viernes, 21 de diciembre de 2018









LA IDEOLOGIA DE VOX
                          Julio Antonio Vaquero Iglesias
Tras la eclosión de análisis de articulistas y  polítólogos ( como pomposamente se les denomina ahora a los comentaristas políticos) de  la ideología de Vox originados por su éxito electoral en las elecciones andaluzas seguimos sin saber, a mi entender, muy bien cuál es el contenido nuclear ideológico de sus propuestas y cuál es la razón que tras cinco años de existencia haya alcanzado ahora precisamente ese cierto ascenso electoral. Uno tiene la impresión tras la lectura de esos análisis que la mayoría de ellos adolece de una falta de referencia al núcleo esencial de donde nacen las propuestas programáticas del partido de la ultraderecha, núcleo que radica, sin duda, en  sus contenidos de política económica.
 Todos- o casi todos., por precisar- han puesto el énfasis en los aspectos que se refieren a sus propuestas en el terreno de lo simbólico: su xenofobia con los migrantes de origen musulmán o africano y asiático, su rechazo a las políticas de género (lo que ellos denominan como también los hacen con su secular tono misógino algunos de los sectores reaccionarios de nuestra jerarquía eclesiástica “la ideología de género”) o las peticiones o demandas del colectivo LGTBI. Además de su oposición a todo aquello que se refiere a la memoria histórica y, sobre todo, lo que algunos de nuestros politólogos han considerado como el factor decisivo para su expansión, su enemiga  al movimiento independentista catalán. Lo que ha sido, esto último, para algunos el verdadero desencadenante en este momento de su éxito en las elecciones andaluzas.
  Si nos fijamos bien son todos ellos factores que se refieren al rechazo de  las  demandas de la izquierda  en el campo de lo simbólico (que nadie piense que el que esto escribe  nos la crea necesarias y oportunas) esto es, rechazo a  la igualdad  de género, de sexo, o manifestaciones de xenofobia hacia minorías étnicas procedentes de las migraciones o su oposición sin tregua  de las actitudes independentistas en nombre de un centralismo caduco que es incompatible con cualquier modelo de descentralización. Esto es: la modernidad del Vox, que no es sino una escisión del PP, está en su reaccionarismo frente a las demandas que son hoy la base del catálogo de peticiones  de la izquierda posmoderna que, desgraciadamente, ha olvidado o ha puesto al mismo nivel la luchas simbólicas con la explotación económica y las luchas de clases consiguiente, sin tener en cuenta que la explotación económica que ha traído la desigualdad y pobreza de amplias capas de la población española es la raíz y el fundamento de todas esas otras discriminaciones.
 Creo que en los análisis de nuestros politólogos han fallado al no poner en jerarquía los factores que han originado la aparición y el despegue de Vox. Jerarquía cuya primacía no sería otra que la del factor económico, esto es,  la situación de explotación económica de grandes capas de la población con sus secuelas de desigualdad y pobreza que originó la salida selectiva y discriminatoria  que el PP propuso y dio a la Gran Recesión. Basta analizar con detenimiento las propuestas económicas del programa de Vox para darse cuenta de ello y de la naturaleza ideológica de aquéllas que es la de ser claramente reaccionarias e ir en contra de  los propios  intereses del sector de clases medias y populares que podían caer en la tentación de votarles. Un programa económico cuya medida principal es la rebaja sustancial de impuestos que proponen. Rebajas que en realidad a quien beneficiarían, sobre todo, sería a los ricos y cuyo efecto último no sería otro que tener que adelgazar aún más el Estado de bienestar en el que esas capas masacradas por la crisis necesitan  apoyarse  con mayor necesidad  hoy  para soportar mejor su depauperado estado actual  e intentar salir de la  penosa situación en que se encuentran.
( Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)       


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