domingo, 8 de mayo de 2016

LA TRAGEDIA DEL BONIFAZ

                                                            LA TRAGEDÍA DEL BONIFAZ
                                                                           Julio Antonio Vaquero Iglesias
          






   Pasadas las 10 dela noche  del 3 de julio de 1964 a  nueve millas  del cabo Finisterre, el petrolero Bonifaz propiedad de la compañía cántabra Naviera de Castilla del Grupo Pereda con cincuenta marinos  y seis  mujeres a bordo, esposas de los tripulantes, con sus tanques vacíos en viaje hacia Cartagena para efectuar determinados arreglos en el buque,  colisionó con el petrolero francés Fabiola, de mayor tamaño, cargado de crudo  para El Havre, produciéndose una de las mayores tragedias  de la marina mercante española del pasado siglo. El petrolero español abrió un gran boquete en el costado del buque  francés vertiéndose el crudo sobre el Bonifaz que se hundió a causa del incendio, en medio de un mar lleno de llamas. El resultado fueron cinco  tripulantes muertos y veinte desaparecidos, incluidas tres de sus esposas y un herido de pronóstico reservado. En el petrolero francés sólo hubo algunos heridos leves y el boquete abierto en su casco no le impidió continuar su navegación.
El trágico suceso conmocionó a la opinión pública nacional  y ocupó las primeras páginas de los periódicos españoles de aquellos días y dejó tras de  sí un reguero de víctimas y damnificados, de dolor y vidas truncadas que han marcado para siempre  las de los que perdieron a sus familiares y las de los supervivientes que lo vivieron. Y también tras el desgraciado accidente sobrevino, como es lo habitual en estos casos, el tema de las responsabilidades. Ante la escasa sensibilidad de la autoridades  y con él animo de honrar y mantener viva la memoria de sus familiares muertos y desaparecidos, familiares y supervivientes crearon una Asociación de Náufragos de la Mar, con sede en Santander, que  ha extendido sus actividades a homenajear  y recordar a  las víctimas y damnificados de todos los naufragios de marinos y pescadores españoles.    
   Cincuenta y un año después del hundimiento del Bonifaz, acaba de publicarse el libro Donde se posa el resplandor del sol ( Círculo Rojo, 2016) en el que se realiza un exhaustivo análisis de aquel desgraciado accidente marítimo. Su autor, periodista de prensa, radio y televisión, especializado en programas infantiles y juveniles y ahora  escritor, Francisco García Novell, un enamorado y profundo conocedor de todo lo relacionado con el mar, ha publicado anteriormente un excelente libro que ha alcanzado gran difusión sobre el naufragio del trasatlántico español Príncipe de Asturias, de cuyo hundimiento en las costas de Brasil se cumple este año su centenario aniversario; y también varios libros de viajes  y de literatura  infantil.
     Bajo la forma de un gran reportaje novelado, con una técnica casi cinematográfica y  buen pulso narrativo, el autor realiza en este libro, como experimentado  periodista que es y a través de un impresionante trabajo de campo,  una reconstrucción minuciosa, casi detallista, de quiénes eran los tripulantes del buque siniestrado, de sus vidas, de sus ambientes familiares, del contexto cotidiano de la vida de los españoles en aquel año, de la historia del petrolero. El relato de  cómo se produjo el accidente y la valiente y responsable actuación de la tripulación ante la dramática situación, llegando, incluso, a actuaciones heroicas y de cómo se salvaron los náufragos, es excelente. También se analizan las resoluciones  judiciales españolas y francesas sobre el accidente que terminaron con el fallo definitivo del Tribunal del Almirantazgo inglés.
    Sin duda, el autor consigue el objetivo pretendido con su libro: hacer un ejercicio de memoria para que nunca se olvide aquella tragedia y realizar un sentido homenaje a los que la padecieron. Y  aún más: mostrarnos  por extensión un gran fresco de la dureza de la vida y la grandeza de los hombres de la mar.  
   Tuvieron que pasar algunos años hasta que un patrón de pesca de Muros y otros pescadores de bajura de la zona localizaron exactamente el lugar en que  se encontraba a unos 170 metros el pecio del Bonifaz. Lugar  donde los pescadores de la zona, por respeto, no echaban sus redes. Allí Donde se posa el resplandor del sol,  les señaló desde el cabo Finisterre el citado patrón a los familiares de los marinos desaparecidos, es el lugar exacto donde está sumergido el casco del barco. Y así  conocieron  dónde estaba la  tumba de los suyos  para poder seguir con su proceso de duelo.  Ya no eran – como dicen los versos de Melville en Moby Dick – “seres  que privados de toda morada, han/ muerto privados de tumba”. Amén.    
   ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA N UEVA ESPAÑA . DE OVIEDO)

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