jueves, 31 de diciembre de 2015

Marx, un pensador para el siglo XXI

MARX, UN PENSADOR PARA EL SIGLO XXI

                 Julio Antonio Vaquero Iglesias




Como era de esperar dada su trayectoria historiográfica anterior, el nuevo libro del gran historiador británico Eric J. Hobsbawm (Cómo cambiar el mundo, Crítica, 2011) no defrauda y es difícil que deje a cualquier lector indiferente. Y ello a pesar de que su texto es una recopilación de 16 artículos, la mayor parte de ellos ya editados (prácticamente ninguno lo estaba en  español ni en inglés y por ello son prácticamente inéditos para lectores españoles)  y que ahora han sido reelaborados para este nuevo libro  por el que, con casi cien años a cuestas, ha sido considerado como el historiador vivo más conocido de todo  el siglo XX. Sólo dos de estos trabajos son inéditos. El conjunto se divide en dos partes: la de los capítulos que se dedican al análisis del pensamiento y la obra de Kart Marx.y Engels y los que tratas del  estudio de la evolución del pensamiento marxista desde su origen hasta el momento actual, subconjunto cuyos ensayos históricos a pesar de no haber sido concebidos originariamente para ello, reconstruyen toda  la historia del pensamiento marxista desde su origen y después en su versión comunista a partir  del surgimiento de ésta última con la revolución de octubre (el único hueco que queda sin cubrir quizás sea el de la importante década de los años 20).
Entre los ensayos sobre la historia del marxismo incluye el autor dos excelentes capítulos sobre la figura y la obra de Antonio Gramsci y la recepción de su pensamiento desde su muerte  hasta el momento actual. En ellos nos muestra el autor  no sólo la originalidad del pensamiento del comunista italiano, al que considera como uno de los grandes pensadores del siglo XX. Gramsci cubrió un vacío clamoroso en el pensamiento marxiano y marxista  con su teoría de la política que respondía, tras el fracaso del leninismo, a la crisis por la que atravesaba el movimiento comunista en la década de los años 20. El comunista italiano desde esa teoría de la política desarrolló una compleja y bien fundamentada teoría de la estrategia  que debían de seguir en Occidente los partidos comunistas para acceder al poder fundamentada en la categoría de hegemonía, teoría que ha sido, sin duda, una de las razones del éxito y  la amplia difusión de su pensamiento entre la izquierda en todo el mundo, la cual ha llegado hasta la última década del siglo XX, cuando el pensamiento marxista había entrado ya en un gran declive que ha dado paso en nuestro siglo, con la crisis global del capitalismo financiero, a su  resurgimiento . En esa difusión, en el caso español y, aunque no lo cite Hobsbawm, es de justicia  señalar  el papel destacado que tuvo  nuestro inolvidable José María Laso.        
De excelente factura y  rico contenido expositivo son los dos capítulos en los  que el historiador británico analiza el desarrollo del pensamiento marxista durante la etapa que él ha  denominado como “edad de las catástrofes”, entre 1930 y 1945, esto es, la etapa del antifascismo; y en la etapa de las décadas de los años 60 y 70 correspondiente a “la edad de oro” del capitalismo tras la segunda guerra mundial. En ambas se suman al movimiento comunista una oleada de intelectuales, frente al predominio del obrerismo de las etapas anteriores, pero con una neta distinción entre la actitud  y el papel jugado por esos intelectuales en una y otra. En la etapa del antifascismo, fue la gran  crisis del capitalismo y el surgimiento del fascismo la causa de esa adscripción masiva de los intelectuales al marxismo en Occidente. Pero ese marxismo occidental fue autóctono en cada a uno de los países y los intelectuales se vincularon a éste de manera personal y mantuvieron, en general, una actitud acrítica frente al marxismo ortodoxo y dogmático que venía de la Unión soviética, si bien es cierto que ese marxismo occidental influyó en el carácter más “cientificista” que aquél fue adoptando.
Los intelectuales que participan  también del pensamiento marxista después de la segunda guerra mundial estuvieron, en cambio, estrechamente vinculados con las Universidades y medios universitarios de Occidente y desarrollaron, al contrario que los de la etapa anterior, un pensamiento marxista común difundido por todo Occidente y  sometido al debate intelectual y científico, de carácter abierto y de contenidos críticos con el marxismo dogmático que se difundía como una escolástica en la Unión Soviética.          
 Pero no estamos, sin embargo, solamente ante un  excelente libro de historia, sino ante una obra que tiene también un interés político de actualidad. Porque sus páginas tratan de responder también a la interrogación de cuál sean las posibilidades de vigencia en el siglo XXI  de la que fue una de las ideologías más seguidas intelectual y políticamente  durante el siglo XX.
Respecto a esto último, la tesis de Hobsbawm es la de que tanto el comunismo en su versión soviética como, incluso, el pensamiento socialdemócrata en cuanto originado  por el   marxismo están ya superados intelectual y políticamente y nada o poco tienen que decir en este nuevo siglo. Pero el pensamiento marxiano (no marxista) sí tiene, en cambio, todavía mucho que aportar  en esta nueva etapa de crisis global del capitalismo que estamos viviendo, y está por ello experimentando, como apuntábamos, un claro resurgimiento. En realidad, la implosión  del comunismo a finales del siglo pasado trajo consigo no sólo el final de marxismo-leninismo en la Unión Soviética y su transformación adulterada  en la China comunista, sino que fue también el golpe de gracia para esa ideología en Occidente, donde, incluso, arrastró  también con ella  a la crisis terminal a la propia socialdemocracia reformista.
 Pero es precisamente ese reflujo de la ideología marxista  tal y como se pensó y vivió en el siglo XX, lo que ha dejado al descubierto el pensamiento y las virtualidades del pensamiento original marxiano que - si bien la realidad ha demostrado sus inexactitudes en cuanto a su carga profética: la expropiación por el proletariado de los expropiadores como final del la historia y en otros aspectos concretos- se ha manifestado, en cambio, certero en su análisis crítico de la evolución del capitalismo con la predicción de la llegada de  esa conflictiva e injusta globalización capitalista financiera que padecemos.
Acierto tal,  que hasta, incluso,  han sido paradójicamente muchos de los teóricos liberales  y grandes financieros (como Soros, por ejemplo)  los que han vuelto sus ojos hacia esos análisis marxianos tratando de explicarse a través de ellos la profunda crisis actual del capitalismo. Y, claro está, ha despertado, sobre todo, un interés renovado para el pensamiento de izquierda en la actual coyuntura de crisis global. El pensamiento de Marx parece haber revivido después de un cuarto de siglo de olvido y abandono. Y las preguntas que se hizo el Marx original siguen siendo pertinentes y su pensamiento es necesario todavía para  encontrarles una respuesta si  queremos  avanzar hacia un futuro justo y equilibrado en este nuevo siglo  para toda la Humanidad sin ninguna clase de exclusiones. En un momento en que, como escribe el propio  Hobsbawm “el liberalismo político y económico, por separado o en combinación, no pueden proporcionar la solución a los problemas del siglo XXI  (…)”.

            Lástima que la versión de esta edición en español deje mucho que desear en cuanto a la traducción. Precisamente, en un libro de una editorial como Crítica que siempre se ha caracterizado por sus excelentes y cuidadas traducciones. De  todas las maneras, es preciso dejar constancia que este dato negativo  no empece, sin embargo,  lo esencial: el gran interés que despierta la lectura de sus páginas. 
     PBULICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "LA NUEVA ESPAÑA", DE OVIEDO       

lunes, 28 de diciembre de 2015

La tramposa equidistancia ante la guerra civil española

LA TRAMPOSA EQUIDISTANCIA ANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
                 JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
   





Arturo Pérez- Reverte nos cuenta en el  prólogo de este libro  las motivaciones y consecuentemente la  finalidad que le han llevado a escribirlo: La Guerra civil contada a los jóvenes ( Editorial Alfaguara , 2015). Al caer en sus manos un libro de texto de Historia ( no dice para qué nivel y curso) y ver el trato sesgado y el  bajo nivel  con que se trataba en sus páginas el tema de la Guerra Civil, tomó la decisión de escribir este libro sobre el conflicto  con el nivel  y tratamiento que él consideraba que era el adecuado para nuestros jóvenes con el objeto de tratar de “ (…) evitar que tan desoladora tragedia vuelva a repetirse, es conveniente recordar cómo ocurrió. Así, de aquella desgracia podrán extraer conclusiones útiles sobre la paz y la convivencia que jamás se deben perder”  
  Más allá de la inconcreción del nivel para el que estaba escrito el texto que le suscitó la motivación de escribir este libro y de su evidente desconocimiento del adecuado y ajustado  tratamiento al nivel y curso de los alumnos de la Enseñanza Secundaria y  Bachillerato con que otros  muchos textos tratan nuestra Guerra Civil, se puede aceptar en cierto modo su opinión que el desconocimiento de nuestros jóvenes sobre la contienda civil de 1936-1939 es bastante deficiente( por cierto, con el nuevo plan educativo del  Partido Popular que implementó aquel desastroso ministro de cuyo nombre los españoles no quieren acordarse, no es difícil prever que esa ignorancia aumentará aún más sin duda). De ahí que (al margen que ya hay excelentes aproximaciones divulgadoras al tema. Les recomiendo, por ejemplo, la excelente  versión del libro de Julián Casanova: España Partida en Dos. Breve historia de la Guerra Civil española ) su propósito podría haber sido pertinente si realmente hubiese acertado con su versión. Pero, en mi humilde opinión de profesor de Historia e historiador, no sólo no ha logrado su propósito, sino que su libro cae incluso en algunos de los errores que trata de subsanar.
         El contenido del libro se desarrolla a través de 30 pequeños capítulos en los que el autor desarrolla su visión del conflicto, dedicando la primera parte de ellos a  tratar  los aspectos generales: causas, represión, apoyos internacionales… y la segunda al desarrollo militar de la guerra.
         Su propósito está ya viciado de inicio cuando apunta, como hemos visto, que su objetivo no es otro que contar “cómo sucedió la guerra” y no explicar “las causas del conflicto”  cuyo elemental análisis seria el que le llevaría a una ajustada versión de quiénes fueron los responsables y cuáles los  verdaderos  motivos para levantarse contra un Gobierno legalmente constituido por parte de los vencedores. Desde ese equivocado planteamiento inicial, toda su versión de la Guerra Civil es un “tramposo” ejercicio de equidistancia entre los dos bandos que no responde a la realidad histórica y que aparece en muchos aspectos  interpretado  en clave del reciente revisionismo con que ha tratado cierta “historiografía” el conflicto.
  Es cierto que Pérez- Reverte no  niega la legitimidad democrática del bando republicano, pero al apuntar que nuestra Guerra Civil no fue sino un enfrentamiento en España de las dos ideologías dominantes en aquel momento en Europa, los fascismos y el comunismo soviético, no incide en el hecho fundamental  de que el levantamiento militar no fue sino una reacción de clase encabezada por parte del Ejército y apoyada por la Iglesia  española para revertir las reformas de modernización que había acometido la Segunda República. Reformas  que suponían socavar el poder e intereses económicos de la élite económica y política  que lo habían detentado hasta entonces en nuestro país. La equidistancia en este aspecto entre ambos bandos es, pues, claramente engañosa. La razón democrática y los intereses generales de la mayoría de la población española, que padecía una grave situación de pobreza e incultura,  los defendía, pues,  el bando republicano y no el “nacional”, como se le denominó por los vencedores con una gran carga ideológica
 “Tramposa” equidistancia también cuando equipara las represiones que llevaron a cabo uno y otro bando. Es cierto, como apunta nuestro novelista, que las hubo en las retaguardias de  uno y otro bando y que en el caso del republicano la que se ejerció sobre los sacerdotes y religiosos fue realmente cruel y amplia. Pero a pesar de ello no se pueden equiparar una y otra. Porque en el caso del bando sublevado tuvo un claro y expresamente reconocido matiz estructural e institucional, mientras que en el bando republicano fue fruto de los desmanes y desórdenes incontrolados de sectores de la población que lo  apoyaban.
 “Tramposa” equidistancia, en fin, cuando se refiere al apoyo internacional que recibieron ambos bandos sin hacer mención que esa ayuda fue netamente superior en cantidad y calidad en el caso del bando sublevado que comenzó ya desde el inicio con el apoyo de Alemania en el paso del ejército sublevado del norte de África a la península.
  Transmitir a los jóvenes que ambos bandos fueron iguales en legitimidad democrática, razones y atrocidades es no ajustarse a la realidad histórica y perder la potente virtualidad educativa que el estudio de la historia de nuestra Guerra Civil debe tener para los jóvenes a los que se debe educar en los valores democráticos y en los valores de la igualdad y la justicia social. Y esto no se consigue desde luego con una falsa equidistancia  entre uno y otro.

  
  (Artículo publicado en el suplemento cultural de "La Nueva España", de Oviedo-Asturias) 

sábado, 19 de diciembre de 2015

Marilyn y el Posmodernismo

                             MARILYN MONROE Y EL POSMODERNISMO
                                                     Julio Antonio Vaquero Iglesias

          



  ¿ Fue Marilyn Monroe protoposmoderna? La vigencia del personaje en el imaginario colectivo de estas  décadas de dominio de la sensibilidad - o, como diría Raymond Willians, de la  “estructura de sentimiento”- posmoderna, y el  “revival” que la industria cultural ha desencadenado con motivo de la conmemoración de su muerte, así parecen indicarlo. Andy Warhol , precursor del arte pop, uno de los estilos que inician el movimiento cultural posmoderno, no habría hecho, pues, otra cosa con sus  reproducciones de la actriz que captar y expandir simultáneamente su temprana condición  posmoderna.. Pero, si esto es así, ¿ en qué sentidos se manifestó tal condición?.
            Lo primero que habría que decir es que quien habría sido posmoderno realmente fue el personaje- Marilyn Monroe- y no la persona, Norma Jean. Es decir, Marilyn cumple así la primera condición de lo posmoderno: ser un ente de “ficción”. Pero, más allá de esa ilusión  posmoderna,  objetivamente, no fue  otra cosa sino una mercancía cultural cuyo valor de cambio era el de ser un objeto de deseo producido para proporcionar  beneficios a la industria hollywoodiense. Ni más menos que tantas y tantas otras  mercancías simbólicas posteriores con que el capitalismo tardío reordena y activa nuestros deseos, y a la vez nos vende el producto inmaterial que los satisface. Producción inmaterial, dicho sea de paso, que, real o virtual,  es tan material, en verdad, como lo fueron, en este caso, los pingües ganancias que proporcionó a los magnates de la industria del celuloide el propio personaje de Marilyn.
            Para los posmodernos, en cambio, ese objeto mercantil no sería  – Braudillard  dixit - más que un “simulacro”, una realidad autorreferencial que tiene ya poco o  nada que ver con la realidad externa. Esto es: Marilyn habría terminado sustituyendo, más bien, “nulificando”, a Norma. Pero desde el posmodernismo visto como “lógica del capitalismo tardío”, la interpretación  es, desde luego,  bastante diferente. La mercancía que fue el personaje de Marilyn, un objeto de compraventa sexualmente exultante, envuelto en voluptuosas formas, conllevaba, como toda mercancía, su propio fetichismo. Y, por ello,  Marilyn Monroe oscurecía y enmascaraba las verdaderas y asimétricas  relaciones sociales en las que, desde su nacimiento, había visto atrapada su vida  Norma Jean. Fue precisamente su condición de valor de cambio, marcado ya con los signos del emergente y posteriormente dominante capitalismo flexible-y no, como dicen los teóricos posmodernos, prisión del lenguaje, con su supuesta incapacidad para capturar la realidad externa- la que, realmente, hizo desaparecer a la persona, oculta tras  el personaje.
            La reproducción serigrafiada que realizó Andy Warhol  de la fotografía de la actriz, en una gama que va desde la nitidez hasta la evanescencia, lo dice todo. Es la presentación del sujeto fragmentado, sin identidad propia, del que nos habla el posmodernismo. Un sujeto flexible y ambiguo, cuya labilidad se traduce en múltiples formas simultáneas. De la misma manera que la singularidad se pierde en la serie en la reproducción serigrafiada de Warhol, así también los diferentes papeles que representó el personaje no nos permiten saber realmente quién fue Marilyn Monroe. ¿ Sería la mujer fatal, devoradora compulsiva de hombres, o la muchacha insegura, frágil y desvalida, carne fácil para el canibalismo masculino? ¿ La chica inculta e ingenua, poco más que un pedazo de carne bella, o la mujer inteligente, con talento natural, con ganas de aprender y aspiraciones intelectuales, que se nos presentó a veces? ¿ La actriz cuyo cuerpo “actuaba” por ella o la que sabía interpretar, además, con el cerebro? ¿En algunos momentos, una, y en otros, otra; o siempre todas y a la vez, como si sólo fueran una  todas las múltiples imágenes que componen  el montaje de Warhol? 
            La respuesta es clara para todos aquellos que no ven en esas expresiones posmodernistas sino una manifestación más de las que constituyen  todo objeto de intercambio. Como tal, fue todas y una simultáneamente. Mientras más aristas simbólicas presentara el poliédrico personaje( que fueron, sin duda, tantas como curvas reales modelaban su figura), mayores eran las virtualidades de consumo que ofrecía para  el mercado y más acelerada la velocidad que imprimía a la rotación del capital. Por eso, para  aquellos que- pese a lo que dice Lyotard-  siguen “creyendo” en los contenidos objetivos de los metarrelatos que los hombres nos contamos, esas innumerables marilyn ( escrito sea con la minúscula de las cosas de consumo) nunca pudieron hacer desaparecer a Norma Jean. Ése fue el verdadero nombre de su yo, aunque éste se manifestara, cómo no habría de hacerlo, descentrado, esquizoide y vampirizado por el de Marilyn Monroe. “Aunque ése no sea su verdadero nombre”, rezó por ella en su oración poética Ernesto Cardenal. Qué bien lo entendió el cura revolucionario: “ Como toda empleadita de tienda/ soñó ser artista de cine./ Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva./
            Como no podía ser menos para una posmoderna avant la lettre, el tiempo de Marilyn sólo fue el presente. No tuvo pasado ni futuro. El  pasado que se le atribuye, el único que existe  según dice la historia posmoderna, es solamente interpretable, como nos dice Derrida, por la deconstrucción del texto del personaje, y no cognoscible a través del análisis de la realidad individual y social de la  persona. Textos que se cruzan en el espacio y en el tiempo con otros textos - es decir, en este caso, sobre todo, intertextualidad de fotografías que se intercalan con fotografías- y textos, finalmente, que, como apuntan los  teóricos posmodernos, sólo tienen sentido en sí mismos.
Pero, si no aceptamos eso, y tratamos de ver más allá, aunque sólo sea  observando con los ojos poéticos y creyentes de Ernesto Cardenal, percibimos claramente que la verdadera historia de Marilyn Monroe fue, en la realidad, la de la vida y muerte de Norma Jean. Y esa historia está compuesta de hechos con contextos sociales, es decir, por algo  más que, simplemente, significados con textos, y  también de  algo más denso y objetivo que los  ilusorios y superficiales episodios que conforman los metarrelatos posmodernos: Señor/ recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de Marilyn Monroe/ (...)/(pero Tú  conoces su verdadero nombre/, el de la huerfanita violada a los 9 años y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)/(..)Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia( según cuenta el Times)/(...) Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox./ El templo- de mármol  y de oro-  es el templo de su cuerpo/ en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano/ expulsando a los mercaderes de la 20th Century Fox/ que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones/
            ¿ Y el presente y el futuro? Vivir  un eterno  instante  presente que no tiene futuro y, como hemos visto, tampoco verdadero pasado, expresa también la sensibilidad posmoderna. El presente de Marilyn también estuvo compuesto de miles de instantes. Amores fugaces y sentimientos inestables como el brillo centelleante del dinero moviéndose en la bolsa y el vértigo de los objetos de consumo sucediéndose en los escaparates de los grandes almacenes. Pero, al final, la historia de Norma Jean, agitándose por debajo de ese mundo de la reproducción ampliada del capital- tan inasible por lo  abstracto como tangible por la  acumulación - terminó emergiendo para poner fin a aquel presente interminable. Y para ello unió definitivamente el futuro condicional que se esbozaba en el pasado de Norma  con el  futuro imperfecto y  final del presente de  Marilyn. El Poder, como no podía ser de otra manera, también estuvo involucrado. Como poco, ni siquiera quiso ponerse al teléfono para evitarlo.  
             ¡Pobre Marilyn Monroe, aunque ése no haya sido su verdadero nombre!. Lo mejor que harían los que la “fabricaron”, es dejar de reproducirla para seguir explotándola. Lo más humano debería de ser  recordar con compasión a Norma Jean, que ese sí fue su verdadero y, por tanto, no posmoderno  nombre.

( ARTULO PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE “LA NUEVA ESPAÑA”, DE OVIEDO ( ASTURIAS)

domingo, 13 de diciembre de 2015

Memoria y presente de la guerrilla asturiana

  MEMORIA  Y PRESENTE  DE LA GUERRILLA           ASTURIANA
                                          
                                    JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


·La "extraña" ,monarquia doceañista


                                LA “EXTRAÑA” MONARQUÍA DOCEAÑISTA

 

                                                   JULIO ANTONIO VAQJUERO IGLESIAS   



                                                      








Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, catedrático de Derecho constitucional de la Universidad de Oviedo, es, sin duda, uno de los más destacados especialistas- que no expertos, como se dice ahora-  en la historia constitucional española y comparada y, sobre todo, en la historia de nuestro constitucionalismo decimonónico, especialmente, en el estudio de los aspectos normativos, institucionales y doctrinales de la Constitución gaditana de 1812. Este libro, La monarquía doceañista (1810-1837) es una prueba fehaciente de ello y, a mi modo de ver,  uno de los más importantes que han aparecido en el contexto del bicentenario del texto constitucional gaditano

            Basado en su mayor parte una serie de trabajos anteriores del autor, no estamos, sin embargo, ante  un mero  libro recopilatorio, sino  una verdadera monografía  surgida de la ampliación y revisión de aquéllos, cuyo contenido demuestra su buen hacer académico  y  coherencia investigadora.. Pues el  libro  nos proporciona una visión de conjunto y, a la vez, pormenorizada de todo el proceso seguido por la forma de gobierno que instituyó el texto gaditano y que el autor denomina como Monarquía doceañista. Desde el análisis de los modelos constitucionales preexistentes (el inglés y el francés) y su influencia en el texto constitucional gaditano, el análisis pormenorizado de su contenido normativo y su origen doctrinal hasta el origen, desarrollo doctrinal e implantación de   la  forma de gobierno alternativa  que la sustituyó, la emanada de la Constitución de 1837, pasando por los avatares, funcionamiento y desarrollo institucional de esa Monarquía doceañista durante el Trienio Liberal.

   La Monarquía doceañista que definió la Constitución de 1812 fue una forma de gobierno  singular, un tipo “extraño” de monarquía - como la califica Varela- que no tuvo continuidad en nuestra historia constitucional, pero sí un gran influjo en su desarrollo posterior e, incluso, en el constitucionalismo europeo. Porque ni fue ni una monarquía constitucional, en sentido estricto, como la que dominó en  la historia de nuestro constitucionalismo a partir del Estatuto Real de 1834 y, sobre todo, de la Constitución de 1837, ni tampoco puede considerársela  formalmente como una monarquía parlamentaria democrática como la actual y vigente de 1978.

  Es cierto que  el texto gaditano reconocía la participación del monarca en todas las funciones del Estado, como ocurría en las monarquías constitucionales, pero lo hacia, sin embargo,  de modo precario y limitado para poder calificarla como tal. Y, además, al contrario que en éstas, la Corona estaba excluida del poder constituyente. Tampoco puede considerarse a la Monarquía doceañista como una monarquía parlamentaria democrática, porque  no establecía un Gobierno que tuviese la potestad  exclusiva de la dirección de la  política y que estuviese vinculado a la confianza exclusiva  de las Cortes y no de la Corona, como ocurre en el sistema de monarquía parlamentaria.

Varela mantiene como una de las tesis centrales del libro que fue precisamente la rígida separación del poderes entre el Ejecutivo monárquico y las Cortes en cuanto a la función de gobierno que compartían, uno de los factores decisivos del fracaso de la Monarquía doceañista, a medida que fueron creciendo los enfrentamientos entre la Regencia, primero, y el Rey después durante el Trienio, y las Cortes. Fracaso que daría lugar a que una mayoría de los liberales españoles ( incluidos algunos de los que habían sido sus creadores y más fervientes defensores como los asturianos Argüelles, el conde de Toreno y Flórez Estrada) se decantasen por la alternativa de la monarquía constitucional inspirada en el modelo británico que estaba entonces en vigor en las principales naciones europeas.

De ese defecto estructural del texto constitucional nace en gran medida, según el autor, la principal clave interpretativa de la inestabilidad  política del Trienio. Etapa esta en que los dos partidos liberales sujetos del nuevo juego político, “moderados” y “exaltados,” defienden dos modelos alternativos de la Constitución gaditana. Los “moderados” buscan la reforma conservadora del texto constitucional desde la influencia del modelo constitucional inglés, mientras que los “exaltados”, en cambio, lo hacían en clave radical tratando de llevar a la práctica un modelo asambleario. Este último sería el modelo que tendría como ideal (cuando finalmente, en el reinado de Isabel II,  a partir del Estatuto Real de 1834 y de la Constitución de 1837, se implante definitivamente la monarquía constitucional) el grupo minoritario de liberales (con apoyo de algunos sectores populares urbanos)  que no aceptaron el sistema de monarquía constitucional y fundaron el Partido Demócrata, luchando por establecer una forma de gobierno democrático en España;  ideal, que, incluso, llegaría a impregnar la praxis del primer republicanismo español.      .

     Es preciso destacar como una de las más importantes aportaciones de este libro, el profundo y excelente análisis  que el autor ( a través del  examen de  periódicos, manifiestos y obras publicados por los liberales españoles  durante los dos exilios causados por la reacción absolutista fernandina y después en la etapa inicial del reinado de Isabel II) realiza del origen y desarrollo de la doctrina sobre  ese modelo  alternativo de monarquía constitucional que terminó desplazando al sistema político diseñado por la Constitución gaditana. Desde el análisis crítico con la Constitución doceañista que ya tempranamente llevó a cabo en 1814  en Londres Blanco  White  en  las páginas de  El Español  (al que  Varela dedica todo un capítulo de su libro) o, entre otros, de la Representación de Flórez Estrada, la propuesta en El Español constitucional de Fernández Sardino las lecciones de Ramón Salas, los trabajos de Alberto Lista en El Censor, las obras correspondientes de Argüelles y Toreno hasta los que, en sentido contrario, se publicaron, defendiendo el modelo doceañista como los de Martínez Marina y Romero Alpuente. Eso sí, y esto es, a mi modo de ver, una de las mejores virtudes de esta obra, todos ellos realizados no desde una perspectiva exclusivamente abstracta, como es bastante frecuente entre los historiadores constitucionalistas, sino dentro del contexto de la práctica política imperante, lo que les confiere un gran potencial explicativo.


En fin, una  significativa y excelente  visión tanto de la teoría y la práctica del constitucionalismo gaditano  como de la teoría y la practica de la forma de gobierno alternativo por la que terminaron decantándose la mayoría de los liberales españoles, como correspondía al predominio de las fuerzas conservadoras con que se llevó a cabo en España la revolución liberal.     

( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "LA NUEVA ESPAÑA" DE OVIEDO 

 

sábado, 5 de diciembre de 2015

Otra globalización es posible

                            OTRA GLOBALIZACIÓN ES  NECESARIA

                          Julio Antonio Vaquero Iglesias










La globalización es, sin duda, el tema de nuestro tiempo. El término ha entrado ya en el diccionario ( en el de la Real Academia Española el año pasado  en su vigésima segunda edición) y la literatura globalizadora alcanza ya dimensiones desbordantes. Existe, dentro de esa literatura, una tendencia globalista que la entiende como un fenómeno natural que nos conduce a un estado de armonía ( neoliberalismo) o como una tendencia irreversible hacia una sociedad poscapitalista de la información con sus aspectos positivos y negativos y cuyo verdadero motor no sería otro sino que las nuevas tecnologías de la información y comunicación ( las obras de  Manuel Castells son, quizás, las que mejor representan esa tendencia). Pero la teoría sobre la globalización dominante en esa literatura es la que considera que la globalización realmente existente es  la globalización neoliberal.
 Resultado consciente de un política neoliberal proyectada ( Consenso de Washington) en los años ochenta en  EE. UU por D. Reagan  y en Gran Bretaña por M. Thatcher y secundada después por otras potencias industriales de la Tríada ( EE UU, Japón y Europa) con gobiernos, incluso, socialdemócratas, su aplicación -posibilitada, en gran medida, por la nueva tecnología de la información y las comunicaciones - no sólo es responsable del empeoramiento de la situación  medioambiental mundial y de la exclusión y pobreza de grandes sectores de la población de los países emergentes y del Tercer Mundo, a través de la extensión en ellos  de las relaciones asalariadas en régimen de explotación similar al de la primera revolución industrial o por otros medios indirectos como la deuda externa, la especulación financiera o la fijación de los precios de las materias primas. Sino también de las condiciones de inseguridad laboral de amplias capas de la población y la aparición de  bolsas de pobrezas y marginación en el Primer Mundo a través de la desregulación del trabajo y desmantelamiento de los “estados de bienestar” y privatización de los servicios públicos. Además, de afectar negativamente a otras dimensiones de la sociedad como, en lo político, el ahondamiento de la crisis de la democracia liberal por el extrañamiento de los ciudadanos nacionales de los centros de decisión transnacionales, y, en lo cultural, la uniformización  con  la imposición, a través de la presión mediática, de la cultura estadounidense ( “mcdonalización” del mundo).
 Entendida así, la globalización no sería, paradójicamente, global, sino parcial; ni los movimientos sociales que han surgido para combatirla, antiglobalizadores, sino globalizadores. La globalización ha conseguido, en gran medida, la libertad mundial del flujo de capitales; pero, menos o, mejor dicho,  en su favor, la de la producción de bienes y servicios- deslocalización industrial y de servicios- y un comercio desregulado asimétricamente a favor de los países centrales. Y nada, excepto en el grado que les interesa, en cuanto a la libertad de circulación de las personas. Estamos, pues, ante una globalización parcial, esencialmente de los flujos financieros, que deja continentes enteros, como África, al margen. Los mal llamados antiglobalizadores lo que combaten es esta globalización limitada, impuesta y subordinada al mercado que busca el beneficio de las empresas transnacionales de los países centrales y  no satisfacer las necesidades de las personas. Por ello, lo que están, realmente, es a favor de otra globalización con una orientación totalmente opuesta a la que ha adoptado la realmente existente.
Grosso modo, ésas serían las notas comunes de  esa literatura que identifica la globalización realmente existente con la globalización neoliberal. Literatura ya muy numerosa y reciente ( la mayor parte de las obras están escritas en el último lustro de siglo pasado y en lo que llevamos del actual) y que, por otro parte, no sólo ha nacido exclusivamente con el objetivo del conocimiento de esas grandes transformaciones que está sufriendo nuestro mundo, sino, también, con un propósito añadido de índole propiamente ideológica: la necesidad de combatir la hegemonía que el discurso neoliberal – el llamado “pensamiento único”- desplegado por esa globalización neoliberal para justificarse, ha venido manteniendo. 
Pero es claro, como están demostrando las últimas acciones del movimiento antiglobalizador en el II Foro Social Mundial de Porto Alegre y ahora más recientemente en Barcelona, que, dentro de ese denominador común, existen también diferencias de planteamientos sobre la naturaleza de esa globalización neoliberal. Diferencias que se traducen consecuentemente en objetivos y programas máximos divergentes dentro del movimiento antiglobalizador. Por un lado, están los que se han denominado como neokeynesianos, que serían algo así como unos socialdemócratas globalizadores, partidarios de una regulación mundial, a los que, desde el sector globofóbico antisistema, se les califica peyorativamente como reformistas, porque son los que piden reformas de la mundialización neoliberal para conseguir  una globalización más justa. Por otro, están los anticapitalistas, denominados radicales desde el lado de los antiglobalizadores moderados, que suponen que la verdadera solución está en una ruptura radical que suponga rebasar el sistema capitalista neoliberal. Lo que no implica, para la mayoría de ellos, que se deba utilizar para conseguirlo ninguna clase de violencia.
            Esa interpretación neoliberal de la globalización, además de esa función didáctico- ideológica mencionada, aparece en dos de los libros – los de Joaquín Estefanía y Carlos Taibo- que comentamos aquí. Pero también, de manera más bien implícita que explícita, como tesis de fondo, nos parece que está presente en ellos  esa diferente de manera de entender uno y otro autor la naturaleza y, consecuentemente, los objetivos finales de las políticas de los movimientos sociales antiglobalización. Además de presentar otras diferencias de contenido, que los hacen casi complementarios y su lectura perfectamente compatible. El tercero – el de Ramón Fernández Durán y otros autores- está  escrito de manera clara y explícita desde la visión anticapitalista de la globalización.
             En su  Hij@ , ¿ qué es la globalización ( Aguilar, 2002) ,  bajo la fórmula de un diálogo de padre sesentayochista con hija antiglobalizadora, Joaquín Estefanía, ex director de El País  y autor de numerosas obras de gran difusión sobre este asunto, critica duramente el sentido discriminador e injusto de la globalización neoliberal y valora como muy positivas la acciones ya realizadas por el movimiento antiglobalizador y su importancia potencial para lograr una globalización equilibrada, domesticada por los hombres. Movimiento que considera- como apunta en el subtítulo del libro- La primera revolución del siglo XXI  continuación, en cierto modo, de la revolución del 68, y que ha logrado ya con éxito denunciar las lacras de la globalización neoliberal y hacer reaccionar a la izquierda tradicional y obligarla a incluir en su agenda algunas de las medidas que proponen como la condonación de la deuda externa a los países más pobre, la Tasa Tobín para gravar los flujos financieros o la renta básica de ciudadanía (RCB). Las dos  últimas propuestas son analizadas con más detalle por Estefanía, mostrando su significado, viabilidad y los problemas para su implantación.
               El ex director de El País se mueve en una  posición favorable a una globalización alternativa reformadora, neokeynesiana, que contenga las exageraciones del mercado a través de instituciones transnacionales controladas por una verdadera sociedad civil global, en la línea del cosmopolitismo democrático de la escuela de David Held. Y desde ella valora positivamente, con cierta ambigüedad, que la actitud dominante en el movimiento antiglobalización no tenga unos objetivos y prácticas cerrados que busquen la realización de otro modelo de sociedad. No parece que el autor, al apuntar lo anterior, quiera minusvalorar la importancia de los grupos anticapitalistas dentro del movimiento globofóbico. Lo que- independientemente del juicio que le merezcan - sería cuestionable desde el punto de vista de los hechos. Sino más bien parece referirse a que su ideología y prácticas, dentro de su heterogeneidad, son abiertas, no se reclaman de ningún dogma ideológico, están más en estado magmático que dogmático. En realidad, los grupos antiglobalización capitalista sí profesarían un único dogma, que ellos consideran contrastado por los hechos: que en el capitalismo no está la verdadera solución.
            Carlos Taibo, por su parte, en Cien Preguntas sobre el nuevo desorden ( Punto de Lectura, 2002) también recurre a la vieja fórmula de las preguntas y respuestas del catecismo para desarrollar el contenido de su libro. En su caso, el profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma y conocido articulista sobre asuntos internacionales, incide en menor medida sobre los movimientos antiglobalización y analiza, sobre todo, las consecuencias de la globalización neoliberal en todas sus dimensiones. Pero más que nada trata el aspecto de las relaciones internacionales, destacando el  (des)orden que aquélla ha traído con el nuevo avance de la hegemonía de EE UU con su  justificador intervensionismo “humanitario” y el importante papel que en el actual orden internacional ha adquirido el terrorismo internacional. Con un planteamiento más dialéctico que Estefanía, de la exposición de Taibo parece deducirse que no bastaría con reformas socialdemócratas para poner fin a la globalización neoliberal. Y condición necesaria para ello, además, sería limitar el poder hegemónico estadounidense.
            Salpicado con letras de canciones de L.P.R. (La Polla), el núcleo de    Globalización Capitalista. Luchas y resistencias ( Virus Editorial, 2001) lo constituyen dos textos de Ramón Fernández Durán, un histórico del movimiento ecologista  español. En ellos, se realiza un completo y detallado análisis del origen y evolución del movimiento antiglobalizador, en los que se pueden seguir sus primeros balbuceos, lo que sería su prehistoria hasta  Seattle, y su posterior historia hasta hoy,  y de los que pueden extraerse algunos aspectos del significado antisistema de la  lucha de los grupos de orientación anticapitalista, y la clara conciencia que tienen de sus diferencias con los sectores reformadores del movimiento. 
            En fin, el mensaje de estos libros, con todos sus diferencias, queda claro. No sólo nos dicen que la realidad existente, la globalización neoliberal, no es ni el único mundo ni la única globalización que pueden existir, sino que, además, otro mundo o, al menos, otra globalización son  necesarios. Si queremos una vida digna de la mayor parte de la humanidad y antes de que la barbarie neoliberal lo haga  imposible. Y, entre otras muchas cosas, para que no siga ocurriendo  lo que nos toca ( con perdón, nos canta) La Polla: Te dejaré dinero, te ayudaré a salir./ Tu crisis engorda mis intereses./ Un país favorecido por mi ayuda comercial/ préstamos para pillar lo que queda por chupar/ ¿Cómo lo hago?/Pues me asocio algún paisano con orgullo en la cartera/ y con mi ayuda militar yo lo pongo a gobernar mi finca particular/. 
                

             LA GLOBALIZACIÓN DESPUÉS DEL 11 DE SEPTIEMBRE
           
      Los atentados del 11 de septiembre, unidos a la fase de recesión en que ha estado inmerso el mundo en estos meses, han cambiado las bases sobre las que se estaba desarrollando la globalización neoliberal. Joaquín Estefanía plantea en su libro cuáles  son y puedan ser los efectos que esa nueva situación ha traído o pueda acarrear para el proceso de mundialización y los movimientos antiglobalización. En primer lugar, la amenaza terrorista global, ha obligado a volver la vista al Estado como factor de seguridad, pero ese Estado que vuelve ya no es el de antes, sino un Estado transnacionalizado para resolver el problema del  terrorismo global y los otros grandes problemas de los nuevos tiempos de índole mundial como las amenazas de las sustancias nocivas de los alimentos, de las inmigraciones o de las bandas mafiosas multinacionales. El levantamiento de la veda de los paraísos fiscales por EE UU, dada su necesidad de controlar la financiación del terrorismo internacional, parece haber sido, en cambio, uno de sus efectos positivos.

             El más negativo de esos efectos quizás haya sido, al menos hasta ahora,  en el contexto de una democracia liberal ya demediada, el haber servido de coartada para la aparición de un macartismo de nuevo cuño en EE UU y una restricción de los derechos  ciudadanos que se ha extendido también a las legislaciones de Reino Unido, Alemania,  Francia e Italia. Sin embargo, los temores de Estefanía acerca de la viabilidad del movimiento antiglobalización, en ese contexto de “autoritatismo democrático” creado por los atentados de Nueva York, no parecen haberse cumplido. Al contrario, el éxito del II Foro Mundial  de Porto Alegre, le ha aportado respetabilidad y ha sido un paso importante para su consolidación. Lo mismo que su última acción en Barcelona demuestra el gran apoyo social con  que cuenta.