MARX, UN PENSADOR PARA EL SIGLO XXI
Julio
Antonio Vaquero Iglesias
Como era de esperar dada su trayectoria historiográfica anterior, el
nuevo libro del gran historiador británico Eric J. Hobsbawm (Cómo
cambiar el mundo, Crítica, 2011) no defrauda y es difícil que deje a
cualquier lector indiferente. Y ello a pesar de que su texto es una
recopilación de 16 artículos, la mayor parte de ellos ya editados (prácticamente
ninguno lo estaba en español ni en
inglés y por ello son prácticamente inéditos para lectores españoles) y que ahora han sido reelaborados para este
nuevo libro por el que, con casi cien
años a cuestas, ha sido considerado como el historiador vivo más conocido de
todo el siglo XX. Sólo dos de estos
trabajos son inéditos. El conjunto se divide en dos partes: la de los capítulos
que se dedican al análisis del pensamiento y la obra de Kart Marx.y Engels y
los que tratas del estudio de la
evolución del pensamiento marxista desde su origen hasta el momento actual,
subconjunto cuyos ensayos históricos a pesar de no haber sido concebidos
originariamente para ello, reconstruyen toda la historia del pensamiento marxista desde su
origen y después en su versión comunista a partir del surgimiento de ésta última con la
revolución de octubre (el único hueco que queda sin cubrir quizás sea el de la
importante década de los años 20).
Entre los ensayos sobre la historia del marxismo incluye el autor dos
excelentes capítulos sobre la figura y la obra de Antonio Gramsci y la
recepción de su pensamiento desde su muerte hasta el momento actual. En ellos nos muestra
el autor no sólo la originalidad del
pensamiento del comunista italiano, al que considera como uno de los grandes
pensadores del siglo XX. Gramsci cubrió un vacío clamoroso en el pensamiento
marxiano y marxista con su teoría de la
política que respondía, tras el fracaso del leninismo, a la crisis por la que
atravesaba el movimiento comunista en la década de los años 20. El comunista
italiano desde esa teoría de la política desarrolló una compleja y bien
fundamentada teoría de la estrategia que
debían de seguir en Occidente los partidos comunistas para acceder al poder fundamentada
en la categoría de hegemonía, teoría
que ha sido, sin duda, una de las razones del éxito y la amplia difusión de su pensamiento entre la
izquierda en todo el mundo, la cual ha llegado hasta la última década del siglo
XX, cuando el pensamiento marxista había entrado ya en un gran declive que ha
dado paso en nuestro siglo, con la crisis global del capitalismo financiero, a su
resurgimiento . En esa difusión, en el
caso español y, aunque no lo cite Hobsbawm, es de justicia señalar el papel destacado que tuvo nuestro inolvidable José María Laso.
De excelente factura y rico
contenido expositivo son los dos capítulos en los que el historiador británico analiza el desarrollo
del pensamiento marxista durante la etapa que él ha denominado como “edad de las catástrofes”,
entre 1930 y 1945, esto es, la etapa del antifascismo; y en la etapa de las
décadas de los años 60 y 70 correspondiente a “la edad de oro” del capitalismo
tras la segunda guerra mundial. En ambas se suman al movimiento comunista una
oleada de intelectuales, frente al predominio del obrerismo de las etapas
anteriores, pero con una neta distinción entre la actitud y el papel jugado por esos intelectuales en
una y otra. En la etapa del antifascismo, fue la gran crisis del capitalismo y el surgimiento del
fascismo la causa de esa adscripción masiva de los intelectuales al marxismo en
Occidente. Pero ese marxismo occidental fue autóctono en cada a uno de los
países y los intelectuales se vincularon a éste de manera personal y
mantuvieron, en general, una actitud acrítica frente al marxismo ortodoxo y
dogmático que venía de la Unión soviética, si bien es cierto que ese marxismo
occidental influyó en el carácter más “cientificista” que aquél fue adoptando.
Los intelectuales que participan también del pensamiento marxista después de la
segunda guerra mundial estuvieron, en cambio, estrechamente vinculados con las
Universidades y medios universitarios de Occidente y desarrollaron, al
contrario que los de la etapa anterior, un pensamiento marxista común difundido
por todo Occidente y sometido al debate
intelectual y científico, de carácter abierto y de contenidos críticos con el
marxismo dogmático que se difundía como una escolástica en la Unión
Soviética.
Pero no estamos, sin embargo,
solamente ante un excelente libro de
historia, sino ante una obra que tiene también un interés político de
actualidad. Porque sus páginas tratan de responder también a la interrogación
de cuál sean las posibilidades de vigencia en el siglo XXI de la que fue una de las ideologías más
seguidas intelectual y políticamente durante el siglo XX.
Respecto a esto último, la tesis de Hobsbawm es la de que tanto el
comunismo en su versión soviética como, incluso, el pensamiento socialdemócrata
en cuanto originado por el marxismo están ya superados intelectual y
políticamente y nada o poco tienen que decir en este nuevo siglo. Pero el
pensamiento marxiano (no marxista) sí tiene, en cambio, todavía mucho que aportar
en esta nueva etapa de crisis global del
capitalismo que estamos viviendo, y está por ello experimentando, como
apuntábamos, un claro resurgimiento. En realidad, la implosión del comunismo a finales del siglo pasado
trajo consigo no sólo el final de marxismo-leninismo en la Unión Soviética y su
transformación adulterada en la China
comunista, sino que fue también el golpe de gracia para esa ideología en
Occidente, donde, incluso, arrastró también con ella a la crisis terminal a la propia
socialdemocracia reformista.
Pero es precisamente ese reflujo
de la ideología marxista tal y como se
pensó y vivió en el siglo XX, lo que ha dejado al descubierto el pensamiento y
las virtualidades del pensamiento original marxiano que - si bien la realidad
ha demostrado sus inexactitudes en cuanto a su carga profética: la expropiación
por el proletariado de los expropiadores como final del la historia y en otros
aspectos concretos- se ha manifestado, en cambio, certero en su análisis
crítico de la evolución del capitalismo con la predicción de la llegada de esa conflictiva e injusta globalización
capitalista financiera que padecemos.
Acierto tal, que hasta,
incluso, han sido paradójicamente muchos
de los teóricos liberales y grandes
financieros (como Soros, por ejemplo)
los que han vuelto sus ojos hacia esos análisis marxianos tratando de
explicarse a través de ellos la profunda crisis actual del capitalismo. Y, claro
está, ha despertado, sobre todo, un interés renovado para el pensamiento de
izquierda en la actual coyuntura de crisis global. El pensamiento de Marx
parece haber revivido después de un cuarto de siglo de olvido y abandono. Y las
preguntas que se hizo el Marx original siguen siendo pertinentes y su
pensamiento es necesario todavía para encontrarles una respuesta si queremos avanzar hacia un futuro justo y equilibrado en
este nuevo siglo para toda la Humanidad
sin ninguna clase de exclusiones. En un momento en que, como escribe el
propio Hobsbawm “el liberalismo político y económico, por separado o en combinación, no
pueden proporcionar la solución a los problemas del siglo XXI (…)”.
Lástima
que la versión de esta edición en español deje mucho que desear en cuanto a la
traducción. Precisamente, en un libro de una editorial como Crítica que siempre
se ha caracterizado por sus excelentes y cuidadas traducciones. De todas las maneras, es preciso dejar constancia
que este dato negativo no empece, sin
embargo, lo esencial: el gran interés que
despierta la lectura de sus páginas.
PBULICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "LA NUEVA ESPAÑA", DE OVIEDO
PBULICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE "LA NUEVA ESPAÑA", DE OVIEDO