sábado, 21 de septiembre de 2019







               LA SOLEDAD  DE URDANGARIN  
                                 
                               JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


La noticia del permiso carcelario de Urdangarín para asistir dos veces a la semana a prestar servicios de voluntariado en un centro de disminuidos psíquicos y físicos en Pozuelo de Alarcón  vuelve a poner delante de los ciudadanos españoles el tema del tratamiento  igualitario o no de su persona para cumplir su correspondiente condena. Alguien escribió exageradamente, cuando se sustanciaba su proceso ante los tribunales, que de salir con pena de cárcel,  la Administración de Justicia construiría una cárcel especial para que cumpliese su condena el yerno del Rey. Pero no andaba ciertamente muy descaminado en sus predicciones, porque se le recluyó a petición propia en la de Brieva (Ávila), una cárcel para mujeres, en la que su estancia en prisión  le mantendría aislado y fuera del contacto con las demás presas de la mencionada prisión.
  No parece que se cumplieran del todo, pues, aquellas declaraciones televisivas  del rey Juan Carlos en las que  solemnemente afirmó que en España la Justicia era igual para todos. Más bien,  dirían algunos, “menos igual para unos que para otros”. Porque, en realidad, la situación carcelaria de su yerno más bien se asemeja a las condiciones que la justicia estamental establecía para el estamento noble en el Antiguo Régimen, que, cuando alguno de sus miembros cometía delitos y era  condenado a una estancia carcelaria, no se le encerraba en las mismas cárceles que a los miembros del tercer estamento.
 Además parece ser que el permiso para la salida de Urdangarin no se debe a la Administración penitenciaria que lo denegó, sino a un permiso expreso del juez correspondiente, y que la causa de fondo de ese permiso es la depresión que la soledad de su aislamiento le producía al ilustre preso. Desde luego, que éste tiene el derecho a las medidas de reinserción social a las  que acceden, con justicia, todos los  presos. Derecho que está, sin duda, en la base de una justicia democrática bien entendida. Pero la verdad, es que esta situación disuena y parece contradictoria en cierta medida con las condiciones de la prisión del citado reo. Se le permite la salida de la prisión antes de cumplir su primer año de estancia y la razón es la de su estado depresivo causado por la soledad de su estancia carcelaria. Una modalidad de estancia carcelaria que fue la que él y su familia   eligieron. Parece, desde luego, una contradicción y uno se pregunta, ¿cualquier preso español tiene también ese derecho? Por  simple ejercicio de sentido común a cualquiera le parece difícil de aceptar y, desde luego, menos en el caso de los otros presos que no tienen posibilidad, creo, de elegir una situación extraordinaria para su estancia carcelaria como es el caso de Urdangarin. Y me imagino que muchos de ellos también tendrán sus problemas de depresión y soledad, aunque las tengan que sufrir  entre otros compañeros de prisión.  
  Aún y así, piensa el que esto escribe, se podrían haber tomado otras medidas alternativas que no rompieran con el tratamiento igualitario que debe tener toda persona encarcelada, sea del origen que sea. Me refiero que para evitar la soledad que le aqueja a nuestro preso, las autoridades carcelarias  podrían haber trasladado a la prisión de Brieva a un grupo de presos masculinos para que convivieran con él y así remediar en lo posible su depresiva soledad. Quizás de este modo, además, podría haber  aprendido a conocer de primera mano la verdadera realidad social en que viven muchos españoles. Seguro que eso no se lo habrán enseñado en la Escuela de Negocios a la que asistió.    
     

jueves, 12 de septiembre de 2019









                           AMARILLISMO
                                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
 El reciente trágico suceso que finalizó con la muerte de Blanca  Fernández Ochoa se ha convertido desgraciadamente en otro caso más en que el que algunos sectores (no todos desde luego) de nuestros medios de comunicación (sobre todo, los televisivos) han dado un penoso ejemplo de sensacionalismo que continúa una larga y desgraciada lista de casos anteriores como fueron por ejemplo los de las niñas de Alcácer ya hace años y más cercanos como los de  Diana Quer,  Gabriel Cruz, el niño de Almería ( cuyo actual juicio lleva las trazas de continua y convertirse desgraciadamente en otro mal ejemplo de tratamiento sesgado periodístico. De hecho, escribo este artículo oyendo de fondo los comentarios de una conocida cadena de televisión con los lloros de la presunta culpable mientras relatan los minutos en que tardó en asfixiar al tierno infante que fue su víctima. Y esto a pesar de la petición por parte de su familia de un tratamiento digno y no morboso  de aquel trágico asesinato).
     La insistencia en destacar, insistir machaconamente  y airear con todo lujo de detalles los detalles más sensacionalistas y escabrosos  de esos sucesos y exponer con una minuciosidad los sentimientos de los familiares próximos para satisfacer el morbo de un sector de sus audiencias está en clara y  directa relación con la búsqueda de aumentar las tiradas de sus periódicos y de  sus audiencias televisivas o radiofónicas y con ello las ganancias y beneficios empresariales. Pero poco tiene que ver eso  desde luego con la búsqueda de  una información veraz y esencial. ¿ Qué aporta al conocimiento de la noticia la fotografía de uno de los hijos de Blanca Fernández Ochoa llorando y sufriendo por lo sucedido a su madre? ¿Qué, la insistencia en dar a conocer cuál fue la causa concreta de su muerte intentando difundir el informe forense que es privado y sólo debe ser conocido por la familia? Y todo ello para alimentar el morbo de un sector del público y así aumentar  las audiencias y las tiradas y la difusión  de sus medios? Fue, sin embargo, modélico el tratamiento de la labor de  los equipos de búsqueda con la participación activísima, además de los amigos, familiares y conocidos, de los voluntarios que colaboraron en ella. ¿Por qué insistir tanto tras el desenlace en los detalles de su muerte, de su situación personal y en menor medida destacar y recordarnos su brillante trayectoria deportiva y sus cualidades humanas?.   
  Sin duda, existe en nuestro texto constitucional el derecho  a la información, pero también está reconocido en nuestras  leyes el de la intimidad. La intimidad que desde luego no se respeta en esos shows que lo que realmente intentan es satisfacer ciertos bajos instintos que hay entre algunos  sectores  de la población buscando aquéllos sino pingües beneficios. Sé que algunos lectores pensarán  que el que no quiera ver, leer o escuchar tales informaciones está en su voluntad no hacerlo. Pero eso no es de recibo, puesto que las familias, amigos y conocidos de los sujetos de tales sucesos tienen el derecho al respeto, la intimidad y la privacidad   de los detalles   concretos de aquellos sucesos y a que no se aireen sus sentimientos que deben de mantenerse en el terreno de la privacidad más absoluta, a no ser que por cualquier razón instrumental ellos mismo quieran manifestarlos.
  ¿Cómo puede conseguirse esa actitud y  respeto? Los propios medios deberían acordar unos códigos deontológicos estrictos que pusieran límites a tales extralimitaciones. Como también que el Código Penal fuese más concreto y pormenorizado respecto al tratamiento informativo de estos sucesos. Eso sí, siempre teniendo en cuenta y respetando el derecho a la información que es la base y el fundamento de una sociedad libre y democrática.
  Es claro que el problema es además de un calado más hondo y de dimensión estructural. La deriva en esta fase del capitalismo  neoliberal hacia la mercantilización de cualquier aspecto y reducto humano, se ha extendido  también al campo de los sentimientos, tratando de convertirlos, y por tanto manipularlos, en una mercancía más y entre ellos, claro está, el del morbo que producen las tragedias y las desgracias humanas. Pero éste sería, sin duda, otro aspecto de este asunto de otro orden y envergadura que requeriría un análisis de otro orden y calado.                    










LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN SU ANIVERSARIO                                                   
                        JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Este 1 septiembre se ha conmemorado en Polonia, donde se inició,  el 80º aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto bélico más sangriento que ha sufrido la humanidad hasta ahora  con sus 35- 50 millones de muertos durante  su desarrollo, el genocidio judío de  10 millones de asesinados en las cámaras de gas, una guerra total en la que se buscó  el exterminio  de los enemigos, incluyendo la población civil, y que terminó con la utilización del arma más mortífera utilizada en ninguna otra guerra anterior como  fueron las bombas atómicas lanzadas por los norteamericanos sobre Hiroshima y Nagasaki. Un conflicto cuyas consecuencias con la división de bloques y la Guerra Fría consecuente, marcaron además la evolución del resto del siglo XX.
 Dirigidos por los presidentes de Alemania y Polonia, los actos, que reunieron a 250 delegados de todos los países del mundo, excluyendo Rusia que no fue invitada y sin la presencia del mandatario norteamericano que declinó su asistencia utilizando como excusa la amenaza del huracán que se cernía sobre el territorio americano, implicaron la condena sin paliativos de aquel conflicto y la petición de perdón por parte del presidente alemán a la nación polaca y al pueblo judío.  Sin embargo, la petición de reparaciones materiales  por parte del estado polaco fue rechazada por Alemania.
 A partir de un ficticio y preparado  casus belli, el del ataque por falsas  fuerzas polacas a una estación de radio en la frontera alemana,  Hitler, con las espaldas cubiertas por el Este por el tratado con la Unión Soviética, dio la orden de la invasión de Polonia: los aviones alemanes bombardearon  la ciudad de  Wielum y el acorazado alemán  Schleswig- Holstein, la guarnición polaca de Westerplatte en Danzig. Lo  que provocó la declaración de guerra de Francia e Inglaterra contra Alemania y con ello el comienzo de la Segunda Guerra Mundial
 Desde nuestra mirada actual,¿ cómo se entiende y cómo deberíamos entender aquel  sangriento conflicto? En los últimos años los historiadores han avanzado mucho en su conocimiento. La prueba son las dos últimas y excelentes  síntesis publicadas  sobre el mismo por parte de  Antony Beevor y Max Hasting que nos han permitido conocer a fondo no sólo sus vicisitudes militares, sino también cómo lo vivieron los soldados que participaron y la población civil que lo tuvo que soportar. Esas obras nos alejan, sin duda, de la visión de buenos y malos, de la propaganda bélica que Hollywood  difundió y  dominó en nuestras sociedades de Occidente., al menos entre las generaciones posteriores a la guerra y cuyos ecos nos llegan incluso hasta hoy.
 Sin duda, en esta nueva visión matizada que nos proporcionan los historiadores actuales queda claro quién fue el culpable principal de su estallido y la maldad genocida  de los planeamientos del nazismo en particular y el fascismo en general. Y poco a poco  vamos cubriendo también  con  luz las sombras de  la acción militar aliada. Como, por decir algunas, los bombardeos inmisericordes   que los aliados  llevaron a cabo sobre la población civil en Alemania o  como  la  laxitud y hasta benevolencia con que éstos  trataron después de su victoria a muchos de los nazis comprometidos con el pretendido imperio racial hitleriano. O el oscurecimiento del enorme sacrificio del pueblo ruso en aquel conflicto y la importancia decisiva que tuvo el Ejército Rojo en la derrota de los nazis.
 Pero, sobre todo, la lección principal que nos deja aquella barbarie es la de que no debería de repetirse nunca jamás. Y la actual coyuntura internacional no parece ir en esa dirección. La tensión contenida entre la política ultranacionalista y a la vez imperial de Trump y la imperialista del nuevo zar de Rusia, Putin, ya se ha manifestado en ese sentido en un dato negativo como es  la ruptura de sus compromisos mutuos por  el control de las armas nucleares. Así como la oleada de ultranacionalismo, racismo y xenofobia  difundidos por los regímenes de ultraderecha que han tomado el poder en el mundo, amén del descrédito de los sistemas democráticos que difunden.
  Esas situaciones  han creado un clima hoy en el mundo que en ciertos aspectos (solo en algunos, gracias a Dios) nos recuerdan al mundo de preguerra en el que se engendró aquel conflicto, con  crisis económica pasada y  anunciada, incluidas.
   Esto es lo que realmente debería difundirse entre la opinión pública aprovechando la conmemoración bélica y menos, o por menos no solo, los fastos y las escenificaciones que se han desarrollado para la ocasión. Nunca jamás.    
(Publicado en las páginas de opinión de “La Nueva España”, de OviedoI  

viernes, 6 de septiembre de 2019

Otra vez La Leyenda Negra








La autora, María Elvira Roca Barea




  OTRA VEZ  LA LEYENDA NEGRA
                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
  Que un ensayo sobre los frutos positivos civilizatorios  de los imperios y , sobre todo y en particular, los  del Imperio español moderno alcance en tres años los cien mil ejemplares vendidos en no sé cuántas ediciones, que su autora sea propuesta para el Premio Princesa de Asturias y haya recibido el elogio tanto de algunos destacados elementos de nuestra derecha política como de la izquierda como han sido los casos de Felipe González como de Aznar, de Borrell como de Rivera y Ciudadanos que lo ha llegado a proponer como libro de cabecera para nuestros escolares, es, sin duda, un síntoma de la profunda crisis de identidad nacional por la que está atravesando nuestro país con motivo del movimiento independentista catalán que, aunque no se mencione  explícitamente en el libro de  María Elvira Roca Barea, Imperofobia y la leyenda Negra, su sombra  sobrevuela por todas sus páginas.
Parece paradójico que la visión sesgada, de escaso valor historiográfico en la que fundamenta su visión ideológica la autora, y dada la amplia difusión que ha tenido, apenas haya sido contestada por los historiadores profesionales. Excepto  la crítica fundamentada que ha realizado de su contenido general Carlos Martínez Shaw, historiador y catedrático de Historia de América de la Universidad  de Barcelona y  la muy fundamentada, pormenorizada y demoledora  del licenciado en historia, filosofía y antropología de la Universidad de Barcelona, Edgar Stralhle.
 Sin duda, la crítica más profunda y desarrollada del mencionado libro la ha realizado, desde la perspectiva de la Filosofía, el catedrático de esta materia de la Universidad de Madrid, José Luis Villacañas, en su  Imperofilia y el populismo nacional-católico. Este, aun reconociéndole a Roca Barea la función positiva civilizatoria  de los imperios, que, según la autora hay que distinguir con nitidez de los imperialismos (como si uno y otro- imperios e imperialismo-  fueran tan fácil de diferenciar y separar como el grano de la paja, y éste último no fuera sino en la mayoría de los casos el motor de aquéllos) mantiene que la tesis principal de Imperofobia,  esto es, que la Leyenda Negra que se tejió contra el Imperio español moderno sigue hoy todavía existiendo, porque, como escribe ahistóricamente, por denominarlo de alguna manera, la autora,  “ no hay esperanza alguna de que decaigan los prejuicios  protestantes contra España, porque están en el ADN  de su identidad colectiva”. Lo cual  no es  otra cosa que la expresión ideológica del nacionalpopulismo que fundamenta toda la obra y cuya función no es sino defender y reforzar el nacionalismo español acosado por las demandas de los independentistas catalanes. Leyenda Negra cuya existencia en ningún momento pretende negar su existencia Villacañas  durante  los siglos de la modernidad, pero que finalizó tras aquel período imperial. Mantener esa  interpretación  es dar, según él, una visión única, distorsionada y ahistórica del proceso histórico español.
 Por su parte, los dos historiadores mencionados más arriba coinciden  esencialmente con la visión de Villacañas. Carlos Martínez Shaw  considera una deformidad histórica afirmar , como hace Roca Barea, que la raíz de  esa hispanofobia  especialmente virulenta contra el Imperio español residió en el odio de los luteranos hacia el catolicismo cuya defensa y expansión se entendía como  la verdadera misión imperial hispana, Del mismo modo que considera faltas de rigor histórico científico sus afirmaciones sobre las actividades moderadas y justas  de la Inquisición y acerca de  la labor impoluta del Imperio español en la conquista y colonización de la América hispana.
Por su parte, el trabajo de Strahle desarrolla un concienzudo y pormenorizado análisis crítico de los aspectos historiográficos del libro de Roca Barea demostrando con pelos y señales la utilización deformada que la autora ha realizado de los textos de los  autores no hispanófobos   que utiliza como fundamento de sus  tesis a base de recortar sus textos o citarlos inapropiadamente de modo que es imposible verificar la autenticidad de las citas. Llega a escribir Strahle sobre el libro que lo que Roca Barea “suele hacer es recurrir a la falacia del hombre de paja: presenta un cuadro excepcionalmente negativo de un tema, por lo general uno ya hace tiempo desdeñado por los historiadores para refutarlo “in toto” y luego ofrecer un poco riguroso y asimismo exagerado relato alternativo que no entra en el estado actual del debate historiográfico”. Amén de otros numerosos defectos y limitaciones que hacen de su texto un producto de escaso valor científico y cultural.
Que eso sea así y haya logrado el éxito editorial que ha tenido no está sino en otro orden de cosas, esto es, en su contenido claramente ideológico que da respuesta a  la crisis de identidad nacional por la está atravesando un importante sector de la población española.

(Publicado en las páginas del suplemento cultural,  Cultura, de La Nueva España, de Oviedo)     










lunes, 2 de septiembre de 2019





                          ¿ CAINISMO?
                          JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Que, si nuestros partidos de izquierda no lo remedian en estos próximos días, vamos a unas nuevas elecciones en noviembre parece ser ya una cosa cantada. ¿ Cómo es posible que cuando las urnas lo expresaron claramente, esto es, que tras la corrupción estructural del PP y las incongruencias de Ciudadanos y la amenaza rampante de la ultraderecha de Vox, este país necesitaba una pasada por la izquierda, nuestras dos ( ¿ o son tres?) fuerzas de izquierdas parecen ser incapaces de llegar a un acuerdo, como les mandan las urnas, y establecer unas políticas progresistas que remedien los estragos producidos por la crisis económica entre las clases medias y populares y traten de poner fin a esa corrupción rampante estructural que introdujo la derecha del PP en nuestras sociedad e invadió también algunos feudos socialistas. 
 La pregunta que nos hacemos  muchos españoles que votamos  esa alternativa es por qué  esa imposibilidad de acuerdo entre nuestras izquierdas. ¿ Es la expresión una vez más de ese cainismo que ha dominado tradicionalmente los comportamientos históricos de nuestras izquierdas? ¿Sigue estando vigente en los comportamientos históricos de nuestras izquierdas esa imagen terrible de la pintura negra de Goya de los dos gigantes hundiéndose peligrosamente en tierras movedizas mientras  siguen luchando entre ellos, moliéndose a garrotazos?  
 Pensar esto último, creo, no es sino un recurso fácil, un esencialismo, que poco tiene que ver con nuestra realidad política actual. Esa actitud  puede estar en relación más bien con varios factores más que históricos relacionados con el presente. En primer lugar, con la diferencia de actitudes políticas de nuestras dos izquierdas: la del PSOE más moderada e imbuida por su pasado reciente de bipartidismo y su nacionalismo constitucionalista. Mientras que en el caso de  Unidas Podemos ciertas de sus  actitudes políticas son más avanzadas (nunca, desde luego, comunistas como tratan de difundir las derechas para meter miedo a los votantes más conservadores, apelando a la tradicional imagen de la derecha española sobre el comunismo simbolizada como el demonio con rabo que promocionó el franquismo). Pensemos, por ejemplo, en su planteamiento sobre el problema catalán en el que los de Pablo Iglesias y Garzón son partidarios de aceptar el referéndum que proponen los catalanistas, lo que difiere sustancialmente de la postura férreamente constitucionalista del partido socialista. Pero, sobre todo y a partir de esas diferencias, lo que explica esa falta de sintonía entre las dos izquierdas es su desconfianza mutua, lo que bloquea la fórmula del gobierno de coalición.
  Pero si, como se ha dicho tantas veces, después de Churchill y, sobre todo, después de Maquiavelo, la política es el arte de lo posible y esas diferencias y  desconfianza mutua consecuente dificultan o impide esa fórmula, ¿ por qué no llegar a un acuerdo programático consensuado con una comisión de seguimiento por parte de los dos partidos para valorar  o no su cumplimiento y que, consecuentemente con ello, Unidas Podemos actúe en las Cortes  bloqueando o apoyando al partido del gobierno, según una u otra alternativa. ¿Cómo es posible que si los dos partidos han  sido capaces de llegar  a un acuerdo  de Presupuestos Generales, lo que implica en realidad un proyecto compartido  no puedan consensuar  un programa común de gobierno para toda la legislatura, aunque sea de mínimos para uno y otro partido?
Ese programa común (acuérdese Alberto Garzón del “programa, programa y programa” de Julio Anguita, aunque en este caso sin pinza) debería de dar satisfacción a parados, trabajadores pobres, pensionistas, mujeres, niños en situación de pobreza infantil… y tratar de dar solución a los demás afectados por las políticas de desigualdad de la derecha durante los cuatro años anteriores en los que ésta en el poder trató de aprovechar los problemas de la crisis económica para establecer una desigualdad estructural que nos ha convertido en uno de los países más desiguales de Europa. ¿ Es que el tratar de llevar a cabo un programa con esos contenidos no sería un proyecto que apoyaríamos  todos los que, bajo la amenaza rampante de Vox, le hemos dado nuestro voto en las últimas elecciones?
Personalmente, les recomendaría, con humildad, a Sánchez e Iglesias que antes de reunirse por última vez, si es que el presidente en funciones lo promueve, visitasen el Museo del Prado y meditasen ante la mencionada pintura negra de Goya Duelo a garrotazos,  cuyo simbolismo, desgraciadamente, puede hacerse realidad si aquél opta, como parece ser su intención, por la repetición de elecciones. Porque las elecciones las “carga” el diablo y los datos de las encuestas se los lleva el viento y el miedo de los votantes de izquierda a la irrupción de Vox en el Parlamento ya ha pasado en gran medida. Los socialistas podrían recibir un castigo de los electores por su mala administración del voto de izquierda que han obtenido en las últimas elecciones. Como también la actitud inflexible de Iglesias por el gobierno de coalición y los sillones podrían convertirse, de celebrarse nuevas elecciones, en el inicio de un largo camino hacia la nada de su formación  y de su protagonismo político personal, aunque esto último sea lo de menos para los ciudadanos.
 Sin duda, deben de pensárselo muy bien ambos líderes. La izquierda española se juega mucho en ello y, por ello, uno echa de menos el pronunciamiento de los intelectuales de izquierda (no los orgánicos como los que forman  ese nuevo gremio que se autodenomina como politólogos) sobre ello en esta coyuntura política trascendente para los votantes de izquierda.
( Este artículo ha sido publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)