martes, 6 de noviembre de 2018


 ALMUDENA GRANDES Y LA FUNDACIÓN SIERRA PAMBLEY
EDIFICIO DE LA FUNDACIÓN SIERRA PAMBLEY EN VILLABLINO






         ALMUDENA GRANDES Y LA FUNDACIÓN SIERRA           PAMBLEY
                                JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Almudena Grandes acaba de ganar merecidamente el Premio Nacional de Narrativa por su última novela  Los pacientes del doctor García, cuarta novela de su serie "Episodios de una guerra interminable". Ficciona en ella, con la excelente documentación con que construye sus novelas, los años negros del franquismo tras la derrota republicana en el conflicto español. Son, sin duda, personajes procedentes de la ficción, pero que perfectamente podrían haber salido de la negra realidad de aquellos años de miedo y represión. El doctor García podría sin duda haber existido en la realidad y  la trama de los nazis que el franquismo ocultó y dio cobertura  para salir de España  a través de la organización de una persona real, Clara Stauffer, nazi y falangista, se fundamenta en hechos reales  y demuestra la profunda relación que existió y tuvo el régimen franquista con el nazi protegiendo y amparando en España a muchos de los militares y dirigentes nazis que lograron escapar de la persecución de las autoridades aliadas que derribaron a Hitler.
Como siempre y sobre todo en su trilogía sobre la guerra civil  Almudena traza un cuadro  sombrío pero real del primer franquismo que hace que sus novelas sean una combinación de ficción y realidad con una base de profunda realidad histórica y que nos recuerdan continuamente  que la memoria histórica sigue siendo una asignatura que nuestra democracia no ha logrado superar todavía.
  Pero quizás para muchos de los lectores de esta novela haya pasado desapercibido el homenaje que desarrolla en sus páginas a una institución educativa que  fundada por don Paco Sierra ( Francisco Fernández Blanco y Sierra Pambley) en Villablino (Laciana) que inspirada en los  principios educativos de la Institución Libre de Enseñanza  convirtió aquel valle y las comarcas próximas en una verdadera excepción en cuanto al nivel educativo de toda la provincia y de las adyacentes a través de aquella institución filantrópica creada para dar educación a los que no tenían recursos y en la que supo unir una enseñanza práctica profesional mercantil y ganadera  con una formación humana integral  de los alumnos que se convirtió en una de las iniciativas educativas más queridas por los institucionistas y en cuya fundación, puesta a punto y desarrollo colaboraron intensamente los catedráticos y puntales de la ILE don  Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío y Gumersindo de Azcárate. Los frutos de aquella institución que comenzó a andar en 1886 y derramó instrucción y educación sobre los habitantes de aquellas comarcas hasta  que con el triunfo del franquismo en la guerra civil terminó incautada y desmantelado su primigenio espíritu.
  Almudena debió de conocer, deduzco, aquella institución y su magna obra educativa  a través del recientemente fallecido Eduardo Arroyo, el gran pintor e intelectual español, cuyo origen familiar procede de aquella comarca y del que ella como su marido fueron grandes amigos. Y esa admiración se trasluce en uno de los personajes de ficción(Manuel Arroyo Benítez, nacido en Robles de Laciana) más interesantes de su novela  formado en aquella institución y  de origen humilde que acaba convirtiéndose en un importante elemento de los cuadros de los  destacados intelectuales que apoyaron la II República como diplomático y que en la trama de la novela  trata de introducirse en la red de la Stauffen y  documentar y denunciar a la altas autoridades internacionales la existencia de aquélla para salvaguardar y pasarlos, dándoles cobertura legal, a  América latina a algunos de los nazis huidos y protegidos por Franco en España. Denuncia aquella que desgraciadamente no interesó a las autoridades internacionales porque en aquellos años, como bien apunta Almudena, la realpolitik trató de convertir a Franco y el franquismo en un bastión frente al miedo al  avance de la Unión Soviética.   
  En fin, un justo y merecido homenaje el que tributa Almudena Grandes  en las páginas de su novela a través del mencionado personaje a aquella benéfica institución que cambió la faz del valle de Laciana y sus vecinas comarcas.
( Publicado en las páginas de opinión de LA NUEVA ESPAÑA, de Oviedo)

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