LA ESTIGMATIZACIÓN DE LOS “ROJOS”
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Rojos.
La
representación del enemigo
en
la guerra civil
Francisco
Sevillano
Madrid,
Alianza, 2007
183
páginas
La
violencia simbólica, condensada en el término “rojos” con la connotación de
“mal absoluto”, que difundió el ejército sublevado no fue mera propaganda
instrumental para justificar la violencia práctica ejercida para aterrorizar a
la población y conseguir el éxito del golpe militar en el menor tiempo posible.
Fue, al contrario, un aspecto fundamental
de esa violencia y tuvo un fin en sí mismo. Esta es la tesis que
defiende en este libro el historiador y profesor de la Universidad de Alicante,
Francisco Sevillano, especialista en el tema de la violencia durante la guerra
civil y el franquismo.
Para ello, Sevillano reconstruye su contenido
en las diversas manifestaciones en que
se expresa esa imagen de los “rojos” y
establece las pautas fundamentales que siguen los códigos de ese discurso y
llega a la conclusión de que constituye una propaganda de corte totalitario
como la que en ese momento está creando
y difundiendo el nazismo y ha estudiado magistralmente
Víctor Klemperer en sus Diarios.
La pauta
fundamental que sigue ese discurso es la de considerar a los “rojos” como el
“mal” en estado puro. No participan de la esencia de la identidad española, son
la antiEspaña, portadores de elementos
ideológicos extranjeros corruptores de aquélla como el marxismo, el judaísmo y
la masonería. Desde ese núcleo de
significado adquieren sentido todas las referencias que la propaganda lanza de la imagen de los que considera enemigos en el sentido
radical del término, como “no humanos”,
como enemigos “públicos”, que
teorizó el pensador filonazi Carl Schmitt.
Tal imagen
de los “rojos” la constata el autor en el análisis tanto del discurso
propagandístico de naturaleza propiamente literaria como en los de contenido
religioso, médico y hasta humorístico y alcanza a su más perversa elaboración en el tratamiento que
da a las mujeres “rojas”, a las milicianas.
Si la
legitimación religiosa del bando “nacional” por la Iglesia española, llevó a
considerar a los “rojos” como pecadores, necesitados de redención, en el plano
médico se les atribuyó a los vencidos
ser la expresión de una patología social. El psiquiatra Vallejo Nájera elaboró
toda una teoría de la misma, escribiendo lindezas de este jaez : “ Apriorísticamente
presumimos que los fanáticos marxistas que han combatido con las armas en la
mano, ofrecerán un comportamiento esquizotímico, o variedades degenerativas de
esa serie temperamental”. La
estigmatización de los “rojos”, aquella “horda criminal”, alcanzó tal grado que
llegó a decirse seriamente que su podredumbre
moral se traducía en mal olor. Wenceslao Fernández Flórez escribía en 1939 en
las páginas de Abc: “El olor a rojo es tan fuerte y tan típico que creo
distinguir a un marxista y aun seguir su rastro con un olfato poco ejercitado.
El marxismo- religión de presidiarios, de fracasados, de envidiosos, de
contrahechos de vividores, de perezosos, de gente de cubil- tenía que oler así,
precisamente, a conciencia podrida, que huele peor que una ballena muerta”
Las “rojas”
son en este discurso la antítesis de las “azules”, las falangistas, que son la
expresión más acabada de la feminidad y las virtudes de la raza hispana. La caricatura de las
milicianas incide en despojarlas de su condición femenina, tachándolas de
marimachos y ridiculizando su manera masculina de vestir con el consabido
“mono” y su comportamiento licencioso y su actividad revolucionaria. Así las retrataba
Jardiiel Poncela: ”las mujeres “rojas son agitadoras políticas,
oradoras de mitin, periodistas (…), feas conscientes de serlo;
patizambas, contrahechas, bizcas y amargadas de la vida (…)”.
El intento de
Sevillano de teorizar este discurso del “rojo” apenas queda en un esbozo, de
escasa profundidad, pero el análisis de su contenido y su uso sí deja claro que
constituyó algo más que un discurso instrumental para uso bélico. De hecho,
fundamentó, tras la derrota republicana, la represión legal del franquismo
cuyas consecuencias han llegado hasta hoy.
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