viernes, 26 de junio de 2015

Nueva biografía de Julio Antonio Mella





  EL ÁNGEL REBELDE. BIOGRAFIA APÓCRIFA DE JULIO ANTONIO MELLA. EDITORIAL TRABE. OVIEDO, 2015

 

 

AUTOR

 

Julio Antonio Vaquero Iglesias es doctor en Historia general por la Universidad de Oviedo, catedrático de Historia de Enseñanza Secundaria y crítico de literatura histórica del diario La nueva España de Oviedo. Sus investigaciones se han centrado sobre la historia de las mentalidades e ideologías en la historia de Asturias y Latinoamérica en los siglos XIX y XX y la historia de la educación en España. Es autor o coautor de ocho libros y varias decenas de artículos sobre temas de su especialización, publicados en diferentes revistas históricas españolas y asturianas y ha participado en numerosos congresos nacionales e internacionales.

 

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS, INTRODUCCIÓN. MUERO POR LA REVOLUCIÓN. CUBA. INFANCIA Y ADOLESCENCIA. REFORMA UNIVERSITARIA Y LUCHA CONTRA MACHADO. MÉXICO: EXILIO Y MUERTE. EPÍLOGOS. ANEXOS.NOTA BIBLIOGRÁFICA. FUENTES FOTOGRÁFICAS

COMENTARIO

 Es una biografía escrita bajo la forma de una autobiografía apócrifa del revolucionario cubano Julio Antonio Mella. Se analiza bajo un registro no académico la vida política y personal del biografiado. Se ha buscado no caer en la hagiografía que domina en las biografías oficiales cubanas y aclarar los puntos oscuros de su vida política como su expulsión del PCC y la autoría de su asesinato y reconstruir su pensamiento antiimperialista. En los epílogos  se hace un análisis de las diferentes versiones sobre la autoría de su asesinato hasta hoy, del impacto de su muerte en el movimiento comunista latinoamericano y de la vida de su pareja Tina Modotti después de su muerte.

ADQUISICIÓN

 El libro se puede bajar en la plataforma  Todoebok en el enlace : http://www.todoebook.com/EL-ANGEL-REBELDE--TRABE-LibroEbook-ES-SPB0308708.html ..El coste es de  ocho euros. Entre otras librerías asociadas a Todoebook está, por ejemplo, en la Librería Cervantes y la Librería de El Mundo). Si se quiere en papel puede pedírselo al autor Julio Antonio Vaquero Iglesias. Avenida Las Segadas, 1,2ª A. Oviedo 33006, teléfono 625869874). Su coste en esta versión es de catorce euros. Dirección electrónica: javaquero@telecable.es

http://www.ecervantes.com/imagen2.php?ean=9788480537896&ancho=175&tipo=ebook

 

La primera biografía española de Julio Antonio Mella


   
 
  LA PRIMERA BIOGRAFÍA ESPAÑOLA DE JULIO ANTONIO MELLA

                                                                              ÁNGEL DE LA CALLE

270 imprescindibles páginas suman la primera biografía dedicada al líder revolucionario cubano escrita en España. El historiador Julio Antonio Vaquero Iglesias nos acerca de forma amena pero exhaustiva a la vida del mítico, pero olvidado, revolucionario caribeño.

Antes de que la foto oficial de la revolución latinoamericana fuese el poster que, a partir de la foto de Korda, el editor italiano Feltrinelli realizase con la efigie de Ernesto Che Guevara, antes de eso, la imagen oficial del revolucionario latino era la que la fotógrafa Tina Modotti había tomado del apuesto Julio Antonio Mella, y que la prensa comunista había difundido por medio mundo.

El simbólico afiche del Che fue, y es, tan poderoso que alejó la luz de todo lo anterior a lo que esa imagen solarizada transmite. Incluido el ángel rebelde de esta biografía, Julio Antonio Mella.

Estudiante y luchador que pronto se organizará para formar lo que será el Partido Comunista Cubano. Encarcelado, logra su libertad con una sonora huelga de hambre, contra el dictador Machado. Exiliado en México, partícipe de las actividades de la Internacional Comunista, Julio Antonio Mella irá a morir tiroteado en Ciudad de México, una noche de febrero de 1928, cuando caminaba del brazo de su última amante, la italiana Tina Modotti.

Carismático, de buena presencia, amante fogoso, padre de dos hijas de su legítima esposa. Dirigente de un partido político que comete en los años veinte tantos errores de apreciación de la realidad como el PCC, nunca tuvo, sin embargo, posiciones dogmáticas, y siempre defendió sus opiniones y propuestas. Hasta el extremo de oponerse a las tesis mayoritarias. Con lo que eso suponía en un partido de esas características en aquel tiempo.

Pero él era el niño bonito de la revolución latinoamericana en ese momento (no el guapo, el guapo sería Antonio Guiteras) y podía permitírselo.

Como todo buen exiliado cubano, soñaba con llenar de armas un barco pequeño e invadir cuba, desalojar al dictador y repartir la riqueza entre los isleños. Lo intentó, pero no era aún el momento de esas hazañas.

Su asesinato y muerte fue una tragedia que tiñó con su sangre las calles del DF, y de amarillo las páginas de los diarios sensacionalista y reaccionarios mexicanos, empeñados en convertir un asesinato político en un crimen pasional; bien regada esta idea con los dineros llegados, a la redacción del diario Excelsior, desde la embajada del dictador Machado.

Una vida apasionante, de viajes a ninguna parte, de clandestinidad y de peligros, de amores y amoríos y de entrega y sufrimiento. Convertido en símbolo ardiente de la revolución por llegar, le esperaba el martirio aquella noche de invierno de la que hablamos antes.

El autor de esta biografía la torna autobiografía apócrifa, para saltarse los puntos ciegos, los agujeros negros y la falta de papeles y documentos escritos que tanto fascinan, o desvelan, a los historiadores. Julio Antonio Vaquero, él mismo historiador de categoría, de esa rara especie de historiadores que saben escribir para los mortales que han de leerles y no archivarles, no deja en este trabajo documento histórico sin revisar ni trabajo anterior sobre le personaje sin fatigar. Y utiliza el artilugio de la falsa autobiografía para aventurar, allí donde la anterior investigadora del personaje, Christine Haztky, no se atreve a pisar. Y eso engrandece el libro. No deja de advertirnos el autor de que no estamos ante una novela. Y ahí me parece que pide perdón por escribir bien. Exceso de humildad que no necesita.

En particular a mi, y ustedes lo entenderán, me ha resultado glorioso que cuando el libro debería llegar a su fin, con la muerte del biografiado, el autor se sienta invadido por el poderosos espíritu de la última compañera de Mella, la fotógrafa y activista Tina Modotti, y no pueda evitar el contarnos lo que le sucedió a la militante de Socorro Rojo Internacional durante el resto de los sufridos 14 años que le tocó vivir sin Mella. Y ahí ya es biografía, la de Tina.

Y ese colofón a la vida del revolucionario cubano, que es el devenir de su amante, engrandece esta obra.

Y la vuelve actual. Si hubiese sido escrita antes de final de los años ochenta en Cuba, Tina Modotti no existiría en la biografía de Mella. ¿Cómo iba a tener, uno de los fundadores del PCC, una amante, que se dejaba fotografiar desnuda, mientras el lí﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ de Mella. ¿Cómo iba ad PCC una amante que se dejaba fotografiar desnuda mientras el lottivertirnos de que no estamos íder tenía mujer e hijos en la isla aguardándolo? ¡Eso no es lo que debe hacer un dirigente comunista!.

Por suerte Mella lo hacía y este necesario libro también nos lo cuenta.

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Ángel de la Calle.es autor de una biografía ilustrada de Tina Modotti y director de la Semana Negra de Gijón

( Publicado en el suplemento Cultura de La Nueva España, de Oviedo)

 

 

 

viernes, 19 de junio de 2015

jOVELLANOS, ECONOMISTA


JOVELLANOS, ECONOMISTA

                                                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

           
Acaba de publicarse un nuevo tomo de esa magna e importante  edición de la Obras Completas de Gaspar Melchor de Jovellanos que está llevando a cabo  el Instituto  Feijóo de Estudios del Siglo XVIII de la Universidad de Oviedo en colaboración con el Ayuntamiento de Gijón y KRK Ediciones como  continuación de la edición de los escritos del ilustrado gijonés  comenzada ya hace muchos años por el fallecido profesor Caso. Es el tomo X dedicado a recoger los escritos económicos del autor del Informe de Ley agraria (Obras Completas. X Escritos económicos. Oviedo, 2008).

             Los editores y autores del Estudio preliminar son dos reconocidos especialistas en el pensamiento y la obra económica del polígrafo asturiano como son los profesores Vicente Llombart y Joaquín Ocampo, con la colaboración filológica de Noelia García Díaz. El primero, catedrático de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad de Valencia,  responsable  de la hasta ahora penúltima y aún reciente  edición  publicada  de los escritos económicos  del ilustrado gijonés,  Jovellanos: escritos económicos (2000). Ocampo es profesor de Historia Económica de nuestra Universidad, autor de algunos importantes trabajos sobre la historia económica de la Asturias preindustrial y editor también de algunos textos económicos inéditos de Jovellanos.

Esta obra recoge la edición crítica de 140 escritos económicos de Jovellanos, algunos de ellos inéditos. Estamos, sin duda, ante la edición de los textos económicos del ilustrado  gijonés  más completa  con que contamos hasta la fecha. No sólo por la calidad y por el gran desarrollo del aparato crítico, sino también porque el número de los escritos seleccionados supone  un aumento sustancial en relación con las ediciones que se habían realizado anteriormente: el inventario de Miguel Artola en las Obras de G. M. de Jovellanos, tomo V (BAE) lo componían 100 textos y la selección del profesor Prados Arrarte era de 30.  Si bien es cierto que alrededor de una veintena de estos 140 escritos que se registran  no aparecen editados por estar sin localizar. 

El criterio seguido por los editores para su catalogación ha sido el de su procedencia institucional. Elección  que  parece, sin duda, la más pertinente. No sólo por las dificultades que supone la clasificación temática de tales textos, dada multiplicidad de temas tratados debida al  carácter enciclopédico del saber ilustrado y la condición todavía no institucionalizada de la economía en la época, ni científica ni profesionalmente. Sino también, porque  esa clase de clasificación  respeta, en gran medida, la unidad de  origen de los escritos  y su  contexto cronológico al proceder de las diversas instituciones y actividades profesionales que Jovellanos ejerció como magistrado, esto es, alto funcionario de la monarquía ilustrada.

La edición clasifica los escritos en cinco conjuntos: Asturias,  Sevilla, Sociedad Económica Matritense, Junta de Comercio y Moneda, y Censuras, consultas y otros escritos doctrinales. La mayoría de los escritos más destacados  y significativos se encuentran, sin duda, entre los que se refieren a Asturias y los procedentes de su actividad en la Sociedad Económica Matritense.  Son éstos los escritos de mayor profundidad no sólo porque proceden de su etapa de mayor madurez intelectual, esto es, la  correspondiente grosso modo con el reinado de Carlos IV (como “economista de la Ilustración tardía”, le ha calificado uno de los editores y, sin duda, el mejor conocedor de su pensamiento y obra económica, Vicente Llombart). Pero también son los de mayor calado por sus propuestas, porque proceden en su mayoría de los informes que la Matritense proporciona al Consejo de Castilla para llevar a cabo su labor de gobierno reformadora.  

.  El conjunto de escritos referido a Asturias es el más numeroso y comprende los relativos a la Sociedad Económica de Amigos del País, la carretera de Castilla, las obras públicas gijonesas y el consulado, las cartas a Ponz sobre la agricultura y la industria y los contratos de maderas para el arsenal del Ferrol.

 El interés y el valor de estos escritos asturianos no debe verse sólo desde la concreta  perspectiva asturiana, como una buena muestra de su profundo conocimiento de la realidad económica regional y de su propuesta de  un auténtico modelo  articulado  de crecimiento para Asturias que tenía como objetivo convertirla de la  Siberia del Norte en una moderna Saxonia española. Sino que esos escritos asturianos son también  expresión evidente de sus planteamientos sobre la necesidad de la modernización económica de España en su conjunto, desde los supuestos teóricos del nuevo liberalismo económico, superador de los planteamientos mercantilistas y en concordancia con las transformaciones que el capitalismo y la industrialización emergentes estaban introduciendo en Europa 

Entre los textos procedentes de la Sociedad Matritense, están, sin duda, algunas de las piezas más importantes de sus escritos económicos, como son  El Elogio de Carlos III  y el  Informe de Ley Agraria. En el primero, Jovellanos, al realizar, a la muerte del monarca, el balance de la obra reformadora del reinado de Carlos III, traza una detallada y significativa  valoración de la decisiva  importancia que en ella tuvieron la economía civil y los economistas   El Informe sobre la Ley Agraria es, con mucho,  el escrito económico más importante de Jovellanos, No sólo  por el alcance de su contenido, sino también  porque en él el ilustrado gijonés  explicita, como justificación de sus  propuestas reformadoras para la Ley Agraria, sus planteamientos doctrinales y teóricos económicos.

Como hacen los editores, la lectura de  estos textos nos permiten valorar a Jovellanos como un “economista” que se mueve dentro de los planteamientos teóricos  más avanzados de su época, en la línea del liberalismo económico superador del mercantilismo,  conocedor de las más recientes obras económicas que se publican en Europa y con una concepción de la economía como una ciencia que enseñaba a gobernar a los hombres y hacerlos felices.

Lástima que en su estudio preliminar los editores  no hayan tratado con mayor profundidad sobre el  pensamiento económico de Jovellanos y su concepción de la ciencia económica, dando por sabida y válida la interpretación que sobre esas cuestiones desarrolló LLombart  por extenso en su anterior libro sobre los escritos económicos del gijonés. Porque la lectura de los escritos económicos recogidos en esta   aprovechable y documentada edición y las magras referencia que los editores hacen a ello en su introducción, nos demuestran la modernidad, el elevado nivel y la singularidad del pensamiento económicos del intelectual gijonés. 

                                                          ASTURIAS
                                                                 J. A. V. I                                        
            
Carbón: Informe sobre el beneficio del carbón de piedra..., 1789; pp. 113-123).
 
“El beneficio de este fósil debe ser enteramente libre (...) Convendrá, pues, establecer en Asturias la enseñanza de la mineralogía, erigiendo una escuela teórica y práctica de esta ciencia...” (El subrayado es mío).
 
Emigración:  Carta sobre la industria de Asturias, 1795; pp. 323-324.
 
«Yo miro estas colonias de emigrantes que pasan los montes y se derraman a buscar su vida por tada la Península, como una exacta medida del sobrante de su población. Váyalos usted examinando uno a uno, y hallará que no hay entre ellos quien abandone una subsistencia segura en su país por buscar fuera de é una subsistencia arriesgada e incierta (...) Muchas veces he admirado como un error en que han caído aun las gentes más cuerdas y avisadas de este país el lastimarse de tales emigraciones como de un mal grave...»

 
                                     ENSAMIENTO ECONÓMICO
                                                                J. A. V. I.
 
 Crecimiento económico: Discursos sobre la felicidad del Principado..., 1781; p. 279
 
«Cuando digo (...) procurar la felicidad de Asturias, ya se ve que no tomo esta palabra en un sentido moral. Entiendo aquí por felicidad aquel estado de abundancia y comodidades que debe procurar todo buen gobierno a sus individuos. En este sentido, la provincia más rica será la más feliz, porque en la riqueza están cifradas todas las ventajas políticas de un estado...» (pp. 703-704 y 824).
 
 
 
Liberalismo económico: Informe de Ley Agraria , 1795. pp. 703-704 y 824.
 
«[...] Aquella continua lucha de intereses que agita a los hombres entre sí, establece naturalmente un equilibrio que jamás podrían alcanzar las leyes (...) A este sagrado interés debe el hombre su conservación y el mundo su cultura(...) El oficio de las leyes respecto a la propiedad no debe ser excitar ni dirigir, sino solamente proteger el interés (...)
Dígnese, pues, Vuestra Alteza de derogar de un golpe las bárbaras leyes que (...) estancando la propiedad privada en las eternas manos de pocos cuerpos y familias poderosas, encarecen la propiedad libre y sus productos, y alejan de ella los capitales y la industria de la nación...» (pp. 703-704 y 824).
 
 

HISTORIA CONSTITUCIONAL DE ESPAÑA


HISTORIA CONSTITUCIONAL DE ESPAÑA

                                                    JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

 

  Joaquín Varela traza en este libro las líneas maestras de nuestra historia constitucional

Este libro del catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, Joaquín Varela Suances-Carpegna, Política y Constitución en España, recoge veinte artículos ya publicados  por el autor en diversos foros y  revistas especializadas  que recorren en sus diversos aspectos toda nuestra historia constitucional- con excepción, claro está, de las Leyes Fundamentales del franquismo-  desde la Constitución de 1812 hasta nuestro texto constitucional vigente de 1978. Y todos ellos están concebidos  desde una perspectiva no limitada al exclusivo análisis del contenido de los textos constitucionales de nuestra historia, sino que su enfoque abarca, a diferencia de lo que es más frecuente en esa disciplina, el estudio del pensamiento político en el que se enmarcan, pero también referencias al contexto histórico en el que se promulgaron. Además de la visión comparada con  otras historias constitucionales y hasta  algunas aproximaciones al estadio de  la ciencia jurídica correspondiente.

            El resultado es, pues, una visión global de nuestra historia constitucional que, como dice en el  sustancioso prólogo del libro, el catedráticos y Presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, no sólo tiene un gran valor académico, sino  también otro importante de naturaleza práctica en un doble sentido. Puesto que las constituciones se consideran por la ciencia jurídica desde ya mucho tiempo como fuentes fundamentales de derecho, su conocimiento es fundamental para el manejo de las normas legales vigentes. Y a ello contribuye, sin duda, este libro. Pero, además, porque obras como ésta son necesarias en nuestro país para ir eliminando la ignorancia que existe sobre nuestro constitucionalismo histórico. Ignorancia derivada  en gran medida de la interrupción de la vida constitucional durante cuarenta años de dictadura, que ha  tenido como consecuencia un extendido  déficit  de conocimiento acerca de nuestra historia constitucional y sus conceptos fundamentales. Desconocimiento que alcanza, incluso, a nuestros políticos e intelectuales, lo que empobrece en muchas ocasiones  hasta niveles bochornosos los debates políticos y la práctica democrática.

De las cuatro partes en que se estructura el libro- la primera dedicada a las visiones de conjunto y las otras tres al análisis cronológico de las grandes etapas de la historia de nuestro constitucionalismo- es, sin duda, la tercera la de mayor interés y aportaciones. Esto es: la dedicada al estudio del ciclo constitucional liberal doctrinario que se impone con el giro conservador que, tras el proceso abierto por la Constitución de 1812, adopta la revolución liberal-burguesa en España y abarca el reinado de Isabel II.

Un aspecto menos conocido como el origen y desarrollo del ciclo y el pensamiento constitucional democrático español en el siglo XIX es también adecuadamente  analizado por el autor en este libro. Tanto sus antecedentes en el liberalismo radical doceañista, no democrático, que se concretan en la Constitución gaditana (cuyo significado histórico e ideológico y sus limitaciones trata el autor de manera clarificadora), como su desarrollo en el pensamiento y la práctica constitucional de los demócratas puros, republicanos y socialistas españoles de los decenios centrales de  aquel siglo.

Alguien podría considerar malévolamente que esta recopilación de trabajos ya publicados  por Varela no es otra cosa que una forma más de aumentar su currículo profesional, como es práctica bastante habitual en nuestra Universidad. Estaría equivocado. La visión de conjunto que nos proporciona este libro es ciertamente una importante aproximación, actualizada y necesaria, a la historia constitucional de España. Y nos demuestra, además, dos cosas. Una: que su autor es, sin duda, uno de los más destacados conocedores en la actualidad de nuestra historia constitucional. Dos: que la línea de investigación que ha seguido en su trayectoria profesional  guarda una gran coherencia. Todo ello hace de este libro una obra de confección rigurosa y de lectura realmente aprovechable.

viernes, 12 de junio de 2015

La naturaleaz de las Revoluciones burguesas


LA NATURALEZA DE LAS REVOLCIONES BURGUESAS

 

                                                 JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


Transformar el mundo. Revoluciones burguesas y  revolución social  (Pasado/Presente, 2013) del sociólogo, historiador y catedrático escocés Neil Davidson  ha sido considerado por un selecto grupo de historiadores  españoles como uno de los diez libros de historia más importes publicados el pasado año en  España. Por su parte, Joseph  Fontana califica en el  prólogo del libro que estamos ante una obra maestra que está destinada a convertirse en un trabajo de referencia para el conocimiento de la teoría y la práctica del concepto de “revolución burguesa”, incluyendo no sólo las “clásicas” ( la neerlandesa, la inglesa, la francesa y la americana) sino también  las actuales las que se ha desarrollado con la descolonización tras la Segunda Guerra Mundial Y la verdad es que tras la lectura de sus 950 páginas (sin incluir las notas), escritas, eso sí, con un estilo fácil y fluido, uno no puede más que  corroborar como acertados   tales juicios positivos.

            Autor de una obra galardonada con el prestigioso premio Isaac y Tamara Deutscher sobre la revolución burguesa en Escocia que le inició en este tema, Davidson  reconstruye ahora  la evolución historiográfica   que ha experimentado la concepción de las revoluciones burguesas desde la perspectiva  de la historia del pensamiento político. Pero lo hace incluyendo en su análisis - como es canónico para un historiador como él, que se mueve dentro de la concepción historiográfica del materialismo histórico- el proceso histórico global. Ese análisis abarca  desde la prehistoria del concepto en los siglos XVII y XVIII, coetáneo con el inicio de su desarrollo histórico,  y su  consolidación conceptual  original por parte del marxismo clásico (Marx y Engels)  como revoluciones sociales cuyo significaron fue la toma del poder por la clase burguesa con el objeto de poner fin al feudalismo  eliminando  las trabas y obstáculos  políticos e institucionales que aquél suponía para establecer el sistema capitalista, hasta las concepciones que proporcionó de tales revoluciones el revisionismo historiográfico conservador a partir de los años 80 del pasado siglo cuando comenzó la ofensiva y  hegemonía  neoliberal, interpretándolas con meras revoluciones políticas, sin contenido social alguno. Así como analiza también la reinterpretación que de ellas han realizado las diferentes corrientes posmarxistas que, influidas por el revisionismo y tratando de desvincularse  de la vulgata estalinista, aceptaron en cierta medida la desvalorización del cambio social que atribuía  la interpretación marxista clásica al contenido de  tales revoluciones. Tras ese recorrido, realizado con una gran solidez argumental  y un profundo ( casi podríamos calificarlo de apabullante) conocimiento  de todo lo que se ha escrito hasta hoy sobre  el tema, el núcleo del libro lo dedica Davidson finalmente exponer su propia concepción  de la revolución burguesa manteniendo como tesis principal su  naturaleza no exclusivamente política, sino, sobre todo, social, esto es, como revoluciones que se han desarrollado a lo largo de más de tres siglos y han supuesto, con sus variantes y características específicas, la introducción , con la eliminación definitiva del feudalismo o sus residuos, del orden capitalista que domina hoy en el mundo      . .

            Es claro que la elección de este tema por el autor no es solamente de orden historiográfico o académico con ser, desde esa perspectiva, un objeto de estudio   pertinente como demuestran sus contenidos y las  conclusiones obtenidas , sino que la clarificación del concepto de “revolución burguesa”  es también  de gran importancia  para arrojar  luz sobre el confuso debate actual que mantiene  la izquierda para tratar de establecer una estrategia coherente  de lucha contra el capitalismo con el objeto de avanzar en el camino del socialismo. Y ello es así por varias  razones. No sólo, porque la constatación de la dimensión verdaderamente  revolucionaria de esas revoluciones,  esto es, la profunda transformación social que supusieron, niegue, como pretendía el revisionismo y han asumido algunas corrientes posmarxistas, su condición de meras revoluciones políticas  que únicamente habrían supuesto un cambio en las elites que detentaban el poder. Negación de la que se deduce que el capitalismo no habría llegado, pues, por un proceso evolutivo, como pretendían  revisionistas y posmarxistas, sino tras un verdadero proceso revolucionario que habría durado varios siglos y que  tal  procedimiento revolucionario sería, pues, el modelo a seguir  para intentar pasar del  capitalismo al socialismo.

Pero, además, según Davidson, la concepción revolucionaria de las “revoluciones burguesas” permite distinguir claramente entre revoluciones burguesas y revoluciones verdaderamente socialistas como es el caso de las revoluciones nacionalistas  que se desarrollaron tras la Segunda Guerra Mundial en las colonias que se han  venido considerando por algunos como revoluciones socialistas, cuando en la realidad, no fueron sino revoluciones burguesas, incluida la revolución china que no fue nunca una revolución verdaderamente socialista, sino una revolución que no implantó sino  un capitalismo de Estado, lo que explica en cierta manera su deriva actual hacia el capitalismo  neoliberal. .

Del mismo modo que una renovada concepción de las revoluciones burguesas desde la perspectivas del materialismo histórico hace inaceptable la utilización sesgada que determinados “historiadores” actuales, voceros del capitalismo neoliberal, vienen haciendo  en la actualidad de la categoría de ”revolución burguesa”, considerando como tales  las revoluciones  “desde arriba” que el neoliberalismo viene imponiendo  para eliminar las trabas  que los elementos del Estado del bienestar y los derechos sociales conseguidos con el mismo imponen al despliegue sin límites del mercado y el capital financiero que tratan de implantar.. Algo así como si alguno de los intelectuales orgánicos de nuestra derecha en el poder nos  tratase de “vender la moto” diciendo que lo que Rajoy y su  Gobierno están tratando de implantar en España – en busca del interés general, claro-.con su programa de reformas neoliberales no es sino la  verdadera  revolución burguesa que este país nunca llegó a hacer. Aunque tengo la impresión por la  producción de esos ideólogos que es difícil que lleguen a utilizar  argumentos  tan sofisticados, a no ser copiándolos de alguno de los historiadores de cabecera de  la Thatcher que sí utilizó  esa burda  concepción de la revolución burguesa para justificar sus políticas neoliberales.

En fin, leído en una u otra clave, desde la propiamente historiográfica- académica o la ideológica- política, o desde  las dos a la vez, como querría, sin duda,  que se leyese su libro el autor, estamos ante un libro importante y de lectura francamente aprovechable. .       
    ( Publicado en el suplemento cultural Cultura de La Nueva España, de Oviedo)
 

 

 

 

 

 

 

 

Cánovas del Castillo, el monstruo de las dos caras


CÁNOVAS O EL “MONSTRUO” DE LAS DOS CARAS    

                                      Julio Antonio Vaquero Iglesias

 
No  estamos ante una más de las innumerables biografías del “Monstruo”, como  llamaban admirativamente sus seguidores y apologistas a Antonio Canovas del Castillo, artífice y sostenedor, hasta su muerte en 1897 por el anarquista Angiolillo, de aquel fantasmagórico régimen de “ turno, caciques y pucherazo” que fue la Restauración. Más bien, este excelente libro, Antonio Cánovas del Castillo y la derecha española, del catedrático de historia contemporánea de la Universidad de Castellón, uno de los mejores especialistas en  nuestro siglo XIX, José Antonio Piqueras, es un brillante recorrido por los usos políticos que la derecha española de todas las tendencias ha realizado de la figura de Cánovas  y su régimen.  Una derecha que, dentro de una amplia una gama de matices y con la excepción de la derecha autoritaria y antiliberal, siempre ha tenido una  visión positiva  de aquél como uno de los grandes estadistas de nuestra historia contemporánea y de su régimen como un  remanso de de orden y estabilidad que puso fin al atormentado curso de violencia política y pronunciamientos militares que había jalonado nuestra historia política tras la crisis del Antiguo Régimen.  

Piqueras no sólo analiza y reconstruye en su libro  ese discurso  y sus contextos históricos y políticos   a través del análisis de todas  las expresiones formales  en que   la derecha española ha plasmado de manera selectiva e intencional  la memoria de  Canóvas y el canovismo como un blindaje legitimador de  sus diferentes posiciones políticas, sino que, además,  desmonta esas visiones apologéticas o benévolas  contrastándolas con una visión profundamente crítica del personaje y su obra, visión que, a mi entender, responde bastante más a la realidad histórica que aquellas representaciones  mitificadas.

 Antes de la  Restauración, Cánovas, según argumenta Piqueras con una amplia batería de datos, no fue, sino un político conservador más, que no alcanzó gran notoriedad  como ministro de varios gobiernos de la Unión Liberal. Pero sí demostró, en cambio, ya en la época isabelina ser un consumado artífice de la corrupción del sufragio. Lo que le valió aquella furibunda descalificación Valera: “No hay en la tierra un bicho más infame que Canovas” Nada hacía presumir que  pudiera alcanzar la categoría de gran estadista con que se le ha calificado después de su muerte   por algunos sectores de nuestra derecha por su protagonismo político durante la Restauración. Protagonismo que fue perdiendo a  lo largo de ésta, de manera que el momento de su asesinato era ya  un cadáver político, que despertaba entre las fuerzas dinásticas más encono que entusiasmos y un verdadero rechazo, a derecha e izquierda,  entre las de la  oposición antisistema del  régimen restaurador.

El Cánovas que nos presenta Piqueras- y hay que reconocer que lo hace sin ninguna  clase de miramientos ni tapujos-, aquel que  ha sido considerado por la derecha posterior  como  el hombre providencial  de la Restauración,  no fue sino un liberal conservador que consiguió  detener el proceso democratizador que había traído la Gloriosa y reimplantar en España un modelo renovado de liberalismo doctrinario, adaptado a la nueva situación creada tras el hundimiento del la experiencia democrática del Sexenio. Liberalismo en el que toda política estaba subordinada al manteniento de un cierto  orden social  basado en la propiedad y concebido como natural y querido por Dios, en el que, consecuentemente, la representación de la nación sólo podía ser ejercida por las clases propietarias y cuya soberanía debía ser compartida por la Corona.

De ahí su  radical rechazo a la democracia individualista (que es para él “sólo un delirio ridículo”); al sufragio universal, (“el sufragio universal, el socialismo y el comunismo significan para mi la misma cosa”); a la igualdad (“tengo la igualdad por antihumana, irracional y absurda, y la desigualdad por derecho humano “),  De ahí también  su antiobrerismo y su actitud represiva ( “siempre habrá (…) miseria, un proletariado que será preciso contener por dos medios: con el la caridad (…) y cuando esto no baste con el de la fuerza”). Del mismo modo que, desde esos planteamientos, se explican las limitaciones   de su pragmático  transaccionismo, uno de los mitos   más queridos  de la derecha sobre el canovismo.

Muerto Cánovas comenzó la reinvención del personaje por la derecha española,  bien para denostarlo como hizo el regeneracionismo, el maurismo y el primer franquismo, bien para hacer del personaje y su obra una reivindicación crítica como propusieron   algunos intelectuales liberales como Marañón o Madariaga. Pero ha sido recientemente, en la etapa democrática, cuando la derecha española ha elevado a Canovas al altar de los grandes estadistas de nuestra edad contemporánea  y ha considerado al canovismo como un modelo ideal de consenso y de estabilidad construyendo de ambos una visión mitificada en la que han buscado fundamentar los orígenes del linaje liberal del que pretenden proceder.

            Fue Fraga, durante la Transición, el primero que  alentó la vindicación de Canovas en una suerte de neocanovismo en el que buscaba el antecedente y el modelo para sus  planteamientos de reforma gradual y controlada de la dictadura. El fundador de Alianza Popular se atribuyó a sí mismo un papel semejante al que Canovas había realizado en su tiempo, papel que quedó reflejado  aquella frase de  “entre ser Cánovas y Sagasta, yo preferiría ser Cánovas”. Pero la  apoteosis de exaltación y la mayor deformación histórica del personaje y su obra se han llevado a cabo con José Maria Aznar y sus gobiernos. Fue entonces cuando se pretendió algo más que la apropiación partidaria de  Cánovas como había hecho Fraga, sino  ”nacionalizar” su figura y su obra adaptando su pensamiento y obra al ideario neoconservador del Partido Popular.

Esa recreación idealizada no sólo ha impregnado a la opinión pública, sino que por influencia del paradigma de la “normalidad” de la historia de España también se ha extendido una visión amable del canovismo entre algunos historiadores profesionales, ajenos a las posiciones ideológicas de la derecha, a los que Piqueras critica con fundamento en su libro, el cual, por todo ello,  es francamente  aprovechable, según mi entender, tanto desde el punto de vista político, como también académico.

( Publicado en el suplemento Cultura de La Nueva España, de Oviedo).        

 

 

 


    
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 

 

 

 

 

 

 

domingo, 7 de junio de 2015

Francisco Giner de los Ríos como ejemplo


FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS COMO EJEMPLO

                                                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

viernes, 5 de junio de 2015

¿ UNA NUEVA GUERRA GLOBALIZADA?

¿UNA NUEVA GUERRA GLOBALIZADA?
                                                        Julio Antonio Vaquero Iglesias


          

   Cada sociedad tiene su propia clase de guerra nos explican los polemólogos y los teóricos de los conflictos. Y el capitalismo globalizado ha significado también en ese campo la aparición de un nuevo tipo de conflicto diferente de las ya viejas guerras modernas que asolaron el mundo en el siglo pasado. Kaplan,  Cléver, Duffield, Ignatieff, Martín Shaw, Huntington, entre otros muchos, han sido los teóricos que han ido identificando desde los años noventa los rasgos específicos de esos nuevos conflictos que desde el final del sistema bipolar de los bloques y la guerra fría  se han ido desarrollando en la ex Yugoslavia, África, y Asia. Pero es, sobre todo, Mary Kaldor quien nos ha proporcionado una visión de conjunto de esa “nuevas guerras” en diversos trabajos cuyo resultado final se recoge en su libro- ahora de plena actualidad-  Las nuevas guerras  ( Tusquets Editores,1999)
            Las “nuevas guerras” se caracterizan por una serie de  rasgos inéditos  que se refieren no sólo a sus motivos y actores, sino también a sus modalidades y financiación.   Los conflictos bélicos desde los años noventa no tienen, como ocurrió en la guerras modernas, su origen dominante en causas ideológicas, geopolíticas o económicas ni sus actores están tan  bien definidos como lo eran los estados- nación. Ni su objetivo preferente es el dominio territorial por el control militar. Ni su financiación está ya fundamentado en una  economía de guerra. Ni ya las víctimas son dominantemente los propios combatientes.
             En esas “nuevas guerras” los motivos están en relación con las políticas de identidad, es decir, su reivindicación del poder  se fundamenta en la defensa de una identidad cultural sea ésta nacional o  religiosa. Y el origen de esa oleada de política  de identidades no es sino un efecto mediato de las disfunciones de la globalización. Por eso hay que entenderlas no como un mero “revival” reactivo de unas identidades premodernas ante la homogeneización cultural traída por aquélla, sino como algo generado por la conflictiva y nueva realidad globalizada. La desintegración  del estado- nación alimentada por la mundialización y la exclusión que ésta conlleva para países y territorios hace volver a la cohesión identitaria nacional o religiosa. Además de que los grupos que se aprovechan de la erosión de la legitimidad del estado- nación impulsan esas políticas de identidad para justificar su intereses. Los actores militares, además del ejército formal, son diversos e informales y aparecen nuevos actores civiles transnacionales de gran importancia como ONGs y organismos multilaterales. La estrategia es  ahora el control político y no militar del territorio. Por eso la modalidad militar de la “nueva guerra” es una mezcla de guerra de guerrillas y de  contrainsurgencia. Así como su financiación se fundamenta en la extorsión, las actividades delictivas o proviene de grupos o países externos. Y las víctimas mayoritarias se producen ahora entre la población civil.
            La interpretación teórica que se realiza de esos nuevos conflictos es de primordial importancia para establecer  los principios para su gestión y su prevención.  Huntington propone una interpretación que, para la Kaldor, pretende ser realista, pero es , en realidad ,  esencialista. Y para  otros es, en último término, ideológica o justificativa del domino norteamericano. El choque de civilizaciones seria inevitable  y lo único que puede hacer la civilización occidental es prevenirse frente a los ataques de la civilización musulmana que sería su verdadera oponente . Esta teoría se fundamenta en la vieja realidad de los estados- nación que ya comienza  a  erosionarse por la nueva realidad de la globalización. Concepto que Huntington no emplea para nada  en sus planteamientos.
            La otra interpretación (Kaplan) es la de considerar ese nuevo tipo de conflictos como parte de la degradación del estado y la inmersión del mundo en una etapa de anarquía futura de la que únicamente se salvarán algunos islotes de civismo.  
          Frente a esos dos enfoques, Mary Kaldor se mueve en la teoría de la gobernación cosmopolita- en el sentido kantiano- que defiende la escuela de David Held. Evitar que se sigan produciendo esos nuevos  conflictos depende del comportamiento humano. Para ello, se debe ir hacia un régimen cosmopolita en el que todas las entidades políticas  actúen de acuerdo con unas normas internacionales que garanticen, sobre todo, el respeto de los derechos humanos y las normas humanitarias. Es necesaria la creación, para que se cumplan, de un conjunto de instituciones transnacionales con mayores competencias y legitimidad que las que existen en la actualidad. La gestión y solución de las “nuevas guerras”, la seguridad mundial, en suma, pasarían , pues, por avanzar en ese camino hacia un cosmopolitismo que implica el universalismo, pero, a la vez, el respeto por la diversidad.
La pregunta que, insistentemente,  pasa por la cabeza del lector de la Kaldor después del 11 de septiembre no tiene una respuesta unívoca. ¿ Estamos hoy ante una “nueva guerra”?. Sí y no. Sí presenta el actual conflicto internacional elementos de la “nueva guerra”. No se ha tratado, en su origen y por sí mismo, de un enfrentamiento entre estados- nación, sino de un actor, un grupo terrorista, con un claro objetivo de movilización política basado en una política de identidad. religiosa y una estrategia de provocación brutal que, presumiblemente, busca desencadenar una  respuesta que desemboque en una movilización del mundo musulmán y árabe contra EE. UU y los países occidentales. El predominio de las victimas civiles, la intervención de organismos transnacionales, el éxodo de refugiados derivados de la acción norteamericana contra Afganistán, así como la financiación ilegal y subterránea  de la red terrorista son otros elementos típicos de la “nueva guerra”.
            De la respuesta norteamericana, en cambio, no parece deducirse que sea percibida como una “nueva guerra”.             Desde luego, no se mueve dentro de la visión cosmopolita  que nos propone la polemóloga británica. Más bien,  está  dentro de la “guerra espectáculo” y parece estar planeada en gran medida para el consumo interno del mercado norteamericano como justificación ante su opinión pública. Bombardeos masivos para conseguir el castigo de los culpables, que causan el menor número de victimas propias y “daños colaterales” numerosos entre la población civil. Pero, desde luego, por lo menos hasta el momento, no se ven iniciativas para caminar hacia ese nuevo orden mundial transnacional cosmopolita.
            Claro es que, más allá de ello y desde otra concepción menos plana de la globalización que la que mantienen los cosmopolitas, alguien puede pensar que la reacción norteamericana es plenamente coherente. Nada de aceptar las limitaciones y  ataduras políticas y legales que podría traer consigo un orden transnacional  como el que conciben aquéllos. Simplemente, se trataría de poner en orden la casa global eliminando las disfunciones terroristas y poniendo limites a los “estados gamberros” que los apoyan  para seguir dentro del mismo modelo globalizador neoliberal. La verdad es que para justificar esa política es bastante más funcional la interpretación del “choque de civilizaciones” que la concepción de la teoría cosmopolita.
         


lunes, 1 de junio de 2015

SÍ HUELE

                                                              SÍ HUELE
                                                 Julio Antonio Vaquero Iglesias


Que Rafael Sánchez Ferlosio es uno de los mejores ensayistas vivos de la lengua castellana es público y notorio. Y de nuevo lo demuestra con este Non olet (Destino, 2003) en el que puede apreciarse perfectamente su condición de maestro del género.
 Coherencia ajustada entre su precisión argumentativa que no deja ningún cabo suelto y su estilo profuso, de  cláusula amplia. Estilo consecuente, pues, con la intención de que el análisis sea exhaustivo y evite  cualquier punto ciego de su razonamiento. Pero a la vez un estilo tan trabajado que logra que los continuos paréntesis argumentativos enlazados e intercalados entre sí, a modo de las cerezas extraídas de la cesta, que componen sus extensos párrafos, precisos y aclaratorios, no oscurezcan en ningún momento su claridad expositiva.
 Profunda cultura que se manifiesta en sus conocimientos semánticos. Son éstos  uno de los principales instrumentos analíticos que utiliza para desmontar y volver a construir los argumentos de los textos que analiza, y demostrar así de modo ostensible y meridiano sus implicaciones ideológicas, a la vez que nos hace ver cómo el uso de las palabras tiene unos límites cuyo abuso difícilmente puede practicarse sin distorsionar las cosas. Cultura amplia, además, que puede apreciarse en su dominio de una extensa gama  de  clásicos de todos los géneros, tanto antiguos como modernos ( donde destaca sus profundo conocimiento de los cronistas y autores de Indias) y contemporáneos ( desde Marcuse a Braudillard, pasando por Rifkin) cuyos argumentos y teorías contrasta y debate, introduce gradualmente en sus análisis haciendo éstos cada vez  más complejos y  aplica después a la explicación  de datos y hechos  de la vida real actual extraídos  de los periódicos, o a hechos históricos, procedentes de  textos documentales.
Pero también ingenio y mordaz ironía que hace de  la lectura de sus escritos un ejercicio divertido y agradable. Valga como botón de muestra esas líneas que dedica, al referirse a la belleza como elemento imprescindible hoy de la industria productora de consumidores, a aquel famoso crítico de cine, Alfonso Sánchez, zarabeto y poco agraciado, que, en una entrevista que le hicieron poco antes de fallecer, al ser preguntado qué  hubiese querido ser en la vida, respondió irónicamente que “guapo”, esto es, uno de valores- mercancía de mayor valor cambio y por ello más “preciado” y de menor esfuerzo de producción de la “sociedad de consumo”.
Todo lo anterior aderezado por un estilo exquisito y depurado que hace de su prosa, además de un artefacto expresivo de gran precisión, un obra de orfebrería literaria que convierte  su lectura en un verdadero gozo estético.
El título del libro “Non olet”, aunque utilizado como tópico de una de sus partes, es realmente significativo de todo su contenido. Se refiere  a la respuesta que el emperador Vespasiano le dio a su hijo Tito, cuando éste le recriminó  por haber establecido un impuesto sobre el uso de las letrinas públicas. “Non olet” tuvo que decir Tito al ponerle  su padre delante de la nariz la primera recaudación. “ Y sin embargo es un producto de la orina”, le replicó éste.
 Las tres partes de que consta el libro, además de algunos artículos sueltos sobre el mismo tema añadidos al final, no son sino un inteligente análisis- que peca en ciertos momentos de alguna redundancia- con diversas variaciones en torno al mismo asunto: el análisis del origen y de algunos de los rasgos más significativos que presenta la “sociedad de consumo” actual; o, según prefiere llamarla Sánchez Ferlosio por precisión, de la “sociedad de producción” en que ha venido en dar desde los años 20 del siglo pasado, el capitalismo industrial. O, como se diría también hoy por quienes creen que estamos ante una nueva etapa del desarrollo capitalista, del “ capitalismo tardío o avanzado” o capitalismo postindustrial.
A partir de los análisis de un texto procedente de un libro destacado de un reconocido autor actual- Rifkin, en un caso, Braudillard en otro-, de algún texto histórico y  ejemplos extraídos de los periódicos o de hechos de su propia experiencia personal, Sánchez Ferlosio desmonta en la primera y tercera parte del libro el supuesto ideológico que en el capitalismo actual sea el consumo la función que crea el órgano de la producción. Defiende, al contrario, que es el consumo, el verdadero órgano que responde y está subordinado a los intereses de la función de la producción. De tal manera que lo que define al capitalismo de consumo es el hecho de que es la producción la que crea a sus propios consumidores, como puede deducirse de la aparición de una industria propia y específica, la publicidad, independiente y autónoma de la producción de las propias  mercancías que publicita pero a la vez  convertida en mercancía de primer orden en este último capitalismo volcado sobre la producción inmaterial. Esta industria ejerce, sin duda una función esencial en la nueva “sociedad de la producción” como es  la de la “fabricación” del propio  consumidor. La producción ha subordinado y domesticado  así al consumo y esa “racionalidad económica” se ha impuesto sobre la sociedad y la política, en suma, sobre las personas imponiéndoles sus intereses y objetivos.
 Estamos, pues, según Ferlosio, más que ante la “sociedad de consumo” ante la “ sociedad de producción”. Y su aparición puede explicarse, sin duda, en el marco del proceso de desarrollo de la lógica  del capital, pero tiene , también,  su concreta fecha de origen y es el resultado de una acción consciente y no espontánea o ahistórica derivada de una insaciable naturaleza humana consumidora. Ese cronología precisa- reconoce el autor de El Jarama aceptando el dato que aporta Rifkin en su conocido libro sobre el trabajo- se puede constatar con  la publicación en 1927 del libro de Cowdrick que hace referencia explícita “al nuevo evangelio de los consumidores” cuyo dogma principal es el que  expresó aquel empresario de la General Motors, Kettering, cuando afirmó que “la clave para  la prosperidad económica  consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción”.
Ferlosio dedica, además, en esta primera parte, unas excelentes páginas al análisis de la relevancia que las funciones de la belleza ejercen en la producción de consumidores en esa “sociedad de la producción”. Ese canon de belleza de niños y mujeres rubios y ojos azules dominante entre los figurantes de la publicidad de cualquier producto no es sino un “más valer” (como dice Ferlosio con palabras del Myo Çid) derivado de la hegemonía de poder y riqueza de la “raza anglosajona”. Así la necesidad de consumo que nos inoculan lleva implícita nuestra expresión o el deseo  de alcanzar la equiparación con esa condición racial y social superior.   
En la segunda parte del libro, a partir de la obra de Braudillard, El espejo de la producción y utilizando, además, la anécdota clásica del “Non olet”, recogida posteriormente por un clérigo arbitrista anónimo del XIX, y algunos textos históricos sobre nuestra etapa colonial, Sánchez Ferlosio trata el tema del carácter de la naturaleza contractual  del trabajo en el capitalismo y sus implicaciones. Analiza a través  de esos datos documentales y bibliográficos con su habitual maestría sus precedentes en el capitalismo comercial  en relación con la explotación colonial de las Indias y el consumo de la coca en el Virreinato del Perú. Critica duramente también  las apologías del trabajo católicas, liberales y marxistas que lo consideran como elemento consustancial de la naturaleza humana. Y, sobre todo, deja patente las implicaciones de claro significado ideológico de irresponsabilidad moral y legal que el carácter contractual proporciona al trabajo en el sistema capitalista en cuanto al uso y destino de la mercancía producida. Tanto respecto al trabajador, pero, sobre todo, en cuanto al  productor, por  el carácter exclusivo de mercancía , de valor de cambio, que tiene para él el producto resultante.      
            Ferlosio, sin embargo,  no parece aceptar,  o intencionadamente no trata de ello, (una u otra cosa menos aceptar que no sea consciente del problema como demuestran sus lecturas), no entra en el debate, decimos, acerca de si esos rasgos de la “sociedad de producción”  han alcanzado hoy un desarrollo tan intenso que unidos a la aparición de  otros que ni siquiera menciona, estemos, según teorizan algunos, ante una nueva forma o modo de desarrollo del capitalismo. Es decir, ante una nueva vuelta de tuerca del sistema para responder a su propia crisis de los años 70 que esté produciendo importantes transformaciones cualitativas en el sistema, del mismo modo que lo fue la creación de la “sociedad de consumo” en los años 20 como respuesta a la crisis del capitalismo de  aquel tiempo o las que se produjeron dentro de él para responder a la depresión de finales del siglo XIX.
Sin embargo, su  análisis es tan agudo y certero que  anuncia ya claramente algunos de los novedosos rasgos que está aportando esta reestructuración del capitalismo actual y  cuyos efectos negativos ya padecemos. Deja claro así  que  la producción de consumidores hoy no está ya dirigida como antes a la creación de necesidades como recurso para “producir” nuevas formas de “consumo necesario” sino que hoy ya aparece destinada específicamente a la creación del propio consumidor en sí mismo: “ Especialistas en ti”, ¿les suena?.
 Asimismo el capitalismo de corrupción y casino que se desarrolla ante nuestros ojos no es sino también la consecuencia de llevar a su máximo extremo esa irresponsabilidad del productor ante el uso antihumano que pueda hacerse de sus  mercancías, irresponsabilidad implícita en la forma de producción capitalista de la que nos habla Ferlosio. Como también es clara la referencia que realiza de  la suplantación  de la Sociedad y la Política por la “Economía” que trata naturalizar el neoliberalismo actual y se traduce, por ejemplo, en la ideológica confusión entre “función social” y “función económica” que domina el discurso oficial. O, en la línea de Naomí Klein, la importancia que las marcas y las firmas han ido adquiriendo como elementos de creación del “homo emptor” u hombre comprador de la “sociedad de producción”. Ese hombre que es un producto de la publicidad, que hace de él, escribe Ferlosio, “un animal falsificado, una figura cabalmente inversa, pero no menos ridícula sangrantemente degradante, a la de un chimpancé de circo en camiseta y con gorra de visera o la de un oso de zíngaro bailando son de pandereta o aun la del mismo aleccionado y malhablado loro de barbería”.
 Desde luego, que todo esto que nos cuenta  Ferlosio  huele y... no precisamente bien. En realidad, hiede y su hedor es todavía más nauseabundo que el olor de las letrinas.  
( Publicado en Cultura, de La Nueva España, de Oviedo)