miércoles, 4 de mayo de 2016

LUANCO: DE LA FIESTA POPULAR AL OCIO MERCANTILIZADO
                                                     JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
           
VISTA PANORÁMICA DE LUANCO

 La clásica historia de la cultura y la vida cotidiana ha ido dejando paso en la moderna historiografía a una historia cultural más perfilada metodológicamente que, además del  estudio de las expresiones de la alta cultura, entre sus nuevos objetos de estudio, enfatiza  el análisis de las formas históricas de sociabilidad  y del  ocio. Enfoque que, a su vez, supone además una renovada manera de abordar los tradicionales estudios de   historia local. 
Éstas son las dos novedades metodológicas  que aporta este libro de Ignacio Pando, director de la  Casa Municipal de la Cultura de Luanco, cronista oficial de Luanco e investigador especializado en la historia del concejo:De las actividades recreativas al ocio mercantilizado. Luanco, una historia local, 1890-1931”, coeditado  en 2009 por el Ayuntamiento de Gozón y la Asociación de Amigos del Museo Marítimo de Asturias de Luanco. Procedente de la Academia, este excelente trabajo se suma a las  escasas investigaciones  y autores que han  practicado  en Asturias  esta nueva historia cultural, y entre los que es inexcusable citar a Jose Luis Guereña y, sobre todo, al profesor de nuestra Universidad,  Jorge Uría,  uno de los más destacados especialistas en este campo en España, director de este trabajo y autor del prólogo de este libro.       
            ¿Cómo, cuándo y por qué se transformaron en Luanco las fiestas tradicionales en el ocio mercantilizado de la sociedad burguesa? ¿Cuándo, cómo y por qué, las formas de sociabilidad tradicionales se fueron sustituyendo  por un nuevo tejido asociativo en la villa luanquina? Pando no sólo  responde en su libro a todos esos interrogantes con gran fundamento, sino que, al hacerlo, reconstruye la historia local de la villa en los 43  años, de 1890 a 1931, que analiza en su obra. Para ello rastrea el inicio del proceso de cambio a partir del último tercio del siglo XIX y  demuestra, con una variada y profusa documentación y un notable aparato gráfico, cómo esas transformaciones están ya en gran medida cristalizadas, tras la Primera Guerra Mundial, en los años veinte del pasado siglo.
Las condiciones necesarias para que se produjesen tales cambios eran, por un lado, que una parte de la población luanquina dispusiese, con la reducción de su jornada de trabajo, de un mayor tiempo libre para dedicarlo al  ocio, y, por otro, que para poder  practicarlo gozase de un mayor nivel de vida material y educativo. El motor para que se diesen esas condiciones materiales fue la conversión de Luanco en un importante centro de ocio veraniego a medida que, a  partir de las últimas decenios del siglo XIX,  se va imponiendo y extendiendo a las capas medias de la nueva sociedad burguesa la costumbre de los baños de mar, consecuencia de la nueva mentalidad higienista y de una diferente -casi antitética de la tradicional- concepción de entender la relación  del hombre con la naturaleza.
 La aparición de un espacio para ese tipo de ocio con la inauguración en 1890 en la playa de la Ribera de un balneario y una casa de baños  La Rosario, simboliza mejor que ninguna otra institución la conversión de Luanco en centro veraniego. En el balneario se desarrolló hasta su cierre  en 1917 una importante actividad recreativa  y cultural no sólo para la numerosa colonia de veraneantes, entre la que se contaban  importantes personalidades de la vida regional y nacional, sino también para la propia  población de  Luanco.
Como demuestra el autor con un detenido análisis del Registro de Matrícula  Industrial, este turismo veraniego provocó  a su vez, además  la instalación de modernas empresas industriales como las dedicadas a  la producción de conservas, un importante cambio en la estructura de los establecimientos de servicios con la aparición de aquéllos  que cubrían la demanda de las nuevas  formas de ocio y sociabilidad  burguesa: droguerías, farmacias, confiterías, tiendas de ropa confeccionada, cines, teatro, salas de billar, cafés…. Los cafés no lograron, sin embargo, sustituir, a las tabernas, donde la bebida dominante era la sidra y de las que tenemos varias descripciones literarias como la que realiza de la taberna del muelle en su novela de 1925  “Ciencia  y corazón” el líder obrero, primero socialista  y después comunista, nacido en Luanco, Isidoro Acevedo.
 La práctica de esa nueva clase de de ocio dio origen también un nuevo escenario urbano con transformaciones en la morfología urbana de la villa con la racionalización del plano urbano y la aparición de nuevos edificaciones, la construcción de paseos, parques  e incluso la mejora de las comunicaciones, entre los que cabe destacar dos de las obras emblemáticas de la villa como fueron el Paseo marítimo construido entre 1915 y 1930 y  el puerto del Gayo, cuya obras se iniciaron en 1903, con el apoyo del ministro Agricultura Félix Suárez- Inclán, asturiano muy vinculado a Luanco por lazos familiares y miembro asiduo de su colonia de veraneantes Sin embargo y más allá de cierta leyenda negra que presupone la oposición de un grupo de burgueses de la villa  a ese intento, los esfuerzos de los políticos municipales y las fuerzas vivas de la villa, fueron infructuosos en su deseo de la implantación del ferrocarril en  el concejo y su capital.     
 El análisis de la evolución de las cuatro grandes festejos tradicionales de Luanco- la fiestas de Santiago y Santa Ana, del Carmen, de San Juan y del  Cristo del Socorro- demuestran cómo en el modelo tradicional de esas fiestas populares se fueron introduciendo algunos elementos nuevos procedentes de la nueva concepción del ocio. Pero lo más destacable es la aparición de las nuevas actividades de ese ocio mercantilizado como el teatro, la zarzuela, las variedades, el cuplé, el baile dominical y el cine. La construcción del Teatro del  Carmen en 1913 permitió cubrir el vacío  que para ese espectáculo, que era el preferente para el público luanquín, había supuesto el cierre del Ateneo Obrero. En esa institución comenzaron también a realizarse las primeras proyecciones cinematográficas hacia 1904.En 1929, con la inauguración del Teatro Moderno de una capacidad ya notable,  funcionaban tres salas de proyección ad hoc  en la villa luanquina.
Esas nuevas actividades de ocio generaron un rico tejido asociativo instructivo- recreativo, a la cabeza del cual hay que poner la temprana creación  por  Mariano Suárez- Pola en 1869 de la fundación  docente  Santísimo Cristo del Socorro y entre las cuales están las dedicadas a la música y al fútbol- La Musical y el Club Marino de Luanco- pero, sobre todo, el Ateneo Obrero, a cuyas actividades y organización el autor dedica un pormenorizado análisis en este libro que, sin duda, constituye un válido modelo para cualquier futuro estudio de historia local  que trate de llevarse a cabo en Asturias. 

                             

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