UNA DISTOPIA CON SOLUCIONES
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
El historiador israelí Yuval Noah Harari se ha convertido con sus dos
obras anteriores Homo Sapiens y Homo Deus en
un verdadero fenómeno editorial. Decenas de miles de libros vendidos de esos
dos ensayos citados, leído y alabado por
los grandes líderes mundiales como Obama y Zuckerberg, el fundador de Facebook,
publica ahora su tercer libro que en cierta medida es una continuación de los
dos anteriores: si Homo Sapiens era un brillante análisis del pasado de nuestra
especie y Homo Deus, del futuro de la misma, 21
lecciones sobre el siglo XXI, no es sino un profundo y bien argumentado recorrido
por los graves problemas y amenazas que
para la humanidad puede suponer la evolución del siglo XXI.
Aparte de la brillantez de su escritura y la
profundidad de sus conocimientos que demuestran sus páginas, Harari no limita
su análisis a una visión distópica de
nuestro siglo, sino que también nos propone remedidos y soluciones para los graves
problemas que avizora a partir de las tendencias actuales por las que discurren la tecnología, la evolución política, los
problemas ecológicos, las corrientes migratorias, la guerra nuclear, el
terrorismo y la posverdad. En cierto modo, nos presenta un panorama amenazador
si no somos capaces de ponerle los remedios adecuados de modo urgente, porque
todas esas amenazas ya están ahí abriéndose paso en los próximos decenios de
este siglo y en el futuro próximo. Estamos, pues, ante una distopía
fundamentada en la realidad actual que Harari analiza con brillantez a la vez
que reflexiona sobre cómo debería actuar la humanidad para impedir el desarrollo de esos graves problemas humanos
que pueden llevarnos al fin de la vida humana o a una sociedad profundamente desigualitaria como no la hubo
nunca en la historia de Homo sapiens, porque no sólo puede llegar a ser económico-social,
sino incluso biológica.
La combinación de los avances en
tecnología informativa y en la
biotecnología concede a los humanos un potencial revolucionario para cambiar la
vida de Homo Sapiens y esto puede ser
para bien o para mal según se utilice Si no adoptamos medidas inmediatas y
dejamos esos poderes al albur del mercado
podemos terminar en una dictadura digital en la que no solo la mayoría
de los humanos serían una masa de desocupados, sino que
incluso ese sector mayoritario pasaría a ser una población irrelevante
dirigida por una pequeña élite de humanos
que, incluso, al ser los únicos que estarían en condiciones pagarse los avances de
la biotecnología podrían incluso conformar una minoría biológicamente diferente
de la mayoría de la población.
Dado ese potencial peligro que nos amenaza ya en las próximas décadas y
en el futuro inmediato se hace cada vez
más necesario tratar de controlar el flujo de macrodatos que no pueden ser
considerados como mera propiedad
privada, sino como un bien común que
debe estar bajo el control de toda la
humanidad. Pero, como señala Harari, la
situación política que vivimos en la actualidad con la profunda crisis que
padece el liberalismo como ideología y sistema político y el auge cada vez
mayor de los nacionalismos, las dificultades para ejercer ese control no sólo se
hacen difíciles, sino que la
tendencia de éstos a mirarse
únicamente su ombligo, bloquea la posibilidad de tomar medidas globales que no
exigen para el autor tender hacia la constitución de gobierno mundial sino
desarrollar una conciencia global entre los ciudadanos del mundo y hacia ese
fin está dirigido el contenido de su
libro.
La parte final del libro deriva
hacia la búsqueda de una propuesta de
resiliencia para que el hombre actual
que tenga sufrir todas esas contradicciones que le amenazan pueda resistirlas y
encontrar su sentido de la vida. Y Harari ( al modo de Aldous Huxley, el creador
r de la más brillante distopía que conozco,
Un mundo feliz, y que es también un autor de culto para Harari), se refugia en la meditación, en la
técnica del Vipassana.
Quizás haya que echar en falta en el contenido
del libro referencias más amplias y determinantes para tratar de poner límites
a ese posible futuro negativo, a la
necesidad de corregir la probable
tendencia evolutiva del capitalismo globalizado que está, sin duda, en la base
y el origen de todos esos peligros que se analizan en sus páginas como son los
casos del problema ecológico, la guerra
nuclear, el terrorismo, la inmigración, la crisis del liberalismo. Porque el
funcionamiento normativo de aquél tiende
a engendrar y acentuar las crisis sistémicas que jalonan su evolución,
como acabamos de constatar y padecer con la Gran Recesión. Y por otra parte también el texto, por lo demás
bien escrito y sugerente, peca, a mi entender, de una excesiva acumulación de
ejemplos que si bien son ilustrativos y de
gran interés, a veces, como los árboles, no dejan ver el bosque.
Estamos, sin duda, ante un ensayo brillante que tenemos la impresión de
que va a alcanzar, sin duda, también un gran éxito entre los lectores, aunque,
a mi humilde entender, la obra no llegue al nivel que tuvieron sus dos libros anteriores.
( Publicado en el suplemento
cultural de La Nueva España, de Oviedo)
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