LA IDEOLOGIA DE VOX
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Tras la eclosión de análisis de
articulistas y polítólogos ( como
pomposamente se les denomina ahora a los comentaristas políticos) de la ideología de Vox originados por su éxito
electoral en las elecciones andaluzas seguimos sin saber, a mi entender, muy
bien cuál es el contenido nuclear ideológico de sus propuestas y cuál es la
razón que tras cinco años de existencia haya alcanzado ahora precisamente ese cierto
ascenso electoral. Uno tiene la impresión tras la lectura de esos análisis que
la mayoría de ellos adolece de una falta de referencia al núcleo esencial de
donde nacen las propuestas programáticas del partido de la ultraderecha, núcleo
que radica, sin duda, en sus contenidos
de política económica.
Todos- o casi todos., por precisar- han puesto
el énfasis en los aspectos que se refieren a sus propuestas en el terreno de lo
simbólico: su xenofobia con los migrantes de origen musulmán o africano y asiático,
su rechazo a las políticas de género (lo que ellos denominan como también los
hacen con su secular tono misógino algunos de los sectores reaccionarios de
nuestra jerarquía eclesiástica “la ideología de género”) o las peticiones o
demandas del colectivo LGTBI. Además de su oposición a todo aquello que se
refiere a la memoria histórica y, sobre todo, lo que algunos de nuestros
politólogos han considerado como el factor decisivo para su expansión, su
enemiga al movimiento independentista
catalán. Lo que ha sido, esto último, para algunos el verdadero desencadenante
en este momento de su éxito en las elecciones andaluzas.
Si nos fijamos bien son todos ellos factores que se refieren al rechazo
de las demandas de la izquierda en el campo de lo simbólico (que nadie piense
que el que esto escribe nos la crea
necesarias y oportunas) esto es, rechazo a la igualdad
de género, de sexo, o manifestaciones de xenofobia hacia minorías
étnicas procedentes de las migraciones o su oposición sin tregua de las actitudes independentistas en nombre de
un centralismo caduco que es incompatible con cualquier modelo de
descentralización. Esto es: la modernidad del Vox, que no es sino una escisión
del PP, está en su reaccionarismo frente a las demandas que son hoy la base del
catálogo de peticiones de la izquierda
posmoderna que, desgraciadamente, ha olvidado o ha puesto al mismo nivel la
luchas simbólicas con la explotación económica y las luchas de clases
consiguiente, sin tener en cuenta que la explotación económica que ha traído la
desigualdad y pobreza de amplias capas de la población española es la raíz y el
fundamento de todas esas otras discriminaciones.
Creo que en los análisis de nuestros
politólogos han fallado al no poner en jerarquía los factores que han originado
la aparición y el despegue de Vox. Jerarquía cuya primacía no sería otra que la
del factor económico, esto es, la
situación de explotación económica de grandes capas de la población con sus
secuelas de desigualdad y pobreza que originó la salida selectiva y
discriminatoria que el PP propuso y dio
a la Gran Recesión. Basta analizar con detenimiento las propuestas económicas
del programa de Vox para darse cuenta de ello y de la naturaleza ideológica de aquéllas
que es la de ser claramente reaccionarias e ir en contra de los propios
intereses del sector de clases medias y populares que podían caer en la
tentación de votarles. Un programa económico cuya medida principal es la rebaja
sustancial de impuestos que proponen. Rebajas que en realidad a quien beneficiarían,
sobre todo, sería a los ricos y cuyo efecto último no sería otro que tener que adelgazar
aún más el Estado de bienestar en el que esas capas masacradas por la crisis necesitan
apoyarse con mayor necesidad hoy para
soportar mejor su depauperado estado actual
e intentar salir de la penosa
situación en que se encuentran.
( Publicado en las páginas de
opinión de La Nueva España, de Oviedo)
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