jueves, 15 de enero de 2015

Yo también soy gitano como Leonarda

                            YO TAMBIÉN SOY GITANO COMO LEONARDA
                                                                Julio Antonio Vaquero Iglesias


La inhumana  deportación por las autoridades francesas de la niña gitana de quince años  kosovar Leonarda Dibrani cuando participaba en una excursión escolar pone delante de nuestros ojos cómo el viejo y cruel fantasma del racismo y  la xenofobia se extienden otra vez no sólo por Francia, sino por Europa. La extrema derecha avanza como una marea imparable al calor de la crisis del capitalismo salvaje que estamos viviendo y busca, como siempre ha ocurrido, el chivo expiatorio con el que justificar su malestar. Remedando  las palabras que  se atribuyen a Bertolt Brecht: primero,  vienen a por los gitanos y los emigrantes y no hicimos nada para impedirlo y cuando  vengan  a por nosotros, quién los detendrá.  De hecho, la historia demuestra que la intolerancia y el fanatismo siempre han comenzado con los progromos de judíos y  la persecución de los gitanos y que el fascismo, surgido de otra de las grandes crisis del capitalismo, los trató de exterminar en las cámaras de gas.
La gran tristeza que producen  esas medidas xenófobas es verlas aplicar en un país Francia que no sólo ha sido  la cuna de Declaración del Hombre y del Ciudadano yl  de los valores cívicos republicanos, sino también  uno de los estados europeos más proclives a las políticas de integración de los extranjeros que llegaban a su territorio. Y todavía duele más que sea un Gobierno socialista (con el beneplácito del Partido de la Izquierda de Jean –Luc Melenchon) el que esté aplicando esta política racista, porque lo cierto es que la expulsión de Leonoarda sólo ha producido tímidos protestas en los medios socialistas por la crueldad con que esa expulsión se ha llevado a cabo, pero  no por la política xenófoba que su Gobierno practica.
El propio ministro francés del Interior,  Manuel Valls, ha sido tan imprudentemente irresponsable  – o racista, por decirlo sin ninguna clase de tapujos— como para  estigmatizar  a los gitanos kosovares calificándolos a todos de delincuentes profesionales y culpándoles de su falta de voluntad de integración, esto es, señalándolas a unas clases populares y medias profundamente castigadas por los efectos de la crisis como diana de sus males. Es la vieja y frecuentemente estrategia, usada por los que mandan en nombre de eso que ahora llaman eufemísticamente la “clase extractiva”, de hacer recaer la culpa sobre las propias víctimas como se hizo en la Primera Revolución Industrial con los obreros considerándoles como  “la clase peligrosa” o  vemos  hacer a la derecha también en nuestro país con los parados, acusándoles de ser mayoritariamente defraudadores de las prestaciones de desempleo. Son, desde luego, viejas tácticas para  estos nuevos tiempos de crisis renovada del capitalismo.
 Leonarda y su familia  huyeron de Kosovo porque allí se morían de hambre y necesidad, porque allí sus hijos no podían ir a la escuela ni tener una vivienda decente donde cobijarse. ¿Alguien puede culparles de algo por irse a Italia y después a Francia con el objetivo de poder vivir como personas? Huyeron de Italia, porque allí les perseguían y discriminaban  El Gobierno francés se niega a tomar medidas para la integración de las 20.000 personas de esa minoría  allí residentes  y los expulsa porque son gitanos, ¿no los discriminó también Hitler por serlo? Leonarda no quiere volver a Kosovo, porque allí no puede ir a la escuela. ¿Podría acusarse a algún padre por intentar, en Francia o donde sea, conseguir que sus hijos que reciban la educación adecuada?  ¿Esta es la Europa que queríamos construir? ¿La que discrimina, estigmatiza  y expulsa a una minoría necesitada que pide ayuda y lo único que  trata es de sobrevivir con la  dignidad que le corresponde a cualquier persona? Será desde luego la Europa de los mercaderes, pero no, de ningún modo, la que muchos queríamos: la de los ciudadanos.  Yo, para que nadie me acuse de no haber tratado de impedirlo, cuando tal vez también vengan por mí y por nosotros, después de haber terminado con los gitanos romanís, quiero decir a los cuatro vientos y a quien me quiera escuchar que también soy gitano como Leonarda.        


    (ARTÍCULO PUBLICADO EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

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