¿ CAINISMO?
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Que, si nuestros partidos de
izquierda no lo remedian en estos próximos días, vamos a unas nuevas elecciones
en noviembre parece ser ya una cosa cantada. ¿ Cómo es posible que cuando las
urnas lo expresaron claramente, esto es, que tras la corrupción estructural del
PP y las incongruencias de Ciudadanos y la amenaza rampante de la ultraderecha
de Vox, este país necesitaba una pasada por la izquierda, nuestras dos ( ¿ o
son tres?) fuerzas de izquierdas parecen ser incapaces de llegar a un acuerdo,
como les mandan las urnas, y establecer unas políticas progresistas que
remedien los estragos producidos por la crisis económica entre las clases
medias y populares y traten de poner fin a esa corrupción rampante estructural
que introdujo la derecha del PP en nuestras sociedad e invadió también algunos
feudos socialistas.
La pregunta que nos hacemos muchos españoles que votamos esa alternativa es por qué esa imposibilidad de acuerdo entre nuestras
izquierdas. ¿ Es la expresión una vez más de ese cainismo que ha dominado
tradicionalmente los comportamientos históricos de nuestras izquierdas? ¿Sigue
estando vigente en los comportamientos históricos de nuestras izquierdas esa
imagen terrible de la pintura negra de Goya de los dos gigantes hundiéndose
peligrosamente en tierras movedizas mientras
siguen luchando entre ellos, moliéndose a garrotazos?
Pensar esto último, creo, no es sino un
recurso fácil, un esencialismo, que poco tiene que ver con nuestra realidad
política actual. Esa actitud puede estar
en relación más bien con varios factores más que históricos relacionados con el
presente. En primer lugar, con la diferencia de actitudes políticas de nuestras
dos izquierdas: la del PSOE más moderada e imbuida por su pasado reciente de
bipartidismo y su nacionalismo constitucionalista. Mientras que en el caso
de Unidas Podemos ciertas de sus actitudes políticas son más avanzadas (nunca,
desde luego, comunistas como tratan de difundir las derechas para meter miedo a
los votantes más conservadores, apelando a la tradicional imagen de la derecha
española sobre el comunismo simbolizada como el demonio con rabo que promocionó
el franquismo). Pensemos, por ejemplo, en su planteamiento sobre el problema
catalán en el que los de Pablo Iglesias y Garzón son partidarios de aceptar el
referéndum que proponen los catalanistas, lo que difiere sustancialmente de la
postura férreamente constitucionalista del partido socialista. Pero, sobre todo
y a partir de esas diferencias, lo que explica esa falta de sintonía entre las
dos izquierdas es su desconfianza mutua, lo que bloquea la fórmula del gobierno
de coalición.
Pero si, como se ha dicho tantas veces, después de Churchill y, sobre
todo, después de Maquiavelo, la política es el arte de lo posible y esas
diferencias y desconfianza mutua
consecuente dificultan o impide esa fórmula, ¿ por qué no llegar a un acuerdo
programático consensuado con una comisión de seguimiento por parte de los dos
partidos para valorar o no su
cumplimiento y que, consecuentemente con ello, Unidas Podemos actúe en las
Cortes bloqueando
o apoyando al partido del gobierno, según una u otra alternativa. ¿Cómo es
posible que si los dos partidos han sido
capaces de llegar a un acuerdo de Presupuestos Generales, lo que implica en
realidad un proyecto compartido no
puedan consensuar un programa común de
gobierno para toda la legislatura, aunque sea de mínimos para uno y otro
partido?
Ese programa común (acuérdese
Alberto Garzón del “programa, programa y programa” de Julio Anguita, aunque en
este caso sin pinza) debería de dar satisfacción a parados, trabajadores
pobres, pensionistas, mujeres, niños en situación de pobreza infantil… y tratar
de dar solución a los demás afectados por las políticas de desigualdad de la
derecha durante los cuatro años anteriores en los que ésta en el poder trató de
aprovechar los problemas de la crisis económica para establecer una desigualdad
estructural que nos ha convertido en uno de los países más desiguales de
Europa. ¿ Es que el tratar de llevar a cabo un programa con esos contenidos no
sería un proyecto que apoyaríamos todos
los que, bajo la amenaza rampante de Vox, le hemos dado nuestro voto en las
últimas elecciones?
Personalmente, les recomendaría,
con humildad, a Sánchez e Iglesias que antes de reunirse por última vez, si es
que el presidente en funciones lo promueve, visitasen el Museo del Prado y
meditasen ante la mencionada pintura negra de Goya Duelo a garrotazos, cuyo
simbolismo, desgraciadamente, puede hacerse realidad si aquél opta, como parece
ser su intención, por la repetición de elecciones. Porque las elecciones las “carga”
el diablo y los datos de las encuestas se los lleva el viento y el miedo de los
votantes de izquierda a la irrupción de Vox en el Parlamento ya ha pasado en
gran medida. Los socialistas podrían recibir un castigo de los electores por su
mala administración del voto de izquierda que han obtenido en las últimas
elecciones. Como también la actitud inflexible de Iglesias por el gobierno de
coalición y los sillones podrían convertirse, de celebrarse nuevas elecciones,
en el inicio de un largo camino hacia la nada de su formación y de su protagonismo político personal,
aunque esto último sea lo de menos para los ciudadanos.
Sin duda, deben de pensárselo muy bien ambos
líderes. La izquierda española se juega mucho en ello y, por ello, uno echa de
menos el pronunciamiento de los intelectuales de izquierda (no los orgánicos
como los que forman ese nuevo gremio que
se autodenomina como politólogos) sobre ello en esta coyuntura política
trascendente para los votantes de izquierda.
( Este artículo ha sido publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)
( Este artículo ha sido publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)
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