viernes, 6 de diciembre de 2019





         LOS MITOS DE LA GUERA DE LA INDEPENDENCIA
                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
 Una de las más importantes funciones del conocimiento histórico es, sin duda,  desmontar   los mitos que impregnan con frecuencia las visiones de la historia. Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia moderna, de la Universidad Autónoma de Barcelona, discípulo y heredero de Joan Reglá en la mencionada cátedra, pertenece a la que podríamos denominar como generación de historiadores de la posguerra y  es uno de  nuestros más destacados  historiadores actuales . Su obra ha  abarcado el estudio de una gran variedad de temas de indudable importancia para el conocimiento de nuestra historia: desde las Germanías, que fue el tema de su tesis doctoral, hasta  la Leyenda Negra pasando por sus importantes libros sobre  la Inquisición y su visión ha renovado, sin duda, la historia de aquella denostada institución. En todos ellos ha procurado darnos  una versión diferente a la dominante hasta ese momento, ajustada al rigor histórico y al margen de los prejuicios, apriorismos ideológicos y mitificaciones que nos proporcionaban los estudios anteriores  que trataban sobre esos temas y las visiones que se daban sobre ellos
  Es precisamente esa orientación crítica la que le ha llevado a nuestro historiador  a prestar especial atención en dos de sus más importantes trabajos a asuntos referentes a las deformaciones del conocimiento histórico.  Por una parte, ha tratado  de las diferentes memorias históricas que ha habido en a lo largo de la Historia de España (García Cárcel ha sido con el recientemente fallecido Santos Juliá uno de los más profundos críticos del uso del concepto de memoria histórica en singular que ha dominado en estos últimos tiempos) en su obra Las herencias del pasado. Las diferentes memorias históricas de España (2012), obra por la que se le concedió el Premio Nacional de Historia. Y, por otra, ha  dedicado otra anterior al asunto de los mitos históricos que generaron los análisis  de los coetáneos y de las generaciones  posteriores  acerca de la guerra de la Independencia con su obra  El sueño de la nación indomable; los mitos de las guerra de la Independencia (2007).
 Es esta última obra  mencionada  la que se reedita ahora con un nuevo prólogo del autor. Su reedición no es, desde luego, casual, sino que debe entenderse en el revival de la Leyenda Negra que ha supuesto el éxito editorial de la obra Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra surgida en el contexto de la crisis política territorial que está generando el movimiento independentista en Cataluña. Libro que   ha merecido una profunda crítica  por parte de algunos historiadores como José Luis Villacañas en  Imperiofilia y el populismo nacional católico. Ambas obras, por cierto, son valoradas negativamente por nuestro historiador por responder, según él, a criterios ideológicos presentistas y no propiamente historiográficos.
  Aquellos acontecimientos bélicos y políticos  se  explicaron, entonces y posteriormente, sobre todo, durante el franquismo, como la expresión o manifestación de un profundo sentimiento de  patriotismo nacional que poco o nada tenía que ver  con   la realidad histórica con la que realmente  se vivieron. Son esos mitos, resumidos en el  de la “nación indomable” y el pueblo indómito frente a sus reyes, los  que nuestro historiador pone en solfa en su análisis histórico, llevado a cabo con un profundo rigor analítico y un profuso  conocimiento bibliográfico Y nos explica la función político-ideológica que  tales mitos ejercieron o trataron de ejercer en la evolución  política a lo largo de nuestra  contemporaneidad.   
   Pero lo cierto, como explica García Cárcel, es que esos mitos han tenido también su propia evolución. Desde los que se difundieron en el primer franquismo   como eslabón decisivo de una pretendida identidad nacional, caracterizada por el victimismo y  resistencia a los invasores foráneos que ya habría comenzado con el ensalzamiento de  los sitios de Sagunto y Numancia y que tendrían su máxima expresión en la guerra de la Independencia con los de Zaragoza y Gerona, como Viriato tendría su desdoblamiento en Agustina de Aragón ( que por cierto no era aragonesa, sino catalana). Y asimismo esa identidad nacional tendría su correlato inverso con la que sus defensores entendieron como la  anti-España que era la de los afrancesados, los traidores a la patria por felones y  cobardes. De esa versión  se pasó en la época del desarrollismo franquista a la mitificación de la obra de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.Y en la última década parece haberse impuesto una visión revisionista de esos viejos y nuevos mitos enterrando tanto la versión de la mitología de guerra nacional española como la significación de las Cortes de Cádiz como escenario de la soberanía nacional y la conquista de la revolución.
  Sin duda, ha sido una decisión oportuna  la publicación de la  segunda edición de esta obra. Para los que ya la habíamos leído en  su primera versión, esta segunda lectura nos permite  contextualizar su contenido en la difícil y penosa situación por la que está pasando el estado español con el ataque del movimiento independentista catalán en el marco del  enfrentamiento entre la visión del nacionalismo español y el periférico. Y para los que la lean ahora por primera vez es, además de lo anterior, un excelente ejemplo de una de las funciones  esenciales, inexcusable, de la historia como conocimiento en su función de deconstruir los mitos e interpretaciones históricas sesgadas que habitualmente se incorporan al relato histórico.
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO “CULTURA” DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

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