LOS MITOS DE LA GUERA DE LA
INDEPENDENCIA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Una de las más importantes funciones del
conocimiento histórico es, sin duda, desmontar
los mitos que impregnan con
frecuencia las visiones de la historia. Ricardo García Cárcel, catedrático de
Historia moderna, de la Universidad Autónoma de Barcelona, discípulo y heredero
de Joan Reglá en la mencionada cátedra, pertenece a la que podríamos denominar
como generación de historiadores de la posguerra y es uno de
nuestros más destacados historiadores actuales . Su obra ha abarcado el estudio de una gran variedad de
temas de indudable importancia para el conocimiento de nuestra historia: desde
las Germanías, que fue el tema de su tesis doctoral, hasta la Leyenda Negra pasando por sus importantes
libros sobre la Inquisición y su visión
ha renovado, sin duda, la historia de aquella denostada institución. En todos
ellos ha procurado darnos una versión
diferente a la dominante hasta ese momento, ajustada al rigor histórico y al
margen de los prejuicios, apriorismos ideológicos y mitificaciones que nos
proporcionaban los estudios anteriores
que trataban sobre esos temas y las visiones que se daban sobre ellos
Es
precisamente esa orientación crítica la que le ha llevado a nuestro historiador
a prestar especial atención en dos de
sus más importantes trabajos a asuntos referentes a las deformaciones del
conocimiento histórico. Por una parte,
ha tratado de las diferentes memorias
históricas que ha habido en a lo largo de la Historia de España (García Cárcel
ha sido con el recientemente fallecido Santos Juliá uno de los más profundos
críticos del uso del concepto de memoria histórica en singular que ha dominado
en estos últimos tiempos) en su obra Las
herencias del pasado. Las diferentes memorias históricas de España (2012),
obra por la que se le concedió el Premio Nacional de Historia. Y, por otra, ha dedicado otra anterior al asunto de los mitos
históricos que generaron los análisis de
los coetáneos y de las generaciones
posteriores acerca de la guerra
de la Independencia con su obra El sueño de la nación indomable; los mitos de
las guerra de la Independencia (2007).
Es esta última obra mencionada
la que se reedita ahora con un nuevo prólogo del autor. Su reedición no
es, desde luego, casual, sino que debe entenderse en el revival de la Leyenda
Negra que ha supuesto el éxito editorial de la obra Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra surgida en
el contexto de la crisis política territorial que está generando el movimiento
independentista en Cataluña. Libro que
ha merecido una profunda crítica por parte de algunos historiadores como José
Luis Villacañas en Imperiofilia y el populismo nacional católico. Ambas obras, por
cierto, son valoradas negativamente por nuestro historiador por responder,
según él, a criterios ideológicos presentistas y no propiamente
historiográficos.
Aquellos
acontecimientos bélicos y políticos se explicaron, entonces y posteriormente, sobre
todo, durante el franquismo, como la expresión o manifestación de un profundo
sentimiento de patriotismo nacional que
poco o nada tenía que ver con la realidad histórica con la que realmente se vivieron. Son esos mitos, resumidos en
el de la “nación indomable” y el pueblo
indómito frente a sus reyes, los que
nuestro historiador pone en solfa en su análisis histórico, llevado a cabo con
un profundo rigor analítico y un profuso conocimiento bibliográfico Y nos explica la
función político-ideológica que tales
mitos ejercieron o trataron de ejercer en la evolución política a lo largo de nuestra contemporaneidad.
Pero
lo cierto, como explica García Cárcel, es que esos mitos han tenido también su
propia evolución. Desde los que se difundieron en el primer franquismo como eslabón decisivo de una pretendida
identidad nacional, caracterizada por el victimismo y resistencia a los invasores foráneos que ya habría
comenzado con el ensalzamiento de los
sitios de Sagunto y Numancia y que tendrían su máxima expresión en la guerra de
la Independencia con los de Zaragoza y Gerona, como Viriato tendría su
desdoblamiento en Agustina de Aragón ( que por cierto no era aragonesa, sino
catalana). Y asimismo esa identidad nacional tendría su correlato inverso con
la que sus defensores entendieron como la anti-España que era la de los afrancesados,
los traidores a la patria por felones y
cobardes. De esa versión se pasó
en la época del desarrollismo franquista a la mitificación de la obra de las
Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.Y en la última década parece haberse
impuesto una visión revisionista de esos viejos y nuevos mitos enterrando tanto
la versión de la mitología de guerra nacional española como la significación de
las Cortes de Cádiz como escenario de la soberanía nacional y la conquista de
la revolución.
Sin duda, ha sido una decisión oportuna
la publicación de la segunda
edición de esta obra. Para los que ya la habíamos leído en su primera versión, esta segunda lectura nos
permite contextualizar su contenido en
la difícil y penosa situación por la que está pasando el estado español con el
ataque del movimiento independentista catalán en el marco del enfrentamiento entre la visión del
nacionalismo español y el periférico. Y para los que la lean ahora por primera
vez es, además de lo anterior, un excelente ejemplo de una de las funciones esenciales, inexcusable, de la historia como
conocimiento en su función de deconstruir los mitos e interpretaciones
históricas sesgadas que habitualmente se incorporan al relato histórico.
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO “CULTURA”
DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)
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