viernes, 27 de diciembre de 2019

La visión de Preston de nuestra historia contemporánea










Paul Preston










Paul Preston, Un pueblo traicionado. Corrupción, incompetencia política y división social. Debate, 2019.



LA VISIÓN DE PRESTON DE NUESTRA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
                                   JJULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Tras cincuenta años de investigación y publicación de algunos de los más importantes libros ( sobre todo, las excelentes biografías que ha dedicado a algunos de sus más importantes personajes, como por ejemplo, las de Carrillo o Juan Carlos I)  dedicados a nuestra historia contemporánea, el hispanista británico Paul Preston nos presenta en esta su última obra, Un pueblo traicionado. Corrupción, incompetencia política y división social, su visión sobre nuestro pasado contemporáneo: desde La Restauración borbónica en 1874 hasta el inicio del reinado de Felipe VI en 2014.
Su pretensión ha sido ofrecernos una historia “completa y fiable” de nuestra historia contemporánea haciendo hincapié en tres temas que, según él, han sido recurrentes en nuestro pasado contemporáneo y a los que se han referido otros hispanistas anglosajones como Richard Ford o algunos de nuestros más destacados intelectuales como Ortega y Gasset y Antonio Machado al indicar el papel que jugaron los actores  en nuestra evolución histórica contemporánea, en la que el más íntegro, el más coherente fue siempre el pueblo español. Su clase política  apenas miró por sus intereses y  practicó la corrupción sistemática a lo largo de esos ciento cuarenta años como también lo hicieron sus principales instituciones , la Iglesia, la Monarquía y el Ejército, originando un  clima de violencia institucional que ha dominado, salvo en esta última etapa democrática, durante todo nuestra historia contemporánea, como puede constatarse por  las decenas de pronunciamientos militares y golpes de estado  que jalonaron todo nuestro siglo XIX , las cuatro guerras civiles: las tres carlistas  en el XIX y la del 36 en el XX, amén de las  dos dictaduras – las de Primo de Rivera y Franco- del pasado siglo. Corrupción continuada y sistemática, dedicación a sus intereses corporativos  y abandono de los públicos por la Monarquía, el Ejército y la Iglesia y consecuentemente  violencia e inestabilidad políticas, habrían sido, según Preston, la tríada definitoria de nuestra evolución política contemporánea.
  De esos tres elementos mencionados, Preston dedica una especial atención al de la corrupción con el análisis detallado y pormenorizado de los casos de corrupción que han jalonado nuestra historia contemporánea, sobre todo, los correspondientes a los casos de corrupción sucedidos en nuestra etapa democrática tanto los producidos en el ámbito del PSOE como en el del PP y los llevados  a cabo por el pujolismo e, incluso, con los que han afectado a la Casa Real. 
 Preston pretende que su historia sea sucesora de la de Raymond Carr, aunque aquélla tuviese por eje de interpretación el  fracaso del liberalismo en España, y ciertamente  se está convirtiendo en un gran éxito editorial. ¿ Volvemos con ella al paradigma interpretativo de la excepcionalidad de nuestra historia?. Preston lo niega y apunta que aspectos similares han sucedido también en la historia contemporánea de  otros países europeos. Pero quizá  para cierto sector de lectores su visión   peque de cierto populismo.
( Publicado en el Suplemento” Cultura” de La Nueva España)

jueves, 19 de diciembre de 2019












GRETA THUMBERG VERSUS SANTA EULALIA DE MÉRIDA
                              Julio Antonio Vaquero iglesias
Es sabido que en la Iglesia católica hay y siempre ha habido  divergentes  tendencias dentro de su seno a pesar de su unidad doctrinal. Pero lo habitual ha sido que esas diferencias lo fueran entre la jerarquía eclesiástica y las distintas tendencias que existen entre los varios  de sus fieles. Lo que ya no es tan habitual son los  contrapuestos  enfoques dentro de la propia jerarquía.  Y todo parece indicar que esas diferencias existen hoy en la valoración de la crisis ecológica y el cambio   climático actuales cuyas decisivas consecuencias negativas  para el futuro de la humanidad parecen difícilmente negables dado nuestra experiencia empírica y  el aval que la ciencia les está concediendo.
  El contenido de la reciente homilía del arzobispo de Oviedo con motivo de la conmemoración de santa Eulalia de Mérida, patrona de la ciudad, parece ser una  muestra más de esa diferencia de actitudes entre sectores de la jerarquía eclesiástica  ante este problema que se está convirtiendo, como diría Ortega, en el tema de nuestro tiempo. La comparación que el prelado hizo entre  la niña santa y mártir y la activista  medioambiental Greta Thumberg de dieciséis años nos parece a muchos que no tiene ningún sentido y  no deja de ser un anacronismo sin ningún significado real, aunque sí que lo tiene para expresar la posición más que doctrinal, ideológica del señor arzobispo que se suma con su visión al campo de los “negacionistas” del cambio climático producido por los efectos devastadores de un sistema económico cuyo fin subordina el bien de los humanos a un consumismo desmedido y sin control que está poniendo en peligro  al planeta y a la humanidad. Deja entrever el arzobispo ovetense que la activista sueca no es sino una marioneta manejada por su familia y por oscuros intereses económicos.
En realidad, más bien nos parece que el arzobispo  debería de estar  satisfecho por el hecho de que una adolescente como Greta Thumberg  se haya convertido en una líder de un movimiento de jóvenes  cada vez parece más imparable que luchan contra  la crisis ecológica y el cambio climático y , al hacerlo, defienden no sólo su futuro y el del mundo que viene  del que  son sus herederos, sino también el  de los más pobres y débiles de éste que son los que más van a sufrir gravemente- ya lo están sufriendo- sus negativas consecuencias.
 Como decíamos al principio, lo cierto es que esa postura de nuestro arzobispo no es ni con mucho la del papa Francisco y su entorno ni la de otros sectores de la jerarquía eclesiástica y menos la de otras tendencias de la  iglesia de base los cuales tanto anteriormente como recientemente, con motivo de la reciente cumbre sobre el cambio climático,  se han expresado   sobre este trascendental problema. “Las generaciones futuras- han dicho con claridad meridiana-, están a punto de heredar un mundo en ruinas. Nuestros hijos y nietos no deberían tener que pagar  el costo de la irresponsabilidad de nuestra generación”. O como reconoce el mismo Papa  “la crisis ecológica actual, especialmente el cambio climático, amenaza el futuro de la familia humana y   esto no es una exageración (el entrecomillado es mío). O “de hecho son los pobres los que sufren el peor impacto de la crisis climática: son ellos los más vulnerables a los huracanes, las sequías, las inundaciones  y otros fenómenos meteorológicos extremos (…)”.Basten estas  pocas muestras como ilustración de la valoración  que se hace de la crisis ecológica en los medios vaticanos o que han salido de la boca del propio Papa.
    Desde luego, nuestro arzobispo, creemos humildemente, no ha estado acertado en este aspecto en la homilía referida porque, dicho sea con el mayor respeto posible, lo de Santa Eulalia de Mérida era otra cosa.
    (PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO) 

viernes, 6 de diciembre de 2019





         LOS MITOS DE LA GUERA DE LA INDEPENDENCIA
                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
 Una de las más importantes funciones del conocimiento histórico es, sin duda,  desmontar   los mitos que impregnan con frecuencia las visiones de la historia. Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia moderna, de la Universidad Autónoma de Barcelona, discípulo y heredero de Joan Reglá en la mencionada cátedra, pertenece a la que podríamos denominar como generación de historiadores de la posguerra y  es uno de  nuestros más destacados  historiadores actuales . Su obra ha  abarcado el estudio de una gran variedad de temas de indudable importancia para el conocimiento de nuestra historia: desde las Germanías, que fue el tema de su tesis doctoral, hasta  la Leyenda Negra pasando por sus importantes libros sobre  la Inquisición y su visión ha renovado, sin duda, la historia de aquella denostada institución. En todos ellos ha procurado darnos  una versión diferente a la dominante hasta ese momento, ajustada al rigor histórico y al margen de los prejuicios, apriorismos ideológicos y mitificaciones que nos proporcionaban los estudios anteriores  que trataban sobre esos temas y las visiones que se daban sobre ellos
  Es precisamente esa orientación crítica la que le ha llevado a nuestro historiador  a prestar especial atención en dos de sus más importantes trabajos a asuntos referentes a las deformaciones del conocimiento histórico.  Por una parte, ha tratado  de las diferentes memorias históricas que ha habido en a lo largo de la Historia de España (García Cárcel ha sido con el recientemente fallecido Santos Juliá uno de los más profundos críticos del uso del concepto de memoria histórica en singular que ha dominado en estos últimos tiempos) en su obra Las herencias del pasado. Las diferentes memorias históricas de España (2012), obra por la que se le concedió el Premio Nacional de Historia. Y, por otra, ha  dedicado otra anterior al asunto de los mitos históricos que generaron los análisis  de los coetáneos y de las generaciones  posteriores  acerca de la guerra de la Independencia con su obra  El sueño de la nación indomable; los mitos de las guerra de la Independencia (2007).
 Es esta última obra  mencionada  la que se reedita ahora con un nuevo prólogo del autor. Su reedición no es, desde luego, casual, sino que debe entenderse en el revival de la Leyenda Negra que ha supuesto el éxito editorial de la obra Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra surgida en el contexto de la crisis política territorial que está generando el movimiento independentista en Cataluña. Libro que   ha merecido una profunda crítica  por parte de algunos historiadores como José Luis Villacañas en  Imperiofilia y el populismo nacional católico. Ambas obras, por cierto, son valoradas negativamente por nuestro historiador por responder, según él, a criterios ideológicos presentistas y no propiamente historiográficos.
  Aquellos acontecimientos bélicos y políticos  se  explicaron, entonces y posteriormente, sobre todo, durante el franquismo, como la expresión o manifestación de un profundo sentimiento de  patriotismo nacional que poco o nada tenía que ver  con   la realidad histórica con la que realmente  se vivieron. Son esos mitos, resumidos en el  de la “nación indomable” y el pueblo indómito frente a sus reyes, los  que nuestro historiador pone en solfa en su análisis histórico, llevado a cabo con un profundo rigor analítico y un profuso  conocimiento bibliográfico Y nos explica la función político-ideológica que  tales mitos ejercieron o trataron de ejercer en la evolución  política a lo largo de nuestra  contemporaneidad.   
   Pero lo cierto, como explica García Cárcel, es que esos mitos han tenido también su propia evolución. Desde los que se difundieron en el primer franquismo   como eslabón decisivo de una pretendida identidad nacional, caracterizada por el victimismo y  resistencia a los invasores foráneos que ya habría comenzado con el ensalzamiento de  los sitios de Sagunto y Numancia y que tendrían su máxima expresión en la guerra de la Independencia con los de Zaragoza y Gerona, como Viriato tendría su desdoblamiento en Agustina de Aragón ( que por cierto no era aragonesa, sino catalana). Y asimismo esa identidad nacional tendría su correlato inverso con la que sus defensores entendieron como la  anti-España que era la de los afrancesados, los traidores a la patria por felones y  cobardes. De esa versión  se pasó en la época del desarrollismo franquista a la mitificación de la obra de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.Y en la última década parece haberse impuesto una visión revisionista de esos viejos y nuevos mitos enterrando tanto la versión de la mitología de guerra nacional española como la significación de las Cortes de Cádiz como escenario de la soberanía nacional y la conquista de la revolución.
  Sin duda, ha sido una decisión oportuna  la publicación de la  segunda edición de esta obra. Para los que ya la habíamos leído en  su primera versión, esta segunda lectura nos permite  contextualizar su contenido en la difícil y penosa situación por la que está pasando el estado español con el ataque del movimiento independentista catalán en el marco del  enfrentamiento entre la visión del nacionalismo español y el periférico. Y para los que la lean ahora por primera vez es, además de lo anterior, un excelente ejemplo de una de las funciones  esenciales, inexcusable, de la historia como conocimiento en su función de deconstruir los mitos e interpretaciones históricas sesgadas que habitualmente se incorporan al relato histórico.
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO “CULTURA” DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)