lunes, 18 de enero de 2016

MUJERES DE LA TERCERA ESPAÑA

                               MUJERES DE LA TERCERA ESPAÑA
                                                            JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
         



  En  “Palomas  de guerra” ( Plaza&Janés), su último libro, el historiador e hispanista británico, Paul Preston, se mueve dentro de la trayectoria que  ha venido caracterizando sus trabajos sobre la historia contemporánea española. En cuanto al método, y siguiendo una tradición cara para la historia anglosajona y no tanto para la española, utiliza en esta obra también la biografía histórica como vía de acceso al conocimiento histórico, género que ya había utilizado, con gran maestría, en su biografía de Franco o en  Las Españas del 36.  Respecto al contenido, el criterio de selección  de sus cinco biografiadas en este libro, está en relación con la tesis que viene manteniendo sobre la guerra civil española.
            Frente a la interpretación habitual  de nuestro conflicto civil como expresión de dos bandos irreconciliables y radicalizados, Preston defiende que la tercera España, la de aquellos que no estuvieron con uno u otro bando y rechazaron la guerra marchándose al exilio, debe de ampliarse con otros muchos que se quedaron aquí y  participaron en ella. Con  aquellos que lucharon en uno u otro bando, pero lo hicieron lealmente y sin el ánimo cainita de exterminar a los de contrario y fueron proclives a poner fin al conflicto o mostraron actitudes humanitarias  y compasivas ante los horrores de la guerra. 
            Ese método, el de la biografía, y esa tesis están en la base de este nuevo libro del hispanista inglés. Pero ahora desde la perspectiva de género, aplicados a la experiencia vivida por cuatro mujeres de uno y otro bando – dos británicas, Nan Green y Priscila Scott- Ellis y dos españolas, Mercedes Sanz Bachiller y Margarita Nelken- en el marco de nuestra guerra civil, poniendo como contrapunto a otra que él considera en el extremo opuesto de esas actitudes, la mujer del general Franco, Carmen Polo.
             Como el propio Preston reconoce, su libro no tiene ninguna pretensión teórica. Las cuatro mujeres biografiadas no son representativas, son casos excepcionales, únicos y tienen en común su compasión,  independencia, valentía e inteligencia. Pero, a pesar de ello, a través de su peripecia bélica, se expresa el trágico impacto que en tantas mujeres produjo la guerra marcando el rumbo de su vida interior y externa después del conflicto. Exilio exterior e interno, pérdida de seres queridos, maridos e hijos, vidas desgarradas, fueron algunas de las de las consecuencias que para estas mujeres tuvo aquella guerra. Esa fue paradójicamente la contrapartida que tuvo su compasión y lucha por atender y sus intentos de  tratar de remediar en lo posible los sufrimientos de sus víctimas. Ésa es la principal pretensión de Preston en este libro. Reconstruir minuciosamente la biografía sentimental de esas mujeres a través de sus cartas, diarios y memorias.
            Pero, como no puede ser de otra manera, a través de sus experiencias se recrea también la profunda transformación que la guerra supuso para la superación de las relaciones tradicionales de género y del papel tradicional y subordinado de la mujer, sobre todo, en el bando republicano. Aunque , incluso en éste, también el cambio fuese limitado y todo ello no fuera nada más que un paréntesis que se había abierto con la llegada del orden republicano y cerrado con la vuelta a la actitud patriarcal, acentuada y matizada por la ideología  falangista, que implantaron los vencedores.
         Además de todo lo anterior, Preston también expone, con su habitual maestría, gran rigor y una ingente y concretísima documentación – a veces hasta abrumadora-  el contexto histórico en que se desarrollan las vidas y acciones concretas de las biografiadas. El libro ofrece, desde este plano, una gran riqueza de información y proporciona a  su lectura un interés añadido nada despreciable.     
            Las dos féminas británicas eran de ideología y extracción social diferente y en función de ello participaron en el bando correspondiente. Nan Green perteneciente a la clase obrera inglesa  vino a España  a apoyar a  los republicanos para luchar contra el fascismo. Pero también para estar a lado de su marido que combatía en las Brigadas Internacionales. Su labor como administradora y gestora de los  hospitales de guerra para estos combatientes fue titánica y le conllevó numerosos sinsabores y denuncias y el alejamiento por muchos meses de sus hijos. En los últimos combates inmediatamente anteriores a la marcha de las Brigadas Internacionales, su marido fue muerto. La experiencia española la llevó a continuar combatiendo al fascismo y participando en labores de  ayuda  a los excombatientes republicanos en Inglaterra como secretaria de la Asociación de la Brigada Internacional. Por su experiencia médica y hablar español, participó personalmente en el viaje  de refugiados republicanos  a México en el SS Sinaia. 
            Vinculada por sus relaciones familiares al matrimonio de Alfonso de Orleáns y  la princesa Beatriz Sajonia. Coburgo, Priscila Scott- Ellis vino a España, más por amor que por ideología. Los hijos de Alfonso de Orleáns se unieron a los nacionales como pilotos, y la joven inglesa  estaba enamorada de  uno de ellos, Ataúlfo. Y tras él llegó a España. Sin embargo, su trabajo  en los hospitales del frente cambió su vida de joven rica y alocada en una experimentada, compasiva e infatigable enfermera. No consiguió casarse con el Orleáns. Pero la experiencia de la guerra cambió su vida. Además, en ella. conoció al que iba a ser después de finalizada, su futuro marido, José Luis de Vilallonga. Desgraciadamente para ella, como éste dijo después de su separación. Preston echa a abajo la peregrina y fantasiosa versión que Vilallonga ha dado en sus Memorias  del primer encuentro entre los dos en un Teruel recién reconquistado por los nacionales.  
            Las dos biografiadas españolas, al contrario que las inglesas, sí tuvieron cierto papel en la vida pública durante antes y durante la guerra. También para ellas la guerra fue hecho definitivo de sus vidas. Una, Mercedes Sanz- Bachiller, perdió a su marido al poco de comenzar la guerra. Era la mujer de líder jonsista,  Onésimo Redondo. Para la otra, Margarita Nelken, la derrota de su bando supuso indirectamente la muerte de su hijo, que continuó luchando contra el fascismo en el Ejército soviético y perdió la vida en combate en el frente ruso. Ambas tuvieron en su propio bando la competencia de otra mujer de peso con la que mantuvieron una relación de enemistad. Pilar Primo de Rivera en el caso de Mercedes Sanz- Bachiller. Y Pasionaria en el de Margarita Nelken, cuando, durante la guerra, ésta abandonó el partido socialista y se pasó al comunista. También para las dos corrieron malos tiempos después de finalizado el conflicto. Margarita Nelken, separada de su marido, vivió un duro exilio en México. Mercedes Sanz- Bachiller vio su obra desvirtuada y no reconocida, y ella misma y su marido, si no formalmente, fueron  postergados en el régimen franquista.    
            La labor de Mercedes Sanz- Bachiller durante la guerra con la creación del Auxilio de Invierno ( después Auxilio Social) fue más allá de la relación subordinada de la mujer al hombre que predicaba el ideario falangista y que suponía, en el contexto de guerra, la  limitación de la actuación de las mujeres a determinadas y concretas  labores en función de su sexo. La suya no fue una organización  exclusivamente de mujeres, aunque predominasen éstas. Y la labor asistencial  de Auxilio Social no discriminó a las víctimas de la guerra y de la represión del otro bando. Si bien, como apunta el historiador británico, se utilizó por el bando nacional  como propaganda ante la opinión pública exterior y ante la población civil española.
            Crítica de arte, novelista, ensayista, la postura feminista  que defendió Margarita Nelken le valió toda  la gama de insultos vejatorios por parte de la derecha con relación a su femenidad: desde puta hasta andrógina. Pero también la incomprensión y hasta la salacidad por algunos hombres de la izquierda. Madre soltera- tuvo un hijo con el que fue el gran amor de su vida, el escultor Julio Antonio-, su  lucha en favor de que las mujeres españolas se liberaran de la opresión masculina y lograsen la igualdad sexual y social con el hombre, la llevó al primer parlamento de la II República ( aunque, por razones pragmáticas, no defendió el derecho al voto de las mujeres, que aquél aprobó). Antes y durante la guerra, creó instituciones para mejorar la situación de las mujeres. Se había convertido en un personaje público con su libro, La condición social de la mujer, en el que denunció su estado de inferioridad y las malas condiciones de vida que éste originaba, a la vez que defendía la compatibilidad del feminismo con la maternidad. El libro provocó un gran escándalo y su condena por el obispo de Lérida. Diputada socialista por Badajoz, durante la Republica realizó una  defensa radical del campesinado sin tierra  extremeño, denunciando sus miserables  condiciones de vida.  Durante la guerra, permaneció por voluntad propia en el Madrid asediado para apoyar a los soldado republicanos que lo defendían. Sus denuncias y protestas ante los dirigentes socialistas por la marcha de la guerra, la llevaron finalmente a abandonar su partido y a ingresar en el Partido Comunista.  
     Como contrapunto de estas cuatro mujeres, Preston  traza un duro y crítico retrato de Carmen Polo, la mujer de Franco. Tuvo una gran influencia sobre el general. De hecho, el hispanista inglés  achaca, en cierto modo,  la caída de determinados políticos del régimen a la pérdida de su apoyo por haber tenido comportamientos que no coincidían con su rígida y puritana moral sexual. Además, del ya conocido caso de su propio cuñado, Serrano Suñer, es menos conocido el del Ministro de Educación del régimen y catedrático especialista en literatura mística, Pedro Sainz Rodríguez, por acudir habitualmente a un prostíbulo  en el coche oficial. ( “No iba a ir andando, claro”, parece ser que contestó el interesado, cuando se lo comunicaron). Ese gran poder no se tradujo, sin embargo, en actos de compasión  ni en iniciativas  para aliviar los sufrimientos de la guerra. Ésa fue la diferencia entre ella y las otras mujeres biografiadas. No poca, desde luego. Preston las coloca en dos Españas distintas.   

(Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)

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