ESPAÑA EN SU SITIO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Si la
Transición interna se considera que finalizó en 1982 al producirse la
alternancia en el poder con la victoria electoral socialista, es cierto, como
mantiene el autor de este libro (La
Transición exterior de España, 2016, con Prólogo de Felipe González), el diplomático Francisco Villar,
salmantino con fuertes lazos con Asturias por su residencia estival en Llanes,
que la Transición exterior duró seis años más que la interna: hasta 1989. Solo
entonces puede hablarse de la normalización exterior de España, esto es, cuando
España estuvo por fin en “en su sitio”
(del título del libro del ministro Fernando Morán) dentro de la comunidad
democrática internacional pasados los cuarenta años de aislamiento y
excepcionalidad de la Dictadura franquista.
El objetivo de este libro es cubrir un
relativo vacío bibliográfico, puesto que, aunque se han publicado numerosos estudios sobre la
política exterior de esa etapa, son
parciales (en el sentido de incompletos) y es cierto que no existe una visión de conjunto como ésta que trata de
ofrecernos el autor en este libro. Pues no sólo abarca, como hemos dicho, la
política exterior correspondiente a la etapa de la Transición interna, sino
también la que llevaron a cabo los gobiernos de Felipe González con Fernando
Morán como ministro de Asuntos Exteriores (1982-1985), primero y la de González-Fernández Ordoñez (1985-1988), después.
Etapas estas en las se logró definitivamente la normalización exterior de España.
Los tres hitos fundamentales de esa normalización
fueron la conversión de España en miembro de pleno derecho de la entonces
Comunidad Europea (1986) y el referéndum de permanencia en la OTAN (marzo de
1986), que, tras un cambio de posición y enfrentándose a una parte
significativa de la izquierda española contraria a esa permanencia, incluido un
significativo sector del PSOE, apoyó y ganó Felipe González y su Gobierno corriendo
un grave peligro, en caso de no ganarlo, para su supervivencia política. Y en
tercer lugar la aprobación del Convenio para la Defensa con los Estados Unidos que pretendía un
ajuste en la relación bilateral con la superpotencia en el sentido de una
progresiva menor presencia de fuerzas e
instalaciones militares del Estados Unidos en nuestro suelo, con el objetivo de
e acabar con la subordinación casi incondicional que existió en esas relaciones durante la dictadura
franquista. Objetivo que, aunque no lo apunte el autor, se
consiguió sólo en parte. Pero el libro
no sólo desarrolla esos aspectos sino que hace un repaso completo de todos los
objetivos y frentes de la política exterior de España de esos 20 años como fueron, entre otros muchos,
la política con Iberoamérica, la política exterior mediterránea y la
relacionada con Europa.
El libro por definición debía de finalizar con
el desarrollo anterior (hasta 1989), pero Villar que ha sido un actor destacado
de esa política exterior como miembro que fue durante trece años del equipo de
dirección del Ministerio de Asuntos Exteriores y desempeñó las funciones de
embajador en las Naciones Unidas y fue posteriormente embajador en Francia,
Portugal y la Unesco, incluye, quizás demasiado encomiásticamente, un extenso
capítulo sobre cómo España se convierte después de esa normalización exterior durante
el resto de la etapa felipista, entre 1989 y 1996, en un país influyente en el
concierto internacional muy por encima, incluso, de su relativo peso económico
y demográfico. E, incluso, en el epílogo del libro, realiza una acertada
crítica al giro conservador, en la línea
de los planteamientos de los neocon norteamericanos, que han mantenido los gobiernos del PP en política exterior, volviendo
a una subordinación casi incondicional a los intereses del imperio
norteamericano.
Puede ser que algún lector de esta recensión
piense tras lo anteriormente escrito, que en realidad estamos ante unas
memorias de un actor que, como suele ocurrir con ese género, hace un análisis
sesgado defendiendo la acción exterior de España que siguieron los gobiernos
socialistas y su actuación en esa actividad exterior. Creo, desde mi humilde
punto de vista, que estaría equivocado. El análisis que hace de esa política
exterior hasta 1989 es riguroso y bien estructurado y se basa, en parte,
en las memorias de los principales
protagonistas de esa política exterior de esos años, en los estudios existentes
y , sobre todo, en su experiencia personal
recogida en las notas y apuntes personales que ha conservado de entonces. Y aunque sí
que hace al inicio de cada capítulo
referencia a la política interior de cada etapa que analiza, el peso de
ese contexto interior no queda claramente explicitado, siendo como fue, sobre
todo, en aquellos momentos difíciles, un factor de vital importancia para
explicar el desarrollo de esa política exterior.
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO
CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)