Y AHORA, HUÉRFANOS DE CAMILLERI
Julio Antonio Vaquero
Iglesias
Primero fue Vázquez Montalbán en plena madurez
literaria y ahora, a los noventa y tres
años pero con plena lucidez, es Andrea Camilleri, su sucesor, quien no
deja en una insufrible orfandad. Cambiamos a Carvalho por Montalbano y a la Barcelona franquista por la siciliana Vigàta imaginaria de
Camilleri, porque tanto el comisario Montalbano como el detective privado Carvalho
nos hablaban de lo mismo, del turbio presente, de los vencidos y explotados, de
las historias reales imaginadas de los hombres y las mujeres corrientes y siempre con una mirada
compasiva y comprensiva que se convertía en crítica e intolerante con el poder
y con aquellos que utilizándolo abusaban de él.
Por la Vigàta
imaginaria de Camilleri ( un remedo de Porto Empedocle, su lugar de nacimiento) pasan todos los problemas de su tiempo, de
Sicilia, de Italia y de Europa: desde la gran tragedia de los inmigrantes
mediterráneos hasta los abusos del poder y la corrupción derivados del poder de
la Mafia. Como por los escenarios de
Montalbán de la Barcelona franquista, pasea la corrupción y los abusos de poder
de los vencedores de la guerra civil encarnados en la burguesía pujolista dominante. Ya se ha dicho en otras ocasiones:
tanto Vigàta como Barcelona no fueron sino respectivamente un microcosmos desde
observar y contar el mundo real desde su espacio específico. Lo que poco tenía
que ver con las novelas de policías y ladrones al uso. Lo suyo era lo que realmente hay que entender
por verdadera novela negra. E incluso con
un aderezo más: su atención exquisita por la gastronomía, por el buen
beber, en suma, por aprovechar al máximo el disfrute de los buenos e inocentes
placeres que proporciona la vida. En realidad, como se ha dicho, ellos fueron
los inventores de ese género negro específico que es la novela negra
mediterránea.
Camilleri,
como también ocurrió con el caso de Vázquez Montalbán, fue no sólo con sus
novelas, sino también con sus intervenciones públicas la mosca cojonera que no
dejaba tranquilos a los corruptos e incongruentes políticos italianos, sobre
todo, en estos últimos años a los que han protagonizado esa deriva hacia la
ultraderecha italiana como Salvini y compañía que han vuelto a sacar a pasear el fantoche del fascismo y hacen
avergonzarse a la opinión pública italiana con su persecución e intolerancia
con los inmigrantes que tratan de llegar a sus costas. Como Vázquez Montalbán
también, Camilleri se movió siempre en
el marco de la ideología comunista y aunque crítico con el comunismo realmente
existente, siempre y hasta el final, siguió defendiendo los valores de la
igualdad y criticando la injusticia que suponía el sistema capitalista, a la
vez que, como se aprecia en todos sus personajes, siempre creyó en la bondad y
la capacidad de auto perfeccionamiento de los hombres corrientes.
Cuando nos
dejó solos Vázquez Montalbán, muchos lo sustituimos en nuestras lecturas por
las de Camilleri, Y ahora al desaparecer
éste, aunque siempre como ocurrió con el caso del escritor catalán, nos queda
el repaso de su obra, comenzamos ya a sentirnos realmente sus huérfanos.
( Publicado en las páginas de opinión de La Nueva
España, de Oviedo)