viernes, 20 de mayo de 2016

EL CINE EN ASTURIAS

LOS ORÍGENES DEL CINEMATÓGRAFO EN ASTURIAS

                          JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


EL AUTOR, JUAN CARLOS DE LA MADRID

Juan Carlos De la Madrid es uno de los pocos historiadores, sino el único, que ha tratado de los orígenes del cinematógrafo n Asturias, esto es, de la que se denomina en la historia del cine como “Etapa  Primitiva” . Su libro “Cinematógrafo y Varietés en Asturias” (1996) fue el primero- al menos hasta donde yo conozco- que estudió su desarrollo en nuestra región desde la perspectiva del cine como una industria cultural que surge en el contexto de las transformaciones económicas y sociales ocurridas en el periodo de entre siglos en nuestra región. Transformaciones que propiciaron, a su vez, un proceso de mercantilización del ocio dentro del cual se insertó el proceso que conduce de la aparición del cine en el último decenio del siglo XIX como espectáculo sin entidad propia, es decir, como un complemento más del espectáculo popular de  las varietés, hasta que en vísperas de la Gran Guerra está ya a punto de convertirse en un espectáculo independiente con instalaciones propias y centro ya de su  propia industria cultural.
En su nuevo libro, “8.000 Películas de Cine Primitivo. Asturias, 1896- 1915” (Gijón, CICES, 2009) , De la Madrid recoge las conclusiones de su primer libro sobre este tema y las amplia con un excelente estudio sobre los tres elementos que convergen en el complejo proceso que conduce a la aparición del cine en Asturias y que se desarrollan a los largo de los veinte años que van  entre 1896 y 1915 : la relación y final  segregación e independencia del cine del espectáculo de las varietés dentro del cual se había integrado en principio; el inicio de la constitución de una incipiente  industria cultural  cinematográfica; y, finalmente, el paso del cine como espectáculo popular a espectáculo de masas en que se convierte en vísperas de la Primera Guerra Mundial al acelerarse el proceso de mercantilización del ocio y convertirse en un espectáculo interclasista controlado por la burguesía.
La fuente principal de información de este libro es el censo realizado por el autor de las 8.000 películas (títulos y lugar de exhibición) a las que hace referencia el título del libro, películas que son la mayoría de las que se proyectaron en nuestra región en esos dos decenios.
Después  de una primera fase que llega hasta el inicio de nuevo siglo, y cuyo objeto era dar a conocer el nuevo invento más como novedad técnica que como espectáculo  (la primera proyección se realizó en el Teatro Jovellanos de Gijón en 1896 con un pretendido aparato Lumiére y sólo al año siguiente se introdujo el verdadero  sistema  de Lumiére en Asturias en Llanes y Gijón), se inició su conversión en un espectáculo telonero de diversas  varietés consumidas por un público popular y entre las cuales pronto destacó el cuplé con cupletistas individuales que enseñaban generosamente sus encantos, cantaban  letras llenas de procacidades, levantando en armas a sus espectadores masculinos. Las películas dentro de ese espectáculo tenían escasísima duración y no eran sino un conjunto desordenado de vistas  de la realidad natural o de  diversos acontecimientos
Sin embargo, a partir de la segunda década del nuevo siglo, el cine en Asturias, como en el resto de España, se va imponiendo sobre las varietés, sin que éstas desaparezcan del todo como parte del espectáculo ( incluso “Quo vadis” llegó a pasarse en Gijón como complemento de actuaciones de cuplé), a la vez se alarga la duración de las películas, que adoptan  una mayor complejidad técnica, y una parte de las cuales son ya películas de ficción de diversos géneros como demuestra para Asturias  la lista de películas que recoge el autor en su libro: películas de género cómico, dramáticas, del natural, documental, históricas…., producciones  procedentes, sobre todo, de Francia y de alguna otras cinematografías europeas (las producciones norteamericanas  vendrían después de la Primera Guerra Mundial y con ellas la aparición de una nueva etapa de la historia del cine) Un factor decisivo en esa abastecimiento variado de las películas es la generalización  en Asturias entre  1907 y1909 del sistema de distribución por el sistema de alquiler, convirtiéndose Gijón en un de los centros de distribución no sólo para todas las salas asturianas, sino también para otras provincias limítrofes.
Esa incipiente industria cinematográfica supone, además de los cambios mencionados, el desarrollo de otros en la misma dirección como fue la aparición de salas estables y específicas  para la proyección de las películas y las actuaciones de varietés. De los cafés, barracas, pabellones, teatros tradicionales como el Jovellanos de Gijón (no el Teatro Campoamor que se resistió a admitir este espectáculo hasta 1915 cuando el avance del cine con todas esas transformaciones era ya imparable) o nuevos teatros como el Dindurra de Gijón, el  Teatro Celso  de Oviedo, el Santarrúa de Candás, el Obdulia de los Campos Elíseos de Gijón..., se pasó, a partir de 1910, a las salas propias para el cine y de manera secundaria para las varietés que se generalizaron por las ciudades menos importantes  de la región ante el éxito de todo tipo de público que iba adquiriendo el que antes se conocía como el “teatro de los pobres”, y a causa también de las  exigencias de las normas de la nueva Ley de Espectáculos. El modelo más acabado de estas nuevas construcciones para el cinematógrafo fue, sin duda, el famoso Salón Doré de Gijón en 1914.
Pero la aparición de la industria y el mercado cinematográficos  implicó también otros importantes cambios que el historiador asturiano constata en Asturias, como fue la aparición de las” estrellas” personalizadas del nuevo espectáculo que suponían un excelente gancho publicitario. Bien fueran las nuevas cupletistas “domesticadas y respetables”,  aptas ahora al final para toda clase de públicos, y que también habían alcanzado el estrellato en el cine; bien, los personajes de las películas cómicas o seriadas de éxito que se proyectaban en la región. Otra novedad derivada de esas transformaciones fue también la aparición de una crítica de las películas ya permanente en los diarios.
Todo ello era la consecuencia de la conversión del cine en un espectáculo de masas, interclasista, desde el momento en que se cumplieron  tres condiciones. Que el anterior espectáculo popular de cine y varietés se fuese “dignificando” en sus contenidos y formas, esto es, adaptándose a los gustos de las capas altas; que  se mantuviesen para las capas inferiores bajos los precios de las entradas; y finalmente, que aquéllas  poco a poco accediesen cada más a un tiempo de ocio más amplio. De esa manera, se convirtió en un espectáculo para toda clase de públicos. Juntos, pero no revueltos asistían al espectáculo: en preferente unos; en general, otros. Y hasta el Teatro Campoamor que- como hemos dicho- se había resistido a introducir en su sala este espectáculo terminó finalmente admitiéndolo.
            La producción de películas en Asturias durante esos veinte años  fue escasa. El autor censa 48 películas asturianas o de autor asturiano. La mayoría de ellas son las denominadas vistas naturales o de acontecimientos. Sólo dos de ellas fueron películas de argumento: “Por robar fruta” o Una tarde fiesta en Candás. Ese celuloide asturiano fue obra esencialmente de asturianos relacionados con el mundo de la fotografía como fueron, entre otros, Arturo Truhán, Javier Sánchez Manterota o Julio Peinado Alonso.
            Sin duda, el título de este libro no hace justicia a su contenido por su modestia. Porque, en realidad, estamos ante una completa y excelente historia de la Etapa Primitiva del cine en Asturias. 
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

No hay comentarios:

Publicar un comentario