MUJERES DE LA
TERCERA ESPAÑA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
En
“Palomas de guerra” ( Plaza&Janés), su último libro, el
historiador e hispanista británico, Paul Preston, se mueve dentro de la
trayectoria que ha venido caracterizando
sus trabajos sobre la historia contemporánea española. En cuanto al método, y
siguiendo una tradición cara para la historia anglosajona y no tanto para la
española, utiliza en esta obra también la biografía histórica como vía de
acceso al conocimiento histórico, género que ya había utilizado, con gran
maestría, en su biografía de Franco o en
Las Españas del 36.
Respecto al contenido, el criterio de selección de sus cinco biografiadas en este libro, está
en relación con la tesis que viene manteniendo sobre la guerra civil española.
Frente a la interpretación
habitual de nuestro conflicto civil como
expresión de dos bandos irreconciliables y radicalizados, Preston defiende que
la tercera España, la de aquellos que no estuvieron con uno u otro bando y
rechazaron la guerra marchándose al exilio, debe de ampliarse con otros muchos
que se quedaron aquí y participaron en
ella. Con aquellos que lucharon en uno u
otro bando, pero lo hicieron lealmente y sin el ánimo cainita de exterminar a
los de contrario y fueron proclives a poner fin al conflicto o mostraron
actitudes humanitarias y compasivas ante
los horrores de la guerra.
Ese método, el de la biografía, y
esa tesis están en la base de este nuevo libro del hispanista inglés. Pero
ahora desde la perspectiva de género, aplicados a la experiencia vivida por
cuatro mujeres de uno y otro bando – dos británicas, Nan Green y Priscila
Scott- Ellis y dos españolas, Mercedes Sanz Bachiller y Margarita Nelken- en el
marco de nuestra guerra civil, poniendo como contrapunto a otra que él
considera en el extremo opuesto de esas actitudes, la mujer del general Franco,
Carmen Polo.
Como el propio Preston reconoce, su libro no
tiene ninguna pretensión teórica. Las cuatro mujeres biografiadas no son
representativas, son casos excepcionales, únicos y tienen en común su
compasión, independencia, valentía e
inteligencia. Pero, a pesar de ello, a través de su peripecia bélica, se
expresa el trágico impacto que en tantas mujeres produjo la guerra marcando el
rumbo de su vida interior y externa después del conflicto. Exilio exterior e
interno, pérdida de seres queridos, maridos e hijos, vidas desgarradas, fueron
algunas de las de las consecuencias que para estas mujeres tuvo aquella guerra.
Esa fue paradójicamente la contrapartida que tuvo su compasión y lucha por
atender y sus intentos de tratar de
remediar en lo posible los sufrimientos de sus víctimas. Ésa es la principal
pretensión de Preston en este libro. Reconstruir minuciosamente la biografía
sentimental de esas mujeres a través de sus cartas, diarios y memorias.
Pero, como no puede ser de otra
manera, a través de sus experiencias se recrea también la profunda
transformación que la guerra supuso para la superación de las relaciones
tradicionales de género y del papel tradicional y subordinado de la mujer,
sobre todo, en el bando republicano. Aunque , incluso en éste, también el
cambio fuese limitado y todo ello no fuera nada más que un paréntesis que se
había abierto con la llegada del orden republicano y cerrado con la vuelta a la
actitud patriarcal, acentuada y matizada por la ideología falangista, que implantaron los vencedores.
Además de todo lo anterior, Preston
también expone, con su habitual maestría, gran rigor y una ingente y
concretísima documentación – a veces hasta abrumadora- el contexto histórico en que se desarrollan
las vidas y acciones concretas de las biografiadas. El libro ofrece, desde este
plano, una gran riqueza de información y proporciona a su lectura un interés añadido nada
despreciable.
Las
dos féminas británicas eran de ideología y extracción social diferente y en
función de ello participaron en el bando correspondiente. Nan Green
perteneciente a la clase obrera inglesa
vino a España a apoyar a los republicanos para luchar contra el
fascismo. Pero también para estar a lado de su marido que combatía en las
Brigadas Internacionales. Su labor como administradora y gestora de los hospitales de guerra para estos combatientes
fue titánica y le conllevó numerosos sinsabores y denuncias y el alejamiento
por muchos meses de sus hijos. En los últimos combates inmediatamente
anteriores a la marcha de las Brigadas Internacionales, su marido fue muerto. La
experiencia española la llevó a continuar combatiendo al fascismo y
participando en labores de ayuda a los excombatientes republicanos en
Inglaterra como secretaria de la Asociación de la Brigada Internacional. Por su
experiencia médica y hablar español, participó personalmente en el viaje de refugiados republicanos a México en el SS Sinaia.
Vinculada por sus relaciones
familiares al matrimonio de Alfonso de Orleáns y la princesa Beatriz Sajonia. Coburgo,
Priscila Scott- Ellis vino a España, más por amor que por ideología. Los hijos
de Alfonso de Orleáns se unieron a los nacionales como pilotos, y la
joven inglesa estaba enamorada de uno de ellos, Ataúlfo. Y tras él llegó a
España. Sin embargo, su trabajo en los
hospitales del frente cambió su vida de joven rica y alocada en una
experimentada, compasiva e infatigable enfermera. No consiguió casarse con el
Orleáns. Pero la experiencia de la guerra cambió su vida. Además, en ella.
conoció al que iba a ser después de finalizada, su futuro marido, José Luis de
Vilallonga. Desgraciadamente para ella, como éste dijo después de su
separación. Preston echa a abajo la peregrina y fantasiosa versión que
Vilallonga ha dado en sus Memorias del
primer encuentro entre los dos en un Teruel recién reconquistado por los nacionales.
Las dos biografiadas españolas, al
contrario que las inglesas, sí tuvieron cierto papel en la vida pública durante
antes y durante la guerra. También para ellas la guerra fue hecho definitivo de
sus vidas. Una, Mercedes Sanz- Bachiller, perdió a su marido al poco de
comenzar la guerra. Era la mujer de líder jonsista, Onésimo Redondo. Para la otra, Margarita
Nelken, la derrota de su bando supuso indirectamente la muerte de su hijo, que
continuó luchando contra el fascismo en el Ejército soviético y perdió la vida
en combate en el frente ruso. Ambas tuvieron en su propio bando la competencia
de otra mujer de peso con la que mantuvieron una relación de enemistad. Pilar
Primo de Rivera en el caso de Mercedes Sanz- Bachiller. Y Pasionaria en
el de Margarita Nelken, cuando, durante la guerra, ésta abandonó el partido
socialista y se pasó al comunista. También para las dos corrieron malos tiempos
después de finalizado el conflicto. Margarita Nelken, separada de su marido,
vivió un duro exilio en México. Mercedes Sanz- Bachiller vio su obra
desvirtuada y no reconocida, y ella misma y su marido, si no formalmente,
fueron postergados en el régimen
franquista.
La labor de Mercedes Sanz- Bachiller
durante la guerra con la creación del Auxilio de Invierno ( después Auxilio
Social) fue más allá de la relación subordinada de la mujer al hombre que
predicaba el ideario falangista y que suponía, en el contexto de guerra,
la limitación de la actuación de las
mujeres a determinadas y concretas labores
en función de su sexo. La suya no fue una organización exclusivamente de mujeres, aunque
predominasen éstas. Y la labor asistencial
de Auxilio Social no discriminó a las víctimas de la guerra y de la
represión del otro bando. Si bien, como apunta el historiador británico, se
utilizó por el bando nacional como propaganda ante la opinión pública
exterior y ante la población civil española.
Crítica de arte, novelista,
ensayista, la postura feminista que
defendió Margarita Nelken le valió toda
la gama de insultos vejatorios por parte de la derecha con relación a su
femenidad: desde puta hasta andrógina. Pero también la incomprensión y hasta la
salacidad por algunos hombres de la izquierda. Madre soltera- tuvo un hijo con
el que fue el gran amor de su vida, el escultor Julio Antonio-, su lucha en favor de que las mujeres españolas
se liberaran de la opresión masculina y lograsen la igualdad sexual y social
con el hombre, la llevó al primer parlamento de la II República ( aunque, por
razones pragmáticas, no defendió el derecho al voto de las mujeres, que aquél
aprobó). Antes y durante la guerra, creó instituciones para mejorar la
situación de las mujeres. Se había convertido en un personaje público con su
libro, La condición social de la mujer, en el que denunció
su estado de inferioridad y las malas condiciones de vida que éste originaba, a
la vez que defendía la compatibilidad del feminismo con la maternidad. El libro
provocó un gran escándalo y su condena por el obispo de Lérida. Diputada
socialista por Badajoz, durante la Republica realizó una defensa radical del campesinado sin
tierra extremeño, denunciando sus
miserables condiciones de vida. Durante la guerra, permaneció por voluntad
propia en el Madrid asediado para apoyar a los soldado republicanos que lo
defendían. Sus denuncias y protestas ante los dirigentes socialistas por la
marcha de la guerra, la llevaron finalmente a abandonar su partido y a ingresar
en el Partido Comunista.
Como contrapunto de estas cuatro mujeres,
Preston traza un duro y crítico retrato
de Carmen Polo, la mujer de Franco. Tuvo una gran influencia sobre el general.
De hecho, el hispanista inglés achaca,
en cierto modo, la caída de determinados
políticos del régimen a la pérdida de su apoyo por haber tenido comportamientos
que no coincidían con su rígida y puritana moral sexual. Además, del ya
conocido caso de su propio cuñado, Serrano Suñer, es menos conocido el del
Ministro de Educación del régimen y catedrático especialista en literatura
mística, Pedro Sainz Rodríguez, por acudir habitualmente a un prostíbulo en el coche oficial. ( “No iba a ir andando,
claro”, parece ser que contestó el interesado, cuando se lo comunicaron). Ese
gran poder no se tradujo, sin embargo, en actos de compasión ni en iniciativas para aliviar los sufrimientos de la guerra.
Ésa fue la diferencia entre ella y las otras mujeres biografiadas. No poca,
desde luego. Preston las coloca en dos Españas distintas.
(Publicado en el
suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)
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