martes, 26 de enero de 2016

,MALRAUX DESMITIFICADO

MALRAUX DESMITIFICADO

                     Julio Antonio Vaquero Iglesias


ANDRÉ MALRAUX

        
En 1996, al cumplirse el vigésimo año de su muerte, André Malraux entró en el  Olimpo de los franceses inmortales. Sus cenizas se depositaron en el Panteón de hombres ilustres. Era el quinto escritor que ingresaba en ese templo laico de la nación francesa. Nada menos que después de Voltaire, Rousseau, Victor Hugo y Zola. Poco después aparecían dos biografías desmitificadoras del escritor, intelectual y político francés. Una, la de Lyotard que, como corresponde a un pensador posmoderno, nos presenta a  Malraux como un personaje de máscaras y contradicciones. La otra, la del periodista y escritor francés  Olivier Todd que reseñamos aquí, André Malraux. Una vida  (Tusquets, 2002), nos aporta, a través de un impresionante cúmulo de información, una visión demoledora, pero en cierta medida ambigua de la vida de su biografiado.  
En la obra de Malraux  están inextricablemente unidas ficción e historia, literatura y realidad. Pero también en su vida se mezclan ambiguamente realidad vivida y fantasía, verdad y mentira. Todd en su biografía ha sabido, con la  precisión del biógrafo- cirujano y el buen manejo de numerosas e inéditas fuentes- escalpelo, diseccionar y separar la verdad de la mentira de la vida de Malraux. Pero así y todo no consigue darnos una explicación convincente  de  esa dualidad de historia vivida/ historia contada que constituye su vida. Más bien se inclina, con cierta indulgencia, por la mitomanía del autor que por su perversidad, más por la “boutade” del genio que por la impostura del mentiroso. Juicio, por cierto, más suave que el que emitió  de él  Raymond Aron, cuya amistad y respeto intelectual cultivó Malraux: “ Un tercio de genialidad, un tercio de falsedad y un tercio incomprensible”.
         Tampoco el biógrafo logra explicarnos bien  la relación del otro par de contrarios  que atraviesa, en este caso, no la vida, sino el contenido de toda  la obra literaria de  Malraux: la mezcla de ficción e historia que constituye el eje de sus novelas. La ideología malrauxiana que sería el nexo de unión entre ambas no está tratada sistemáticamente y los análisis que realiza Todd  de sus  grandes novelas nos descubren, sobre todo, datos concretos, interesantes, sin duda, pero que no aclaran del todo lo que es fundamental entender de la biografía intelectual de Malraux. Esto es: los silencios del escritor comprometido en relación con el estalinismo, su posición frente a la ideología socialista y comunista y su giro copernicano después de 1945, cuando pasó de escritor comprometido a intelectual orgánico al convertirse en el mejor apoyo intelectual con el que contó el cesarismo gaullista.
         Así, por ejemplo, el análisis que realiza Todd de la relación que Malraux mantuvo con Trotsky es poco profundo. Admirador de las novelas de Malraux del ciclo sobre el colonialismo asiático, Los conquistadores  y La condición humana, Trotski y Malraux tuvieron una relación intelectual que terminó en ruptura por la negativa de éste a condenar los procesos de Moscú y la persecución del POUM en España. El estudio detallado de esa relación hubiese sido una buena vía, que el biógrafo  transita, pero sin recorrerla del todo, para conocer los planteamientos ideológicos del Malraux de aquella época en relación con la ideología marxista y sus planteamientos ante la guerra de España. Achacar aquella negativa a una actitud pragmática de Malraux para no causar mayor desunión en el bando republicano y tratar de mantener el apoyo de la Unión Soviética, no es suficiente. Como tampoco lo es, liquidar el papel ideológico y propagandístico que Malraux ejerció como intelectual orgánico y ministro de Cultura durante el gobierno del general de Gaulle, con una plétora de datos sobre su actuación ministerial, pero con la simple idea de que el autor de Los robles abatidos (obra dedicada al General) no creía ideológicamente en el gaullismo sin De Gaulle y sí, únicamente, en la persona y la personalidad política del mandatario francés.
         Sí conocemos, en cambio, a través de la biografía del periodista francés, una ingente información documentada sobre la vida personal y política del escritor que le permite reconstruir con toda precisión las mentiras y inexactitudes  que contó o dejó correr sobre su vida y su obra. En ese sentido, el principal personaje que creó Malraux fue el suyo y la  mejor novela que escribió fue la de su vida. Todd rastrea todas esas tergiversaciones contrastando el decir y el verdadero hacer del escritor. La acción y el hacer fueron para el autor de La condición humana los principios rectores de una existencia condenada, según él, en última instancia al absurdo. Además del  fundamento de su literatura y eje de su etapa de compromiso anticolonial y antifascista ( etapa limitada, en realidad, a un corto  periodo de tiempo en Asia y al año que participó como combatiente en la guerra civil española y a su tardía participación en la Resistencia). Pero, el decir de Malraux  transmutó ese hacer, finalmente y en gran medida, en ficción, justificable para unos en un escritor; para otros mentira  interesada de un impostor. Depende cómo se juzgue. El biógrafo no termina por decidirse por una u otra valoración. Sin embargo, algunos de sus  lectores no dudarán al emitir su juicio. Basta atender a su evolución política posterior y ello a pesar de las justificaciones literarias que, en ese sentido, realiza Malraux en sus Antimemorias. Cierto fue, en cambio, que el origen de su literatura de  creación se nutría de la experiencia vivida en su etapa de intelectual “comprometido” El resto de su obra, tras la segunda guerra mundial, en su etapa de intelectual y político “instalado”, tuvo casi como exclusivo eje el ensayo sobre el arte y su historia. Su propósito de escribir una novela sobre la Resistencia, aunque lo intentó con No, como muestra el borrador que ha manejado Todd, quedó en eso, en un proyecto inacabado.     
         La lista de esas mentiras e invenciones  es larga. Mencionemos algunas. Malraux no tuvo ninguna intervención en el Kuomintang en el marco del el enfrentamiento entre nacionalistas y comunistas chinos que noveló en las dos obras citadas más arriba. Nunca descubrió los restos de ninguna ciudad de la reina de Saba. Ni fue herido gravemente en la guerra española, como difundió en su viaje a EE UU en apoyo de la República española y en otras ocasiones posteriores. En la realidad, sólo se contusionó levemente en un accidente de aviación. Tampoco, como hizo creer, comenzó desde el inicio de la guerra su actividad en la Resistencia, sino ya en la fase final, en 1943, cuando ya podía intuirse el final favorable a los aliados, y su liberación, tras ser detenido por los alemanes, está llena de puntos oscuros. Su entrevista de tres horas con Mao, como ministro del presidente Charles de Gaulle, narrada  en las Antimemorias como de vital importancia para las relaciones occidentales con la China comunista, resultó ser una entrevista de un cuarto de hora y de puro protocolo que aburrió al líder chino.
         Como pretendía al iniciar su carrera de escritor, Malraux ha alcanzado, finalmente, la inmortalidad  con el depósito de sus restos en  el Panteón. En sentido contrario, la biografía de Todd, aun con toda su ambigüedad, desmitifica al personaje y lo convierte en hombre mortal, aunque sea como rey desnudo. Pero, así y todo, la impresión que uno tiene después de su lectura es la de que la biografía literaria, intelectual y política de Malraux sigue abierta todavía. Pero ya para siempre, del intelectual nos quedará su compromiso antifascista y del novelista,  La esperanza.
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MALRAUX Y LA GUERRA DE ESPAÑA

         Malraux fundó y dirigió la Escuadrilla España. Compró los aviones y reclutó a los pilotos. Fue, además, combatiente en ella como ametrallador, pero no su jefe operativo. El ejército republicano lo homologó con el grado de teniente coronel. Integrada la escuadrilla en la aviación republicana, Malraux realizó en 1937 un viaje por EE UU y Canadá en apoyo a la causa de la República.
         En el terreno literario, la guerra de España fue el tema de una de sus mejores novelas, La Esperanza. Cuenta en ella los primeros ocho meses de guerra hasta la victoria republicana en Guadalajara que permitía tener “la esperanza” de ganar la guerra. Entre las varias interpretaciones que ha tenido, Todd se suma a la  que considera que la novela defiende la actitud procomunista de Malraux ante la guerra. La versión española de la novela fue en realidad el film Sierra de Teruel, que trata de uno de los episodios de aquélla. Producida por el gobierno republicano, dirigida por Malraux con la colaboración de Max Aub, la película se comenzó a rodar en Barcelona en los últimos momentos de guerra y se tuvo que terminar en Francia, cuando realmente  ya había dejado de existir cualquier clase de “esperanza” de ganarla.   
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lunes, 25 de enero de 2016

LA masoneria en Asturias en los años 30

                LA MASONERÍA ASTURIANA EN LOS AÑOS TREINTA

                                                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

           


   Las referencias históricas a la masonería han venido adoleciendo  de modo recurrente de dos sesgos ideológicos. O bien se ha tendido a interpretar su actuación desde las propias posiciones de la institución con un enfoque parcialmente positivo. O al contrario, desde las visiones antimasónicas de la derecha tradicional y conservadora, se ha dado y construido  sobre ella una verdadera leyenda negra haciéndola responsable decisiva de casi todos los episodios históricos de los que la derecha abomina. Por ello, la visión historiográfica académica que  ha ido desarrollándose en los últimos tiempos sobre la organización masónica ha  tenido, sin duda, que combatir las mixtificaciones que han originado una u otra de esas visiones y tratar de ofrecernos una explicación objetiva y desmitificada  sobre su actuación   y significado históricos.
 Es en  ese contexto historiográfico académico en el que hay colocar este libro de Iván Pozuelo Andrés, licenciado en Historia por la Universidad de la Sorbona- París I,  La masonería  en Asturias (1931-1939), publicado por el Servicio de Publicaciones de nuestra Universidad. Obra que ha tenido como origen  su tesis doctoral presentada en la Universidad de Oviedo y  dirigida por el profesor David Ruiz. Nuestro flamante doctor trata de desvelar en  el libro la actuación de la sociedad masónica en Asturias  en los años treinta del pasado siglo precisamente cuando se desarrollaron dos momentos históricos sobre los que las interpretaciones sesgadas mencionadas  insistieron ya en el momento de producirse y posteriormente. Me refiero, claro es, : a la  etapa propiamente republicana, con su momento de máxima tensión: la revolución de 1934,  y a  la Guerra Civil.
            A través principalmente del método de la prosopografía - esto es, de la reconstrucción de biografías de los masones asturianos-, Pozuelo ha analizado su actuación política en esas dos etapas, así como su sociología y sociabilidad: organizaciones, número, ideología política, y la represión política que padecieron tras el fracaso del movimiento insurreccional de 1934 y la derrota en la Guerra Civil. Y ha llegado así a unas conclusiones que echan por tierra  las interpretaciones sesgadas que sobre la actuación de la sociedad masónica en Asturias propalaron tanto los ideólogos de la derecha ya en el momento de los hechos y durante la etapa franquista como  las que posteriormente en sentido positivo propaló la  propia masonería.
            La masonería asturiana del siglo XX supone una discontinuidad en relación con el inicio de la Orden en nuestra región en la segunda mitad del siglo XIX. Fue, sobre todo, el resultado de un nuevo proceso de implantación de la institución y difusión en Asturias en 1911, 17 años después del final de la última logia de la masonería asturiana surgida en el siglo anterior.  Esaa nueva fase su  despegue se produjo en la etapa de la Dictadura de Primo de Rivera y su centro siguió siendo la ciudad de Gijón, donde siempre destacó la logia Jovellanos. Y sus miembros estuvieron políticamente vinculados en su mayoría a Partido Reformista de Melquíades Álvarez, siendo su principal dirigente hasta su fallecimiento en 1932, Alberto de Lera, que llegó a ser Gran Maestre de la Gran Logia Regional del Noroeste.
  En 1931, la masonería asturiana contaba con 198 afiliados, 90 de ellas miembros de la logia Jovellanos de Gijón. Tras la muerte de De Lera, la mayoría abandonaron el reformismo melquiadista en que habían militado y se integraron mayoritariamente en el recién creado Partido Radical- Socialista. Y otros en menor número militaron en los partidos republicanos de derecha y centro e, incluso, hubo entre ellos, rizando el rizo de la contradicción ideológica, algún líder del movimiento obrero asturiano como el socialista Teodomiro Menéndez y el anarquista Eleuterio Quintanilla. La  extracción social dominante de los masones asturianos procedió dominantemente de la mediana y pequeña burguesía. Y su número descendió numéricamente a lo largo del periodo republicano debido, en parte, a la represión a que fueron sometidos después de la revolución de Octubre.
Contra las interpretaciones mitificadotas que hemos mencionado o la que mantuvo el dirigente socialista Amaro del Rosal acerca de que los masones  fueron los responsables de la derrota obrera en la insurrección de Octubre, el autor constata que la masonería a nivel institucional no participó decisivamente ni en la llegada del régimen republicano, ni en la revolución de Octubre, ni en el Frente Popular, ni tuvo una intervención relevante  en el curso de la guerra civil en  Asturias, aunque particularmente y, con las ideas masónicas amueblando su cabeza, muchos de ellos sí tuvieron una destacada actuación en todos esos acontecimientos, Y, además, muchos aspectos aquellos acontecimientos influyeron de diversas maneras  y de modo decisivo en la propia masonería asturiana, como hemos señalado, por ejemplo con la represión que padecieron, resultado de la percepción no objetiva que los actores del momento tuvieron de la intervención de la masonería. .

 Sin duda, y más allá de ciertos defectos de la estructura del contenido y errores de forma que pueden dificultar y hacer más trabajosa su lectura,  la principal virtud de este libro es que  cubre, desde luego, un  casi  vacío en la historiografía de Asturias Y, sin duda, la conclusión final a la que llega el autor tras su análisis acerca de la función histórica de la institución masónica asturiana y española de aquellos tiempos nos parece en cierto modo aceptable. La masonería, de inspiración liberal y reformista, trató de difundir y practicar una actitud conciliadora de clases que, en resumidas cuentas, no conducía  sino al afianzamiento y legitimación del sistema liberal capitalista. Actitud conciliadora  que, por cierto, no la libró  de ser objeto de la implacable represión franquista. 

lunes, 18 de enero de 2016

MUJERES DE LA TERCERA ESPAÑA

                               MUJERES DE LA TERCERA ESPAÑA
                                                            JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
         



  En  “Palomas  de guerra” ( Plaza&Janés), su último libro, el historiador e hispanista británico, Paul Preston, se mueve dentro de la trayectoria que  ha venido caracterizando sus trabajos sobre la historia contemporánea española. En cuanto al método, y siguiendo una tradición cara para la historia anglosajona y no tanto para la española, utiliza en esta obra también la biografía histórica como vía de acceso al conocimiento histórico, género que ya había utilizado, con gran maestría, en su biografía de Franco o en  Las Españas del 36.  Respecto al contenido, el criterio de selección  de sus cinco biografiadas en este libro, está en relación con la tesis que viene manteniendo sobre la guerra civil española.
            Frente a la interpretación habitual  de nuestro conflicto civil como expresión de dos bandos irreconciliables y radicalizados, Preston defiende que la tercera España, la de aquellos que no estuvieron con uno u otro bando y rechazaron la guerra marchándose al exilio, debe de ampliarse con otros muchos que se quedaron aquí y  participaron en ella. Con  aquellos que lucharon en uno u otro bando, pero lo hicieron lealmente y sin el ánimo cainita de exterminar a los de contrario y fueron proclives a poner fin al conflicto o mostraron actitudes humanitarias  y compasivas ante los horrores de la guerra. 
            Ese método, el de la biografía, y esa tesis están en la base de este nuevo libro del hispanista inglés. Pero ahora desde la perspectiva de género, aplicados a la experiencia vivida por cuatro mujeres de uno y otro bando – dos británicas, Nan Green y Priscila Scott- Ellis y dos españolas, Mercedes Sanz Bachiller y Margarita Nelken- en el marco de nuestra guerra civil, poniendo como contrapunto a otra que él considera en el extremo opuesto de esas actitudes, la mujer del general Franco, Carmen Polo.
             Como el propio Preston reconoce, su libro no tiene ninguna pretensión teórica. Las cuatro mujeres biografiadas no son representativas, son casos excepcionales, únicos y tienen en común su compasión,  independencia, valentía e inteligencia. Pero, a pesar de ello, a través de su peripecia bélica, se expresa el trágico impacto que en tantas mujeres produjo la guerra marcando el rumbo de su vida interior y externa después del conflicto. Exilio exterior e interno, pérdida de seres queridos, maridos e hijos, vidas desgarradas, fueron algunas de las de las consecuencias que para estas mujeres tuvo aquella guerra. Esa fue paradójicamente la contrapartida que tuvo su compasión y lucha por atender y sus intentos de  tratar de remediar en lo posible los sufrimientos de sus víctimas. Ésa es la principal pretensión de Preston en este libro. Reconstruir minuciosamente la biografía sentimental de esas mujeres a través de sus cartas, diarios y memorias.
            Pero, como no puede ser de otra manera, a través de sus experiencias se recrea también la profunda transformación que la guerra supuso para la superación de las relaciones tradicionales de género y del papel tradicional y subordinado de la mujer, sobre todo, en el bando republicano. Aunque , incluso en éste, también el cambio fuese limitado y todo ello no fuera nada más que un paréntesis que se había abierto con la llegada del orden republicano y cerrado con la vuelta a la actitud patriarcal, acentuada y matizada por la ideología  falangista, que implantaron los vencedores.
         Además de todo lo anterior, Preston también expone, con su habitual maestría, gran rigor y una ingente y concretísima documentación – a veces hasta abrumadora-  el contexto histórico en que se desarrollan las vidas y acciones concretas de las biografiadas. El libro ofrece, desde este plano, una gran riqueza de información y proporciona a  su lectura un interés añadido nada despreciable.     
            Las dos féminas británicas eran de ideología y extracción social diferente y en función de ello participaron en el bando correspondiente. Nan Green perteneciente a la clase obrera inglesa  vino a España  a apoyar a  los republicanos para luchar contra el fascismo. Pero también para estar a lado de su marido que combatía en las Brigadas Internacionales. Su labor como administradora y gestora de los  hospitales de guerra para estos combatientes fue titánica y le conllevó numerosos sinsabores y denuncias y el alejamiento por muchos meses de sus hijos. En los últimos combates inmediatamente anteriores a la marcha de las Brigadas Internacionales, su marido fue muerto. La experiencia española la llevó a continuar combatiendo al fascismo y participando en labores de  ayuda  a los excombatientes republicanos en Inglaterra como secretaria de la Asociación de la Brigada Internacional. Por su experiencia médica y hablar español, participó personalmente en el viaje  de refugiados republicanos  a México en el SS Sinaia. 
            Vinculada por sus relaciones familiares al matrimonio de Alfonso de Orleáns y  la princesa Beatriz Sajonia. Coburgo, Priscila Scott- Ellis vino a España, más por amor que por ideología. Los hijos de Alfonso de Orleáns se unieron a los nacionales como pilotos, y la joven inglesa  estaba enamorada de  uno de ellos, Ataúlfo. Y tras él llegó a España. Sin embargo, su trabajo  en los hospitales del frente cambió su vida de joven rica y alocada en una experimentada, compasiva e infatigable enfermera. No consiguió casarse con el Orleáns. Pero la experiencia de la guerra cambió su vida. Además, en ella. conoció al que iba a ser después de finalizada, su futuro marido, José Luis de Vilallonga. Desgraciadamente para ella, como éste dijo después de su separación. Preston echa a abajo la peregrina y fantasiosa versión que Vilallonga ha dado en sus Memorias  del primer encuentro entre los dos en un Teruel recién reconquistado por los nacionales.  
            Las dos biografiadas españolas, al contrario que las inglesas, sí tuvieron cierto papel en la vida pública durante antes y durante la guerra. También para ellas la guerra fue hecho definitivo de sus vidas. Una, Mercedes Sanz- Bachiller, perdió a su marido al poco de comenzar la guerra. Era la mujer de líder jonsista,  Onésimo Redondo. Para la otra, Margarita Nelken, la derrota de su bando supuso indirectamente la muerte de su hijo, que continuó luchando contra el fascismo en el Ejército soviético y perdió la vida en combate en el frente ruso. Ambas tuvieron en su propio bando la competencia de otra mujer de peso con la que mantuvieron una relación de enemistad. Pilar Primo de Rivera en el caso de Mercedes Sanz- Bachiller. Y Pasionaria en el de Margarita Nelken, cuando, durante la guerra, ésta abandonó el partido socialista y se pasó al comunista. También para las dos corrieron malos tiempos después de finalizado el conflicto. Margarita Nelken, separada de su marido, vivió un duro exilio en México. Mercedes Sanz- Bachiller vio su obra desvirtuada y no reconocida, y ella misma y su marido, si no formalmente, fueron  postergados en el régimen franquista.    
            La labor de Mercedes Sanz- Bachiller durante la guerra con la creación del Auxilio de Invierno ( después Auxilio Social) fue más allá de la relación subordinada de la mujer al hombre que predicaba el ideario falangista y que suponía, en el contexto de guerra, la  limitación de la actuación de las mujeres a determinadas y concretas  labores en función de su sexo. La suya no fue una organización  exclusivamente de mujeres, aunque predominasen éstas. Y la labor asistencial  de Auxilio Social no discriminó a las víctimas de la guerra y de la represión del otro bando. Si bien, como apunta el historiador británico, se utilizó por el bando nacional  como propaganda ante la opinión pública exterior y ante la población civil española.
            Crítica de arte, novelista, ensayista, la postura feminista  que defendió Margarita Nelken le valió toda  la gama de insultos vejatorios por parte de la derecha con relación a su femenidad: desde puta hasta andrógina. Pero también la incomprensión y hasta la salacidad por algunos hombres de la izquierda. Madre soltera- tuvo un hijo con el que fue el gran amor de su vida, el escultor Julio Antonio-, su  lucha en favor de que las mujeres españolas se liberaran de la opresión masculina y lograsen la igualdad sexual y social con el hombre, la llevó al primer parlamento de la II República ( aunque, por razones pragmáticas, no defendió el derecho al voto de las mujeres, que aquél aprobó). Antes y durante la guerra, creó instituciones para mejorar la situación de las mujeres. Se había convertido en un personaje público con su libro, La condición social de la mujer, en el que denunció su estado de inferioridad y las malas condiciones de vida que éste originaba, a la vez que defendía la compatibilidad del feminismo con la maternidad. El libro provocó un gran escándalo y su condena por el obispo de Lérida. Diputada socialista por Badajoz, durante la Republica realizó una  defensa radical del campesinado sin tierra  extremeño, denunciando sus miserables  condiciones de vida.  Durante la guerra, permaneció por voluntad propia en el Madrid asediado para apoyar a los soldado republicanos que lo defendían. Sus denuncias y protestas ante los dirigentes socialistas por la marcha de la guerra, la llevaron finalmente a abandonar su partido y a ingresar en el Partido Comunista.  
     Como contrapunto de estas cuatro mujeres, Preston  traza un duro y crítico retrato de Carmen Polo, la mujer de Franco. Tuvo una gran influencia sobre el general. De hecho, el hispanista inglés  achaca, en cierto modo,  la caída de determinados políticos del régimen a la pérdida de su apoyo por haber tenido comportamientos que no coincidían con su rígida y puritana moral sexual. Además, del ya conocido caso de su propio cuñado, Serrano Suñer, es menos conocido el del Ministro de Educación del régimen y catedrático especialista en literatura mística, Pedro Sainz Rodríguez, por acudir habitualmente a un prostíbulo  en el coche oficial. ( “No iba a ir andando, claro”, parece ser que contestó el interesado, cuando se lo comunicaron). Ese gran poder no se tradujo, sin embargo, en actos de compasión  ni en iniciativas  para aliviar los sufrimientos de la guerra. Ésa fue la diferencia entre ella y las otras mujeres biografiadas. No poca, desde luego. Preston las coloca en dos Españas distintas.   

(Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)

viernes, 8 de enero de 2016

LA ESTIGMATIZACIÓN DE LOS “ROJOS”
                                                          JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Rojos.
La representación del enemigo
en la guerra civil
Francisco Sevillano
Madrid, Alianza, 2007
183 páginas





La representación de los “rojos” por los sublevados durante la guerra civil como  “enemigo absoluto”

 La violencia simbólica, condensada en el término “rojos” con la connotación de “mal absoluto”, que difundió el ejército sublevado no fue mera propaganda instrumental para justificar la violencia práctica ejercida para aterrorizar a la población y conseguir el éxito del golpe militar en el menor tiempo posible. Fue, al contrario, un aspecto fundamental  de esa violencia y tuvo un fin en sí mismo. Esta es la tesis que defiende en este libro el historiador y profesor de la Universidad de Alicante, Francisco Sevillano, especialista en el tema de la violencia durante la guerra civil y el franquismo.
             Para ello, Sevillano reconstruye su contenido en las diversas manifestaciones  en que se expresa  esa imagen de los “rojos” y establece las pautas fundamentales que siguen los códigos de ese discurso y llega a la conclusión de que constituye una propaganda de corte totalitario como la que en ese momento está  creando y difundiendo  el nazismo y ha estudiado magistralmente Víctor Klemperer  en sus Diarios.
            La pauta fundamental que sigue ese discurso es la de considerar a los “rojos” como el “mal” en estado puro. No participan de la esencia de la identidad española, son la antiEspaña, portadores de  elementos ideológicos extranjeros corruptores de aquélla como el marxismo, el judaísmo y la masonería. Desde  ese núcleo de significado adquieren sentido todas las referencias que la propaganda  lanza de la imagen de  los que considera enemigos en el sentido radical del término, como “no humanos”,  como  enemigos “públicos”, que teorizó el pensador filonazi Carl Schmitt.
            Tal imagen de los “rojos” la constata el autor en el análisis tanto del discurso propagandístico de naturaleza propiamente literaria como en los de contenido religioso, médico y hasta humorístico y alcanza a su  más perversa elaboración en el tratamiento que da a las mujeres “rojas”, a  las milicianas.
            Si la legitimación religiosa del bando “nacional” por la Iglesia española, llevó a considerar a los “rojos” como pecadores, necesitados de redención, en el plano médico se  les atribuyó a los vencidos ser la expresión de una patología social. El psiquiatra Vallejo Nájera elaboró toda una teoría de la misma, escribiendo lindezas de este jaez : “ Apriorísticamente presumimos que los fanáticos marxistas que han combatido con las armas en la mano, ofrecerán un comportamiento esquizotímico, o variedades degenerativas de esa serie temperamental”.  La estigmatización de los “rojos”, aquella “horda criminal”, alcanzó tal grado que llegó a decirse seriamente que su  podredumbre moral se traducía en mal olor. Wenceslao Fernández Flórez escribía en 1939 en las páginas de Abc: “El olor a rojo es tan fuerte y tan típico que creo distinguir a un marxista y aun seguir su rastro con un olfato poco ejercitado. El marxismo- religión de presidiarios, de fracasados, de envidiosos, de contrahechos de vividores, de perezosos, de gente de cubil- tenía que oler así, precisamente, a conciencia podrida, que huele peor que una ballena muerta”
            Las “rojas” son en este discurso la antítesis de las “azules”, las falangistas, que son la expresión más acabada de la feminidad y  las virtudes  de la raza hispana. La caricatura de las milicianas incide en despojarlas de su condición femenina, tachándolas de marimachos y ridiculizando su manera masculina de vestir con el consabido “mono” y su comportamiento licencioso y su actividad revolucionaria. Así  las retrataba  Jardiiel Poncela: ”las mujeres “rojas son agitadoras políticas, oradoras de mitin, periodistas (…), feas conscientes de serlo; patizambas, contrahechas, bizcas y amargadas de la vida (…)”.   
    El intento de Sevillano de teorizar este discurso del “rojo” apenas queda en un esbozo, de escasa profundidad, pero el análisis de su contenido y su uso sí deja claro que constituyó algo más que un discurso instrumental para uso bélico. De hecho, fundamentó, tras la derrota republicana, la represión legal del franquismo cuyas consecuencias han llegado hasta hoy.               
 ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "lA NUEVA ESPAÑA!, DE OVIEDO)




Alfrdo Mendízabal, una voz de la verdadera Tercera España



 ALFREDO MENDIZABAL, UNA VOZ DE LAVERDADERA TERCERA ESPAÑA
                                                                   JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




Alfredo Mendizábal con su esposa
  
Alfredo Mendizábal
    


 Como es conocido, la expresión  tercera España se comenzó ya utilizar durante la  Guerra civil (de hecho, fue el título de un conocido artículo escrito en 1937, durante su exilio, por uno de sus miembros más destacados: Alcalá-Zamora) para designar a un grupo de destacados intelectuales y políticos que se exiliaron en 1936, porque no se identificaron con ninguno de los dos bandos contendientes.
 Pero no todos esos exiliados, como ha escrito Jordi Gracia hace unos años, pueden considerarse en puridad como parte de esa verdadera tercera España, porque  un sector de ellos, de manera inmediata o más tardía, se terminó inclinando por el bando franquista. El caso más ilustrativo de esa evolución, por el prestigio intelectual que gozaba fuera y dentro de España, fue el de Ortega y Gasset, que se decantó, como mal menor, por el bando franquista, sin  identificase con sus planteamientos ideológicos.
            Fueron más bien demasiados pocos los exiliados que pueden considerarse  parte de esa verdadera tercera España, si es que realmente esa expresión responde a una realidad sociológica y no es sólo una metáfora vacía de contenido. Entre ellos tuvo, sin duda, un papel relevante el catedrático de Derecho Natural de la Universidad de Oviedo, Alfredo Mendizábal, cuyas memorias inéditas, ha publicado este año el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) con el título Pretérito imperfecto. Memorias de un utopista. La edición ha estado a cargo de  Benjamín Rivaya, Etelvino González y Rafael Sampau e incorpora, además, sendos estudios introductorios biográficos sobre el autor, escritos por los dos primeros editores.
            Mendizábal, perteneciente a una familia burguesa aragonesa, fue  catedrático en Oviedo durante un decenio, desde 1926, cuando accedió a la cátedra ovetense, hasta 1936, en que al comenzar la guerra, que le sorprendió fuera de España, se exilió en  París. Así, pues, residió en Asturias durante la etapa de la segunda fase de la Dictadura de Primo de Rivera- la del Directorio civil-  y el quinquenio correspondiente a la Segunda República.
 Desde su perspectiva ideológica de demócrata de tendencia liberal católica,  el autor de estas memorias, con la  claridad del buen profesor, la agudeza de un consumado historiador y la aportación de algunos interesantes datos inéditos o poco conocidos, reconstruye la evolución histórica en ambas etapas para insertar dentro de ellas cuál fue su participación y actitud ante aquellos acontecimientos, a la par que aporta también interesantes noticias acerca de la pequeña historia de la ciudad y de su Universidad, como también alguno datos interesantes sobre algunos de los relevantes personajes asturianos, españoles o extranjeros que conoció.
            Como demócrata  convencido, partidario de la tendencia  que lideraba Ossorio y Gallardo, Mendizábal combatió como profesor e intelectual a la Dictadura de Primo Rivera  a través de su labor puramente   académica. Cuando la oposición universitaria- de profesores y alumnos- contra aquel régimen “absolutista”, “inepto y corrupto” (son  algunos de los adjetivos que emplea para calificarlo) arreció al ordenar el dictador cerrar la Universidad madrileña, el catedrático de Derecho Natural  tuvo un papel destacado en la protesta del claustro de la Facultad de Derecho ovetense. De hecho, fue el autor material del escrito de protesta que emanó del mismo y provocó el cierre de nuestra Universidad.  
            A la caída del dictador en 1930, Mendizábal se inclinó por la implantación de la República y comenzó a participar en la vida política partidista. Se sumó al partido de Alcalá-Zamora y Miguel Maura, Derecha Liberal Republicana, en cuya implantación en Asturias tuvo un papel decisivo. Fue el autor de su manifiesto de presentación en la región “A la opinión asturiana” y fue elegido  miembro de su comité local de Oviedo y como delegado de su partido lo representó  en el comité republicano de Asturias. Comités organizados en toda España por la oposición republicana para llevar a cabo la transición al  régimen republicano, si lograban derribar a la Monarquía.
               Descontento con la política de reformas llevada a cabo por el Gobierno republicano de Azaña, sobre todo, con su  política secularizadora que él entendía no sólo como sectaria y antirreligiosa, sino también como antiliberal; y descontento también con el funcionamiento de su propio partido, Mendizábal abandonó su actividad partidaria y orientó su participación en la vida pública hacia su actuación como intelectual católico.
Así llevó a cabo una importante la labor en la creación y articulación en España de las instituciones de la intelectualidad católica como la fundación de la revista católica “Cruz y Raya” y la sección española de la Unión Católica de Estudios Internacionales. Desde esas plataformas y otras contribuyó a la creación y difusión de un pensamiento católico modernizado y enfocado hacia temas de actualidad como la crítica del fascismo en sus dos versiones -nazismo y  fascismo- y del comunismo, la difusión del pacifismo y los temas sociales.
             Mendizábal  vivió en Oviedo durante el movimiento revolucionario de Octubre  una peripecia que estuvo a punto de costarle la vida. Los mineros revolucionarios tomaron el Hotel Inglés donde residía y comenzaron a ejecutar a sus residentes. Gracias a su iniciativa de poner en conocimiento de Teodomiro Menéndez la situación crítica por la que estaban pasando, la mayoría de ellos pudieron salvarse. Sin embargo, ese episodio no implicó que la ecuanimidad de Mendizabal no condenara la brutal e indiscriminada  represión que vino después de la derrota de los revolucionarios.       
            En 1936, al iniciarse la guerra civil, se exilió en París y se convirtió en uno de  los más destacados miembros de la tercera España. De él fue la iniciativa de crear el Comité Español por la Paz Civil que realizó una intensa labor de mediación internacional para conseguir la paz entre los dos bandos, a la vez que llevó a cabo una importante labor humanitaria entre las víctimas del conflicto como el canje de prisioneros o la protesta por los bombardeos sobre la población civil. A la vez que difundía a través de las asociaciones católicas y los periódicos franceses su posición de neutralidad ante los dos bandos, criticando incluso a la Jerarquía de la iglesia católica española por su posicionamiento por el bando franquista. Actitud que le valió ser separado de su cátedra por uno y otro bando e, incluso, amonestado por el Vaticano.
              En febrero de 1937, al llegarle la noticia de aquella parodia de juicio militar que condenó a la pena de muerte a su amigo y ex rector de la Universidad ovetense, Leopoldo Alas Argüelles, Alfredo promovió el envío de sendos telegramas de petición de indulto en nombre de la Facultad de Derecho parisina y del Instituto Católico de París, peticiones que junto con otras muchas, no impidieron su bárbaro fusilamiento unos días después. (Los editores deberían haber anotado- junto con algún otro “error histórico” que aparece en el texto- el dato inexacto del autor que indica que la pena de muerte fue conmutada por la de cadena perpetua y que su fusilamiento tuvo su origen en una “saca” de la cárcel de Oviedo)
            Ante la amenaza de la ocupación de París por el ejército alemán, Mendizábal huyó y pasó a Estados Unidos, donde durante un tiempo reanudó su actividad intelectual y docente que finalmente abandonó para trabajar como traductor para las Naciones Unidas en  Estados Unidos y en Europa donde residió hasta que en los últimos años de su vida  regresó definitivamente a España donde falleció en 1981 sin ninguna clase de  reconocimiento y  en el más completo olvido.
             En cierto modo, la acertada publicación de estas memorias va a suponer una justa la reparación de ese olvido y avanzar  en el conocimiento de su biografía y su obra, si- como anuncian sus  editores- se publican en español su libro Aux origenes d´une tragédie (del que ya hay ediciones en Francia, Inglaterra y Estados Unidos y Suecia) y su  relación epistolar inédita con importantes intelectuales españoles y del resto de Europa.
 
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "lA NUEVA ESPAÑA", DE OVIEDO