sábado, 19 de marzo de 2022








 ALEXANDER DUGIN: EL IDEÓLOGO DE PUTIN

                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

 ¿Quién es el inspirador de las agresivas políticas de Putin? ¿Responden éstas a un meditado plan geopolítico o son el resultado de una improvisada o al menos limitada política territorial que no supone una calculada y fundamentada teoría geoestratégica de implicaciones y objetivos de dominio mundial? Es evidente que una respuesta a esa pregunta es de vital importancia para  comprender y enfrentarse a los acontecimientos que estamos viviendo y consecuentemente para tratar de darles la respuesta adecuada.

  El inspirador de la política del presidente ruso es, sin duda,  el filósofo e ideólogo Alexander Dugin. Éste es un  teórico del populismo de derechas, antiliberal militante, cuyos pensadores de cabecera han sido los padres del neofascismo cultural europeo, el belga  René Guénon y el italiano Julius Evola. Y como populista militante ha mantenido estrecha relación  con los movimientos europeos de esa ideología (Vox incluido). E incluso ha tenido además relación (¿?) con el pensamiento y las ideas del  ocultismo europeo.

 Esa influencia directa (o indirecta a través de su camarilla de asesores) sobre el pensamiento político y las ideas geopolíticas del presidente ruso la  ha ejercido, sobre todo, a través de su labor como asesor y se refleja claramente  en   dos de sus obras que se han convertido en auténticos best sellers en Rusia y cuya lectura dan la impresión de ser el guion que ha seguido Putin en su política interior e internacional y que podrían resumirse en la constitución de un imperio euroasiático frente al imperio atlántico hegemonizado por Estados Unidos   y el populismo integral como su modelo ideológico  frente al liberalismo como ideología dominante. Tales ideas son las que desarrolla Dugin en Fundamentos de Geopolítica  (1997)y en Cuarta Teoría Política (2009).

  Como apunta Dugin en el primero de estos  libros la clave es configurar el mapa de alianzas y los espacios de influencia a nivel mundial de Rusia. Y para ello se debe restablecer primero la posición dominante de Rusia perdida tras el hundimiento de la Rusia soviética recuperando los territorios que formaron parte del Imperio soviético para después establecer una red de alianzas que coloque a Eurasia en el centro del orden mundial.

 Está claro que Putin ya ha dado algunos pasos en esa dirección: la invasión de Georgia en 2008; la invasión de Crimea en 2014, primer paso para la ocupación de Ucrania. Ocupación que está tratando, hasta ahora infructuosamente, de llevar a cabo con la invasión militar  de todo el territorio ucranio, al que Dugin considera como parte integral del territorio ruso y constitutivo inexcusable de la Nueva Rusia que hay que construir.  

Pero también la política internacional de Putin parece responder a los  planteamientos geopolíticos inspirados por aquél: la campaña de apoyo a los partidarios del Brexit en Reino Unido para conseguir su separación de Europa o la intervención manipuladora en las elecciones norteamericanas para lograr el ascenso de Trump ( un populista de derechas opositor a la tradicional política atlantista del estado norteamericano)    a la presidencia de los Estados Unidos.

 ¿Les suena? No parece dudoso que la política de Putin esté siguiendo los pasos marcados por estas ideas directrices de Dugin.

 En su libro, Cuarta Teoría Política Dugin  desarrolla una teoría antiliberal  y antiglobalizadora, donde mantiene que las tres grandes teorías políticas de la modernidad, el fascismo, nazismo y liberalismo han fracasado y es  la hora de poner en práctica una cuarta teoría que define como un populismo integral y que defiende una forma de retorno a todas las identidades para luchar contra el universalismo unificador y el individualismo liberal.

 Está claro que esa interpretación y el ideario político de Dugin son en última instancia profundamente  antidemocráticos. Además de inexactos, porque se olvida de algunas de las más importantes de esas ideologías de la contemporaneidad como fueron el socialismo democrático y el comunismo. Pero su influencia  sobre el contenido y la acción de gobierno  que defiende y sustenta la acción política de Putin parece clara.  

    Desde luego, esa influencia del pensamiento de Dugin sobre los planteamientos del presidente ruso nos hace pensar que en los planes de éste la invasión de Ucrania es sólo un capítulo más de un premeditado plan de dominio y hegemonía sobre el continente euroasiático.  

lunes, 7 de marzo de 2022


 

PUTIN: TRAS LAS HUELLAS DE  STALIN Y HITLER                            

JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

La invasión de Ucrania por el ejército ruso de Putin está poniendo al mundo bajo la amenaza de una tercera conflagración mundial en la que la sombra de la guerra nuclear está presente para la humanidad.

 Lo que nos preguntamos hoy casi todos los ciudadanos del mundo es quién es realmente el autócrata ruso y cómo ha llegado al poder y sustituido el régimen soviético por una férrea dictadura bajo las formas de un falso  sistema democrático en el que su voluntad es la ley y se apoya en una oligarquía que se ha enriquecido con los despojos del régimen estatalizado comunista. Y la sorpresa con que nos encontramos es que excepto las biografías propagandísticas del dictador ruso salidas de su entorno, no son muchas las publicadas hasta ahora  y menos las que estén escritas por historiadores profesionales solventes quizás porque el hermetismo que acompaña siempre a todo régimen  autocrático supone siempre una dificultad añadida difícil de superar.

 Por eso, la pregunta de cómo un oficial de bajo rango del KGB ha llegado a convertirse en un autócrata con todo el poder en sus manos en el régimen postsoviético sigue en cierta medida desde el punto historiográfico sin tener una respuesta clara y fundamentada y dada la crítica situación por la que el mundo está atravesando a causa de sus dictatoriales políticas sería muy conveniente contar con ella. Aunque sólo sea porque al enemigo lo primero que hay que hacer para poder vencerlo, es conocerlo.

 En ese parcial y desierto escenario biográfico hay sin duda alguna obra que puede aclararnos algunos puntos oscuros de la irresistible ascensión de Putin al poder de la Rusia postsoviética, aunque sea desde una óptica de oposición clara y beligerante con su obra y política, pero en la que se encuentran muchos datos bien documentados de la persona y la obra de Putín. Me refiero a la obra publicada en 2012 en España por la editorial Debate por la activista feminista Masha Gessen titulada El hombre sin rostro. El sorprendente ascenso de Vladímir Putin. 

 En su biografía, Gessen pasa revista  a la infancia de Putin caracterizándolo como un matón de barrio, pronto a acudir a la violencia en sus relaciones con sus compañeros, por lo que fue expulsado de la organización juvenil  los Jóvenes Pioneros hasta que a los trece años cambió de actitud y se convirtió en aplicado estudiante, aunque siempre mantuvo, según la autora, ese carácter violento que trató de canalizar a través de la práctica del sambo (una especie de lucha  o arte marcial para la defensa propia sin armas) y después del judo.

 Su vocación fue desde el principio ser espía y después de licenciarse  en Derecho en la Universidad de Leningrado, ingresó en la academia del  KGB en Moscú, donde se graduó sin apenas notoriedad y con informes no muy brillantes de sus profesores, como agente de espionaje. Fue destinado a Alemania Oriental, a Dresde, donde pasó cuatro años y realizando trabajos burocráticos y sin destacar en su actividad como espía. 

A su vuelta a Rusia, ocupa un puesto elevado en la administración de la Alcaldía de San Petersburgo convirtiéndose en la mano derecha del alcalde Sóbechack (de cuyo asesinato posterior se le acusaría). Cargo desde el que parece ser llevó a cabo prácticas corruptas, aprovechando la necesidad de  importar alimentos que teóricamente cambiaban por materias primas. Se convirtió así en un miembro más de la corrupta oligarquía que apoyaba el régimen.

 En el golpe de estado  de 1991 que infructuosamente pretendió dar el KGB y otros nostálgicos del régimen soviético contra Gorbachov y sus reformas, Putin tras su alcalde apoyaron al sucesor de aquél: Yeltsin. Lo que le valió pasar a ser elegido con el apoyo del oligarca Berezouski (después su enemigo acérrimo)  como miembro de la Familia (término con claras resonancias mafiosas  con el que se conocía al grupo dirigente de Yeltsin). Lo que  le llevó a Moscú con un alto cargo del gobierno del dirigente ruso primero y después,  en julio de 1998, es nombrado jefe del servicio ruso de inteligencia interior (FSB) que sustituye al KGB. Comenzaba así una carrera política que le llevaría finalmente a ocupar por tres veces la máxima magistratura del estado postsoviético. Un dato que hoy adquiere un gran significado es que en el año 2000 cuando toma posesión como presidente de la Federación rusa el segundo decreto que aprueba su gobierno establece una nueva doctrina nuclear cuyo contenido hace hincapié en el derecho de utilizar armas nucleares contra sus agresores “si se han agotado otros medios de solucionar conflictos o aquéllos se consideran ineficaces”.

   Desde una visión diametralmente opuesta, esto es, positiva, equilibrada, pero también sospechosamente laudatoria y  justificadora  de la persona y la obra de Putin, el periodista alemán Hubert Seipel, autor de numerosas entrevistas y un famoso documental sobre el mandatario ruso, ha publicado una biografía más reciente sobre  Putin, titulada  Putin (memorias y biografías), publicada en España en  2015 por la editorial Marcial Pons.   

 Seipel  nos presenta a  Putin como un estadista  moderado, prudente que trata de construir, tras el estrepitoso fracaso económico y social  del sistema soviético, un régimen democrático dentro de la idiosincrasia rusa para lo que defiende un nacionalismo que exprese la identidad histórica rusa, incluyendo, incluso, la alianza con la Iglesia ortodoxa rusa y su protección. Del mismo modo que en política exterior ha protestado y se ha opuesto contra el arrinconamiento al que han tratado de llevar a la Rusia actual  Occidente y  Estados Unidos a través de la OTAN Y la Unión Europea.

  Sin duda, es en este contexto ideológico mencionado en el que debe de entenderse la reciente invasión militar  de Ucrania por Rusia. Pero sin que desde el mismo haya fundamento ninguno ni  pueda nunca justificarse y menos  manu militari la negación del derecho a constituirse y ser independiente una nación que así lo ha decidido democráticamente.