viernes, 26 de diciembre de 2014

LA hUELGA DEL SILENCIO

¨                                         LA HUELGA DEL SILENCIO
                                  
                                                               JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

La furia y el silencio.
Asturias, primavera de 1962
Jorge M. Reverte
282 páginas
Espasa, 2008


Jorge Reverte relata con rigor y amenidad el  importante movimiento huelguístico de 1962 en Asturias

        


    La huelga de Asturias de  1962 fue, sin duda, el punto de inflexión  en el movimiento de oposición al franquismo. Significó, por una parte, la cristalización de la nueva oposición que había emergido en la década anterior al socaire de los cambios que aportaron los primeros y tímidos ensayos de liberalización económica; y, por otra, supuso  el despegue definitivo de una nueva y fortalecida oposición al franquismo en el contexto del profundo cambio económico y social que experimentó nuestro país con el desarrollismo que trajeron los tecnócratas y  el final  de la autarquía..
            Los      historiadores  hemos reconstruido ese movimiento huelguístico  con pelos y señales con motivo de su correspondiente  aniversario. Ahora Jorge Reverte ( La furia y el silencio. Planeta, 2008) da una nueva vuelta de tuerca  a aquellos episodios que desencadenaron  los siete mineros del pozo Nicolasa de Mieres que perdieron e hicieron perder el miedo a la dictadura no sólo a los mineros asturianos, sino a casi toda la clase obrera  española como demuestra  el impresionante  movimiento huelguístico que desencadenó en Asturias y terminó difundiéndose por toda España. Además de tener  un gran  eco internacional. Tanto que fue uno de los motivos de la negativa a la petición por el régimen franquista del ingreso de España  en el  Mercado Común. 
  El  libro de Reverte no añade nada nuevo a lo que ya sabíamos sobre aquel importante episodio, sino que su cualidad específica y relevante es, como ya se ha dicho, cómo lo cuenta. El escritor madrileño ha puesto a punto en sus libros sobre la guerra civil española una peculiar y efectiva  manera de contar la historia que está a medio camino entre el relato del novelista, el reportaje periodístico y la reconstrucción histórica para lo cual utiliza las fuentes primarias como base de sus relatos. Ésta es también la fórmula que utiliza Reverte en este caso para contarnos aquellos tres meses que desde Asturias iluminaron España, como cantaban los versos de Goytisolo
En su papel de historiador, Reverte reconstruye minuciosamente los hechos, a base, sobre todo, de los informes de la Brigada de Investigación Social y la Guardia Civil. Como periodista  recurre  a la  información significativa y  de interés  humano que ha extraído  de las entrevistas realizadas  con los actores de ambos frentes de la huelga,  tanto de represores como de huelguistas Entrevistas efectuadas por él mismo o que proceden de los trabajos de historia oral llevados a cabo por los historiadores. Sin que falten, casi a modo de un reportaje informativo y de divulgación, las aclaraciones y referencias para los  lectores no versados en la mina todos aquellos aspectos y peculiaridades que presenta el trabajo minero.
  Como novelista, ensambla magistralmente  toda esa compleja y variada  información dándole forma de un relato ágil, de fácil lectura, que adopta  en determinados pasajes un profundo tono literario que trasluce el gran amor que Reverte siente por Asturias. A la  vez que todo él está teñido de un profundo tono épico que refleja el  gran impacto que el imaginario de aquella generación de jóvenes opositores a la dictadura tuvieron los “ incidentes del Norte”, como eufemísticamente les denominó el dictador en alguno de sus discursos. Incidentes que llegaron- como decía nuestro siempre recordado Vázquez Montalbán (¡cuánto te echamos de menos, Manolo!),  a convertir el “Asturias, patria querida” en un canto revolucionario.   
            Reverte ha sabido leer con la perspicacia del novelista y el periodista los informes policiales y detectar cómo traslucen el asombro y desconcierto de las autoridades franquistas ante una huelga que no sólo fue, contrariamente a la tradición bronca y revolucionaria  (1917,1934,1936) de los mineros asturianos, tan pacífica que se la ha llegado a calificar como “la huelga del silencio”. Los mineros  huelguistas y sus mujeres (las cuales fueron uno de los actores fundamentales de la huelga) crearon, incluso, códigos simbólicos como las siembras de maíz en las entradas de las minas por parte de éstas o el gesto de no recoger las lámparas o no bajar las perchas de la ropa de trabajo, sin tener que recurrir a  las asambleas para tratar de evitar las represalias. Actitud pacífica que no evitó la violencia de la represión por parte de del régimen que fue realmente duro con los huelguistas con detenciones, deportaciones, torturas, además de la utilización de otros medios de presión por parte de las empresas como el cierre de los economatos o la pérdida de la antigüedad de los mineros huelguistas.
             El tratamiento que realiza Reverte de  la participación de los obreros católicos de la JOC y la HOAC y sus consiliarios en la huelga nos parece bastante correcto, aunque hemos detectado algunos datos erróneos que se derivan de  haberlos  trasladado sin corregir al libro  desde  los informes policiales y de la guardia civil. Del mismo modo  que  el silencio sobre ellos de las fuentes que ha utilizado, le han llevado a no mencionar a algunos actores importantes de aquella huelga, como es el caso de uno de los principales líderes de los obreros católicos, el empleado Rodolfo Alonso Astoreca, del lado de los huelguistas; y de parte de los represores, al arzobispo- coadjutor de Oviedo Segundo García de Sierra  quien adoptó una postura represora extremadamente  beligerantemente contra los sacerdotes que habían participado en el movimiento huelguístico en consonancia con su acendrado nacionalcatolicismo.
            Pero todo esto no es óbice para  que Reverte haya logrado relatarnos con éxito en 300 páginas de  manera  rigurosa y a la vez amena y asequible, lo que los historiadores hemos contado en miles de páginas. En muchos casos, con prosa plúmbea, de difícil digestión.
( Publicado en Cultura, suplemento cultural de La N

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