viernes, 27 de mayo de 2016

CHACALES DE FORMA HUMANA

                                   CHACALES DE FORMA HUMANA
                                               JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS     


    

   La represión violenta contra los maestros republicanos en Asturias  (Oviedo, KRK, 2010) es, sin duda, un libro oportuno y necesario. No sólo para cubrir el clamoroso vacío que existía sobre el tema de la represión violenta de los maestros republicanos durante la guerra civil en la historia de la educación en Asturias, sino también, por su importancia, para  la propia historia general de la región. Conocíamos, eso sí, en gran medida la represión profesional y administrativa  de los maestros republicanos en Asturias (sobre todo, por el libro de Morente Valero, La depuración del Magisterio Nacional 1936-1939). Pero no se había tratado de manera específica para Asturias, como se hace en este libro, sobre la represión violenta (“paseos”, consejos de guerra, fusilamientos, muerte en prisiones…) del magisterio asturiano durante la guerra civil. Y, desde luego, nadie mejor que  el autor, el profesor e historiador Leonardo Borque, profundo conocedor de la historia del magisterio primario en Asturias, para llevar a cabo este sólido  trabajo.
            Los maestros propiamente  republicanos fueron (como es bien sabido, aunque a veces todavía hoy no se quiera recordar) la bestia negra de la represión de los sublevados en 1936. Comprometidos con las reformas educativas del primer bienio republicano, se mostraron practicantes estrictos del laicismo escolar, enseñaron la Constitución republicana y los valores cívicos contenidos en ella, siguieron las pautas pedagógicas innovadoras de la Institución Libre de Enseñanza, abrieron la escuela a la vida y ejercieron un importante papel de reformadores sociales más allá de los muros de la escuela. Mejor que nadie lo expresó uno de ellos en vísperas de su fusilamiento en una carta a su familia que recoge en el  prólogo de este libro el ya fallecido historiador medievalista Julio Valdeón Baruque, él mismo hijo de maestro fusilado en 1936: “Queridos míos me matan. Y ¿ por qué?, ¿ por mis ideas?. No, pues nada de peligroso tienen éstas  Simplemente por haber abierto las puertas de mi escuela para que la vida entrara en ella”
            Borque demuestra para Asturias, a través de una sólida y variada gama de fuentes documentales, lo que  algunos historiadores de la represión del Magisterio durante la guerra civil habían constatado ya (o al menos deducido por indicios fragmentarios) para otras regiones españolas: los maestros propiamente republicanos, esto es, los adscritos a los partidos republicanos y de la izquierda (aquellos que estuvieron firmemente comprometidos con las reformas educativas republicanas) fueron, en realidad, una minoría dentro del Magisterio Nacional ( no superaban el 5%  del colectivo para el caso asturiano). Sin embargo, el discurso de los sublevados incriminó y estigmatizó  en bloque a  todo el cuerpo de maestros sin hacer distinciones ideológicas, atribuyéndoles una parte decisiva de la responsabilidad del desencadenamiento de la guerra civil.
El autor realiza una detallada  reconstrucción de las formas de ese discurso demonizador (ideológico y no ajustado a la realidad) del Magisterio en sus variadas formas, una de cuyas  principales fuentes ideológicas fue la jerarquía eclesiástica y que tuvo como finalidad no sólo legitimar la represión de los maestros, sino también fundamentar preventivamente la moral y los principios ideológicos del régimen de los vencedores. Baste como botón de muestra las argumentaciones que propone  el informe fiscal del consejo de guerra que condenó a la pena de muerte al rector de la Universidad de Oviedo, el hijo de Leopoldo Alas, Leopoldo Alas Argüelles, refiriéndose a la revolución del 34:”  (…) se llenaron por poco tiempo las cárceles de meros ejecutores y de personas de poco relieve en la rebelión, mientras que los Maestros y los Catedráticos, los autores e inductores, los que sembraron ideas ateas y de la antipatria siguieron en sus puestos, en una impunidad que sonrojaba al recto sentir de la Justicia (…)”.
Las consecuencias de tales planteamientos dieron lugar en Asturias a una durísima e indiscriminada persecución y represión de los maestros que tenía como objeto no sólo la eliminación de los “culpables” como castigo por su “funesta” actuación, sino también como medida preventiva cara a la Nueva España que los vencedores de la guerra civil querían construir. No sólo fueron expulsados del cuerpo de maestros casi un tercio de los maestros propietarios de Asturias. Esto es: bastante  más del que constituían los que se adscribían a la ideología propiamente republicana. Y en el  aspecto concreto de la represión violenta  fueron 43 las víctimas de los “paseos”, 48 los ejecutados tras los consejos de guerra y otros 12 asesinados en variadas circunstancias. Y a estas cifras habría que sumar los que  sufrieron prisión en los campos de concentración y los que optaron por la vía del exilio. Con estas cifras no puede hablarse de equidistancia entre la dimensión que alcanzó  la represión del Magisterio llevada a cabo en el bando sublevado y la que tuvo lugar en la zona republicana hasta el final de la guerra en Asturias, represión republicana a la que Borque también hace referencia aquí  y ya había dedicado su atención en un libro anterior

Estamos, pues, ante un excelente y necesario libro de historia que también puede considerarse como un buen ejemplo de lo que debe de ser un adecuado ejercicio de  memoria histórica, esto es,  siempre fundamentada en un riguroso tratamiento histórico. Y que nos demuestra el inmisericorde fulgor de la  espada de los vencedores para con aquellos que un poema, incluido en un manual escolar de la época y titulada “Franco y los niños”, denominaba como “chacales de forma humana”.       

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