viernes, 8 de enero de 2016

Alfrdo Mendízabal, una voz de la verdadera Tercera España



 ALFREDO MENDIZABAL, UNA VOZ DE LAVERDADERA TERCERA ESPAÑA
                                                                   JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS




Alfredo Mendizábal con su esposa
  
Alfredo Mendizábal
    


 Como es conocido, la expresión  tercera España se comenzó ya utilizar durante la  Guerra civil (de hecho, fue el título de un conocido artículo escrito en 1937, durante su exilio, por uno de sus miembros más destacados: Alcalá-Zamora) para designar a un grupo de destacados intelectuales y políticos que se exiliaron en 1936, porque no se identificaron con ninguno de los dos bandos contendientes.
 Pero no todos esos exiliados, como ha escrito Jordi Gracia hace unos años, pueden considerarse en puridad como parte de esa verdadera tercera España, porque  un sector de ellos, de manera inmediata o más tardía, se terminó inclinando por el bando franquista. El caso más ilustrativo de esa evolución, por el prestigio intelectual que gozaba fuera y dentro de España, fue el de Ortega y Gasset, que se decantó, como mal menor, por el bando franquista, sin  identificase con sus planteamientos ideológicos.
            Fueron más bien demasiados pocos los exiliados que pueden considerarse  parte de esa verdadera tercera España, si es que realmente esa expresión responde a una realidad sociológica y no es sólo una metáfora vacía de contenido. Entre ellos tuvo, sin duda, un papel relevante el catedrático de Derecho Natural de la Universidad de Oviedo, Alfredo Mendizábal, cuyas memorias inéditas, ha publicado este año el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) con el título Pretérito imperfecto. Memorias de un utopista. La edición ha estado a cargo de  Benjamín Rivaya, Etelvino González y Rafael Sampau e incorpora, además, sendos estudios introductorios biográficos sobre el autor, escritos por los dos primeros editores.
            Mendizábal, perteneciente a una familia burguesa aragonesa, fue  catedrático en Oviedo durante un decenio, desde 1926, cuando accedió a la cátedra ovetense, hasta 1936, en que al comenzar la guerra, que le sorprendió fuera de España, se exilió en  París. Así, pues, residió en Asturias durante la etapa de la segunda fase de la Dictadura de Primo de Rivera- la del Directorio civil-  y el quinquenio correspondiente a la Segunda República.
 Desde su perspectiva ideológica de demócrata de tendencia liberal católica,  el autor de estas memorias, con la  claridad del buen profesor, la agudeza de un consumado historiador y la aportación de algunos interesantes datos inéditos o poco conocidos, reconstruye la evolución histórica en ambas etapas para insertar dentro de ellas cuál fue su participación y actitud ante aquellos acontecimientos, a la par que aporta también interesantes noticias acerca de la pequeña historia de la ciudad y de su Universidad, como también alguno datos interesantes sobre algunos de los relevantes personajes asturianos, españoles o extranjeros que conoció.
            Como demócrata  convencido, partidario de la tendencia  que lideraba Ossorio y Gallardo, Mendizábal combatió como profesor e intelectual a la Dictadura de Primo Rivera  a través de su labor puramente   académica. Cuando la oposición universitaria- de profesores y alumnos- contra aquel régimen “absolutista”, “inepto y corrupto” (son  algunos de los adjetivos que emplea para calificarlo) arreció al ordenar el dictador cerrar la Universidad madrileña, el catedrático de Derecho Natural  tuvo un papel destacado en la protesta del claustro de la Facultad de Derecho ovetense. De hecho, fue el autor material del escrito de protesta que emanó del mismo y provocó el cierre de nuestra Universidad.  
            A la caída del dictador en 1930, Mendizábal se inclinó por la implantación de la República y comenzó a participar en la vida política partidista. Se sumó al partido de Alcalá-Zamora y Miguel Maura, Derecha Liberal Republicana, en cuya implantación en Asturias tuvo un papel decisivo. Fue el autor de su manifiesto de presentación en la región “A la opinión asturiana” y fue elegido  miembro de su comité local de Oviedo y como delegado de su partido lo representó  en el comité republicano de Asturias. Comités organizados en toda España por la oposición republicana para llevar a cabo la transición al  régimen republicano, si lograban derribar a la Monarquía.
               Descontento con la política de reformas llevada a cabo por el Gobierno republicano de Azaña, sobre todo, con su  política secularizadora que él entendía no sólo como sectaria y antirreligiosa, sino también como antiliberal; y descontento también con el funcionamiento de su propio partido, Mendizábal abandonó su actividad partidaria y orientó su participación en la vida pública hacia su actuación como intelectual católico.
Así llevó a cabo una importante la labor en la creación y articulación en España de las instituciones de la intelectualidad católica como la fundación de la revista católica “Cruz y Raya” y la sección española de la Unión Católica de Estudios Internacionales. Desde esas plataformas y otras contribuyó a la creación y difusión de un pensamiento católico modernizado y enfocado hacia temas de actualidad como la crítica del fascismo en sus dos versiones -nazismo y  fascismo- y del comunismo, la difusión del pacifismo y los temas sociales.
             Mendizábal  vivió en Oviedo durante el movimiento revolucionario de Octubre  una peripecia que estuvo a punto de costarle la vida. Los mineros revolucionarios tomaron el Hotel Inglés donde residía y comenzaron a ejecutar a sus residentes. Gracias a su iniciativa de poner en conocimiento de Teodomiro Menéndez la situación crítica por la que estaban pasando, la mayoría de ellos pudieron salvarse. Sin embargo, ese episodio no implicó que la ecuanimidad de Mendizabal no condenara la brutal e indiscriminada  represión que vino después de la derrota de los revolucionarios.       
            En 1936, al iniciarse la guerra civil, se exilió en París y se convirtió en uno de  los más destacados miembros de la tercera España. De él fue la iniciativa de crear el Comité Español por la Paz Civil que realizó una intensa labor de mediación internacional para conseguir la paz entre los dos bandos, a la vez que llevó a cabo una importante labor humanitaria entre las víctimas del conflicto como el canje de prisioneros o la protesta por los bombardeos sobre la población civil. A la vez que difundía a través de las asociaciones católicas y los periódicos franceses su posición de neutralidad ante los dos bandos, criticando incluso a la Jerarquía de la iglesia católica española por su posicionamiento por el bando franquista. Actitud que le valió ser separado de su cátedra por uno y otro bando e, incluso, amonestado por el Vaticano.
              En febrero de 1937, al llegarle la noticia de aquella parodia de juicio militar que condenó a la pena de muerte a su amigo y ex rector de la Universidad ovetense, Leopoldo Alas Argüelles, Alfredo promovió el envío de sendos telegramas de petición de indulto en nombre de la Facultad de Derecho parisina y del Instituto Católico de París, peticiones que junto con otras muchas, no impidieron su bárbaro fusilamiento unos días después. (Los editores deberían haber anotado- junto con algún otro “error histórico” que aparece en el texto- el dato inexacto del autor que indica que la pena de muerte fue conmutada por la de cadena perpetua y que su fusilamiento tuvo su origen en una “saca” de la cárcel de Oviedo)
            Ante la amenaza de la ocupación de París por el ejército alemán, Mendizábal huyó y pasó a Estados Unidos, donde durante un tiempo reanudó su actividad intelectual y docente que finalmente abandonó para trabajar como traductor para las Naciones Unidas en  Estados Unidos y en Europa donde residió hasta que en los últimos años de su vida  regresó definitivamente a España donde falleció en 1981 sin ninguna clase de  reconocimiento y  en el más completo olvido.
             En cierto modo, la acertada publicación de estas memorias va a suponer una justa la reparación de ese olvido y avanzar  en el conocimiento de su biografía y su obra, si- como anuncian sus  editores- se publican en español su libro Aux origenes d´une tragédie (del que ya hay ediciones en Francia, Inglaterra y Estados Unidos y Suecia) y su  relación epistolar inédita con importantes intelectuales españoles y del resto de Europa.
 
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "lA NUEVA ESPAÑA", DE OVIEDO

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