miércoles, 17 de junio de 2020
LA EDUCACIÓN TRAS LA PANDEMIA
JULIO ANTONIO
VAQUERO IGLESIAS
Como tantos
otros aspectos de nuestra vida social,
es fácil pensar que el tremendo impacto que la pandemia del coronavirus está
causando en todos los órdenes de nuestra vida, puede afectar también de manera sustancial a los
sistemas educativos. La necesidad del desarrollo de la enseñanza digital que la fuerza de los
acontecimientos epidémicos ha impuesto en los tiempos del confinamiento, ¿va a
suponer que ese modo de educación ha venido para quedarse definitivamente
sustituyendo en gran medida a la
tradicional enseñanza presencial?. ¿Ocurrirá
con esa modalidad de enseñanza lo que sí parece que va a ocurrir con el
teletrabajo, esto es, que alcance un sustancial desarrollo y ello suponga una subordinación de la enseñanza presencial?
Las limitaciones en esta coyuntura pasada de esa modalidad de enseñanza a distancia han
sido evidentes. En gran medida por la brecha digital que existe en nuestro país
que supone diferentes posibilidades de
acceso a los elementos técnicos de esa modalidad de enseñanza y por la
diferente preparación familiar para el correspondiente apoyo a los escolares que implica la misma. De modo que una de las
funciones inexcusables de la enseñanza en
las sociedades democráticas como
es la de paliar las diferencias sociales de origen de los educandos no sólo no
se ha cumplido en la etapa de confinamiento, sino que incluso, casi podríamos
decir, que ha aumentado. Del mismo modo que la función de socialización que
debe estar implícito entre las funciones
a conseguir por todo sistema educativo desaparece en esa modalidad exclusiva de
educación.
Renunciar o reducir al mínimo la educación presencial concediéndole a
prioridad dominante a la enseñanza a distancia a través de los medios
telemáticos sería, sin duda, abandonar
algunas de las funciones esenciales de la escuela. La presencia física, el
contacto directo con el maestro, con el profesor, es fundamental. Todos los que hemos ejercido esa
honrosa profesión lo sabemos: el alumno no sólo aprende en la escuela
contenidos disciplinares, sino valores y actitudes que, sin duda, se
desarrollan con el contacto directo con el que le educa si éste es consciente
de que la escuela no sólo debe transmitir conocimientos, esto es, instruir,
sino, y creo que sobre todo, educar. Y esa función, además de la de
socialización que conlleva y a la que nos referíamos más arriba, sólo puede
desarrollarse con la educación
presencial
Lo que
no es óbice para que la escuela se
dedique a instruir y desarrollar los
conocimientos y las prácticas en las nuevas tecnologías que son instrumentos
básicos e imprescindibles ya en la sociedad digital en la que los alumnos van a vivir. Del mismo modo
que es necesario que el profesor las utilice, como ya se viene haciendo, en las aulas como elementos de gran eficacia didáctica.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)