CULTURA ASTURIANA
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Hace ya bastantes años, el conocido antropólogo de origen asturiano y autor de
algunos brillantes estudios sobre nuestra cultura tradicional, Ramón Valdés, en
un trabajo no muy difundido en Asturias, se planteaba la duda de si realmente
podía hablarse de una cultura asturiana
específica. El supuesto del que parte este libro que reseñamos es precisamente
el contrario. Roberto González- Quevedo, también profesor y antropólogo, además
de destacado miembro de la Academia de la Llingua Asturiana, ha escrito esta Antropología
social y cultural de Asturias. Introducción a la cultura asturiana
(Madu Ediciones 2002) desde el pleno convencimiento de que no sólo Asturias ha
generado una cultura propia con una gran cohesión interna, sino que, además,
ésta es una cultura de gran riqueza y diversidad. Su análisis constituye el
objeto de este libro.
El
estudio de esa cultura asturiana lo realiza González-Quevedo desde la
perspectiva del antropólogo no del folclorista, aunque no se adscriba a ninguna
corriente teórica concreta dentro de la antropología y plantee su análisis desde
un enfoque teórico ecléctico. En ese sentido, lo que nos aporta es una visión
global de la cultura asturiana que supera las contribuciones localistas de los
folcloristas. Porque no trata los elementos culturales como rasgos locales y
aislados, sino como partes interrelacionadas del conjunto de la cultura
asturiana desde una perspectiva actual, es decir, de la cultura tradicional y
de las transformaciones que ésta ha sufrido con la evolución histórica de estos
dos últimos siglos. No cae, pues, en la dualidad cultura tradicional versus
cultura moderna, entendiendo la cultura tradicional en clave de
folclore. A saber, como elementos aislados, no funcionales, supervivencias de
épocas pasadas, que permiten mostrarnos cómo pensaban y vivían nuestros
antepasados.
El objeto
de su análisis es, pues, el estudio de
la cultura popular en el sentido que
trata del modo de vida de amplios sectores de población rural y urbana
asturiana. Pero si, como hemos dicho, no cae en la negativa dualidad cultura
tradicional/cultura moderna, no entra en
cambio, en esa otra dualidad, a mi modo de ver positiva, que seria la de
cultura popular o subcultura específica versus cultura dominante
que le permitiría identificar las significativas relaciones de dominación y
subordinación social que suelen mediar entre ambas culturas, y apreciar el
frecuente uso que adopta la cultura
popular como recurso de oposición y lucha contra la cultura dominante. Subyace,
más bien, en el enfoque de González- Quevedo el sesgo identitario, aunque el
autor rechace cualquier connotación
“etnicista” de la cultura asturiana y, como dice al final del libro,
renuncie “a entrar en los debates de los
“caracteres generales” regionales o nacionales, ni ( participe) en la obsesión
de muchos antropólogos en España que desean contribuir a caracterizar
culturalmente las comunidades autónomas” (p. 434). Y explícitamente reconozca
que su estudio trata de contribuir, en el momento presente de transición y cambio de Asturias, al conocimiento de los
rasgos propios de la cultura asturiana en relación con el debate abierto sobre
su futuro.
El libro
hace un coherente y bastante completo análisis de los contenidos de la cultura asturiana. Se tratan
los tradicionales temas de la cultura tradicional como los rituales festivos y
agrarios de la comunidad y los rituales del ciclo vital individual: nacimiento,
matrimonio y muerte. Además de la actividad tradicional agraria a través del
estudio de la casa campesina; y otras actividades económicas como las ganaderas en función de los animales
domésticos: el cerdo y la vaca; la actividad de la caza y la pesca; y la
recolección de la miel y la manzana y la sidra. También en otros
capítulos toca el asunto de los cuentos
y leyendas de la tradición oral; la mitología asturiana; los juegos, la danza y
la música. El territorio, la lengua y la cultura, los santuarios y los
vaqueiros de alzada son, finalmente, otros de los temas que desarrolla la obra
de González- Quevedo.
Todos
esos asuntos los trata el autor desde el doble nivel etnográfico y
antropológico, a la vez que intenta analizar los cambios y nuevos significados
que, con las transformaciones económicas
y sociales, esos elementos de la cultura asturiana han experimentado. Quizás, en el aspecto
propiamente antropológico y en relación con la gran transformación que
experimentó la agricultura asturiana por el desarrollo de la orientación
capitalista de mercado, el mejor capítulo sea el dedicado a la casa campesina
asturiana, aunque siga habiendo aspectos oscuros como, por ejemplo, el
predomino o la desigual distribución por zonas culturales de la familia
campesina amplia frente a la nuclear; o el papel de la estructura de la
propiedad de la tierra en la transmisión indivisa de la casería y la
institución del mayorazgo campesino. En ese sentido, el libro demuestra lo
mucho que queda por hacer para caracterizar y explicar las diferencias entre
las distintas zonas culturales de Asturias.
Además de
recoger e integrar en una visión antropológica los datos dispersos y locales de
los folcloristas asturianos tradicionales, González- Quevedo ha realizado en su
libro otra importante labor, a saber, la de incorporar todos los hallazgos de
los recientes trabajos que sobre la cultura asturiana han venido realizando,
desde la creación de la comunidad autónoma, las diversas instituciones
culturales asturianistas, además de las informaciones
proporcionadas por su propio trabajo de campo. Y con todos esos mimbres
ha construido una de las primeras visiones globales que tenemos de la cultura
asturiana. Por todo ello, a pesar de todos las dudas y reparos teóricos, puntos
ciegos, matices y hasta críticas de fondo que surgen con su lectura, estamos,
sin duda,. ante un libro necesario y aprovechable.
EL
ANTROXU
J.A.V.I.
El ciclo ritual
festivo asturiano de invierno se cerraba con la celebración de la fiesta de Antroxu.
Comenzaba el jueves anterior a la semana del Carnaval con la celebración de la
fiesta de las Comadres, de gran protagonismo femenino y que hasta hace unas
décadas, según nos dice González-Quevedo, se celebraba, con grandes romerías y
homenajes a las madrinas por sus ahijados, en muchas zonas de Asturias y no
sólo en algunas de las localidades donde su celebración ha terminado
institucionalizándose.
La semana de Carnaval se desarrollaba a lo largo de los tres días
tradicionales, El Domingo gordu y el lunes y martes de Antroxu.
Con su carácter transgresor e intencionalidad inversora de los roles sociales,
la práctica del disfraz estaba muy difundida en Asturias. “ (...) Desde la más
pequeña casa asturiana hasta las ciudades
había – escribe G. Quevedo- mazcaraos ( mascaritos) que se
manifestaban públicamente con intenciones burlescas o satíricas, (...) se
ridiculizaba la vida de los campesinos y no campesinos, como si tratase de un
paréntesis catártico en el que se cuestionaban las normas y las escalas que
regían la vida cotidiana”. Además de cantar coplas críticas e incluso
representar pequeñas comedias, los disfrazados realizaban actos de rechazo al
orden establecido como tirar piedras sobre prados de o tierras de labor,
cambiar de sitio las “portiellas” que delimitaban las propiedad, o cambiar de
lugar los instrumentos de trabajo.
EL
MITO DE COVADONGA
J.A.V.I.
Es
un principio bastante aceptado por los antropólogos que cuando un mito o relato
popular cambia algunos elementos de su
contenido, es indicio de que también se ha producido una transformación en la
función social que cumple. El mito de Covadonga fue forjado con el contenido de
la ayuda militar de la Virgen a Pelayo que mitifica a los astures como un
pueblo victorioso del que nace el reino que sería el fundamento de España. El
cambio con la democracia a una estructura autonómica del Estado en el que
Asturias constituye una autonomía propia, ha convertido el día de la Virgen de
Covadonga en la fiesta conmemorativa de la nueva entidad política de Asturias.
Esta función simbólica de la nueva realidad política, con su papel de cohesión
social y autorreconocimiento de los asturianos, ha traído, según apunta
González Quevedo, el cambio de acento
del contenido anterior del mito, fundamentado en el elemento de la
protección militar de la Virgen, por la función
de la Virgen como protectora de Asturias y de los asturianos.
LENGUA ASTURIANA
J. A. V. I
“
(...) En general, el asturiano se reserva- escribe González- Quevedo - para un
uso cercano, de familiaridad y amistad, mientras que cuando se habla en un
contexto más formal u oficial se prefiere usar el español, aunque muy
contaminado de rasgos del asturiano. Este reparto en el uso de la lengua según
los contextos significa que el asturiano está en una clara situación de
diglosia, un fenómeno frecuente cuando hay contacto entre lenguas. (...) La
situación de diglosia significa que la lengua dependiente o restringida tiene
connotaciones negativas y, efectivamente, eso es lo que ocurre en Asturias,
donde muchos asturhablantes ven peyorativamente su propia lengua (...). Lo
cierto es que la mayoría de la población en Asturias es bilingüe. (...) Es un
bilingüismo inorgánico o desorganizado, porque la mayoría de los bilingües
asturianos no tiene diferenciados los sistemas de las dos lenguas y no son
conscientes de la frontera entre el español y el asturiano, lo que trae como
consecuencia que usan una mezcla de ambos sistemas lingüísticos (...)”.
/ (PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario