CHACALES DE FORMA HUMANA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
La
represión violenta contra los maestros republicanos en Asturias (Oviedo, KRK, 2010) es, sin duda, un libro oportuno
y necesario. No sólo para cubrir el clamoroso vacío que existía sobre el tema
de la represión violenta de los maestros republicanos durante la guerra civil en
la historia de la educación en Asturias, sino también, por su importancia, para
la propia historia general de la región.
Conocíamos, eso sí, en gran medida la represión profesional y
administrativa de los maestros
republicanos en Asturias (sobre todo, por el libro de Morente Valero, La
depuración del Magisterio Nacional 1936-1939). Pero no se había tratado
de manera específica para Asturias, como se hace en este libro, sobre la
represión violenta (“paseos”, consejos de guerra, fusilamientos, muerte en
prisiones…) del magisterio asturiano durante la guerra civil. Y, desde luego,
nadie mejor que el autor, el profesor e
historiador Leonardo Borque, profundo conocedor de la historia del magisterio
primario en Asturias, para llevar a cabo este sólido trabajo.
Los maestros propiamente republicanos fueron (como es bien sabido,
aunque a veces todavía hoy no se quiera recordar) la bestia negra de la
represión de los sublevados en 1936. Comprometidos con las reformas educativas
del primer bienio republicano, se mostraron practicantes estrictos del laicismo
escolar, enseñaron la Constitución republicana y los valores cívicos contenidos
en ella, siguieron las pautas pedagógicas innovadoras de la Institución Libre
de Enseñanza, abrieron la escuela a la vida y ejercieron un importante papel de
reformadores sociales más allá de los muros de la escuela. Mejor que nadie lo
expresó uno de ellos en vísperas de su fusilamiento en una carta a su familia
que recoge en el prólogo de este libro el
ya fallecido historiador medievalista Julio Valdeón Baruque, él mismo hijo de
maestro fusilado en 1936: “Queridos míos me matan. Y ¿ por qué?, ¿ por mis
ideas?. No, pues nada de peligroso tienen éstas
Simplemente por haber abierto las puertas de mi escuela para que la vida
entrara en ella”
Borque demuestra para Asturias, a
través de una sólida y variada gama de fuentes documentales, lo que algunos historiadores de la represión del
Magisterio durante la guerra civil habían constatado ya (o al menos deducido
por indicios fragmentarios) para otras regiones españolas: los maestros
propiamente republicanos, esto es, los adscritos a los partidos republicanos y
de la izquierda (aquellos que estuvieron firmemente comprometidos con las
reformas educativas republicanas) fueron, en realidad, una minoría dentro del
Magisterio Nacional ( no superaban el 5% del colectivo para el caso asturiano). Sin
embargo, el discurso de los sublevados incriminó y estigmatizó en bloque a
todo el cuerpo de maestros sin hacer distinciones ideológicas, atribuyéndoles
una parte decisiva de la responsabilidad del desencadenamiento de la guerra civil.
El autor realiza una detallada reconstrucción de las formas de ese discurso
demonizador (ideológico y no ajustado a la realidad) del Magisterio en sus
variadas formas, una de cuyas
principales fuentes ideológicas fue la jerarquía eclesiástica y que tuvo
como finalidad no sólo legitimar la represión de los maestros, sino también
fundamentar preventivamente la moral y los principios ideológicos del régimen
de los vencedores. Baste como botón de muestra las argumentaciones que propone el informe fiscal del consejo de guerra que
condenó a la pena de muerte al rector de la Universidad de Oviedo, el hijo de
Leopoldo Alas, Leopoldo Alas Argüelles, refiriéndose a la revolución del 34:” (…) se llenaron por poco tiempo las cárceles de
meros ejecutores y de personas de poco relieve en la rebelión, mientras que los
Maestros y los Catedráticos, los autores e inductores, los que sembraron ideas
ateas y de la antipatria siguieron en sus puestos, en una impunidad que
sonrojaba al recto sentir de la Justicia (…)”.
Las consecuencias de tales planteamientos dieron lugar en Asturias a una
durísima e indiscriminada persecución y represión de los maestros que tenía
como objeto no sólo la eliminación de los “culpables” como castigo por su “funesta”
actuación, sino también como medida preventiva cara a la Nueva España que los
vencedores de la guerra civil querían construir. No sólo fueron expulsados del
cuerpo de maestros casi un tercio de los maestros propietarios de Asturias.
Esto es: bastante más del que
constituían los que se adscribían a la ideología propiamente republicana. Y en
el aspecto concreto de la represión
violenta fueron 43 las víctimas de los
“paseos”, 48 los ejecutados tras los consejos de guerra y otros 12 asesinados
en variadas circunstancias. Y a estas cifras habría que sumar los que sufrieron prisión en los campos de
concentración y los que optaron por la vía del exilio. Con estas cifras no
puede hablarse de equidistancia entre la dimensión que alcanzó la represión del Magisterio llevada a cabo en
el bando sublevado y la que tuvo lugar en la zona republicana hasta el final de
la guerra en Asturias, represión republicana a la que Borque también hace
referencia aquí y ya había dedicado su
atención en un libro anterior
Estamos, pues, ante un excelente y necesario libro de historia que
también puede considerarse como un buen ejemplo de lo que debe de ser un
adecuado ejercicio de memoria histórica,
esto es, siempre fundamentada en un riguroso
tratamiento histórico. Y que nos demuestra el inmisericorde fulgor de la espada de los vencedores para con aquellos
que un poema, incluido en un manual escolar de la época y titulada “Franco y
los niños”, denominaba como “chacales de forma humana”.
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