domingo, 15 de mayo de 2016

Caballero y maestro de medievalistas

                                      CABALLERO Y MAESTRO DE MEDIEVALISTAS                              
                                                                   JULIO ANTONIO VAQURO IGLESIAS





Recibo  la notificación del RIDEA de la luctuosa noticia del fallecimiento de Nacho Ruiz de la Peña y con la tristeza  embargándome el corazón, hago memoria de la relación que he mantenido con él y de inmediato me viene  a la cabeza una idea que define lo que siempre he pensado de él: ha muerto un caballero, además de un excelente medievalista. Siempre recuerdo cómo me apoyó para que publicase en aquella excelente revista cultural que fue Ástura, de la que Nacho fue uno, con  los profesores  Santiago Melón y Francisco Quirós, de sus principales promotores y en la que muchos de los que comenzábamos nuestras investigaciones históricas tuvimos sus  páginas a nuestra disposición sin tener en cuenta nuestro pedigrí universitario, sino sólo la calidad de los trabajos que presentábamos. Así se comportó también en otras ocasiones con el que esto escribe cuando, con  el catedrático de Geografía Quirós, formó parte del jurado que me concedió el premio de Trabajos históricos del concejo de Llanera por una investigación sobre los vaqueiros de la zona central de Asturias que trashumaban a Torrestío.
 Todo ello lo digo como expresión de su calidad humana y científica y como reconocimiento de la gran labor  que llevó a cabo en todo lo referente a la difusión de la cultura asturiana. Su labor en los últimos años como director del RIDEA fue también enormemente valiosa tratando de modernizar la institución e incrementando su actividad  científica.  Que todos los  que en Asturias nos dedicamos a esto de la investigación histórica hemos reconocido la importancia de su labor de historiador y difusor de la cultura asturiana, lo demuestra la sesión que dedicó a presentar sus Obras completas con motivo de su jubilación. Allí estábamos presentes, y esto es difícil de lograr en nuestro gremio, historiadores de todas las tendencias y especialidades y representantes  de  todos los sectores de cultura asturiana Y  la gran ovación que escuchó al final de su parlamento por su humildad y bonhomía fue la expresión del reconocimiento de todos nosotros por su obra, pero también por la dignidad, bondad y calidad humana con que ha ejercido su profesión y llevado su vida. Siempre recuerdo que él decía que había sido una persona con suerte en la vida, porque se había dedicado a lo que más  le gustaba: la historia, y encima le pagaban.
 La última relación que tuve con él fue con motivo de la recensión de sus Obras completas en las  páginas de este periódico  y como siempre sentí  en esa relación la alta valoración que tenía de la amistad, su bondad y su sencillez. Alguien más capaz que yo deberá hacer ahora una valoración de la importancia de su obra de medievalista y su labor como creado y difusor  divulgador de la cultura asturiana (siempre me asombró los profundos y amplios  conocimientos que poseía sobre ella). Desde luego, y como no podía ser de otra manera, dada su calidad científica y humana,  serán sus discípulos  los encargados de hacerlo, porque, como maestro que fue, deja una   escuela formada por  un nutrido grupo de excelentes  discípulos.
      Su mujer e hijas y el resto de su familia y amigos (un fuerte abrazo para Álvaro y para Florencio Friera) deben paliar su dolor en lo que es  posible con el orgullo de haberlo tenido a su lado.
( PUBLICADO EN LA NUEVA ESPAÑA, DE  OVIEDO)

No hay comentarios:

Publicar un comentario