lunes, 28 de marzo de 2016

COOLIDGE EN LA HABANA
                                           

                                    JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS



La próxima vista del presidente Barack Obama a La Habana es, sin duda, la expresión formal del intento de deshielo de las relaciones cubano-norteamericanas interrumpidas desde el inicio de la revolución castrista y nos invita a preguntarnos por sus antecedentes históricos: qué otros presidentes de EE. EE. visitaron Cuba y en qué circunstancias  lo hicieron.
  La respuesta es significativa de la difícil relación que ha existido entre La Habana y Washington, la cual se ha movido siempre entre los polos de la dependencia real del poderoso vecino  y  la búsqueda de la independencia material  por parte de los cubanos.  En toda la vida independiente de Cuba, sólo se produjo una visita oficial de un presidente norteamericano a La Habana antes de la que  está a punto de producirse y aquélla se realizó en un contexto y con un significado  muy diferentes, casi opuestos, de la actual: la del presidente Calvin Coolidge en 1928 durante el mandato del dictador cubano  Gerardo Machado.
  El contexto de aquella visita estaba definido por una reacción  por parte de algunos países latinoamericanos contra la agresiva política imperialista que Estados Unidos mantenía sobre todo el continente latinoamericano. Los instrumentos de ese dominio eran las intervenciones militares  para imponer su influencia allí donde no se aceptaba (en 1927 .tenía la potencia norteamericana el dominio colonial en Puerto Rico  y fuertes controles en República Dominicana, había ocupado militarmente Haití y Nicaragua y mantenía su influencia sobre los gobiernos de otros estados latinoamericanos como era el caso de Cuba). El otro instrumento de  control  era  la acción diplomática y de presión política de la Unión Panamericana a través de las Conferencias Panamericanas       que habían iniciado su andadura en 1889. La última se había celebrado en Chile en 1923 y en ella se había puesto en discusión por algunos países encabezados por México ese “derecho” a la intervención armada del gran vecino del  Norte. En esa conferencia se decidió la sede de la siguiente en La Habana en enero de 1928. Y es a esa conferencia  a la que el dictador cubano Gerardo Machado, un títere de Washington que había subido al poder en 1925, había invitado, en su visita del año anterior a la capital norteamericana, al presidente Calvin Coolidge para inaugurarla.
         Dada la reacción contra el neoimperialismo americano por parte de ese grupo de países, la conferencia se presentaba, y así fue, como un foro caliente y de enfrentamiento entre los países acólitos de Washington y los discordantes encabezados por el país azteca. Máxime cuando en el año anterior los marines norteamericanos habían ocupado militarmente por segunda vez Nicaragua para poner fin al levantamiento popular de Sandino, “el general de los hombres libres”, como se le denominó por sus seguidores, contra el gobierno impuesto controlado por los norteamericanos.  
 Como es sabido, Cuba tras su independencia  de España con el apoyo norteamericano, se había convertido en una neocolonia  de Estados Unidos. El águila con garras, de la que hablaba Julio Antonio Mella, remedando una expresión de Martí, explotaba económicamente su riqueza, especialmente, el azúcar y controlaba su vida política a través de la Enmienda Platt, que hacía depender los acuerdos de su Parlamento de su aprobación posterior por Washington, y la injerencia en la actividad pública a través de la burguesía neocolonial que dominaba su sistema político. En 1925, se había creado el Partido Comunista cubano que fue el que coordinó la lucha contra Machado y el que había fundado en la isla una de sus organizaciones de frente, la Liga Antimperialista cubana, en la que  uno de sus creadores y de los dirigentes más activos era el cofundador del partido comunista, Julio Antonio Mella. Y fue precisamente, Mella, desde México, donde había tenido que exiliarse para huir de la represión de la policía de Machado, el que realizó desde el órgano del Partido comunista mexicano, El Machete, que se difundía por toda América Latina, la más intensa campaña contra la VI Conferencia Panamericana que iba a ser inaugurada en La Habana por el presidente Coolidge.
La oposición contra el evento también se organizó dentro de la isla por el Partido comunista y otros sectores de la burguesía nacionalista contraria al poder norteamericano, y del movimiento estudiantil, pero la represión contra ellos a medida que se acercaba la noticia la anuló. El día 15 de enero, víspera de la llegada del presidente norteamericano, los obreros Noske Yalob y Claude Bouzon fueron asesinados por repartir el Manifiesto del Partido comunista contra la visita de Coolidge y sus cuerpos arrojados a la bahía de La Habana. Represión que Mella denunció desde El Machete a toda América.
 El día 16 llegó a La Habana Coolidge y su esposa a bordo del imponente y amenazador acorazado “Texas”. El dictador cubano había declarado ese día como fiesta nacional y el presidente norteamericano con su esposa, acompañados de Machado y la suya, recorrieron en coche abierto en loor de multitud las calles de La Habana hasta el Teatro Nacional donde Coolidge pronunció el discurso de  inauguración de la VI Conferencia en el que en medio de buenas palabras  y lugares comunes apeló, como si del mundo al revés se tratara, el derecho a la soberanía de las pequeñas naciones latinoamericanas. La anécdota surgió por la tarde en la recepción que el dictador ofreció al matrimonio presidencial, donde el presidente  norteamericano rechazó de manera diplomática el daikiri que le ofrecieron, lo que fue comentado por Mella irónicamente como un expresión más del dominio norteamericano sobre la isla, puesto que en ella también cumplía el presidente norteamericano la Ley Seca que estaba vigente en los Estados Unidos.
    La oposición al intervencionismo norteamericano en la Conferencia quedó en nada, puesto que se pospuso su debate para la conferencia siguiente y la situación de dominio del dominio del “águila con garras” sobre Cuba y el resto de los países latinoamericanos continuó como hasta entonces. Esperemos que la visita de Obama no sea más de lo mismo.
 (Publicado en las páginas de Opinión de La Nueva España,de Oviedo)

  

viernes, 18 de marzo de 2016

BIOGRAFÍA DE LA REVISTA DE ASTURIAS
                                          
                                                     JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




  Andrés Osoro realiza un detallado y riguroso análisis de una de las mejores revistas culturales del periodismo asturiano: la Revista de Asturias
           A pesar de que, en los últimos años se han publicado varios e importantes trabajos sobre la historia del periodismo en Asturias ( incluso, está en proceso de publicación  una obra de conjunto sobre la historia de la prensa en Asturias, editada por la Asociación de la Prensar de Oviedo y la Universidad de Oviedo), la realidad es que hasta ahora  la historiografía regional ha dedicado poca atención a la historia de la prensa  y- quizás como consecuencia de ello- en las historias  del periodismo español las referencias a la historia de la prensa en Asturias son escasas o inexistentes.  
 Por ello hay que  congratularse  de la publicación de  obras como ésta, Revista de Asturias (1877-1883 y 1886-1889).Literatura, ciencia y sociedad en los orígenes del Grupo de Oviedo. (Universidad de Oviedo. Departamento de Filología Española, 2007), de la que es autor el profesor de Lengua y Literatura del Instituto Alfonso II, Andrés Osoro. A pesar de que siempre se ha considerado  la Revista de Asturias como  la mejor muestra del periodismo cultural asturiano decimonónico (que ya había dado un producto periodístico de gran calidad con el suplemento cultural mensual de El Faro Añ¨ñsturiano, de cuyo subtítulo, por cierto, tomó el nombre de Revista de Asturias)   y como  una de las publicaciones  más destacadas de  su historia hasta hoy, hasta este momento no existía ningún estudio monográfico publicado sobre  ella. Basta constatar, para demostrar la oportunidad de este estudio, el  que en el correspondiente tomo de la citada historia de la prensa en Asturias en proceso de publicación no existe una referencia detallada a esta importante revista cultural asturiana.
La Revista de Asturias Revista de Asturias  tuvo dos etapas. La primera y más destacada, de 1877 a 1883,  comprende también los doce números de Ecos de Nalón y su director fue  el catedrático de  la Universidad Ovetense, Félix Aramburu. La segunda va de1886 a 1889  y su dirección corrió a cargo del hermano mayor de Clarín Genaro Alas. En ambas etapas se mantuvieron, en líneas generales, los mismos redactores y colaboradores entre los que predominan el grupo de catedráticos que después constituirían  el Grupo de Oviedo (Leopoldo Alas, Adolfo Buylla, Adolfo Posada, Fermín Canella…) y otros escritores y periodistas  que se movían en su entorno (Genaro Alas, Estanislao  Sánchez Calvo, Máximo Fuertes, Palacio Valdés….). 
Hasta ahora se venía considerando que esta segunda época de la revista  no era sino una mera continuación de la primera. El estudio de Andrés Osoro demuestra fehacientemente a través de un  exhaustivo y detallado análisis  de los contenidos  de sus dos épocas que, a pesar de ciertas notas de continuidad, existen  evidentes diferencias entre una y otra   Tanto en su constitución editorial como en sus contenidos, pero también en su significado cultural.
En su primera etapa, la Revista de Asturias es un producto totalmente asturiano. Surge con el título de Ecos del Nalón a partir  del empeño e iniciativa de un grupo de jóvenes ovetenses y se convierte con la dirección de Aramburu en la empresa cultural  más relevante de la región y se financia con el dinero de las suscripciones y el altruismo de sus redactores y colaboradores. Sus contenidos son de temática exclusivamente asturiana, de defensa de los intereses morales y materiales de Asturias en el contexto del emergente regionalismo que surge durante la Restauración En cambio, la revista en su segunda época pasa a depender de un grupo de revistas regionales dirigido por Fermín Herrán desde Victoria y, en consecuencia, en sus páginas los contenidos de temática asturiana alternan  con otros referentes a las otras regiones a las que también está dirigida la revista y están, además, ya más la línea del regeneracionismo krausista y del positivismo que en la reconstrucción de la identidad regional y de la sensibilidad romántica de la primera época. Se imprime, además,  fuera de Asturias, e incluso, aunque se repitan algunas de  las firmas, ya no participan con la misma frecuencia los redactores y colaboradores de la primera época
Si en las páginas de la Revista de Asturias velan sus primeras armas intelectuales los miembros del Grupo de Oviedo, quizás el análisis debería haber desarrollado más ampliamente el influjo  que la ideología krausista tuvo sobre sus contenidos, sobre todo, en su segunda época Del mismo modo que hubiese sido interesante conocer cuál fue la recepción que la revisita tuvo en el medio regional. Ausencias ambas  que no desmerecen en nada el valor y la importancia que tiene este pulcro, bien trabajado y  necesario libro.   
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "LA NUEVA ESPAÑA)        




         

EL ACCESO DE LA MUJER AL PODER JUDICIAL

                            EL ACCESO DE LA MUJER AL PODER JUDICIAL

                                                                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS       








                                                  
  Como es sabido, hoy ya son mayoría las mujeres que ejercen la Carrera judicial (el 52 % en 2015)). Sin embargo, hasta ahora existía cierto  vacío  bibliográfico sobre cómo se ha desarrollado ese proceso de feminización de la Justicia, cuáles fueron sus antecedentes históricos a partir de la II República y cuáles son los perfiles  sociológicos de esas juezas, fiscales y magistradas que ejercen  su delicada  y absorbente  labor profesional en un Poder como el Judicial  que es vital para el funcionamiento de la sociedad y el Estado. ¿Existe en esta profesión un “techo de cristal” para las mujeres   que la ejercen?. Todas esas preguntas y otras muchas   tienen respuesta documentada y solvente  en esta monografía  Elites judiciales y género La  incorporación de la mujer al Poder judicial, de la que es autora la letrada Beatriz Gonzáles Álvarez y está editada por la Asociación Feminista de Asturias (AFA) en su colección Cuadernos Feministas, en la que en los diez números anteriores han aparecido ya importantes e interesantes estudios sobre cuestiones de género y feminismo.
    No fue sino tras el estallido de la Guerra civil, en febrero de 1937, cuando la II República aprobó un decreto  que reconocía  la igualdad absoluta de Derechos entre el hombre y la mujer y con ello  permitía  el acceso  de la mujer  a la carrera judicial.  El régimen franquista, por su parte, impuso y difundió los valores  de la sociedad patriarcal, en la que el papel de la mujer era reducido al de madre y esposa. Así la Ley de 22 de julio de 1961  sobre los derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer que reconocía el derecho de la mujer al acceso en la Administración pública, sin embargo, señalaba como excepción, entre otras, el  de la mujer a los empleos  de Magistrados, Jueces y Fiscales, salvo en las jurisdicciones de Menores y  Laboral. En 1966, con cierta oposición en las Cortes franquistas  y una justificación de índole machista, se aprobó una ley derogatoria de esa prohibición anterior.
 Pero, de hecho, esa Ley derogatoria, que suponía en el papel la definitiva equiparación de la mujer al varón en el acceso a la carrera judicial no  tuvo  aplicación efectiva hasta la implantación de la democracia y hasta  1977 no se nombra la primera jueza de España, doña Josefina Triguero Agudo. Es a partir de ese momento cuando comienza la incorporación imparable de la mujer al Poder Judicial, primero lentamente y a partir de 1983 y, sobre todo, tras la aprobación de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985, con mayor intensidad hasta ocupar hoy las mujeres la mayoría de las plazas de la carrera judicial, aunque, como consecuencia de esa evolución, todavía son en la actualidad  mayoría los hombres en los niveles superiores de aquél, con las implicaciones que ello tiene para el control masculino de la Administración de Justicia.
  El análisis del  perfil sociológico de esas juezas y magistradas lo limita  la autora al grupo de las que denomina como “pioneras”, esto es,  las que accedieron a la carrera judicial entre 1977 y 1985. Y lo hace a través de los datos obtenidos de una encuesta oral a cinco notorias representantes del grupo: Milagros Calvo Ibarlucea, Celsa Pico Lorenzo, Margarita Robles Fernández, Manuela Carmena Castrillo y Josefina Triguero Agudo. La mayoría de ellas  procede de familias de clase media de corte tradicional católico, con valores  ideológicos cercanos a la ideología liberal progresista, cuya elección profesional ha estado motivada  por la importancia de la  función social que implica, pero también por la seguridad material y la posibilidad de la conciliación de la vida laboral  con la familiar que permite su ejercicio.
     No tienen las encuestadas conciencias de que en su profesión haya “techo de cristal”. Sin embargo, la autora por otros datos mantiene que sí  existe, como  lo prueba la escasez de mujeres en algunos órganos jurisdiccionales cuyos nombramientos se realizan por designación. Como ocurre  en la importante Sala de lo Penal  del Tribunal Supremo donde se juzgan los delitos de abusos y agresiones sexuales y los casos de la corrupción política, en cuya composición hasta 2014 no hubo  ninguna mujer.         
  Como dice Manuela Carmena, hoy alcaldesa de Madrid, en el  breve epílogo que cierra el libro – el prólogo está escrito por la magistrada María Piedad Liébana-, es cierto que su contenido sabe a poco, porque su lectura sugiere otras muchas e interesantes  preguntas. Por eso, por las que responde y por las que sugiere (y más allá de algunas dudas  que suscita), estamos ante un estudio verdaderamente aprovechable. 
  ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE “LA NUEVA ESPAÑA") 

sábado, 12 de marzo de 2016

CULTURA ASTURIANA

                                                     CULTURA ASTURIANA
                                                                 Julio Antonio Vaquero Iglesias

     
      

        Hace ya bastantes años, el conocido  antropólogo de origen asturiano y autor de algunos brillantes estudios sobre nuestra cultura tradicional, Ramón Valdés, en un trabajo no muy difundido en Asturias, se planteaba la duda de si realmente podía hablarse de una  cultura asturiana específica. El supuesto del que parte este libro que reseñamos es precisamente el contrario. Roberto González- Quevedo, también profesor y antropólogo, además de destacado miembro de la Academia de la Llingua Asturiana, ha escrito esta Antropología social y cultural de Asturias. Introducción a la cultura asturiana (Madu Ediciones 2002) desde el pleno convencimiento de que no sólo Asturias ha generado una cultura propia con una gran cohesión interna, sino que, además, ésta es una cultura de gran riqueza y diversidad. Su análisis constituye el objeto de este libro.
            El estudio de esa cultura asturiana lo realiza González-Quevedo desde la perspectiva del antropólogo no del folclorista, aunque no se adscriba a ninguna corriente teórica concreta dentro de la antropología y plantee su análisis desde un enfoque teórico ecléctico. En ese sentido, lo que nos aporta es una visión global de la cultura asturiana que supera las contribuciones localistas de los folcloristas. Porque no trata los elementos culturales como rasgos locales y aislados, sino como partes interrelacionadas del conjunto de la cultura asturiana desde una perspectiva actual, es decir, de la cultura tradicional y de las transformaciones que ésta ha sufrido con la evolución histórica de estos dos últimos siglos. No cae, pues, en la dualidad cultura tradicional versus cultura moderna, entendiendo la cultura tradicional en clave de folclore. A saber, como elementos aislados, no funcionales, supervivencias de épocas pasadas, que permiten mostrarnos cómo pensaban y vivían nuestros antepasados.
            El objeto de su análisis es, pues, el estudio de  la cultura popular en el sentido que  trata del modo de vida de amplios sectores de población rural y urbana asturiana. Pero si, como hemos dicho, no cae en la negativa dualidad cultura tradicional/cultura moderna, no entra  en cambio, en esa otra dualidad, a mi modo de ver positiva, que seria la de cultura popular o subcultura específica versus cultura dominante que le permitiría identificar las significativas relaciones de dominación y subordinación social que suelen mediar entre ambas culturas, y apreciar el frecuente  uso que adopta la cultura popular como recurso de oposición y lucha contra la cultura dominante. Subyace, más bien, en el enfoque de González- Quevedo el sesgo identitario, aunque el autor  rechace cualquier connotación “etnicista” de la cultura asturiana y, como dice al final del libro, renuncie  “a entrar en los debates de los “caracteres generales” regionales o nacionales, ni ( participe) en la obsesión de muchos antropólogos en España que desean contribuir a caracterizar culturalmente las comunidades autónomas” (p. 434). Y explícitamente reconozca que su estudio trata de contribuir, en el momento presente de transición y  cambio de Asturias, al conocimiento de los rasgos propios de la cultura asturiana en relación con el debate abierto sobre su futuro.    
            El libro hace un coherente y bastante completo análisis de los  contenidos de la cultura asturiana. Se tratan los tradicionales temas de la cultura tradicional como los rituales festivos y agrarios de la comunidad y los rituales del ciclo vital individual: nacimiento, matrimonio y muerte. Además de la actividad tradicional agraria a través del estudio de  la casa campesina;  y otras actividades económicas  como las ganaderas en función de los animales domésticos: el cerdo y la vaca; la actividad de la caza y la pesca; y la recolección de la  miel y  la manzana y la sidra. También en otros capítulos toca el asunto de  los cuentos y leyendas de la tradición oral; la mitología asturiana; los juegos, la danza y la música. El territorio, la lengua y la cultura, los santuarios y los vaqueiros de alzada son, finalmente, otros de los temas que desarrolla la obra de González- Quevedo.
            Todos esos asuntos los trata el autor desde el doble nivel etnográfico y antropológico, a la vez que intenta analizar los cambios y nuevos significados que, con  las transformaciones económicas y sociales, esos elementos de la cultura asturiana  han experimentado. Quizás, en el aspecto propiamente antropológico y en relación con la gran transformación que experimentó la agricultura asturiana por el desarrollo de la orientación capitalista de mercado, el mejor capítulo sea el dedicado a la casa campesina asturiana, aunque siga habiendo aspectos oscuros como, por ejemplo, el predomino o la desigual distribución por zonas culturales de la familia campesina amplia frente a la nuclear; o el papel de la estructura de la propiedad de la tierra en la transmisión indivisa de la casería y la institución del mayorazgo campesino. En ese sentido, el libro demuestra lo mucho que queda por hacer para caracterizar y explicar las diferencias entre las distintas zonas culturales de Asturias.
         Además de recoger e integrar en una visión antropológica los datos dispersos y locales de los folcloristas asturianos tradicionales, González- Quevedo ha realizado en su libro otra importante labor, a saber, la de incorporar todos los hallazgos de los recientes trabajos que sobre la cultura asturiana han venido realizando, desde la creación de la comunidad autónoma, las diversas instituciones culturales asturianistas, además de las informaciones proporcionadas por su propio trabajo de campo. Y con todos esos mimbres ha construido una de las primeras visiones globales que tenemos de la cultura asturiana. Por todo ello, a pesar de todos las dudas y reparos teóricos, puntos ciegos, matices y hasta críticas de fondo que surgen con su lectura, estamos, sin duda,. ante un libro necesario y aprovechable.       
           
                           


                                                               EL ANTROXU
                                                                                J.A.V.I.
            El ciclo ritual festivo asturiano de invierno se cerraba con la celebración de la fiesta de Antroxu. Comenzaba el jueves anterior a la semana del Carnaval con la celebración de la fiesta de las Comadres, de gran protagonismo femenino y que hasta hace unas décadas, según nos dice González-Quevedo, se celebraba, con grandes romerías y homenajes a las madrinas por sus ahijados, en muchas zonas de Asturias y no sólo en algunas de las localidades donde su celebración ha terminado institucionalizándose.
La semana de Carnaval se desarrollaba a lo largo de los tres días tradicionales, El Domingo gordu y el lunes y martes de Antroxu. Con su carácter transgresor e intencionalidad inversora de los roles sociales, la práctica del disfraz estaba muy difundida en Asturias. “ (...) Desde la más pequeña casa asturiana hasta las ciudades  había – escribe G. Quevedo- mazcaraos ( mascaritos) que se manifestaban públicamente con intenciones burlescas o satíricas, (...) se ridiculizaba la vida de los campesinos y no campesinos, como si tratase de un paréntesis catártico en el que se cuestionaban las normas y las escalas que regían la vida cotidiana”. Además de cantar coplas críticas e incluso representar pequeñas comedias, los disfrazados realizaban actos de rechazo al orden establecido como tirar piedras sobre prados de o tierras de labor, cambiar de sitio las “portiellas” que delimitaban las propiedad, o cambiar de lugar los instrumentos de trabajo.

                                          EL MITO DE COVADONGA
                                                                J.A.V.I.
            Es un principio bastante aceptado por los antropólogos que cuando un mito o relato popular  cambia algunos elementos de su contenido, es indicio de que también se ha producido una transformación en la función social que cumple. El mito de Covadonga fue forjado con el contenido de la ayuda militar de la Virgen a Pelayo que mitifica a los astures como un pueblo victorioso del que nace el reino que sería el fundamento de España. El cambio con la democracia a una estructura autonómica del Estado en el que Asturias constituye una autonomía propia, ha convertido el día de la Virgen de Covadonga en la fiesta conmemorativa de la nueva entidad política de Asturias. Esta función simbólica de la nueva realidad política, con su papel de cohesión social y autorreconocimiento de los asturianos, ha traído, según apunta González Quevedo, el cambio de acento  del contenido anterior del mito, fundamentado en el elemento de la protección militar de la Virgen, por la función  de la Virgen como protectora de Asturias y de los asturianos.
                                                  LENGUA ASTURIANA
                                                               J. A. V. I
            (...) En general, el asturiano se reserva- escribe González- Quevedo - para un uso cercano, de familiaridad y amistad, mientras que cuando se habla en un contexto más formal u oficial se prefiere usar el español, aunque muy contaminado de rasgos del asturiano. Este reparto en el uso de la lengua según los contextos significa que el asturiano está en una clara situación de diglosia, un fenómeno frecuente cuando hay contacto entre lenguas. (...) La situación de diglosia significa que la lengua dependiente o restringida tiene connotaciones negativas y, efectivamente, eso es lo que ocurre en Asturias, donde muchos asturhablantes ven peyorativamente su propia lengua (...). Lo cierto es que la mayoría de la población en Asturias es bilingüe. (...) Es un bilingüismo inorgánico o desorganizado, porque la mayoría de los bilingües asturianos no tiene diferenciados los sistemas de las dos lenguas y no son conscientes de la frontera entre el español y el asturiano, lo que trae como consecuencia que usan una mezcla de ambos sistemas lingüísticos (...)”.

       / (PUBLICADO EN  EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)                                   

viernes, 11 de marzo de 2016

UNA EXTRAÑA DICTADURA

                                    UNA DICTADURA SIN DICTADOR
                                                                      Julio Antonio Vaquero Iglesias
           


Viviane Forrester es una escritora francesa, novelista, ensayista, crítica literaria y colaboradora habitual de Le Monde, autora de una excelente obra sobre Van Gogh y especialista en Virginia Woolf. En  1996 alcanzó un éxito literario mundial - más 350.000 mil ejemplares vendidos en Francia, traducido a 24 idiomas, premio Médicis - con la publicación de un ensayo titulado con una significativa expresión de un verso de Rimbaud, El horror económico, en el que fustigaba, de manera comprensible para el gran público, al margen de la jerga económica, con buen estilo literario y un tono apasionado, ese error humano, por inhumano, en que se ha convertido  la política neoliberal con su secuela de desempleo y de pobreza a nivel mundial.
            Insiste ahora la escritora francesa con otro ensayo de las mismas características, Una extraña dictadura ( Anagrama, 2001), en el mismo tema, pero de modo  más incisivo y buscando en este nuevo ensayo desenmascarar el contenido de ese discurso neoliberal y promover una reacción de resistencia frente a las prácticas y políticas neoliberales.
            Como se ha demostrado ya hace tiempo, el origen de ese discurso neoliberal está en los laboratorios de ideas y propaganda de las fundaciones e institutos conservadores de EE. UU. (los think tank) patrocinados por las fuerzas económicas neoliberales – y donde se han formado, por cierto, algunos de los más importantes miembros del equipo de gobierno de Aznar-, y  ha adoptado, como todo pensamiento ideológico deformado, la forma de “pensamiento único”, según la expresión de Ignacio Ramonet, de dogma económico, para dar cobertura ideológica a la globalización realmente existente.
     Inversión, eternidad y puntos ciegos son las notas que el escalpelo preciso y a la vez vibrante de la prosa de Viviane Forrester nos descubre al abrir, despojándolas de su retórica ideológica, las entrañas  de las argumentaciones ultraliberales. No es, como pretende tal discurso, la Economía con sus leyes inmutables y naturales la que “dicta” la agenda política de los Estados y obliga, somete, contra su voluntad, a los hombres a su tiranía, a una dictadura sin alternativa. Dictadura, sin duda, extraña, como dice el título del ensayo, porque nace en el seno de regímenes democráticos y busca convencer a los que más daña de que la  obediencia ciega a su voluntad es lo más conveniente para sus intereses.
Esa es la “realidad” de Mario Vargas Llosa. Pero la de Viviane Forrester  es la inversa. Es la Política, el régimen político neoliberal quien impone la Economía globalizada y no al revés. El discurso promete que esa economía especulativa traerá finalmente el empleo para todos. Pero mientras tanto las fusiones, restructuraciones y reconversiones producen inmensas ganancias y revalorizaciones bursátiles- mientras las pérdidas o los gastos los pagamos todos los ciudadanos- y sólo vienen acompañadas de  paro y trabajo basura. La competitividad se presenta como  deus ex machina que lo arreglará todo, no se sabe bien cómo, y el beneficio es la bicha innombrable que no aparece por ninguna parte cuando en la realidad es el gozne sobre el cual gira todo el sistema. Se promete una cercana vuelta a la sociedad del pleno empleo y trabajo estable; se insiste en el valor del empleo- no del trabajo- como factor imprescindible de la dignidad del hombre. Pero se oculta, porque se sabe, que con esta forma de capitalismo especulativo y globalizado eso ya no es posible.
 Las estadísticas del descenso del desempleo son, para este discurso, una  constatación más, la verificación, de la “verdad” de su contenido. Pero, como argumenta la escritora francesa con otras cifras, son muchos los que han  dejado su condición de desempleados para pasar formar parte de la legión de los pobres que ha aumentado considerablemente. Sobre todo, en el propio centro de este sistema neoliberal, en EE. UU, y ello a pesar del sistema de trabajo forzado, el workfare, que allí se ha impuesto para que los pobrecitos desempleados no queden al margen de la dignidad casi sagrada que, como la gracia, imprime el empleo. Además de su condición de empleo basura que no parece muy acorde con esa dignidad que se espera  proporcione.
De El horror económico se dijo por algunos críticos que no aportaba soluciones. Viviane Forrester aclara ahora en esta continuación de aquél que, si se entiende como tal solución una propuesta de un modelo cerrado de sociedad, no la tiene. O, dicho de manera más precisa, que su propósito al escribirlo no ha sido ése. Sino desvelar la realidad que se oculta tras el discurso ultraliberal para poder establecer los verdaderos problemas y dejar a un lado los falseados o fabricados por aquél, cuya  interesada solución nos viene ya determinada por su planteamiento capcioso. Y comenzar  con ello a difundir una actitud de resistencia de la sociedad civil frente a las prácticas que encubre esa ideología como paso previo a la tarea a más amplio plazo de buscar de manera compartida y democrática  las soluciones y remedios para ellos.
En el tiempo que media entre El horror económico y Una extraña dictadura  se produjo la protesta de Seattle y en ella ve la autora el inicio de un futuro progresivo  rechazo activo  de la sociedad civil a la globalización neoliberal. Hoy hay que añadir a ella las de Niza, Praga y, sobre todo, el recién finalizado Foro Social Mundial de Porto Alegre en el que ya se ha entrado en la fase de buscar soluciones y alternativas, aunque siga siendo necesario todavía ampliar el rechazo de la sociedad civil hacia esa dictadura sin dictador aparente en que se ha convertido el capitalismo neoliberal. Y para ello este nuevo libro de Viviane Forrester sigue teniendo gran utilidad. A los ya convencidos no les aporta en realidad nada nuevo, pero pueden ver en él reflejado con valentía, pasión ética y elegante verbo lo que piensan de la barbarie ultraliberal. Y para los que todavía no lo están, pero la padecen, en sus páginas pueden encontrar más de una razón de peso para convencerse. Amén.  
   









 

martes, 8 de marzo de 2016

LOS ALIADOS CONTRA FRANCO

                                 LOS ALIADOS  CONTRA FRANCO
                                              JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




 El aniversario de los 40 años del final de la dictadura franquista ha aportado un sustancial  avance en el desmontaje por los historiadores profesionales  de algunos de los mitos  creados y difundidos  por la propaganda del régimen sobre el dictador.  Por ejemplo, Paul Preston los ha revisado  en la reedicción de su monumental biografía de Franco y Ángel Viñas ha puesto fin a la difundida creencia de la honradez del dictador que comenzó la guerra sin una peseta y la finalizó con una fortuna de  388 millones de euros de hoy. Por su parte, Carlos Collado Seidel, profesor en la Universidad de Marburg (Alemania) desmonta en este libro, EL telegrama que salvó a Franco (Crítica 2016), el mito de la habilidad y prudencia de Franco para conseguir que los anglo-norteamericanos no pusiesen fin a su dictadura durante los años cruciales de la  segunda guerra mundial, entre 1942- 1945.  
 A través del riguroso análisis de  una exhaustiva  documentación en parte todavía no utilizada por los especialistas en el tema, Collado mantiene como tesis central de su estudio que no fue la habilidad política de Franco y sus diplomáticos (como propagó el mito franquista y continúan defendiendo todavía hoy los historiadores revisionistas) sino las incoherencias y discordancias de británicos y estadounidenses en sus relaciones con el régimen de Franco la causa  fundamental de que  aquél  lograse sobrevivir en aquellos años, a pesar de los diversos intentos de ponerle fin por los Aliados.
 Tras el éxito de desembarco de los  Aliados  en el norte de África en el verano de 1943, el giro hacia una neutralidad calculada por  la dictadura no supuso un radical abandono de sus relaciones con el Eje. Actitud que, como es obvio, no fue del agrado de  norteamericanos y británicos que a través de sus embajadores en Madrid, Samuel Hoares y Carlton Hayes, trataron de deshacerse de Franco y su régimen, aunque por vías diferentes. Nuestro historiador nos cuenta con minuciosidad y claridad todo ese conjunto de intrigas y planes para lograr ese objetivo  Algunos ya habían sido tratados  anteriormente por otros historiadores. Lo  novedoso en este caso es la exhaustividad y profundidad de sus análisis. Pero el autor  pone además en nuestro conocimiento, a través del análisis de documentos no conocidos hasta ahora o pasados por alto, otras dos iniciativas norteamericanas desconocidas  para derribar a Franco.
La de mayor importancia es la  que hace referencia al título de este libro y que, como presupone Collado, significó la salvación  de Franco y su régimen.  La intransigencia del Departamento de Estado, en la primavera de 1944, con el régimen de Franco a causa de sus exportaciones a Alemania de wolframio, mineral de gran valor estratégico militar, supuso, frente a la posición más flexible de Londres, un ultimátum norteamericano a Franco, amenazándole con un embargo económico total y declarado si no suspendía esas exportaciones. Churchill finalmente cedió ante las pretensiones norteamericanas y redactó un telegrama dirigido a Roosevelt en el que ponía sin reservas la dirección de la política con la España de Franco en manos norteamericanas. Pero ese telegrama (cuyo borrador  hasta ahora había pasado desapercibido para los investigadores) nunca fue despachado, porque Franco terminó finalmente aceptando las propuestas de los Aliados. Como apunta nuestro historiador deslizándose por el tortuoso camino de la historia contrafactual, si ese telegrama se hubiese cursado, la política inflexible de los norteamericanos con la España de Franco se hubiese impuesto y con ella  el probable desencadenamiento de una dura crisis económica y social que presumiblemente hubiese terminado en el fin  de régimen franquista.
  El otro hecho desconocido, vinculado a esa postura más dura de los norteamericanos  contra Franco fue la  frustrada propuesta de William Donovan, jefe del servicio de inteligencia norteamericano de la OSS ( la organización antecesora de la CIA), de poner fin al régimen de Franco con una intervención militar directa en España.
   En fin, un libro de lectura aprovechable tanto para especialistas como para  lectores que tengan interés por conocer por qué el hundimiento de Hitler y Mussolini no arrastró en su caída a su fiel aliado el dictador Franco.  

  ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTRUAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)    

AUTOBIOGRAFIA DEL SIGLO XX


                                AUTOBIOGRAFÍA DEL SIGLO XX

                                                                 Julio Antonio Vaquero Iglesias

          
Eric Hobsbawm


   Enfrentado a  la autobiografía de un historiador, cualquier lector avezado tiene tendencia a abordarla con ciertos prejuicios. La deformación profesional del autor puede convertirla en un libro de historia pura y dura Y  si el autobiografiado no llega a caer en esa primera y fácil tentación, puede terminar  finalmente sucumbiendo a otra. La de escribir - no digo ya  a justificar, como es bastante frecuente en este género-, una autobiografía aburrida y de escaso interés público, porque insista exclusivamente en la  rememoración de una vida profesional dedicada a contar la de otros.

Es claro que no es éste el caso de la de Eric Hobsbawn, Años interesentes. Una vida en el siglo XX ( Crítica, 2003). Porque, aunque el historiador británico hubiese caído en una u otra de esas tentaciones, la autobiografía de este “historiador marxista británico”, etiqueta que le ha acompañado toda su vida, como a Viriato la de “pastor lusitano”, seguiría siendo incluso de gran interés, bien por la calidad y la importancia de su quehacer historiográfico y la obra resultante que le han convertido en uno de los principales historiadores del siglo XX , bien por su personal y nada habitual experiencia vital.

 Experiencia derivada de  su infancia de niño judío de clase media en la Viena de los años 20 y de su adolescencia en los 30 en el Berlín del ascenso al poder de Hitler. Pero, experiencia alimentada también de las vivencias  de su juventud como estudiante en el Londres de la II Guerra Mundial y en el ambiente estudiantil del Cambridge rojo. Y de las vividas en su vida adulta como profesor universitario estable en la universidad inglesa y norteamericana e y profesor peripatético por medio mundo. Experiencias, a su vez, como intelectual comunista comprometido que rompió materialmente, pero no formalmente con el Partido en 1956 y como historiador marxista que siguió una trayectoria teórica heterodoxa. Actividades intelectuales y profesionales que, además de llevarle a recorrer y a vivir en innumerables países y convertirlo en observador privilegiado y altamente cualificado de la historia del siglo pasado, Hobsbawn desarrolló  en medio de la  tensa confrontación de los dos bloques que dominó el mundo surgido tras la segunda conflagración mundial.

Pero la peculiaridad y el gran valor de esta autobiografía de  Hobsbwan es que no adopta en ella ninguna de  esas dos  orientaciones excluyentes. Ni relata su vida privada como una mera ilustración de los acontecimientos históricos del siglo XX, ni se dedica exclusivamente a relatar su vida personal y profesional. Como buen marxista, nos traza un cuadro complejo en el que esos dos aspectos se funden dialécticamente y van dando sentido a su vida en relación con el propio acontecer histórico en que ésta se ha ido desplegando. El resultado es, sin duda, una visión hábilmente urdida con dosis bien proporcionadas de ambos aspectos que nos acercan tanto al Hobsbwan hombre como nos alumbran importantes aspectos del camino recorrido por la  historia de ese “corto” pero sangriento- como él, adecuadamente, lo ha caracterizado- siglo XX.

 Estamos, pues, ante una visión autobiográfica no sólo original y de gran interés historiográfico sino, como es característico de toda la obra histórica del autor, ante un texto literariamente bien escrito, riguroso y meticuloso, de elevado nivel cultural e intelectual, que nos ofrece, a la vez, toques de  fina e inteligente ironía  y dosis de buen humor inglés. En suma, un bocado delicioso que puede satisfacer, sin duda,  el paladar del lector más exigente.

 Hobsbawm ha sido, sin duda, subjetiva y objetivamente, uno de los más destacados historiadores del siglo XX. “Subjetivamente”, en el sentido de ser uno de los principales maestros de aquella formidable escuela de historiadores marxistas británicos que constituyeron el denominado Grupo de Historiadores del Partido Comunista británico que- como nos contó Harvey J. Kaye en su inolvidable obra sobre sus componentes- alentaron, tras la huella de Gramsci, una historiografía marxista no ortodoxa  abierta a la determinación de la lucha de clases en la  acción humana más que a aquella otra concepción de la historia entendida como proceso sin sujeto del marxismo estructuralista  althusseriano. La importancia y resonancia mundial que tuvieron los  novedosos análisis de la historia de movimiento obrero de Hobsbawn o sus brillantes síntesis sobre la historia mundial, desde  Rebeldes primitivos  hasta su última Historia del siglo XX, le han hecho acreedor, con toda justicia, al reconocimiento como uno de los de los grandes maestros de la historiografía de la recién finalizada centuria.

Pero también  en sentido “objetivo”, Hobsbawn ha sido – es-  uno los grandes historiadores del siglo XX, vivo todavía en el XXI, aunque, paradójicamente, el “objeto” de su obra historiográfica haya versado esencialmente sobre la historia social del siglo XIX. Como escritor político realizó importantes y agudos análisis sobre la realidad política y social del siglo XX, pero, como el mismo reconoce en este libro, su compromiso partidario le llevó a renunciar a tratar  ese siglo como historiador hasta que, finalizado éste, coronó sus grandes síntesis sobre la historia del siglo XIX- sus conocidas Eras- con la ya mencionada  y brillante Historia del siglo XX que ha sido un éxito editorial mundial y es considerada y reconocida por tirios y troyanos como una de las mejores síntesis interpretativas de la historia del pasado siglo. En realidad, esta autobiografía, dadas su características, no es sino la otra cara de la historia del siglo XX que el historiador británico nos explicó en ese libro, esto es, una verdadera autobiografía en este caso del autor y  del siglo XX.

Sin embargo, en los capítulos que Hobsbawn dedica a reconstruir su carrera profesional y su obra de historiador considera que  su principal aportación al desarrollo de la historiografía del siglo pasado fue  la de  haber contribuido  a su modernización científica  frente a la vieja historia tradicional positivista, y deja más bien en segundo plano la que otros hemos entendido siempre como su principal contribución histórica: su labor, en el marco del Grupo de  Historiadores del Partido Comunista británico, en pro de la revitalización de la teoría historiográfica marxista para superar el anquilosamiento de los planteamientos dogmáticos de la teoría ortodoxa ( lo que le costó el que su obras no fuesen publicados en el mundo soviético) y poner límites al funcionalismo del marxismo estructuralista ( lo que no le impidió su estrecha vinculación profesional con  la historia estructural francesa inspirada por Braudel).

 La deriva posterior de la historiografía marxista por otros caminos nunca fue de su agrado y, desde luego, la historia posmoderna ligada al pensamiento blando es para él incomprensible e inaceptable. Pero a la vez manifiesta una clara conciencia de la importancia que, en estos tiempos de profundas transformaciones y cambios, vuelve a tener la función social de la historia y el papel relevante que les corresponde a los historiadores en el cambiante mundo de hoy. Importancia vinculada a la necesaria difusión de un conocimiento histórico sólido y racional que contrarreste el falsificado, superficial e interesado que ha aportado la época y la cultura posmodernas. 

La última parte del libro está dedicada a analizar  su experiencia vital en relación con los países o regiones en que vivió regularmente. No sólo nos cuenta las vinculaciones personales y profesionales que tuvo con ellos, sino que nos proporciona unas brillantes, agudas y ponderadas observaciones, visiones e interpretaciones de su realidad política- social y de su evolución cultural. Además de relatarnos un cúmulo de observaciones ingeniosas y anécdotas agudas y humorísticas sacadas de la experiencia de sus viajes y estancias en ellos. España e Italia, cuyos idiomas habla fluidamente, fueron fundamentales, según el mismo reconoce, para sus estudios sobre los movimientos sociales preindustriales y en sus viajes y estancias en estos dos países está el germen de su primer e importante libro Rebeldes primitivos.      

Los prejuicios de los que hablaba al comienzo de estas líneas no sólo se han desvanecido al pasar la última página de este libro, sino que, en mi humilde juicio, estamos ante una verdadera joya del género. Lo es, a mi entender, en cuanto al contenido,  entre tanta bisutería de oropel, decorativa y sin aristas de las  autobiografías talladas a la medida. Pero también respecto al estilo, entre tanta quincalla plúmbea que produce  esta clase de literatura, escrita , en la mayoría de los casos, por autores que no son escritores y cuyos libros, frecuentemente, constituyen la primera, única y última( por suerte) “obra literaria” que  escribirán en su vida.

Esperemos y deseamos, en cambio,  que éste no sea  todavía el último libro de este “joven”  de 86 años,  judío confeso, pero no sionista ni practicante, sino simplemente miembro del género humano y confeso racionalista ; historiador marxista, pero no ortodoxo ni complaciente, sino más bien heterodoxo y crítico; intelectual comprometido y partidario, pero no vocero  ni partidista , sino “librepensandor” original y riguroso intelectual “orgánico” (en el sentido positivo gramsciano). Además de apasionado amante del jazz y de la vida y personaje profundamente divertido e interesante. Éste  ha sido y sigue siendo Eric J. Hobsbawn, “historiador marxista británico”.
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA DE OVIEDO)