viernes, 20 de mayo de 2016

EL  SÍNDROME DE LA LEGIÓN PERDIDA
                                                        JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS










La publicación de cada novela de Santiago Posteguillo se está convirtiendo en una acontecimiento editorial tal es el éxito que están alcanzando sus novelas históricas. Este es el caso de La Legión perdida, su última obra publicada y con la que el autor  cierra su trilogía a sobre el emperador hispano Trajano.
 La técnica novelística utilizada en este caso es la misma que ha venido empleando  en todas sus novelas históricas anteriores. De los dos modelos dominantes utilizados para escribir las novelas de este género, o el que los personajes son seres de ficción y lo histórico está en el contexto en que se mueven, o el otro en que los personajes, al menos los principales, son figuras históricas reales y de lo que se trata es de reconstruir de manera novelada, pero fiel a la historia, su actuación en el mundo histórico real, Posteguillo  se mueve claramente en este segundo modelo.
 En el marco de ese modelo, nuestro autor utiliza con oficio, como titulado que es en literatura creativa, todos los recursos técnicos de la novela histórica: reconstrucción fiel, casi detallista, de los hechos históricos, identificando en el propio texto las fuentes documentales a las que se refieren las varias  tramas que desarrolla; el suspense y el clímax lo  logra acudiendo a una estructura de la novela basada en la articulación de escenas de las diferentes tramas que trata en sus novelas, al modo como lo hace también Ken Follett  y cuyo origen está en la estructura desarrollada por Tolstoi en Guerra y Paz . Son escenas cortas de gran valor  plástico, al modo del lenguaje cinematográfico que posibilitan la atención continua del lector a pesar de los miles de páginas de sus novelas.
 En  su última  novela, Posteguillo nos relata la expansión por Oriente de Trajano con la finalidad  de poner  fin al control que el Imperio parto ejercía sobre la ruta de la seda cuyo origen estaba en  Xeres ( China) en ese momento en manos de la dinastía han. Ese control por Partía suponía un alto costo dinerario para el Imperio romano. Su estrategia fue pues conquistar Partía y establecer para ello una alianza con el Imperio kushan en el norte de la India que servía de intermediario y enviar emisarios al Imperio chino comunicándoles sus intenciones. Pero lo cierto es que además de las grandiosas dimensiones de esa política de conquista de parte del Oriente y la oposición a esta política  que en cierto sector de Senado, dirigida por su sobrino Octavio, existía otra dificultad añadida: el peso traumático que existía en Roma por los frustrados intentos realizados por Craso, en el siglo I a. C., para conquistar los territorios partos, pasando el Éufrates, finalizados con una sonora derrota. La pérdida y desaparición de la legión de Craso dio lugar a tal sensación de pesar en Roma que se había transmitido a las posteriores generaciones de romanos  como si todo intento de sobrepasar el Éufrates para conquistar aquellos territorios fuese empresa maldita. La acuñación de la expresión que todavía se sigue utilizando hoy “es un craso error” es una prueba de ello.
         Tenemos así, pues, los cinco escenarios en que se desarrolla la novela de Posteguillo y para lo cual utiliza el modelo de novela histórica, las técnicas y la estructura que hemos analizado más arriba: el Imperio romano, el parto, el chino, el del viaje de sus emisarios a China, y el de la historia de la legión perdida. El escenario de las vicisitudes y aventuras de los emisarios enviados a China está desarrollado por personajes de ficción, algunos de los cuales ya habían sido creados en  su libro anterior y es donde  el que el autor  aprovecha no sólo para introducirnos en el Imperio Kushan, sino también para desarrollar los aspectos más novelescos del libro: traiciones, aventuras sin cuento,  piratas  y luchas sangrientas, amores y embarazos traicioneros (aunque el despliegue novelesco en este caso no le impide tampoco colocarlos en su contexto histórico  preciso). En cuanto a la legión perdida, el autor desarrolla la tesis mantenida por algunos historiadores. Los supervivientes fueron empleados por los partos en la defensa oriental de su imperio  y consiguieron huir de su dominio convirtiéndose en mercenarios de los hunos en sus combates con el Imperio Han.
 Quizás por esos diversos y “exóticos” escenarios históricos  en que se desarrolla La legión perdida haya sido la más difícil de las novelas que ha escrito  hasta ahora, por lo menos en cuanto a la recopilación y manejo de la compleja documentación que ha utilizado. Y en cuanto a los defectos y limitaciones que este humilde lector le encuentra son las que ya he mencionado con ocasión de otras críticas anteriores: el maniqueísmo con que enfoca a sus principales personajes históricos que en parte desvirtúa el excelente ropaje histórico con que los envuelve. El imperio de Trajano, según la historia más seria, tuvo, sin duda, aspectos positivos, pero decir que los únicos defectos del emperador  fueron su afición a la bebida y no haber sabido preparar su sucesión favoreciendo con ello el golpe de estado de Octavio, no nos parece de recibo. Del mismo modo que parece fuera de la realidad histórica, el considerar “el malo” de la novela a Octavio. Qué diría Margarita Yourcenar. Amén de sus limitaciones de estilo, de los recursos trillados y facilones que a veces utiliza que llegan en ocasiones a producirnos cierto sonrojo, y del presentismo anacrónico que campea por sus páginas. Lo cierto y verdad es la buena acogida que, como las anteriores, está teniendo esta novela que publicada en febrero va ya por la tercera edición-
( PUBLICADO EN LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

    

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