienden. Me refiero, claro es, al avance hacia las posiciones de extrema derecha del actual partido conservador español. Porque, a pesar de la pátina liberal con que adorna sus palabras, no sus actos, el señor Aznar no deja de ser un político de la derecha pura y dura. 
                                     
(PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE "LA NUEVA ESPAÑA", DE OVIEDO

domingo, 23 de septiembre de 2018


UNA DISTOPIA CON SOLUCIONES
                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
  









 El historiador israelí  Yuval Noah Harari se ha convertido con sus dos obras anteriores  Homo Sapiens y Homo Deus  en un verdadero fenómeno editorial. Decenas de miles de libros vendidos de esos dos ensayos citados, leído y  alabado por los grandes líderes mundiales como Obama y Zuckerberg, el fundador de Facebook, publica ahora su tercer libro que en cierta medida es una continuación de los dos anteriores: si Homo Sapiens era un brillante análisis del pasado de nuestra especie y Homo Deus, del futuro de la misma,  21 lecciones sobre el siglo XXI, no es sino un profundo y bien argumentado  recorrido por los graves  problemas y amenazas que para la humanidad puede suponer la evolución del siglo XXI.
 Aparte de la brillantez de su escritura y la profundidad de sus conocimientos que demuestran sus páginas, Harari no limita su análisis a una visión distópica  de nuestro siglo, sino que también nos  propone remedidos y soluciones para los graves problemas que avizora a partir de las tendencias actuales  por las que discurren  la tecnología, la evolución política, los problemas ecológicos, las corrientes migratorias, la guerra nuclear, el terrorismo y la posverdad. En cierto modo, nos presenta un panorama amenazador si no somos capaces de ponerle los remedios adecuados de modo urgente, porque todas esas amenazas ya están ahí abriéndose paso en los próximos decenios de este siglo y en el futuro próximo. Estamos, pues, ante una distopía fundamentada en la realidad actual que Harari analiza con brillantez a la vez que reflexiona sobre cómo debería actuar la humanidad para impedir el  desarrollo de esos graves problemas humanos que pueden llevarnos al fin de la vida humana o a una sociedad  profundamente desigualitaria como no la hubo nunca en la historia de Homo sapiens, porque  no sólo puede llegar a ser económico-social, sino incluso biológica.
   La combinación de los avances en tecnología informativa y en  la biotecnología concede a los humanos un potencial revolucionario para cambiar la vida de Homo  Sapiens y esto puede ser para bien o para mal según se utilice Si no adoptamos medidas inmediatas y dejamos esos poderes al albur del mercado  podemos terminar en una dictadura digital en la que no solo la mayoría de los  humanos  serían una masa de desocupados, sino que incluso  ese sector mayoritario  pasaría a ser una población irrelevante dirigida por una  pequeña élite de humanos que, incluso, al ser los únicos que  estarían en condiciones pagarse los avances de la biotecnología podrían incluso conformar una minoría biológicamente diferente de la mayoría de la población.
  Dado ese potencial peligro que nos amenaza ya en las próximas décadas y en el futuro inmediato se hace  cada vez más necesario tratar de controlar el flujo de macrodatos que no pueden ser considerados como mera  propiedad privada, sino  como un bien común que debe estar bajo el control  de toda la humanidad.  Pero, como señala Harari, la situación política que vivimos en la actualidad con la profunda crisis que padece el liberalismo como ideología y sistema político y el auge cada vez mayor de los nacionalismos, las dificultades para ejercer ese control no sólo se hacen difíciles, sino que la  tendencia  de éstos a mirarse únicamente su ombligo, bloquea la posibilidad de tomar medidas globales que no exigen para el autor tender hacia la constitución de gobierno mundial sino desarrollar una conciencia global entre los ciudadanos del mundo y hacia ese fin  está dirigido el contenido de su libro.
La parte final del libro deriva hacia la búsqueda  de una propuesta de resiliencia para que el  hombre actual que tenga sufrir todas esas contradicciones que le amenazan pueda resistirlas y encontrar su sentido de la vida. Y Harari ( al modo de Aldous Huxley, el creador r de la más brillante distopía que conozco,  Un mundo feliz, y que  es también un autor de culto para  Harari), se refugia en la meditación, en la técnica del Vipassana.
 Quizás haya que echar en falta en el contenido del libro referencias más amplias y determinantes para tratar de poner límites a  ese posible futuro negativo, a la necesidad de corregir la  probable tendencia evolutiva del capitalismo globalizado que está, sin duda, en la base y el origen de todos esos peligros que se analizan en sus páginas como son los casos  del problema ecológico, la guerra nuclear, el terrorismo, la inmigración, la crisis del liberalismo. Porque el funcionamiento normativo de aquél  tiende a engendrar y acentuar   las crisis sistémicas que jalonan su evolución, como acabamos de constatar y padecer con la Gran Recesión. Y  por otra parte también el texto, por lo demás bien escrito y sugerente, peca, a mi entender, de una excesiva acumulación de ejemplos que si bien son ilustrativos  y de gran interés, a veces, como los árboles, no dejan ver el bosque.  
    Estamos, sin duda, ante un ensayo brillante que tenemos la impresión de que va a alcanzar, sin duda, también un gran éxito entre los lectores, aunque, a mi humilde entender, la obra no llegue al nivel que tuvieron  sus dos libros anteriores.
( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)

sábado, 15 de septiembre de 2018

HACER DE LA NECESIDAD, VIRTUD




Portada de ka tessis de Pedro Sánchzez


HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD
                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
 Sin duda es de alabar la dimisión de la ministra de Sanidad, señora Montón por los problemas derivados de su máster de la Universidad Rey Juan Carlos. No solo la constatación final del plagio en gran escala que desarrollaba en su trabajo final de máster, sino las irregularidades constatadas anteriormente en su expediente exigían esa dimisión.  No es de recibo, pues, ese intento del gobierno Sánchez de hacer pasar por virtud lo que no fue sino una necesidad política para quien ha llegado al gobierno ni más ni menos que como consecuencia del descontento generalizado de políticos y opinión pública  por el olor putrefacto que despedían las sentinas del PP. 
Al contrario, a pesar del buen comienzo de la labor política de la ministra dimisionaria cuyas primeras medidas trataban de remediar  algunas de las injustas decisiones  que durante la crisis había tomado el gobierno de Rajoy en cuestiones de derechos sanitarios de los españoles y de los inmigrantes, el que su máster no respondiese a las más elementales normas de equidad con respecto a los demás alumnos debería de haber sido más que suficiente para que la ex ministra no se hubiese resistido a pedir de inmediato por propia voluntad  su dimisión  o que el propio  Pedro Sánchez se la hubiese demandado.
Tratar ahora de hacer de la necesidad virtud desmerece en gran medida la decisión tardía y hasta cierto punto resistida de la ministra dimisionaria y   el potencial que la misma hubiese tenido de ser inmediata y voluntaria para pedir responsabilidades políticas al actual líder del PP Pablo Casado por las presuntas irregularidades que pudiera haberse dado en el suyo. 
   Porque, como todos los másteres impartidos y aprobados por el Instituto- chiringuito del señor Álvarez Conde a políticos en tiempo de merecer, el del señor Casado huele también mal y el hecho de que tampoco el suyo haya pasado por  la prueba del algodón de enseñar el contenido del trabajo final hace pensar mal a muchos. Más allá de la peregrina argumentación del dirigente del PP, el señor Maroto, que mantiene  que Casado  como cualquier español corriente no tiene por qué hacerlo porque en tal caso sería inmiscuirse en su ámbito privado. Sin duda, un español corriente no, pero un dirigente político cuya credibilidad  está puesta en juego debería hacerlo aunque sólo fuese para la tranquilidad de sus propios seguidores. Como también debería hacerlo el propio presidente Sánchez con su tesis doctoral puesta también en entredicho ahora al calor de los problemas habidos con los másteres.
 Todos  estos episodios sobre los discutidos másteres de políticos del citado instituto de la  Universidad  Rey Juan Carlos  que ya han causado la dimisión de una presidenta de Comunidad, el de una ministra y está poniendo en aprietos al líder del principal partido de la oposición, nos obligan a los ciudadanos a hacernos  muchas preguntas. ¿Cómo es posible que los servicios de inspección de una universidad pública no tuviesen bajo control tales desmanes que suponían no sólo irregularidades de bulto sobre las actividades de tal instituto que funcionaba, visto lo visto, como  un expendedor de títulos vacíos de contenido académico para una determinada élite política? ¿Qué obtenían o que esperaban obtener a cambio?  ¿Es posible que pueda existir tal descontrol en los títulos de máster de otras universidades públicas españolas? ¿Y en las privadas? ¿Tales títulos se han convertido o se están convirtiendo en algunas universidades únicamente en un negocio como presuntamente ocurría  en el caso del citado instituto de  la universidad Rey  Juan Carlos (en la que, por cierto, sus autoridades ya debían estar alerta, porque ya se había denunciado un caso de plagio en una publicación atribuido  nada menos que a su ex rector, el señor Suárez), negocio  no sólo de ingresos monetarios sino también de mercadeo de influencias?
    Poner fin a episodios como éstos y controlar la limpieza, idoneidad y equidad de los estudios universitarios debe ser, visto lo visto, una de las principales y inexcusable tareas de muestras autoridades académicas y esto debe hacerse en un contexto en el que sus actividades pasen también  por  un control público y democrático de los representantes de la ciudadanía que haya en sus órganos directivos. Será, sin duda, la única manera de que desaparezcan las dudas e intranquilidad que estos casos están causando entre  los  ciudadanos.   
(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)

lunes, 10 de septiembre de 2018







 UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE ESPAÑA DIFERENTE
                                Julio Antonio Vaquero iglesias
Coordinada por  dos prestigiosos catedráticos de Historia contemporánea de España, José Álvarez Junco y  Adrián Schubert, el primero, nuestro gran especialista en la historia del nacionalismo español y el segundo, catedrático de la Universidad de Toronto, hispanista y profundo conocedor de nuestra historia contemporánea (es autor entre otros,  de un excelente estudio sobre la Revolución del 34 en Asturias), Nueva historia de la España contemporánea (1808-2018) es una historia con una estructura diferente de la que es habitual en un ensayo de esta clase y es preciso decir ya en primer lugar que es ese rasgo el que define los valores positivos que  aporta su texto.
 El libro está dividido en tres ejes estructurales diferenciados: el primero desarrolla en siete capítulos la historia de España desde la guerra de la independencia hasta  el momento actual. El segundo eje lo componen  trece capítulos temáticos que tratan con mayor profundidad y detalle los diferentes aspectos internos de ese desarrollo histórico analizando desde las relaciones de género, modos de vida, imperio y colonias, cultura, intelectuales, movimientos sociales, la religión, migraciones, Estado, la guerra y militares y las políticas de la memoria. Esto es, desde los tradicionales temas tratados por nuestros contemporaneístas hasta  los más recientes y novedosos.
 Y finalmente al calor de la revalorización de la biografía  como género historiográfico y buscando dar entrada en el análisis  a la dimensión propiamente humana, el tercer eje estructural que desarrolla el libro es el de las biografías. Son quince biografías  de algunos de los más importantes y significativos políticos, artistas e intelectuales  de nuestra historia contemporánea: desde Fernando VII a Adolfo Suárez pasando por Azaña, Francisco Franco y otros varios; desde Emilia Pardo Bazán a Manuel de Falla pasando por Ortega y Gasset y otros.
 Los 36 autores son, como es obvio, especialistas en los diferentes campos  históricos  que tratan en el libro y proceden de ocho países distintos; Alemania, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Israel, Italia y Reino Unido y  no se adscriben a ninguna escuela historiográfica concreta, ni comparten la misma orientación política. Entre ellos, encontramos  historiadores sobradamente conocidos por los lectores habituales  de la  historia contemporánea de España como Javier Moreno Luzón, Nigel Townson, Xosé M. Nuñez Seixas, Santos Juliá, Paloma Aguilar Fernández, por citar sólo a algunos.
Si como decíamos los mencionados autores no pertenecen a ninguna escuela o tendencia historiográfica común, en cambio sí se puede establecer como nexo  de todos ellos el que participan  del paradigma historiográfico  que parte del principio de que nuestra historia contemporánea, como toda nuestra historia, no ha sido peculiar y diferente  a la del resto de la de los estados europeos, como mantuvieron desde finales del siglo XIX una buena parte de sus historiadores. Esto es, la historia de España no ha sido una anomalía respecto al discurrir histórico del de  los países europeos, aunque como es comprensible, ese discurrir histórico, como en cada uno de ellos, haya tenido sin duda sus peculiaridades y rasgos específicos
 Como es habitual en esta clase de historias de autoría colectiva los resultados en este caso también son desiguales, pero sí es preciso reconocer que  este caso el conjunto puede considerarse como de un nivel más que aceptable e, incluso, algunos de los capítulos sobre el desarrollo histórico o en los biográficos, pero sobre todo, en los temáticos son de gran interés y valor. Así podríamos destacar el de Nuñez Seixas sobre los nacionalismos, una excelente síntesis de gran claridad y  actualización digna de destacarse; o el de Paloma Aguilar sobre el novedoso  tema de las políticas de la memoria de gran actualidad en el que se propone con razón la interpretación no beatífica de la Transición a la que nos tienen acostumbrados muchos de sus historiadores y políticos en activo, vinculada a una ascendente demanda, de justicia y reparación para las víctimas del franquismo y que casa mal con nuestra realidad actual. O el de Santos Juliá sobre los intelectuales basada en aquel su excelente libro Nosotros, los abajo firmantes  (2014), por citar algunos de los que presentan  mejor factura, en mi humilde opinión.
 Como también es de destacar la clarificadora introducción de los coordinadores, José  Álvarez Junco y Adrian Schubert, que no sólo realizan una  actual y significativa síntesis de la evolución  histórica de  España desde 1808 hasta hoy, sino que desarrollan además un breve pero sustancioso análisis de la evolución de la historiografía sobre nuestra historia contemporánea.
    Es cierto que esta Nueva Historia de España contemporánea    no es una obra  original sino que se basa  en la  Spanish  History Since 1808, publicada ya en 2000 por Oxford University Press que fue reeditada por Bloomsbury  en 2016. Pero ésta nueva  versión está   ampliada y adaptada al actual contexto histórico español muy diferente del que existía en el momento de su versión original, sino a la coyuntura histórica  crítica por la que pasa hoy España. Lo que unido a su estructura no convencional la convierte  no sólo en una historia   diferente, sino plenamente actualizada.