domingo, 23 de septiembre de 2018


UNA DISTOPIA CON SOLUCIONES
                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
  









 El historiador israelí  Yuval Noah Harari se ha convertido con sus dos obras anteriores  Homo Sapiens y Homo Deus  en un verdadero fenómeno editorial. Decenas de miles de libros vendidos de esos dos ensayos citados, leído y  alabado por los grandes líderes mundiales como Obama y Zuckerberg, el fundador de Facebook, publica ahora su tercer libro que en cierta medida es una continuación de los dos anteriores: si Homo Sapiens era un brillante análisis del pasado de nuestra especie y Homo Deus, del futuro de la misma,  21 lecciones sobre el siglo XXI, no es sino un profundo y bien argumentado  recorrido por los graves  problemas y amenazas que para la humanidad puede suponer la evolución del siglo XXI.
 Aparte de la brillantez de su escritura y la profundidad de sus conocimientos que demuestran sus páginas, Harari no limita su análisis a una visión distópica  de nuestro siglo, sino que también nos  propone remedidos y soluciones para los graves problemas que avizora a partir de las tendencias actuales  por las que discurren  la tecnología, la evolución política, los problemas ecológicos, las corrientes migratorias, la guerra nuclear, el terrorismo y la posverdad. En cierto modo, nos presenta un panorama amenazador si no somos capaces de ponerle los remedios adecuados de modo urgente, porque todas esas amenazas ya están ahí abriéndose paso en los próximos decenios de este siglo y en el futuro próximo. Estamos, pues, ante una distopía fundamentada en la realidad actual que Harari analiza con brillantez a la vez que reflexiona sobre cómo debería actuar la humanidad para impedir el  desarrollo de esos graves problemas humanos que pueden llevarnos al fin de la vida humana o a una sociedad  profundamente desigualitaria como no la hubo nunca en la historia de Homo sapiens, porque  no sólo puede llegar a ser económico-social, sino incluso biológica.
   La combinación de los avances en tecnología informativa y en  la biotecnología concede a los humanos un potencial revolucionario para cambiar la vida de Homo  Sapiens y esto puede ser para bien o para mal según se utilice Si no adoptamos medidas inmediatas y dejamos esos poderes al albur del mercado  podemos terminar en una dictadura digital en la que no solo la mayoría de los  humanos  serían una masa de desocupados, sino que incluso  ese sector mayoritario  pasaría a ser una población irrelevante dirigida por una  pequeña élite de humanos que, incluso, al ser los únicos que  estarían en condiciones pagarse los avances de la biotecnología podrían incluso conformar una minoría biológicamente diferente de la mayoría de la población.
  Dado ese potencial peligro que nos amenaza ya en las próximas décadas y en el futuro inmediato se hace  cada vez más necesario tratar de controlar el flujo de macrodatos que no pueden ser considerados como mera  propiedad privada, sino  como un bien común que debe estar bajo el control  de toda la humanidad.  Pero, como señala Harari, la situación política que vivimos en la actualidad con la profunda crisis que padece el liberalismo como ideología y sistema político y el auge cada vez mayor de los nacionalismos, las dificultades para ejercer ese control no sólo se hacen difíciles, sino que la  tendencia  de éstos a mirarse únicamente su ombligo, bloquea la posibilidad de tomar medidas globales que no exigen para el autor tender hacia la constitución de gobierno mundial sino desarrollar una conciencia global entre los ciudadanos del mundo y hacia ese fin  está dirigido el contenido de su libro.
La parte final del libro deriva hacia la búsqueda  de una propuesta de resiliencia para que el  hombre actual que tenga sufrir todas esas contradicciones que le amenazan pueda resistirlas y encontrar su sentido de la vida. Y Harari ( al modo de Aldous Huxley, el creador r de la más brillante distopía que conozco,  Un mundo feliz, y que  es también un autor de culto para  Harari), se refugia en la meditación, en la técnica del Vipassana.
 Quizás haya que echar en falta en el contenido del libro referencias más amplias y determinantes para tratar de poner límites a  ese posible futuro negativo, a la necesidad de corregir la  probable tendencia evolutiva del capitalismo globalizado que está, sin duda, en la base y el origen de todos esos peligros que se analizan en sus páginas como son los casos  del problema ecológico, la guerra nuclear, el terrorismo, la inmigración, la crisis del liberalismo. Porque el funcionamiento normativo de aquél  tiende a engendrar y acentuar   las crisis sistémicas que jalonan su evolución, como acabamos de constatar y padecer con la Gran Recesión. Y  por otra parte también el texto, por lo demás bien escrito y sugerente, peca, a mi entender, de una excesiva acumulación de ejemplos que si bien son ilustrativos  y de gran interés, a veces, como los árboles, no dejan ver el bosque.  
    Estamos, sin duda, ante un ensayo brillante que tenemos la impresión de que va a alcanzar, sin duda, también un gran éxito entre los lectores, aunque, a mi humilde entender, la obra no llegue al nivel que tuvieron  sus dos libros anteriores.
( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)

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