LOS SUELDOS DE
LOS POLÍTICOS
JULIO ANTONIO
VAQUERO IGLESIAS
¡Qué vergüenza! Lo primero que han hecho los
diputados y concejales tras las últimas elecciones ha sido subirse sus sueldos y atender a sus privilegios como ya ocurrió con los
diputados de la Junta de Andalucía con la peregrina “justificación” en aquella ocasión
de que con sueldos y dietas muy por encima de lo que cobran la media de los
españoles se impedía que los representantes públicos cayesen en prácticas
corruptas. Ahora diputados y concejales electos una de las primeras decisiones
que han tomado en la mayor parte del Estado ha sido también subirse el sueldo y
las dietas y en algunos casos como ha ocurrido en la Junta General asturiana
autoimponerse una sustanciosa paga por desempleo. Eso sí, el derecho a las
dietas lo van a tener todos los diputados regionales independientemente de que
vivan o no en Oviedo (debe de ser para sufragar el pago del autobús para asistir
a las sesiones de la Junta General, si
es que no cobran también por su asistencia). Con todo ello, nuestros concejales
y diputados se ponen en emolumentos muy por encima del sueldo promedio que
ingresan la inmensa mayoría de los españoles.
Pero lo que
más atónito nos deja en el caso asturiano es que los únicos grupos políticos que se han
opuesto a este atraco al presupuesto regional son Podemos y Vox (¿?). Que
partidos que se denominan de izquierda como el PSOE e Izquierda Unida acepten
este latrocinio que convierte a nuestros políticos en privilegiados en un país
en el que, como dicen todos los informes
sociales, la mayor parte de su población vive con sueldos mínimos que permiten
hablar del trabajador pobre, es decir, el que tiene trabajo pero su sueldo no
le permite llegar a fin de mes y en el que
la pobreza infantil campa por sus respetos, nos produce una dolorosa
impresión Porque siempre hemos creído que esa clase de partidos tenían como
objetivos luchar por conseguir la igualdad social y acabar con los privilegios
e intereses espurios que siempre ha
tenido la derecha en este país.
Pero lo
cierto es que la desfachatez con que se
autoimponen esos sueldos, dietas y paro muy por encima de los que son la
media de los de tienen el resto de los asturianos y españoles los convierte en
una clase privilegiada, en políticos profesionales, que no en verdaderos
servidores públicos, que es lo que debían realmente ser. No es extraño que con
tales prebendas y sin que les importe para nada lo que piensen los ciudadanos
de su desfachatez, haya políticos que terminen considerando su actividad como
una profesión y traten de vivir toda una vida de tan rentable profesión en cuya
actividad no tienen que rendir cuentas nada más que a los aparatos de sus
partidos, porque son ellos y no los ciudadanos los que los eligieron y a los cuales tienen que
rendir cuentas.
Que nadie
entienda estas palabras como un canto a
la anti política o a un planteamiento fascistoide. Todo lo contrario. Los que
más daño están haciendo a la democracia y a la verdadera política son ellos,
esta clase de políticos que, además de demostrar día a día su incapacidad para
dar una solución a los verdaderos problemas de nuestro país enzarzándose en
unas vergonzosas luchas internas y partidistas, mirando sólo por ellos y para
ellos y sus egoístas intereses. La verdad es que cada vez se echa de menos a auténticos políticos que se
preocupen de verdad por la cosa pública
y algo menos por sus intereses privados. No es ésta desde luego la democracia
con que soñábamos cuando al fin se consiguió poner fin a la terrible dictadura
franquista.
(Publicado en
las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)
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