EL SÍNDROME DE LA LEGIÓN PERDIDA
JULIO ANTONIO VAQUERO
IGLESIAS
La publicación de cada novela de
Santiago Posteguillo se está convirtiendo en una acontecimiento editorial tal
es el éxito que están alcanzando sus novelas históricas. Este es el caso de La Legión perdida, su última obra
publicada y con la que el autor cierra su
trilogía a sobre el emperador hispano Trajano.
La técnica novelística utilizada en este caso
es la misma que ha venido empleando en
todas sus novelas históricas anteriores. De los dos modelos dominantes
utilizados para escribir las novelas de este género, o el que los personajes
son seres de ficción y lo histórico está en el contexto en que se mueven, o el
otro en que los personajes, al menos los principales, son figuras históricas
reales y de lo que se trata es de reconstruir de manera novelada, pero fiel a
la historia, su actuación en el mundo histórico real, Posteguillo se mueve claramente en este segundo modelo.
En el marco de ese modelo, nuestro autor
utiliza con oficio, como titulado que es en literatura creativa, todos los
recursos técnicos de la novela histórica: reconstrucción fiel, casi detallista,
de los hechos históricos, identificando en el propio texto las fuentes
documentales a las que se refieren las varias tramas que desarrolla; el suspense y el clímax
lo logra acudiendo a una estructura de
la novela basada en la articulación de escenas de las diferentes tramas que
trata en sus novelas, al modo como lo hace también Ken Follett y cuyo origen está en la estructura
desarrollada por Tolstoi en Guerra y Paz
. Son escenas cortas de gran valor
plástico, al modo del lenguaje cinematográfico que posibilitan la
atención continua del lector a pesar de los miles de páginas de sus novelas.
En su
última novela, Posteguillo nos relata la
expansión por Oriente de Trajano con la finalidad de poner fin al control que el Imperio parto ejercía
sobre la ruta de la seda cuyo origen estaba en
Xeres ( China) en ese momento en manos de la dinastía han. Ese control
por Partía suponía un alto costo dinerario para el Imperio romano. Su
estrategia fue pues conquistar Partía y establecer para ello una alianza con el
Imperio kushan en el norte de la India que servía de intermediario y enviar
emisarios al Imperio chino comunicándoles sus intenciones. Pero lo cierto es
que además de las grandiosas dimensiones de esa política de conquista de parte del
Oriente y la oposición a esta política
que en cierto sector de Senado, dirigida por su sobrino Octavio, existía
otra dificultad añadida: el peso traumático que existía en Roma por los
frustrados intentos realizados por Craso, en el siglo I a. C., para conquistar
los territorios partos, pasando el Éufrates, finalizados con una sonora
derrota. La pérdida y desaparición de la legión de Craso dio lugar a tal
sensación de pesar en Roma que se había transmitido a las posteriores
generaciones de romanos como si todo
intento de sobrepasar el Éufrates para conquistar aquellos territorios fuese
empresa maldita. La acuñación de la expresión que todavía se sigue utilizando
hoy “es un craso error” es una prueba de ello.
Tenemos
así, pues, los cinco escenarios en que se desarrolla la novela de Posteguillo y
para lo cual utiliza el modelo de novela histórica, las técnicas y la
estructura que hemos analizado más arriba: el Imperio romano, el parto, el
chino, el del viaje de sus emisarios a China, y el de la historia de la legión
perdida. El escenario de las vicisitudes y aventuras de los emisarios enviados a
China está desarrollado por personajes de ficción, algunos de los cuales ya
habían sido creados en su libro anterior
y es donde el que el autor aprovecha no sólo para introducirnos en el
Imperio Kushan, sino también para desarrollar los aspectos más novelescos del
libro: traiciones, aventuras sin cuento,
piratas y luchas sangrientas,
amores y embarazos traicioneros (aunque el despliegue novelesco en este caso no
le impide tampoco colocarlos en su contexto histórico preciso). En cuanto a la legión perdida, el
autor desarrolla la tesis mantenida por algunos historiadores. Los
supervivientes fueron empleados por los partos en la defensa oriental de su
imperio y consiguieron huir de su
dominio convirtiéndose en mercenarios de los hunos en sus combates con el
Imperio Han.
Quizás por esos diversos y “exóticos”
escenarios históricos en que se
desarrolla La legión perdida haya sido la más difícil de las novelas que ha
escrito hasta ahora, por lo menos en cuanto
a la recopilación y manejo de la compleja documentación que ha utilizado. Y en
cuanto a los defectos y limitaciones que este humilde lector le encuentra son
las que ya he mencionado con ocasión de otras críticas anteriores: el
maniqueísmo con que enfoca a sus principales personajes históricos que en parte
desvirtúa el excelente ropaje histórico con que los envuelve. El imperio de
Trajano, según la historia más seria, tuvo, sin duda, aspectos positivos, pero
decir que los únicos defectos del emperador fueron su afición a la bebida y no haber
sabido preparar su sucesión favoreciendo con ello el golpe de estado de
Octavio, no nos parece de recibo. Del mismo modo que parece fuera de la
realidad histórica, el considerar “el malo” de la novela a Octavio. Qué diría
Margarita Yourcenar. Amén de sus limitaciones de estilo, de los recursos
trillados y facilones que a veces utiliza que llegan en ocasiones a producirnos
cierto sonrojo, y del presentismo anacrónico que campea por sus páginas. Lo
cierto y verdad es la buena acogida que, como las anteriores, está teniendo
esta novela que publicada en febrero va ya por la tercera edición-
( PUBLICADO EN LA NUEVA ESPAÑA, DE
OVIEDO)
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