EL CORREO DE LA PIRENAICA
Julio
Antonio Vaquero iglesias
Ocurre con frecuencia. En muchas ocasiones no es el historiador quien elige el objeto de su investigación, sino que es éste quien busca al investigador. Éste es el caso de este libro; Las cartas de la Pirenaica. Memoria del antifranquismo (Cátedra, 2014). Rosario Fontova, periodista e historiadora, autora de este libro junto con Armand Balsebre, catedrático de de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, buscaba en el Archivo del Partido Comunista de España información para otro trabajo cuando entró en contacto con el extraordinario fondo documental de las cartas enviadas a Radio España Independiente (1941-1977, Moscú, Bucarest), la emisora comunista, más conocida por los españoles como Radio Pirenaica. Constituido por 15.500 cartas, el mencionado fondo documental sólo había sido explorado hasta ese momento puntualmente por algún historiador en busca de alguno dato o información concreta, pero no se había realizado ningún estudio de conjunto. De esas cartas sólo un fragmento de algunas de ellas había salido a las ondas y nuestros autores advirtieron su gran potencial historiográfico y conscientes de ello decidieron con fundado criterio (al que no fue, desde luego, ajeno la especialidad de los autores en temas de comunicación) llevar a cabo una investigación de ese voluminoso correo de La Pirenaica con el objetivo de elaborar un estudio sobre la memoria histórica del antifranquismo a partir de esas cartas de los oyentes de la emisora comunista.
El
resultado de esa ardua y difícil labor que acometieron los dos investigadores
ha sido este libro, cuyo contenido no sólo es un auténtico fresco de la memoria
histórica del antifranquismo, sino también un duro retrato de la falta de
libertad, represión, miedo, hambre y
miseria que sufrieron los españoles
durante la dictadura. Pero la angustia que produce su lectura queda en parte
compensada para el lector con la satisfacción de ver a través de los contenidos
de las cartas la reacción y la dignidad con que una parte de los españoles
corrientes se opusieron a esos abusos y condiciones de vida miserables que impuso la dictadura, porque en cierto modo
enviar esas cartas a La Pirenaica no era sino eso: una forma más de resistencia
al franquismo,
Son
muchos los tópicos y bulos sobre el funcionamiento de Radio España Independient6e,
creados y difundidos en muchos casos por la contrapropaganda franquista, que pone en solfa este estudio. Desde el que
los oyentes de La Pirenaica no eran sino una minoría de comunistas o la de que las
cartas emitidas eran inventadas por la propia emisora y su contenido pura
propaganda que no tenía nada que ver con lo que realmente sucedía en España.
Sin
embargo, el análisis sociológico de los remitentes de las cartas demuestra que era una audiencia
interclasista, aunque, como es obvio, predominasen los trabajadores
industriales y los campesinos. Del mismo modo que el estudio de los flujos de las misivas prueba
que es en la década de los 60
concretamente el lustro 1962-1967) en la que se concentran la mayor parte de
las cartas, al calor de la marea de movilizaciones y huelgas de esa década y a
partir del establecimiento de unas
direcciones normalizadas para enviarlas, de tal modo que el número de
cartas experimentó un gran aumento en
esos años ( 4.378 en 1963)) convirtiéndose en un verdadero medio de
comunicación de masas. A pesar de que era un acto delictivo que podía suponer
la cárcel para los remitentes.
Fue
también en esos años cuando, siguiendo y
ampliando el criterio leninista de que cada miembro del Partido tenía que informar a sus órganos de prensa de lo que pasaba en su centro de trabajo, La
Pirenaica estableció la categoría de “colaboradores”, esto es, oyentes que
enviaban de manera regular sus cartas con informaciones que contaban y denunciaban
de manera seria y fidedigna los actos de
oposición y represión así
como los acontecimientos políticos y sociales de los que eran testigos.
Que esas informaciones eran en gran
medida veraces lo demuestran, por ejemplo, el que con ellas se puede hacer un
mapa de las fosas de los asesinados en
la Guerra Civil no es diferente al que hoy tenemos realizado con
información histórica de numerosas fuentes. Pero también se desprende del hecho
de que las informaciones de los
“corresponsales” fueron, con las de las agencias de prensa internacionales y
las de la redacción interior (la que operaba en España), una de las principales
fuentes de la información que manejaba la emisora. Esa veracidad constatada por
la experiencia de sus oyentes fue la base de la credibilidad que llegó a tener REI entre ellos, de modo
que la emisora clandestina era
calificada en muchas cartas como, Radio Verdad frente a Radio Mentira que era
Radio Nacional de España.
Las
huella de la Guerra Civil, Julián Grimau,
las cárceles franquistas, la emigración a Europa, las huelgas de los 60 en
Asturias, la operación de propaganda de los “25 años de Paz”, el antinorteamericanismo,
el hambre y la pobreza, la educación, ocio y
cultura son los temas en que los
autores han clasificados los cartas para analizar sus contenidos. Análisis que
no se limita, y ese es en mi opinión uno de los principales logros del libro,
al contenido individualizado de las cartas, lo que también hacen con algunas
dado el denso e impactante significado
de las historias que cuentan, sino que han tratado de extraer la mirada colectiva de sus remitentes ante el
asunto tratado. Además de contextualizar éste históricamente, esto es, con los
datos que la Historia, y no la memoria histórica, ha aportado sobre el mismo.
Las
huelgas de la minería asturiana desde el
62 al 65 fueron el tema estrella de La Pirenaica que echó toda la carne en el asador apoyando a
los mineros huelguistas como verdaderos héroes que estaban señalando el camino
a todos los obreros españoles para acabar con la Dictadura.. La emisora
comunista denunció los brutales actos de la represión, señalando a los más
sanguinarios torturadores de la Brigada Político-Social y la Guardia Civil.
Pero también recaudó fondos para los huelguistas y sus familias y convirtió en símbolos de heroicidad de esa resistencia a quienes la sufrían como
fueron los casos de Tina Pérez y Anita
Sirgo. Ese compromiso de La Pirenaica
con los huelguistas fue tal que hasta Fraga en su contestación al
manifiesto de los 102 intelectuales que apoyaron a los huelguistas consideró a
la emisora comunista como una de los principales responsables del movimiento
huelguístico.
Acerca de todos esos aspectos y otros derivados del
desarrollo y consecuencias de las huelgas las cartas que recibió La Pirenaica
fueron numerosas, remitidas no sólo desde
Asturias, sino del resto de España y de
los emigrantes en Europa. De hecho, la consigna con que se tituló la campaña de la
emisora en 1963 en solidaridad con Asturias, “Asturias marca el camino”, se inspiró
en una carta-poema de un oyente de Lopera (Jaén) enviada a la emisora un año antes, en
1962, titulada “Asturias nos indica el
camino”.
En fin, estamos, sin duda, en mi humilde
opinión, ante un excelente libro. Por lo que no me parece extraño, a pesar de
la que está cayendo sobre nuestra industria editorial, que sólo en un mes
después de su aparición se haya agotado
y esté en proceso de inminente reedición.
(
Publicado en el suplemento Cultura de La Nueva España, 12 de junio de 2014)
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